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  Una vida no tan simple  Dirigida por Félix Viscarret
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Una película con dirección de Félix Viscarret (“Patria”, “Bajo las Estrellas”). Se trata del quinto largometraje del director navarro, tras debutar con “Bajo las estrellas”, película ganadora del Festival de Málaga y Goya a Mejor Guion Adaptado para Viscarret y Mejor Actor para Alberto San Juan. A destacar el Premio Platino a la Mejor Serie por “Cuatro estaciones en La Habana” y la codirección de la exitosa serie de HBO “Patria”, que también obtuvo el Premio Platino a la Mejor Serie.

"UNA VIDA NO TAN SIMPLE gira en torno a personas que se han convertido en madres y padres sin sentirse demasiado preparadas para ello, y que se ven sumergidas en los pequeños desastres domésticos que implica compaginar la vida profesional y la vida con niños. No pueden callar esa voz en la mente que les dice que, estén donde estén, en el fondo lo están haciendo todo mal", comenta Félix Viscarret, quien también ha escrito el guión lleno de humor.

"Una noche sentí que la imagen de unos padres acarreando a cuestas a sus hijos dormidos, cruzando los pasos de peatones de la ciudad, vacía a esas horas, podía ser una imagen potente y emotiva capaz de justificar cualquier lucha personal", añade Viscarret.


NOTAS DEL DIRECTOR

PERSONAJES EN CRISIS

UNA VIDA NO TAN SIMPLE gira en torno a personas que se han convertido en madres y padres sin sentirse demasiado preparadas para ello, y que se ven sumergidas en los pequeños desastres domésticos que implica compaginar la vida profesional y la vida con niños. No pueden callar esa voz en la mente que les dice que, estén donde estén, en el fondo lo están haciendo todo mal.

Son personas también en crisis profesional: proyectos que no salen adelante, rivales que aparecen triunfales en los medios, éxitos del pasado que van quedando cada vez más atrás en el tiempo… Son personas atascadas en un gremio extremadamente competitivo e individualista (¿no son todos los gremios así?) donde parece que todos estarían dispuestos a devorarse unos a otros a la primera de cambio. Y son personas que se sienten atrapadas en su ciudad de toda la vida, un laberinto sin fin que ya no parece ofrecer ningún tipo de sorpresa.

Y quizás también se podría hablar de una crisis generacional: personajes que ven que sus supuestos mejores años han pasado sin avisar y ya no da tiempo a conseguir lo que cada uno había soñado alcanzar en esta vida.

Y es en esa sensación de debacle, entrando en plena madurez, cuando sentirán un imprevisto flechazo, una conexión diferente que va creciendo, como una nueva oportunidad... ¿O no es en el fondo nada más que otro canto de sirena?

UNA VISIÓN SOBRE LA VIDA
Me gusta llevar las historias hacia un lado esperanzador, como lo es el sentimiento de que, a pesar de lo fugaz que es todo, la vida merece la pena vivirla. O al menos merece la pena intentarlo. Eso produce en el espectador una entrañable sensación de esperanza.

De forma similar al protagonista de esta historia, una noche sentí al volver a casa que este era un retrato generacional con cierto trasfondo romántico, pero que, por encima de todo, era la historia de alguien que hace las paces consigo mismo y finalmente se da cuenta de que todo estará bien.

Esa noche, conforme comencé a sentirme atrapado por esta historia, pensé que la imagen de unos padres acarreando a cuestas a sus hijos dormidos, cruzando los pasos de peatones de la ciudad, vacía a esas horas, podía ser una imagen potente y emotiva capaz de justificar cualquier lucha personal.

Creo que a estas alturas ya se puede ver que soy de los que consideran que la vida en el planeta tierra, con todo su dolor y frustración, merece la pena… o al menos merece la pena intentarlo.

TONO
La escritura de esta historia es el resultado de haber pasado personalmente por procesos similares a los de los personajes y de haber visto toda la ironía y el sentimiento de pérdida que hay detrás de eso que llamamos entrar en la vida adulta. A lo largo de estos años he recopilado anécdotas en mi entorno personal y profesional que definían muy bien los dilemas de los padres y madres de esa generación.

Se puede decir que cada director tiene un tono propio. Un tono que maneja con especial emoción y donde puede mostrar una forma personal de ver la vida. En este caso concreto, creo que el espectador empatizará fácilmente con una historia que le habla de algo tan cercano.

En mis historias originales, me gusta moverme entre lo cómico y lo melancólico, entre lo neurótico, y lo entrañable. Me gusta fijarme en personajes torpes o humillados que, contagiando cierta compasión, luchan por hacer las cosas un poco mejor. Y esa lucha, aunque a veces no sea muy exitosa, hace que todo merezca la pena.