Cinemanía > Películas > La brigada de la cocina > Comentario
Destacado: Pedro Martín-Calero dirige 'El llanto' con Ester Expósito
  La brigada de la cocina  (La brigade)
  Dirigida por Louis-Julien Petit
¿Qué te parece la película?
Gracias
Ver resultados

Una película de Louis-Julien Petit, una comedia social el mundo de la cocina. Tras el hit internacional LAS INVISIBLES, Petit firma esta comedia social cuya acción de desarrolla principalmente dentro las cocinas de un hogar para jóvenes inmigrantes no acompañados que encontrarán en el mundo culinario su auténtica pasión y una verdadera familia.

Con las actuaciones principales de François Cluzet (INTOCABLE, UN DOCTOR EN LA CAMPIÑA) y Audrey Lamy (LAS INVISIBLES).


DECLARACIONES DEL DIRECTOR LOUIS-JULIEN PETIT

GÉNESIS DE LA PELÍCULA
El tema de la integración en Francia, en todas sus formas, me ha interesado desde el rodaje de Las Invisibles. Cuando estaba reflexionando sobre estos temas, Liza Benguigui, mi productora, me presentó a Sophie Bensadoun, guionista y documentalista que quería escribir una película de ficción sobre el tema de la integración de menores extranjeros no acompañados a través de la cocina. La idea me pareció muy interesante pero tenía que encontrar una historia original e inspiradora. Así que me puse a investigar, como hago en todas mis películas.

Gracias a Sophie tuve la oportunidad de conocer a Catherine Grosjean, profesora de cocina en una clase del CAP (Certificado de Aptitud Profesional) que acoge a migrantes menores. Cuando descubrí su carácter fuerte y la pedagogía que aplicaba a sus alumnos, supe el giro que iba a tomar la película. Para hacer una historia inspiradora, era necesario que estos jóvenes con recorridos complicados tuvieran delante a un personaje con mucho carácter...

Cathy Marie está inspirada en diferentes muejres chef que conocí durante mi trabajo de investigación en Francia y se convirtió en la heroína que me ha permitido integrar este universo. Se trata de una cocinera que siempre ha soñado con ser chef, testaruda y que, al quedarse sin opciones, se ve obligada a trabajar unos meses en un centro de acogida para jóvenes migrantes. Ella no lo sabe todavía, pero a través de este trabajo hará realidad su sueño de otra manera y todo gracias a una cualidad que no sospechaba que poseía: la pedagogía. Así que acabará convirtiéndose en chef a su manera, recreando una verdadera familia dentro del centro de acogida.

EL GÉNERO: LA COMEDIA SOCIAL. NO TIENEN NADA QUE PERDER Y TODO QUE GANAR
Mi deseo con La Brigada de la cocina era hacer una comedia social, un género que me encanta desde mi primera película Discount. Me parece que es uno de los mejores géneros a la hora de abordar problemas sociales difíciles. El reto consistía en tratar con realismo el problema de los menores migrantes, sin eludir la espada de Damocles que pesa sobre sus cabezas, la de la expulsión si no consiguen una titulación antes de los 18 años, pero manteniendo una buena dosis de humor y optimismo.

Y el personaje de Cathy Marie fue para mí el vector ideal. Es egocéntrica y segura de sí misma y su forzada inmersión en este centro de acogida, a años luz de sus planes, provoca situaciones cómicas desde el inicio de la película. Así que, al igual que el espectador, Cathy descubrirá la realidad del recorrido de estos jóvenes, desde su llegada a Francia hasta sus esfuerzos por integrarse, pasando por la amenaza de expulsión. A medida que avanza la historia, la comedia da paso a la emoción ya que Cathy realmente comprende la historia de cada uno de los miembros de su brigada.

Por último, quería que el último tercio de la película fuera una válvula de escape cómica para el espectador, una inmersión en el mundo moderno y único de los reality. Un universo despiadado que Cathy detesta, pero que será la única forma de dar a conocer a su brigada.

SOBRE AUDREY LAMY / CATHY MARIE
En Las Invisibles me di cuenta de que había encontrado mi alter-ego en Audrey Lamy. Es una actriz profundamente humana, que puede pasar de la comedia al drama en un instante: lleva dentro la “dramedia". Por eso escribí este guion para ella. Gracias a su formación en el Conservatorio Nacional, Audrey tiene un dominio absoluto del texto pero también una gran capacidad para improvisar y dejarse llevar teniendo en frente a actores no profesionales.

