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  La piel en llamas  Dirigida por David Martín Porras
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Un fotógrafo de guerra, regresa veinte años más tarde al país donde tomó la instantánea que le dio fama internacional, pero una periodista local quiere matarle por un ajuste de cuentas con el pasado.


Sinopsis
Frederick Sálomon (Óscar Jaenada), un fotoperiodista de guerra que alcanzó fama internacional por capturar la imagen de una niña volando por los aires como consecuencia de la explosión de una bomba, regresa veinte años después al país donde tomó la célebre fotografía. Vuelve para recoger un premio, ya que muchos consideran que su polémica foto ha resultado clave en los esfuerzos para alcanzar la paz en el problemático país. Sin embargo Hanna (Ella Kweku), una periodista local que le acompaña para entrevistarle, no está de acuerdo. De hecho, quiere matarle. ¿Por qué?.

Simultáneamente, en el mismo hotel se desarrolla la historia de otra pareja: el doctor Arellano (Fernando Tejero), un delegado de Naciones Unidas que ha orquestado la entrega del premio de Sálomon, e Ida (Lidia Nené), una madre desesperada que se ofrece sexualmente a Arellano a cambio del tratamiento que puede salvar la vida de su hija.


Los personajes

Óscar Jaenada - Frederick Sálomon
Cuando Fréderick Sálomon le confesó a su padre que de mayor quería ser fotógrafo de guerra, su progenitor soltó una sonora carcajada. Hijo de diplomático, viajado y de educación exquisita, se esperaba de él una profesión de mayor prestigio acorde con los círculos de poder en los que había crecido.

Acostumbrado a vivir en países en conflicto, la guerra no le era nada nuevo. Pero la indiferencia de sus padres ante el dolor de los habitantes de las ciudades que visitaban le provocaba la más profunda indignación. Sálomon decidió abandonar sus estudios y trabajar para una agencia de noticias. Un acto de rebeldía. Los primeros años fueron duros. Ganaba el dinero justo para mantenerse y sus fotografías apenas se publicaban. Hasta que le llegó su gran oportunidad con la fotografía de la niña en llamas saltando por los aires.

Por fin pudo sentirse realizado. Ganó más dinero que en toda su vida, obtuvo todos los honores jamás soñados y finalmente su padre le reconoció la valía de su trabajo. Pero con el tiempo, se dio cuenta de que solo había vivido un espejismo. Todos esos aplausos no conseguían acallar la explosión que se llevó por delante a aquella niña inocente a la que él se negó a ayudar. Había ejercido la misma indiferencia que él criticaba del mundo occidental y, especialmente, de sus padres ante el sufrimiento ajeno. Sálomon cayó en depresión, descuidó sus deberes como esposo y como padre. Y se perdió buscando a la desesperada el paradero de la niña que le dio la fama. Ahora Sálomon es un hombre desencantado con la vida, la profesión y el sistema. Pero la posibilidad de que Hanna pueda ser la mujer que lleva años buscando hace que le de un vuelco al corazón.

Ella Kweku - Hanna
Nadie sabe mucho de Hanna. La relación que mantiene con el resto de sus compañeros de trabajo es fría y distante, no tiene familiares vivos (todos murieron durante la guerra) y no se le conoce novio alguno. De hecho, su interés por los hombres no va más allá del profesional. Sabe cómo relacionarse con ellos para obtener favores y privilegios que le permitan escalar socialmente. Obligada a abrirse camino por sí misma en una sociedad machista, se ha forjado como una mujer independiente, siempre alerta y calculadora.

Pero la que todos consideran como una de las mejores entrevistadoras del país guarda un secreto del que ni siquiera ella misma es consciente. Bajo esa coraza de profesionalidad se esconde una niña que sufre un gran trauma del que aún no se ha recuperado. Cuando Hanna tenía 8 años estaba jugando en los baños del colegio con su mejor amiga, Ida. La pequeña Hanna siempre quiso ser como Ida: guapa, popular y querida. De pronto, las alarmas antiaéreas empezaron a sonar y Hanna salió corriendo presa del terror, dejando atrás a su amiga. Ella pensó que Ida le alcanzaría y llegaría al refugio con el resto de niños y profesores. Pero no fue así. Al darse cuenta del peligro que corría su mejor amiga, salió a buscarla. Fue en ese momento cuando presenció el hecho que cambiaría su vida por completo: una bomba cayó en el colegio y lanzó el cuerpo de Ida en llamas por los aires. Nunca más volvió saber de ella.

Ahora que Hanna tiene frente así al autor de la fotografía que inmortalizó su trauma, está dispuesta a todo con tal de vengar la memoria de su amiga. Aunque ello implique hacerse pasar por ella. Lanzó el cuerpo de Ida en llamas por los aires. Nunca más volvió saber de ella.

Lidia Nené - Ida
Ida es una mujer tan luchadora como Hanna, pero sus circunstancias vitales le han llevado por otros derroteros. Tras la explosión de la bomba en su colegio, Ida pasó varias semanas en coma hasta que despertó. Apenas recordaba nada sobre quién era y tuvo que reconstruir una identidad desde la nada.

Sumida en la pobreza más absoluta, empezó a prostituirse para sobrevivir hasta que un día se quedó embarazada. El nacimiento de su hija le cambió la vida, le dio un sentido más fuerte a su existencia y se buscó un trabajo mejor visto en su sociedad para darle un futuro mejor a su criatura.

Para Ida, su hija es lo más importante, por lo que está dispuesta volver a prostituirse y aguantar todas las vejaciones que sean necesarias con tal de salvar su vida.

Fernando Tejero - Doctor Arellano
Si el Dr. Arellano estuviera basado en una persona real, ésta sería sin duda Dominique Strauss-Kahn, el flamante político socialista francés que como director del FMI ganaba popularidad a pasos agigantados para convertirse en el nuevo presidente de la República Francesa hasta que cayó en desgracia tras verse vuelto en un escándalo por abusar sexualmente de la camarera de un hotel de Nueva York. La versión española de Arellano podría ser Rodrigo Rato o Iñaki Undargarín. Todos ellos son hombres inteligentes y ambiciosos que fueron admirados por gran parte de la población hasta que cayeron en desgracia tras descubrirse la inmoralidad de sus actos.

Arellano entiende el mundo dividido en dos tipos de personas: vencedores y vencidos. Y él solo se ve en el primer grupo, cueste lo que cueste. Su apariencia impecable no deja resquicio alguno a entrever su personalidad maquiavélica.