El pasado Domingo 5 de Febrero culminó la XXX Edición del Festival Internacional de Cine de Gotemburgo, edición emotiva y especial debido al treinta cumpleaños del festival de cine de esta preciosa y acogedora ciudad del sur de Suecia.
Más de 450 películas han pasado por las pantallas de esta localidad volcada con su festival, y donde sorprende de manera muy grata cómo desde las diez de la mañana y durante todo el día los cines se llenan de espectadores ávidos de buen cine. En este festival no hay tregua para el descanso, profesionales y aficionados se van cruzando por las numerosas calles peatonales y tranvías que dan vida a la ciudad. Todos quieren llegar a tiempo a alguna de las diez sedes con las que cuenta el evento y en las que se agotan las entradas sesión tras sesión.
Una buena ración de cine escandinavo compone el grueso del festival donde tiene lugar el Mercado Nórdico, lo que podríamos llamar un festival dentro del festival, en el que compiten las últimas producciones nórdicas y se dan a conocer las que están en fase de producción. La flamante ganadora de esta sección ha sido la opera prima Darling, producción sueca dirigida por Johan Kling. Una inteligente y efectiva historia sobre la joven clase burguesa de las grandes urbes que a menudo se olvida de los que ya no forman parte productiva de esta sociedad que se empeña en apartar del camino a los que ya han cumplido demasiados años como para seguir produciendo pero no como para dejar de ser parte de este mundo. El choque entre ambas realidades se hace inevitable por mucho que una pretenda ignorar a la otra.
Que el cine sueco es mucho más que Bergman ya lo sabíamos y buena prueba de ello han sido los treinta años que Gotemburgo lleva celebrando su festival, pero no por ello podía dejar de estar presente el gran genio sueco, que aporta su nombre a uno de los premios más importantes del festival. El premio Internacional Bergman a la mejor película de director novel ha recaído sobre la producción británica Red Road, dirigida por Andrea Arnold y que seguramente sí que llegará nuestras pantallas aunque sólo sea porque la película forma parte del proyecto experimental The advance party, ideado y promovido por Lars Von Trier. El proyecto está compuesto por tres películas diferentes que tienen que partir de los mismos personajes con los mismos actores, a partir de ahí cada uno desarrolla la historia que quiere. En concreto Red Road, nos habla de una realizadora de televisión acostumbrada a ver el mundo a través de su monitor, pero un día aparece en su pantalla un hombre del que querrá huir pero al que no tendrá más remedio que enfrentarse. La cinta destaca por su ritmo, así como por la buena combinación entre el mundo personal de la mujer protagonista y el mundo real. Aún así resulta algo repetitiva en ciertos momentos.
Sería muy injusto no mencionar otra película que pese a no haber sido premiada bien lo hubiera merecido y ojala que llegue a nuestras pantallas no sólo a través de algún festival, sino con un estreno comercial que le permita estar unas cuantas semanas en cartelera. Reprise, otra de las producciones que optaba al premio Bergman, está dirigida por el debutante Joachim Trier, de quien a buen seguro oiremos hablar muy pronto. Esta producción noruega nos habla del dramatismo al que todos nos enfrentamos al darnos cuenta que nuestra vida está bastante lejos de lo que habíamos soñado tiempo atrás. A través de la historia de dos jóvenes que aspiran a convertirse en afamados escritores asistimos a una narración exquisita y equilibrada de cómo el azar de la vida se encarga de cambiar nuestros planes. Lejos de cargar las tintas hacia el plano afectivo se limita a plantearnos la historia de estos dos amigos desde un punto de vista aséptico, que termina siendo mucho más efectivo y elegante, pero nada compasivo, como la vida misma.
Mucha expectación ha despertado la nueva película de Lars Von Trier, The Boss of It All. Después de las geniales y magistrales Dogville y Manderlay, Von Trier nos sorprende con una comedia nada desdeñable. Fiel a su estética Dogma, nos presenta al dueño de una gran compañía que ha decidido crear para su empresa un presidente ficticio, un personaje irreal a quien echar las culpas de las decisiones conflictivas. Un dibujo de la sociedad moderna y un retrato extraordinariamente inteligente de la moral dudosa de algunos hombres de negocios. Todo se complica cuando este hombre decide vender su empresa y el comprador quiere tener una entrevista personal con el presidente. Nada mejor que contratar a un actor que desempeñe este papel de gran hombre de negocios ficticio. En definitiva un esbozo de la doble moral imperante en muchos ambientes profesionales y que está a la altura a la que nos tiene acostumbrados el realizador danés.
El premio del público ha ido a parar a una película de producción muy lejana a Suecia, Paraguay. Efectivamente esta película, Paraguayan Mammock, dirigida por Paz Encina parece haber conquistado el corazón de los suecos, y no es para menos. Ambientada en un área campesina de Paraguay en los años 30, un matrimonio ve la vida pasar sin que apenas pase nada. Un gran reflejo del paso del tiempo, del silencio, de la comunicación y la convivencia, que a ratos nos recuerda a la producción uruguaya Whisky, pero con más pulso narrativo y más intensidad interpretativa, a veces claustrofóbica, a veces mínima. Lo más terrible que nos recuerda la película es que el tiempo no pasa, pasamos nosotros.
Otro buen menú de cine Internacional es el que componen las secciones Cinemanía, Otra visión, o Música sin límites, fuera de concurso y en las que han participado gran número de títulos entre los que destaca con gran fuerza la película brasileña Antonia. Cuarta película de la directora brasileña Tata Amaral, que nos acerca a los barrios más duros de Sao Paulo, donde cuatro chicas sueñan con formar un grupo musical y cantar en grandes escenarios. Una vez más la vida se encarga de descomponer los sueños y los proyectos de estas cuatro guapísimas chicas con voz excelente y grandes capacidades interpretativas. Entre actuación y actuación del grupo vamos viendo cómo la vida de cada una de ellas las va apartando de las otras. Afortunadamente la música va suavizando al espectador la tremenda y cruda realidad que nos abofetea con esta película a la que no le sobra ni le falta casi nada. Una vez más el cine brasileño no defrauda y es capaz de emocionarnos y abofetearnos al mismo tiempo. La falta de recursos, las peleas callejeras, la muerte, la cárcel, la sordidez del tedio feroz se van mezclando con la calida voz de estas mujeres jóvenes que finalmente, y a pesar de todo, nos hacen salir de la sala con un aire de optimismo inesperado. Dentro de estas secciones fuera de concurso hemos tenido una presencia de quince películas españolas, entre coproducciones y totalmente españolas. Títulos como La noche de los Girasoles, Salvador, Honor de Cavallería, Los fantasmas de Goya, etc. han pasado por Gotemburgo a largo de los dos semanas que dura el festival, incluida la magnífica clase magistral que Milos Forman impartió sobre Los fantasmas de Goya.
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