Ambos se enfrentaban a un desafío de grandes proporciones. De hecho, el espectador tenía que aceptar el lado bocazas del personaje sin que resultara demasiado enervante o molesto y llegar a sentir empatía por esta mujer que está en un cruce de caminos. Me basé en los defectos de Cathy Marie para suavizarla poco a poco, ralentizar su ritmo profundizando en su humanidad, en su relación con los demás.

Al principio de la película ella es una peonza, no sabe a dónde ir, llama a todas las puertas… Después logra tranquilizarse, se para y termina por hacerse a un lado para darle todo el mérito a su brigada. Para mí, la trayectoria de Cathy Marie es un verdadero viaje de descubrimiento y autorrealización. Avanzaba en solitario y quería ser chef por encima de todo convencida de que poseía todas las claves. Pero terminará comprendiendo lo que significa compartir y ser generoso y eso la llevará a conseguir verdaderamente su sueño: se convertirá en chef a su manera poniéndose al frente de una auténtica brigada a la que transmitirá día a día sus conocimientos y su pasión por la cocina.

Audrey Lamy se preparó a conciencia para dar vida a este personaje. Pasó varios meses en las cocinas de dos grandes restaurantes ("Apicius" y "Divellec") y aprendió tan bien a quitarle las espinas a la caballa que no lograba quitarse el olor de las manos. Estuvo a las órdenes de los chefs Mathieu Pacaud y Christophe Villermet y después de algunas semanas ya no la reconocí porque formaba parte de las brigadas profesionales.

Audrey también logra su sueño en esta película: trabajar con François Cluzet. Cuando supo que él sería su compañero, se echó a llorar de pura felicidad. Estos dos actores tienen en común que nunca quieren ser más que la película en la que trabajan. Creo que ese es el secreto del éxito de sus carreras: están al servicio de la película, totalmente comprometidos, y eso es lo que buscan todos los directores. He tenido mucha suerte de contar con ellos para mi película.

SOBRE FRANÇOIS CLUZET / LORENZO CARDI
Soñé que François Cluzet interpretaba a Lorenzo. Este personaje encarna el problema social de la película: un menor no acompañado debe tener un currículo escolar antes de los 18 años, de lo contrario será expulsado del país. Es un personaje amable y frágil que intenta de encontrar una salida para estos jóvenes mientras se enfrenta al rechazo de las instituciones y a la lentitud de la administración. Para Cathy Marie, el método “respetuoso y de buen alumno” de Lorenzo ya no es suficiente, y es ella quien lo arrastrará a la desobediencia civil. Está prohibido, pero es justo. Quién mejor que François Cluzet para darle la réplica a Audrey Lamy… Ambos elevaron a sus personajes con una precisión y una generosidad sin límites.

SOBRE FATOU KABA / FATOU
Fatou era un personaje masculino en el guion inicial... Vi a decenas de actores para encarnarlo, pero había algo que no funcionaba. No era el actor, era otra cosa. Al final comprendí que no quería que se produjese ninguna ambigüedad sentimental entre Cathy y este personaje. David Bertrand, mi director de casting, me enseñó ensayos que Fatou Kaba había realizado para la segunda temporada de la serie de televisión Validé (que aún no se había rodado). Y fue como una revelación: ¡era ella! Vino a las pruebas sin haber leído el guion y enseguida me di cuenta de lo que Fatou (la actriz) podía aportar al personaje. Cathy y Fatou son amigas de toda la vida, se conocieron en el centro de acogida donde crecieron juntas. Ahora que son adultas, son vecinas y malviven pero ambas sueñan con una vida de éxito ahora que se acercan a los 40.

SOBRE CHANTAL NEUWIRTH / SABINE
Me encantó su personaje en Los que me quieren cogerán el tren de Patrice Chéreau. En esa película, Chantal interpreta a la mujer de Olivier Gourmet. Para mí tiene una personalidad, un tono de voz que faltaba en el reparto de La brigada de la cocina. Cuando vino a las pruebas, me reía mientras la filmaba pero también me conmovió. Chantal está en la categoría de actores que denominaríamos payasos tristes, a medio camino entre Coluche y Jacques Villeret. Era el tono perfecto para una “dramedia”. Sobre todo porque el personaje de Sabine destila modestia, complejo de inferioridad... es alguien que se disculpa por existir pero que mira al mundo que le rodea con candidez. Gracias a esta historia ganará confianza en sí misma y se enfrentará al mundo que la hace soñar: la televisión.

