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  La piel en llamas  Dirigida por David Martín Porras
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La piel en llamas, dirigida por David Martín-Porras, con Óscar Jaenada, Ella Kweku, Fernando Tejero y Lidia Nené y producida por Eduardo Campoy (Álamo Producciones) es la adaptación cinematográfica de la obra, del premio Nacional de Literatura, Guillem Clua, con mayor proyección internacional. Un drama de suspense y misterio sobre los desastres de la guerra que celebra su estreno mundial el 21 de marzo de 2022 dentro de la Sección Oficial del 25 Festival de Málaga (18 al 27 de marzo).

El guion, escrito a cuatro manos por el director y el dramaturgo, cuenta la historia de un fotógrafo de guerra (Óscar Jaenada) que regresa al país donde tomó la instantánea que le dio fama internacional veinte años atrás, y de una periodista local (Ella Kweku) que pretende ajustar cuentas con el pasado.

Óscar Jaenada (Goya al Actor Protagonista en 2005 por Camarón) cuenta ya con más de sesenta títulos a sus espaldas. La actriz canaria Ella Kweku, que en la pasada edición de Sitges presentó Y todos arderán, de David Hebrero, protagonizó junto a Mario Casas la película Ismael, de Marcelo Piñeyro, y ha participado en varias series de televisión y producciones en EEUU.

Completan el reparto Fernando Tejero (Goya al Actor Revelación en 2003 por Días de fútbol) que ha participado en más de cincuenta producciones de cine y televisión, entre ellas la conocidísima serie La que se avecina, y Lidia Nené, que estrena con éste su segundo largometraje después de Black Beach, de Esteban Crespo.

¿Qué ocurrió el fatídico día en que se hizo la foto? ¿Pudo Sálomon haber salvado la vida de la pequeña en lugar de tomar la instantánea? ¿Cuál es el papel de Naciones Unidas en relación con los países del Tercer Mundo? ¿La verdad es solo una? Estas son algunas de las preguntas que plantea La piel en llamas.


El director
La piel en llamas es el tercer largometraje para cine del director catalán David Martín-Porras tras Stealing Summers (2011), su debut en Estados Unidos, y The Chain (2019). En 2017 dirigió para televisión la película Unwritten Obsession. La piel en llamas, cuyo guion firma junto al dramaturgo Guillem Clua, es el primer largometraje que dirige en España. Martín-Porras ha recibido por sus cortometrajes más de 60 premios en cerca de 100 festivales internacionales. Destaca entre ellos Inside The Box (2013) con el que ya participó en la Sección Oficial de Cortometrajes del Festival de Málaga y que fue nominado a los Premios Goya además de ganar en "La noche del corto" de la Seminci de Valladolid.


Declaraciones de David Martín-Porras

Notas del director
Cuando Sálomon declama al final de La piel en llamas en un momento de lucidez y euforia “el pasado no lo podemos cambiar. Olvidémoslo. Da igual quién he sido yo y quién has sido tú. A partir de ahora podemos ser lo que nosotros queramos” me recuerda a Jaques Le Goff cuando afirma que “la memoria intenta preservar el pasado sólo para que le sea útil al presente y a los tiempos venideros. Procuremos que la memoria colectiva sirva para la liberación de los hombres y no para su sometimiento.” Somos lo que recordamos. Ya lo decía Buñuel, “nuestra memoria es nuestra razón, nuestra acción, nuestro sentimiento. Sin ella no somos nada.” Por lo tanto, la memoria se revela como el pilar central de nuestra identidad.

¿Pero quiénes deben ser los guardianes de esa memoria? ¿Los historiadores? ¿Los gobiernos? ¿los medios de comunicación? Todorov advierte que “ninguna institución del Estado debería poder decir: “usted no tiene derecho a buscar la verdad de los hechos, quienes no acepten la versión oficial del pasado serán castigados” Los individuos y los grupos tienen derecho a saber, a conocer y a dar a conocer su propia historia.” En una sociedad eminentemente audiovisual, las redes sociales han acabado por proclamar a la fotografía como el principal instrumento para peservar la memoria. Fotografiamos algo porque queremos recordarlo. Y compartimos su instantánea para dar cuenta de ello.

