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Los caballos de Dios cartel reducidoLos caballos de Dios(Les chevaux de Dieu)
Dirigida por Nabil Ayouch
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Seminci de Valladolid 2012.

Nabil Ayouch (director)
Nabil Ayouch nació 1 de abril 1969 en París y trabaja en Casablanca y París.

En 1997, dirigió su primer largometraje, Mektoub que, como Ali Zaoua (2000) representó a Marruecos en los Oscar®. Luego vino Une Minute de Soleil en Moins (2003) y Whatever Lola Wants (2008), producida por Pathé. Su primer cortometraje, en 1992, The Blue Rocks of the Desert marcó el descubrimiento de Jamel Debouzze.

En 2009, creó y dirigió el espectáculo de clausura del Foro Económico Mundial de Davos, después de haber dirigido varios espectáculos en vivo como la apertura de Maroc du Temps, en Francia, en el Palacio de Versalles en 1999.

En 1999, Nabil Ayouch fundóAli n’ Productions, una empresa a través de la cual ayuda a los jóvenes directores para lanzar sus carreras gracias a iniciativas como el Premio Mohamed Reggab, un concurso de guión y producción de cortometrajes en 35 mm.Entre 2005 y 2010, produjo 40 películas de género. En 2006, se puso en marcha el programa Meda Films Development, con el apoyo de la Unión Europea y la Fundación del Festival Internacional de Cine de Marrakech, una estructura para acompañar a los productores y guionistas de los diez países de la ribera sur del Mediterráneo en la fase de desarrollo sus películas.

Nabil Ayouch fundó G.A.R.P. (Colectivo de autores, directores, productores) en 2002 y la Coalición para la Diversidad Cultural de Marruecos en 2003. En 2008, participó en la creación de la Asociación Marroquí de Antipiratería, de la que es presidente.

Del año 2011 es su primer largometraje documental, My Land, que fue filmada en Oriente Próximo, y de 2012 su largometraje de ficción LES CHEVAUX DE DIEU (LOS CABALLOS DE DIOS), inspirada en los atentados suicidas de Casablanca del 16 de mayo de 2003.


Ficha artística
Abdelhakim Rachid - Yashin
Abdelilah Rachid - Hamid
Hamza Souidek - Nabil
Ahmed El Idrissi Amrani - Fuad


Notas del director
Todo surgió de una relación personal que mantengo con el barrio de chabolas de Sidi Mumen, del que procedía los jóvenes kamikazes que cometieron los atentados de Casablanca en 2003. En ese barrio rodé algunas secuencias de una película en 1999, Ali Zaoua. Era una zona que conocía bien, donde me sentía bien y que presenta la peculiaridad de que es la parte más alta de las afueras de Casablanca. Yo recordaba a los habitantes de este barrio como muy pacíficos y abiertos, así que, cuando sucedieron los atentados de 2003, no entendí por qué catorce chicos de Sidi Mumen se habían hecho saltar por los aires. No me parecía posible. Aquellos hechos supusieron un enorme trauma para Marruecos porque se esperaba que fueran obra de terroristas entrenados, llegados de Afganistán o de Irak, y no que sus autores fueran unos chicos de un barrio chabolista del que nunca habían salido hasta entonces. La mayoría tenían veinte años. Me impresionó tanto que sentí la necesidad de reaccionar, de hacer algo, aunque no sabía bien qué.
Así que con una cámara y un equipo fui a ver a las víctimas, a los supervivientes, a sus familias. Hice un cortometraje de dieciséis minutos. Eso fue todo. Con el tiempo me di cuenta de que era una visión incompleta. Necesité tres o cuatro años para tomar conciencia de que, como cineastas, no somos testigos que tengamos el deber de reaccionar de inmediato como los periodistas. Nosotros, ante todo, tenemos el deber de tomar distancia en relación con los acontecimientos para elaborar una mirada especial sobre ellos, nuestra propia mirada.

Volví a Sidi Mumen e hice un trabajo casi de antropólogo: hablé con la gente y me reuní con las asociaciones, porque durante el tiempo transcurrido habían surgido en el barrio numerosas iniciativas como reacción a los atentados. Además, compré los derechos de adaptación de libro de Mahi Binedine Les Étoiles de Sidi Mumen, cuyo enfoque era el mismo que el de la historia que yo quería contar.

No pude filmar en el barrio porque, aunque durante la preparación de la película contaba con rodar en Sidi Mumen, había habido muchos cambios, se habían construido edificios de viviendas y se había reducido el núcleo de chabolas de donde procedían los kamikazes. Como era imposible rodar allí, tenía que encontrar un Sidi Mumen alejado de la modernidad, un poblado de chabolas rural, alejado de cualquier concepto urbanístico. Así que opté por rodar en otro poblado, situado a algunos kilómetros, pero para compensar pude trabajar con muchos de los habitantes del verdadero Sidi Mumen.

El rodaje se desarrolló durante la primavera árabe, y la primera consecuencia fue que se notó en que las autoridades no tuvieron tiempo suficiente para ocuparse de nosotros y nos dejaron bastante tranquilos. Esa fue una consecuencia real; pero la segunda, en cambio, fue que había una cierta tensión palpable en las calles, especialmente en los barrios populares en los que rodábamos. Tuvimos que mantener un perfil muy bajo para que no se pudiera interpretar que estábamos incurriendo en alguna provocación. Los ánimos estaban muy caldeados y había manifestaciones todos los días. El islamismo, alentado por lo que estaba pasando en Egipto y en Túnez, se hacía visible de forma cada vez más abierta. Las elecciones se aproximaban y muchas personas del poblado chabolista vinculadas a los movimientos islamistas intentaron interrumpir el rodaje.

Al principio, la película llevaba el título de la novela Les Étoiles de Sidi Mumen, pero nos dimos cuenta de que podía interpretarse de forma positiva, que algunos podrían ver en él una forma de exaltación de las actuaciones de los kamikazes. Y si yo quería humanizar a esos jóvenes, lo que no quería en absoluto era celebrar sus acciones. Entonces encontramos el extracto de un texto sobre la yihad de la época del Profeta: “Volad, caballos de Dios, y las puertas del paraíso se abrirán para vosotros”. Esta frase ha sido incluida en numerosas ocasiones en la terminología yihadista moderna por Bin Laden y en sermones televisivos. En la película la pronuncia el “emir” [como se suele denominar al líder en los grupos integristas] cuando les anuncia que han sido elegidos.