MENORES NO ACOMPAÑADOS / EL CASTING
El casting de los jóvenes tuvo lugar de julio a octubre de 2020 en varias asociaciones de acogida parisinas. Mis dos directoras de casting filmaron a más de 300 jóvenes. Vi todas estas entrevistas, es decir, 300 horas de vídeos en los que cada uno contaba su vida, su trayectoria. Yo buscaba personalidades cuya energía alimentara la película.

Después de una primera selección, quise conocer a 150. Más tarde organizamos talleres de teatro en los que ensayamos una escena: la de la prueba de la chalota. A partir de ahí, vi cómo eran, cómo reaccionaban… Después anuncié a unos 40 jóvenes que habían sido seleccionados para protagonizar la película. A los que habían participado en el casting y no habían sido elegidos para la brigada principal, les ofrecimos participar como extras si así lo deseaban.

No les di el guion, solo les conté el esquema de la historia. Quería que no perdieran su sinceridad y cómo van descubriendo paso a paso al personaje de Cathy Marie. La riqueza de la película también proviene del amor que Audrey supo ofrecerles. Como no conocían el texto, tuve que confiar en Audrey, que conocía la estructura de las escenas y de la narración. Rodamos la película según el orden cronológico del guion para desarrollar a sus personajes a medida que avanzan en la historia.

Los mirábamos, los teníamos en cuenta y ese hecho les emocionaba. Puede que aprendieran un poco de nosotros, pero nosotros aprendimos mucho de ellos durante esta sesión: sentían un gran respeto por el equipo, por la puntualidad; hicieron gala de una disciplina increíble y se dieron cuenta de la suerte que tienen de vivir en Francia. Encarnan lo que yo quería resaltar con la película, tienen el deseo, el coraje y las habilidades para conseguir integrarse. Ellos son la verdadera fuerza de La brigada de la cocina.

LOS MENAS / EL VIAJE
En la mayoría de los casos, son los padres los que envían a sus hijos (entre 10 y 14 años) al extranjero en busca de un futuro mejor, pero en ocasiones son los propios menores los que, ante el peligro, deciden huir de su país. Hoy en día, casi ninguna niña se arriesga a hacer un viaje así porque muy a menudo se las utiliza para la esclavitud y/o la prostitución durante el viaje.

Durante el viaje se pueden tomar muchos caminos. Algunos de los jóvenes que vienen de África Occidental llegan a Libia, donde sufren la esclavitud, latrata de personas, torturas (a menudo por contrabandistas). En el mejor de los casos, logran subirse a una zódiac, llegar a aguas internacionales y esperar a que los recojan en las costas italianas. Allí pasan por Ventimiglia y llegan a Niza. Otra solución consiste en ascender por África Oriental, pasar por Marruecos, España y llegar a La Roche-sur-Yon en barco, donde hay muchos centros de acogida.

Vengan de donde vengan, todos estos jóvenes tienen historias particulares y muy duras. Son auténticos héroes modernos. Me propuse respetar su privacidad y solo reproducir una pequeña parte de sus historias en la película, con la mayor precaución y modestia posibles.

EL RODAJE
La escena del partido de fútbol en el centro de acogida es la primera que rodamos con François Cluzet. Ahí, en menos de diez minutos, vi cómo François se tocaba el pie. Como le había dicho que su personaje era alguien frágil, cuando lo vi cojeando a lo lejos, pensé que estaba actuando, que era una de sus ideas. ¡Todos le creímos! Pero la realidad era muy diferente: François se había roto el talón. Desde ese momento se puso en marcha una maquinaria infernal: osteópata, urgencias, operación inmediata y sobre todo, una escayola que debía llevar dos meses como mínimo...

Me sugirió que cambiara de actor, pero yo ni siquiera pensé en esa opción. Mi director de fotografía me dijo con sorna: "La última vez que interpretaste a una persona discapacitada, ¡te salió bastante bien!". Así que se operó, cambiamos el plan de trabajo y volvió a rodar con muletas unos días después de que le dieran de alta en el hospital. François redobló sus esfuerzos y se sumergió aún más en su personaje: se olvidó de su cuerpo, se concentró en la emoción y en sus compañeros.

Al día siguiente, Audrey se resbaló en la despensa. Resultado: una flebitis.