La enorme precisión con que la imagen fotográfica reproduce la visión humana la eleva a la categoría de verdad absoluta. Si hay documentación gráfica de algo, es que existió.

Si no la hay, siempre quedará la duda. Asumimos que la fotografía no miente. Se considera un prueba irrefutable. Sin embargo, no deja de ser una captura de la realidad con un encuadre determinado desde un punto de vista concreto y unas cualidades de luminosidad y distancia focal que la pueden hacer tan subjetiva como un texto escrito.

Sálomon, fotógrafo de profesión, es muy consciente de ello. Por eso a la afirmación de Hanna “las fotos quizás no pueden mentir, pero el carboncillo le aseguro que sí.” Sálomon le conesta: “Y las fotos también, créame.”

Esta toma de conciencia de la subjetividad de la fotografía y la fragilidad de la memoria, lleva a Sálomon a asumir la imposibilidad de conocer la verdad absoluta y, por lo tanto, de no poder saldar sus cuentas con el pasado. En el extremo opuesto encontraríamos a Arellano, un cínico de oficio, que bien podría hacer suya la máxima de Pequeñas Infamias “en esta vida acaban por no importar los hechos en sí, lo único que importa es cómo la gente los cuenta luego”.

A diferencia de los films, Rashomon y La muerte y la doncella, que tratan sobre la reconstrucción infructuosa del pasado, en La piel en llamas los personajes renuncian a éste para poder sobrevivir. La piel en llamas, habla sobre la imposibilidad del ser humano de conocer la verdad absoluta y la necesidad, por tanto, de tener que sobrevivir con medias verdades. Ya que perseguir la verdad, puede ser tan perverso como huir de ella.

Preguntas y respuestas

P: ¿Cómo surgió adaptar la obra a la gran pantalla?

R: La primera vez que oí hablar de La piel en llamas fue en mayo de 2018, cuando una alumna (soy profesor de dirección de cine en UCLA Extension, Los Ángeles) me comentó que la había visto en un teatro de Chicago y le había encantado. Me llamó la atención la historia y la leí nada más volver a España. El flechazo fue instantáneo. Inmediatamente contacté con su autor, Guillem Clua, y le propuse adaptarla al cine.

P: ¿Qué viste en esta obra para llevarla al cine?

R: Como cineasta de ficción me interesa la representación de la realidad. Al hacer películas estoy representando la realidad que me rodea para reflexionar sobre ella y entenderla. Y las fotografías de guerra no dejan de ser una representación sesgada de los eventos que registra la cámara. Bajo la apariencia de objetividad, el fotoperiodismo forma parte de un relato que a veces se acerca más a la ficción.

P: El tema de La piel en llamas gira en torno al proceso de construcción de la narrativa: ¿Qué es la verdad? ¿No es acaso una suma de medias verdades?

R: También conecté desde el principio con el drama personal de Sálomon (Óscar Jaenada), un fotógrafo de guerra atormentado por un hecho del pasado. En mi vida he cometido muchos errores, como todo el mundo. Pero hay algunos que me siguen doliendo, hasta el punto de desear regresar al pasado para corregirlos. Además, La piel en llamas es una obra con una estructura muy original, con diálogos llenos de genialidad y con unos personajes muy complejos, lo que me permitió trabajar en profundidad con los actores, una parte del proceso que me encanta.

P: ¿Qué ha significado para ti dirigir esta película y a estos intérpretes?

R: Muchas cosas. Es mi primer largometraje en España y en español tras 15 años en Los Ángeles. Me marché como estudiante y he regresado como director. No puedo sentirme más satisfecho con el viaje de ida y vuelta. Por otro lado, he contado con una reparto excepcional. Soy un gran admirador del trabajo de Óscar desde Noviembre, película que vi en el cine en mi época de estudiante de Comunicación Audiovisual, y del de Fernando Tejero, que en esta película hace un cambio de registro de 180 grados. Tenía un papel muy difícil que sacar adelante. Y respecto a Lidia Nené y Ella Kweku, he tenido mucha suerte con ambas. Lo han dado todo y están completamente a la altura de sus compañeros masculinos.

