En un verano especialmente caluroso, Sor Consuelo (Fanny Ardant), la superiora de una orden de religiosas dedicadas a la medicina caritativa, decide llevar adelante el proyecto de transformar el destartalado y casi inútil hospital del pueblo en un moderno asilo de ancianos dotado de las últimas infraestructuras. Para financiar este proyecto la decidida monja toma la determinación de visitar a un rico terrateniente que habita en las proximidades, Augusto Aixelá (Darío Grandinetti), un señorito de campo con fama de mujeriego.
Sor Consuelo inicia con Aixelá una relación económica bastante prometedora desde el momento en que éste, a quien hace gracia la determinación de la monja, decide ayudarla abogando por su proyecto en los altos círculos del gobierno que frecuenta en Madrid.
Sus continuos encuentros provocan una proximidad que derivará en una atracción pasional y tormentosa cuyo recuerdo perdurará hasta el final de sus días.
En el destino final de esta relación, un desdichado enfrentamiento con los maquis y el descubrimiento de ciertos engaños y venganzas supondrán un vuelco en la vida de Sor Consuelo.
Los personajes:
Sor Consuelo
Es la Superiora de una orden religiosa dedicada a la caridad.
Es una mujer muy inteligente y ambiciosa. De origen social alto, posee un extraordinario sentido del humor y una excesiva confianza en sí misma. Sabe sentirse superior a los demás sin dejárselo saber, y la gente la quiere. Descarta todo aquello que ha abandonado con una sonrisa, pero lo mantiene vivo en el fondo de su corazón. Y cuando conoce a un hombre de inteligencia, humor y clase social semejantes se deja llevar por una complicidad demasiado humana. No es la carne lo que la pierde, sino la soberbia, está convencida de que va a poder resistir la tentación. Y es que su amor propio está en juego, necesita conseguir que Aixelá ayude a la construcción de su primer asilo.
Aixelá
Vive en su masía en Cataluña, en una zona donde todavía hay maquis.
Viaja a menudo a Madrid, la capital, donde tiene contactos con figuras importantes de la política, o sea del régimen.
Tiene todo el encanto y el atractivo del hombre que aparentemente está de vuelta de todo, pero capaz de sentir todavía una gran pasión.
Hombre educado en la delicadeza, no es delicado, pero sabe imitar perfectamente los movimientos de esta cualidad.
En el fondo se aburre.
Pertenece a una clase social que respeta al clero, pero al mismo tiempo sus caprichos personales han sido su ley durante toda su vida. Además ha luchado en la guerra en el bando de los vencedores, por lo que considera que lo que tiene le pertenece de toda ley.
La presencia de Sor Consuelo le pone en bandeja de plata experimentar algo que es nuevo incluso para él.
El Maqui
Ingenuo, no muy inteligente.
Es un hombre que "se embala". Lo hizo con sus ideas políticas, que le hicieron volver del exilio y seguir luchando, y se vuelve a embalar en su amor por Sor Consuelo, que le hace olvidar su verdadera misión y, en el fondo, traicionar a sus hombres y provocar un final desastroso para todos ellos.
Indudablemente es un hombre que no sirve para la política. Le gustan demasiado las personas.
Su crítica de la realidad, sin embargo, no deja de tener interés.
Tan romántico e idealista como un bandido de Schiller, y a la hora del pragmatismo un inútil total.
Bartolo
No sabemos si es realmente retrasado mental o si padece una parálisis cerebral. En cualquier caso la falta de oportunidades le ha impedido tener una educación especial y es tratado como si fuera el tonto del pueblo.
Niño durante la guerra civil, no puede olvidarla. Cae fulminado bajo los encantos de Sor Consuelo, que es buena y cariñosa con él.