El cuarto día: una tarjeta de memoria se borró por error y nos obligó a volver a filmar una escena por completo. Tuvimos que volver a llamar a una treintena de extras de un día para otro y como no estaban todos disponibles, tuvimos que contratar a algunos dobles…

También tuvimos una tormenta que destruyó algunos equipos. Estábamos rodando en una región sublime, la Costa de Ópalo, pero el frío polar y las inundaciones destrozaron algunas cámaras. Como si eso no fuera suficiente, la variante inglesa del Covid-19 llegó a nuestro plató, infectando a varios miembros del equipo.

A pesar de todo esto, la película siguió adelante. El equipo lo dio todo el rodaje no se interrumpió ni un segundo. Creo que una película puede con todo; una vez que empieza, sigue su curso y depende de nosotros, los técnicos, adaptarnos para seguir su ritmo.

LA PUESTA EN ESCENA
Quería que cada toma nos diera información sobre la trayectoria del personaje principal. El plano de apertura en el que Cathy Marie aparece de espaldas, borrosa, frente al mar, demuestra que no sabe dónde está ni adónde va. Quería filmarla, como una migrante, como si acabara de llegar a tierra firme. Ella está ahí, de espaldas, sentada frente al mar, en la encrucijada. El simbolismo es evidente: ¿se atreverá a cruzar o no? En otras palabras, ¿seguirá adelante con su vida o no? Este plano contrasta con el del final de la película en él que la protagonista se encuentra a sí misma, nos mira de frente e incluso se atreve a mirar a la cámara, como si quisiera establecer un vínculo con el espectador.

Al principio de la película, los movimientos de cámara empiezan en el suelo. A medida que avanza la historia, los movimientos son cada vez más altos, hasta llegar a la altura de la protagonista. Quería empezar con planos exteriores muy amplios, con molinos de viento, el mar… Quería mostrar que Cathy Marie es muy pequeña en un mundo inmenso. Después, quise contrastar el comienzo de la película con el centro de acogida en el que va a estar encerrada con planos a través de las ventanas, que la obligarán a detenerse, durante el transcurso de esta historia, para desarrollar su verdadero talento.

LA PELÍCULA, ¿Y DESPUÉS ? LLAMEN AL 07 49 79 49 61.
Después de Las invisibles, muchos espectadores me preguntaron qué podían hacer para ayudar a las mujeres de la calle… Con La brigada de la cocina, quería crear un vínculo directo con el tema de la película, entre los espectadores y estos jóvenes repletos de talento y ganas de salir adelante. Este número de teléfono es una interfaz real. Lo ofreceremos a una asociación que sirva de enlace para empresarios/formadores de sectores con mucha escasez (agricultura, restauración, etc.) que quieran contratar o formar a menores no acompañados. Mi sueño sería que este número de teléfono se convirtiera en una plataforma y terminara siendo una verdadera colmena social que pudiera crear ese vínculo que tanto necesitan estos jóvenes.


DECLARACIONES DE AUDREY LAMY

¿CÓMO PRESENTARÍAS A CATHY MARIE, TU PERSONAJE?
Cathy Marie es autodidacta. Tiene un proyecto en mente, el de convertirse en chef y, al principio de la historia está segura de que va a conseguirlo. Es una rebelde con un gran corazón, que sabe lo que es la exigencia, que no acepta bien la autoridad... Da un portazo al gran restaurante donde trabaja, convencida de que encontrará algo mejor en otro sitio, sin sospechar que todo el mundo está harto de su mal carácter. Así, va a aterrizar en el comedor de un centro de acogida para migrantes. Sin embargo, se aferra a su sueño y acepta este trabajo de forma provisional. Excepto que esta aventura va a llegar mucho más lejos y será una revelación para ella. Es lo que me gusta de este personaje: su progresión. Desde el momento en que conoce a estos jóvenes con los que tiene que relacionarse y dialogar, aprende a ser generosa en otras cosas además de la cocina. Esta loba salvaje, temperamental, insolente, acaba madurando, progresando al transmitir su pasión, al realizarse de otra manera. Gracias a este trabajo que denigra entenderá lo que es ser chef. Cuando Lorenzo le dice que tiene 8 euros por cabeza para una comida, tiene que arreglárselas. Pero Cathy sólo recuerda una cosa: "Tú eres la chef". A partir de ahí las cosas mejoran. Por fin le dan las herramientas para hacer algo, la toman en serio, y estos jóvenes la animan, la enriquecen con sus culturas, sus experiencias. Ellos la construyen. Por encima de todo, sentirá que la mira, que la escuchan, algo que no le había pasado nunca. Esta mujer, que viene de la Ddass (servicios sociales para la infancia), que nunca aprendió a amar, a que la tuvieran en cuenta, a tener sentimientos, creará una familia con su brigada.