P: ¿Qué supone para ti estar en la Sección Oficial?

R: Le tengo muchísimo cariño al Festival de Málaga. En él he estrenado varios de mis cortometrajes, como Ida y vuelta, La viuda e Inside the Box, con el que estuve nominado al Goya. Esta es la primera vez que vengo como largometrajista y no puedo estar más agradecido a la organización por apostar por esta película tan arriesgada.


El autor
Guillem Clua es uno de los dramaturgos catalanes contemporáneos más reputados. Premio Nacional de Literatura Dramática 2020 por su obra Justicia, con José María Pou en la piel de un juez jubilado que se enfrenta a las mentiras de su carrera. La piel en llamas es su primera adaptación al cine y la primera vez que participa en un guión de largometraje, aunque ha trabajado antes en televisión, en la series Estoy vivo y Mercado Central (TVE) y El inocente (Netflix). Este año estrena la adaptación de su exitosa comedia Smiley (Netflix) y de la novela de Torcuato Luca de Tena Los renglones torcidos de Dios (Atresmedia/Warner).

La piel en llamas se estrenó en la sala Villarroel (Barcelona) el 29 de junio de 2005. Desde entonces se ha producido en diez ocasiones más a nivel internacional. La obra llegó al Centro Dramático Nacional (Madrid) en marzo de 2012. La crítica ha coincidido en valorar la innovadora estructura del texto y su inteligente discurso sobre los medios de comunicación y la política en tiempos de guerra.

La piel en llamas ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ciutat d’Alcoi (que el autor obtiene por segunda vez), el Serra d’Or de la Crítica de Barcelona como mejor texto de 2005 y otros reconocimientos en varias ciudades de los Estados Unidos.


Declaraciones de Guillem Clua
P: ¿Cómo surge y qué cuenta La piel en llamas?

R: Escribí la obra de teatro hace casi 20 años, después de que el trío de las Azores decidiera invadir Irak mientras los gritos del "no a la guerra" retumbaban en nuestras calles. Es estremecedor que su versión cinematográfica se estrene justo cuando acaba de empezar otra invasión y el mundo contempla horrorizado las terribles consecuencias de la guerra. Han pasado casi dos décadas, pero la historia que cuenta la película sigue vigente, como si no hubiéramos aprendido nada. Hombres que no se juegan nada y que tienen mucho que ganar siguen provocando la destrucción. Las víctimas silenciosas siguen siendo las clases más desfavorecidas y en su gran parte se trata de mujeres cuyo nombre nadie recuerda. El horror sigue siendo el mismo pase donde pase, en Irak, en Ucrania o, como ocurre en la película, en un país sin nombre de África.

P: ¿Qué te parece la adaptación cinematográfica de tu obra?

R: La adaptación de David Martín-Porras consigue un equilibrio perfecto entre la preservación de la esencia de la obra de teatro y los valores visuales y narrativos que aporta el lenguaje cinematográfico. Siempre es muy difícil trasladar un texto escénico a la pantalla. David ha aprobado con nota a mi parecer porque no se ha limitado a filmar una obra de teatro. Ha sabido encontrar una nueva narrativa y explotar todos los recursos que le ofrece la cámara para ir más allá, contar la historia mejor y comprender a sus personajes con mayor profundidad.

P: ¿Qué supone para ti que sea llevada al cine?

R: Me hace muy feliz que La piel en llamas llegue al cine. Es solo la primera de varias obras mías que ya están en proceso de saltar a la pantalla. Parece que el cine ha descubierto el gran filón de historias fascinantes que han sido creadas para las tablas y que se pueden convertir en apasionantes guiones de cine. Esto, que ha ocurrido muy a menudo en el cine americano con grandiosos éxitos de taquilla, no es tan común en España, y me alegro que los productores y directores empiecen a cambiar el chip.