Al principio, su objetivo es llamar la atención, pero acabará aprendiendo a pasar desapercibida, hasta desaparecer por completo al final, porque cuanto más avanza, más quiere poner en valor a estos jóvenes. Es todo lo que Louis-Julien quiere contar: sacar a la luz a la gente que no vemos, plantear temas que escondemos debajo de un pañuelo porque nos conviene. Se atreve a enseñar al público lo que sucede a nuestro alrededor, señala problemas sociales reales y opta por tratarlos con el tono de la comedia y de forma humana. Ya sea en Discount, Las Invisibles o La Brigada de la cocina, ilumina a quienes lo necesitan tomando la distancia necesaria para dejarlos existir. La obra de Louis-Julien refleja su personalidad: tiene un universo, convicciones, mucho carácter y sobre todo una manera muy personal de tratar los temas que elige. No obliga a nadie a pensar de cierta manera. Abre puertas así que depende de cada uno responder o no a preguntas que no siempre se ha planteado al principio. Lo hace con delicadeza, sin imponer su opinión.

CUANDO LOUIS-JULIEN PETIT DICE QUE HA ENCONTRADO EN TI A SU ALTER-EGO, ¿CÓMO LO INTERPRETAS?
En mi opinión, es como cuando estás bailando con alguien y te dices a ti mismo: "¡Madre mía, qué bien bailo con él! No he ido a clases de baile, pero tengo un compañero que consigue que baile bien y que me sorprende". Eso es lo que siento con Louis-Julien. Me da los ingredientes que me permiten dar lo mejor de mí misma. Él y yo hablamos mucho sobre Cathy Marie antes de empezar. Trabajamos, buscamos, investigamos… Era como en el teatro, cuando estás totalmente comprometido con un papel. Y yo vengo del teatro precisamente. Así que ha sido un verdadero placer. Y también está toda la preparación con los meses que pasé en grandes restaurantes para aprender a cortar cebollas, a destripar un pollo, a cortarlo... Todo ese trabajo te nutre y te da una fuerza increíble una vez que empiezas a rodar. ¡Llegas muy bien preparado! Gracias a esa preparación te puedes permitir el lujo de reescribir una escena en el último momento, improvisar… La improvisación solo es posible cuando tienes algo en lo que apoyarte, cuando hay un texto y una base sólida. Además, Louis-Julien y yo nos llevamos maravillosamente bien, nos entendemos al instante. Él confía en mí y siempre me ofrece papeles diferentes a todo lo que suelen proponerme. Me emocionó mucho que viniera a buscarme para hacer Las invisibles después de haberme visto en Todo brilla y Polisse. Ama a los actores y es un privilegio tener un director que te transporta a otro lugar.

…Y QUE ESCRIBE PENSANDO EN TI, PORQUE ES EL CASO DE LA BRIGADA DE LA COCINA, ¿NO?
Sí. Para mí es un regalo. ¡Aunque no sea pan comido! Rodar con Louis-Julien es como vivir una experiencia que te descoloca más que la media. La Brigada de la cocina se rodó en condiciones difíciles: con frío, viento, el accidente de François, el mío, las averías técnicas, el Covid... Además, debes convivir todo el tiempo con actores no profesionales que han tenido una vida difícil, que se confiesan y te cuentan cómo cruzaron doce países, cómo los pegaron, los violaron, los secuestraron... Al final del día, estás agotada. Pero feliz, ¡porque estás viviendo algo tremendamente fuerte! Y cuando terminas, te vas a casa sintiéndote como si hubieras crecido y aprendido más de tu oficio. En lo personal aprendí a superar las dificultades, a improvisar con los jóvenes, a controlar mis emociones y a seguir siendo actriz en medio de conversaciones que superan con mucho el marco del cine.

¿RODASTÉIS POR ORDEN CRONOLÓGICO?
Sí. Salvo que Louis-Julien reescribe el guion durante el montaje, es un guion que siempre está en movimiento y ahí es donde vuelve a surgir todo su talento. Incluso sabe exactamente lo que quiere antes y durante el rodaje, siempre se está cuestionando a sí mismo. Filma un plano pero lo cambia de sitio durante el montaje para contar mejor una idea. Por ejemplo, el plano con el que empieza la película con Cathy Marie en la playa. Iba a ocurrir más adelante, (en el momento en el que Cathy pierde su restaurante que ya no está en la película) cuando se sienta frente al mar y se pregunta qué va a hacer. Al situar esta imagen al principio, se cuenta algo muy fuerte pero con enorme suavidad: adivinamos enseguida que siente una gran soledad y mucha inseguridad. Por eso me gusta tanto Louis-Julien. Nunca se queda atrapado en el guion en el que ha trabajado año y medio. Así que cuando yo descubro la película, siempre me sorprende el resultado que es incluso mejor de lo que imaginaba al principio. Cuando se presentó por primera vez en el festival de Arras en noviembre, lloré muchísimo, hasta el punto de olvidar que estaba trabajando en la película. En una historia como esta acabas pasando desapercibido. Como Cathy Marie.

¿Y ES CIERTO QUE TAMBIÉN LLORASTE CUANDO SUPISTE QUE FRANÇOIS CLUZET SERÍA TU PAREJA?
Sí. En un programa dije que soñaba con rodar con François Cluzet. Me parece brillante en todos los registros. Cuando Louis-Julien me dijo que estaba pensando en él, me puse nerviosísima. Aunque no me lo creía del todo. Era demasiado bueno para ser verdad. Como no es un papel protagonista, pensé que lo rechazaría. Pero un día, Louis-Julien me dijo que había encontrado a su Lorenzo Cardi. Quería que yo adivinase quién era. Empecé a darle nombres y al cabo de un rato le pedí que me diera una pista. "Te gusta mucho", me espetó. Y fue cuando lo comprendí. Y sí, es cierto, lloré de alegría. Después, durante el día de las pruebas de luces y vestuario, nos conocimos y me dijo algo que nunca olvidaré: "Haré todo lo posible para que seas lo mejor que puedas ser". Y lo dijo con un tono de generosidad infinita. ¡Qué clase tiene este hombre! Me dieron escalofríos. Porque él está íntimamente convencido, como yo, de que nunca se actúa solo. Vuelvo a hablar del baile: puedes ser el mejor bailarín del mundo, pero si tu pareja es mala, el tango, el vals serán un fracaso.

¿Y QUÉ TAL TE LLEVASTE CON FATOU KABA?
Super bien. Ella tenía un lado muy conmovedor porque no acababa de creerse que estaba haciendo esta película. Fatou es de la generación de Instagram, alguien que cuida mucho sus posts pero que no acaba de creerse que la puedan elegir para una película de autor popular con François Cluzet y conmigo. Pensaba que no se lo merecía y se exigía muchísimo porque quería dar lo mejor de sí misma en todo momento. Se fijaba en todo, le interesaba todo y nunca despreciaba un consejo. A todo lo que le decíamos, ella añadía su locura, su lado alegre, su personalidad. Se adaptó a la película como un camaleón. Y resulta evidente que se está divirtiendo. Se ve en la pantalla. Dejó de importarle la imagen que podía dar en Instagram. Aceptó perder el control porque es una actriz. ¡Una gran actriz!

LOS MIGRANTES NO ACOMPAÑADOS NO HABÍAN HECHO NUNCA CINE. ¿CÓMO DISCURRIÓ VUESTRA COLABORACIÓN?
No los conocí antes del rodaje. Louis-Julien quería que nos viéramos por primera vez en el plató, que conocieran a Cathy Marie, no a Audrey Lamy. Acto seguido, me enteré de que no habían leído el guion. Louis-Julien me lo advirtió en ese momento: « No van a recitar nunca un texto. Tú, conoces el tuyo, conoces el hilo conductor, la situación, y te adaptas. Es arriesgado, pero va a ser genial. ¡Nos vamos de aventura! Pero una aventura controlada, muy bien preparada por Louis-Julien. La secuencia que más me marcó pero que se transformó durante el montaje fue cuando estamos en el dormitorio del centro de acogida. Todos cuentan su historia personal y yo los escucho. Hablan con calma, cuentan cosas trágicas sin pestañear, con una fuerza increíble. Louis-Julien conservó fragmentos de esos testimonios y los colocó en voz en off en la secuencia de la Magdalena de Proust en el restaurante. Gracias a su puesta en escena, estos jóvenes se muestran sobre todo como seres humanos. Simplemente no tuvieron buenas cartas cuando nacieron. Después de rodar esta secuencia, me quedé con ellos unas horas y se creó un vínculo entre nosotros. Los siguientes días resultó muy fácil improvisar. Escuchaba lo que decían y adaptaba mi texto. Se produjo una química preciosa, una gran complicidad, incluso una ósmosis. Además estaban tan contentos de estar allí, de sentir que los escuchaban y los querían. Cuando Amadou me dice con sus palabras y su sinceridad: "Chef, la quiero mucho, Chef”, no necesito actuar. Las lágrimas salen solas. Porque no solo se lo está diciendo al personaje, me lo está diciendo a mí. Todo se mezcla... Al igual que me ocurrió en Las Invisibles, La brigada de la cocina me marcará como actriz, pero sobre todo como mujer y ciudadana…


DECLARACIONES DE FRANÇOIS CLUZET

¿QUIÉN ES LORENZO CARDI?
Ante todo es un humanista. Cuando eres, como él, director de un centro de acogida para menores no acompañados, tienes que anteponer tu humanidad sobre todo lo demás. Es bueno, altruista, pero su altruismo tiene límites ya que, aunque quiere encontrar una solución para estos jóvenes, sigue tropezando con la incomprensión y la lentitud de la administración. Se enfrenta a puertas cerradas, lucha en un pozo sin fondo… También me gusta su deseo de ser el equivalente a un tutor para estos menores. Les presta mucha atención, pero no tiene todos los códigos para integrarse en su universo. Está con ellos, pero el sentimiento no siempre es mutuo.

¿SE PUEDE DECIR QUE ÉL REPRESENTA LAS REGLAS, A DIFERENCIA DE CATHY MARIE QUE REPRESENTA LA EMANCIPACIÓN Y QUE ARRASTRARÁ A LORENZO CARDI A LA DESOBEDIENCIA CIVIL?
Exactamente. Lorenzo es una persona sumamente recta y justa, pero también se siente orgulloso de atenerse a las reglas. Es de acero, no siente ninguna necesidad de gustar a los demás (lo cual es genial a la hora de actuar porque es muy contradictorio con el oficio de actor que, en esencia, consiste en seducir). Se hace preguntas pragmáticas a pesar de que lo que está en juego es tremendamente dramático: si estos niños no terminan su escolaridad antes de la mayoría de edad, serán expulsados del país. De ahí su determinación. Pero Cathy Marie lo coloca ante la realidad: sus métodos no son suficientes. Debe salirse del marco, superar los límites... En definitiva, aceptar hacer lo que está prohibido pero es justo. Me encantan las escenas en las que se enfrenta a Cathy, en las que le dice que no se crea, que su encanto y su energía le dan permiso para hacer otra cosa que no sea lo que él necesita. Cuando la observa por primera vez a través de las persianas de su oficina, ve en ella a una estrella de pacotilla que no es para nada una gran chef, de la misma manera que él no es un gran director. Ambos interpretan un papel porque están desesperados y buscan una familia. También tienen en común el deseo de hacer el bien pero sin atribuirse nunca el mérito. Sus similitudes, que están separadas por sus diferentes puntos de vista, no solo crean una especie de antagonismo que resulta interesante interpretar, sino que además dan profundidad a las situaciones.

¿PERCIBISTE ESA PROFUNDIDAD AL LEER EL GUION?
Sí, pero la he sentido aún más al ver la película. Louis-Julien logró lo más difícil que se puede hacer en cine: coge un tema serio, importante e inquietante como el de los menores no acompañados, cuenta sus historias y, a pesar de todo, logra hacer una comedia con un humor noble. ¡Es muy fuerte! Louis-Julien no solo tiene talento. También tiene una gran inspiración, una confianza absoluta en los actores, una escucha excepcional... Reina con total libertad en su plató sin que eso menoscabe su exigencia. Sabe lo que quiere, pero está atento a todas las propuestas. También se mueve mucho por afecto. Además, cuenta con un equipo técnico con él que trabaja desde siempre. Y yo siempre estoy dispuesto a unirme a un equipo de gente apasionada. Es un trabajo colectivo reforzado por la humildad del director. También por su autoridad, porque la necesitas cuando diriges a actores no profesionales que pueden descarrilar muy fácilmente. Y lo hace con amabilidad, incluso riéndose. De hecho, aunque nos saliéramos del horario, a todos nos encantaba continuar trabajando. La verdad es que es un cine diferente a todo lo que he hecho antes.

¿SABÍAS QUE QUERÍA TRABAJAR CONTIGO, QUE SOÑABA CON DIRIGIRTE?
No, nunca me lo dijo. Fue mi peluquero, que trabaja con Louis-Julien, quien me comentó su deseo de confiarme el papel de Lorenzo Cardi, pero no se atrevía porque no era el protagonista. Así que llamé a Louis-Julien para que me dejara leer el guion. Y me encantó. El papel, aunque es decisivo en lo que concierne a Cathy Marie y a los jóvenes, es menos importante. Pero yo quiero hacer este tipo de cine. Un cine comprometido, popular y entretenido. Si hago este trabajo es para vivir este tipo de experiencias. Lo que cuenta es la película, no el tamaño del papel. Y los 48 años que llevo en este oficio me han enseñado que solo soy bueno en función de lo que haga mi compañero. Si le doy lo mejor de mí, incluso fuera del plató, él o ella en este caso, lo hará maravillosamente bien y siempre me devolverá el favor. Ese intercambio de generosidad beneficiará a la puesta en escena. No me importa si la cámara no se fija siempre en mí. Claude Chabrol decía que el plano-contraplano es la negación de la puesta en escena. Y Louis-Julien no rueda así. Su realización es muy móvil. Incluso en el montaje donde saca a relucir emociones insólitas, que te impactan sin previo aviso. Estás a punto de llorar y ¡bum, en el siguiente plano estás riendo! Porque Louis-Julien no se deja llevar por la facilidad. Es mucho más fino que eso. Por ejemplo, la secuencia de los huesos. Podría haber sido pesada pero no lo es. Louis-Julien sabe cómo añadir una carga emocional manteniendo cierta solemnidad. ¡Es un arquitecto que se convierte en mago!

¿SABÍAS QUE AUDREY LLORÓ AL SABER QUE ACEPTABAS INTERPRETAR A LORENZO CARDI?
¿De verdad? Eso me llega al alma. La había escuchado en un programa de radio en el que dijo que le gustaría trabajar conmigo. Me sorprendió porque los actores suelen citar a los directores, no a los compañeros. Tiene mucho ingenio y humor. Puede interpretarlo todo: drama, acción, comedia. Es un pequeño Chaplin, con un poco de Bécassine; no le da miedo hacer el ridículo porque no tiene ningún ego. Puede ser divertidísima. Es uno de esos raros artistas anti-Narciso, muy populares y nunca vulgares. El tipo de compañera con la que quieres entablar una amistad… Es alegre, generosa, feliz. Y en el plató se da al cien por cien. Llegará muy lejos.

EL RODAJE SUFRIÓ MUCHOS TROPIEZOS, EMPEZANDO POR TU ACCIDENTE…
Un incidente tonto que sucedió porque no me di cuenta de que estoy envejeciendo. Pero lo cierto es que tengo 66 años. Cuando llegué al campo de fútbol, los chicos estaban calentando, empezando a jugar; se suponía que yo debía supervisarlos hasta que llegara Audrey, y cuando la cámara me enfocaba, me dije a mí mismo que iba a dar dos o tres pases para dar el pego. Pero un tipo me quitó el balón, yo lo volví a coger y, de repente, sentí un dolor tremendo. Empecé a cojear sin darme cuenta de lo que había pasado. Louis-Julien creyó que estaba improvisando y me gritaba que dijera: "¡Se me ha roto algo!”. Una vez que apagaron la cámara, fuimos al médico, que me mandó a hacerme una resonancia: rotura del talón. Le sugerí a Louis-Julien que buscase un sustituto. Pero él no quiso e integró la minusvalía en el personaje. Y esa vulnerabilidad hace que el personaje sea conmovedor. O cómo convertir un problema en una ventaja. Esa es la fuerza de Louis-Julien.

¿CÓMO SE DESARROLLÓ TU COLABORACIÓN CON ESTOS MENORES NO ACOMPAÑADOS?
Los conocí viendo los videos que grabaron para el casting. Se dieron cuenta de que iban a estar en una película de verdad y estaban felices. Eran increíblemente humildes. ¡Ante ellos, ya no había Cluzet ni Lamy! Estábamos todos en pie de igualdad, en un intercambio permanente. Porque al final, son ellos los que hacen la película, los que le aportan toda su fuerza.