Dirigida por Dan Kwan, Daniel Scheinert
Aventura de ciencia-ficción en modo humor sobre una mujer chinoestadounidense que tiene problemas con la declaración de la renta.
Dirigida, escrita y producida por Daniel Kwan y Daniel Scheinert, conocidos como Daniels (Swiss Army Man) y protagonizada por Michelle Yeoh y Jamie Lee Curtis.
Notas de producción
La película
En una pared del despacho de Daniel Kwan en Los Ángeles cuelga el cuadro de Ikeda Manabu "History of Rise and Fall" (Historia de ascendencia y decadencia), una vorágine de pagodas, cerezos retorcidos y raíles de tren, un buen ejemplo del estilo gloriosamente maximalista y doloroso del pintor.
"Pinta cosas que hacen daño al cerebro cuando se miran porque son complicadas, densas, detalladas", dice Daniel Kwan. "Pero basta con alejarse un poco para descubrir un árbol".
Kwan y su socio Daniel Scheinert - el dúo de guionistas y directores independientes conocidos como Daniels - necesitaban encontrar su árbol. Eso fue en 2016, cuando empezaron a pensar en lo que acabaría convirtiéndose en Todo a la vez en todas partes, un proyecto similar al aparente caos de un cuadro de Manabu.
Por entonces, a Kwan le preocupaba que la película fuera una exageración, algo que el título confirma; pero también es lo que la hace tan genuinamente diferente y, cuando la cacofonía de elementos empieza a encajar, lo que la transforma en algo inesperadamente sencillo pero trascendente. Transmite una sensación maximalista e incluso hoy, los directores siguen sin ser capaces de describir realmente la película que han rodado.
"Hay tres posibles respuestas", dice Scheinert. "La primera es la respuesta al drama familiar, luego viene la de la ciencia-ficción y, por último, la filosófica". También podría describirse como una película de kung-fu en un universo multidimensional con Michelle Yeoh interpretando a la heroína salvadora muy a su pesar. Pero los Daniels siempre han dicho que es una película sobre una mujer que intenta hacer la declaración de la renta.
Y no están equivocados. Todo empieza cuando Evelyn Wang (Michelle Yeoh), la estresada dueña de una lavandería que vive encima de su negocio en un piso demasiado pequeño, debe enfrentarse a un enorme papeleo porque tiene una inspección de Hacienda. Le preocupa que su anciano padre (James Hong) vaya a vivir con ella, y se esfuerza en hacer caso a su hija adulta, Joy (Stephanie Hsu), y a su generoso marido, Waymond (Ke Huy Quan).
Durante una reunión con una inspectora de Hacienda (Jamie Lee Curtis), un extraño acontecimiento - en el que su marido tiene mucho que ver - la hace entrar en una aventura multidimensional. El destino de cada uno de los universos en los que aparece está en sus manos y, a la vez, se ve obligada a enfrentarse a lo que representa para su familia y para sí misma.
Al cabo de los meses, los Daniels se alejaron por fin un poco y distinguieron el árbol. "Podríamos describir la película de un millón de maneras, pero lo más honrado y lo más sencillo es decir que se trata de una madre que aprende a prestar atención a su familia en medio del caos", dice Kwan.
La película, como ocurre con los trabajos anteriores de los Daniels (la película Swiss Army Man o el icónico videoclip "Turn Down for What", de Lil Jon) se lanza de cabeza a la anarquía más total. Evelyn se sumerge en el mundo metafísico de los universos paralelos, pasando del aburridísimo mundo de Hacienda al ostentoso hogar de un malvado nihilista; de lo más lujoso de Hong Kong a un cañón desierto donde las rocas sensibles consiguen sincerarse. Sin embargo, la imaginación desbocada y el caos infinito acaban por transformar el universo, o el multiuniverso, en algo íntimo, una forma de ver realmente a nuestros seres más cercanos cuando tenemos la impresión de que todo está a punto de desmoronarse.
"Quizá lo que realmente nos alentó a seguir fue que nos pareció una metáfora de lo que estamos viviendo ahora: hay una sobrecarga de información", explica Kwan. "Creemos que la fatiga empática se apoderó de nosotros con el Covid, pero me parece que había llegado mucho antes- hay demasiadas cosas por las que preocuparse y sentir dolor, tantas que perdemos el hilo. Esa fue la clave para hacer que la película girara en torno a la empatía en medio del más puro caos".
La historia cambia hábilmente el recorrido habitual de la heroína al que estamos acostumbrados, estirando y reformateando una estructura en tres actos para entrar en universos múltiples a punto de fracturarse. La sensación de infinito, de un sinfín de posibles mundos, siempre estuvo presente en la mente de los codirectores mientras se hacían con el mecanismo de la película. Sabían que era crucial que los espectadores sintieran el mismo vértigo que Evelyn, la sensación de desaparecer debajo de la cacofonía de todas las vidas que hubiera podido vivir. La experiencia debía basarse en apuestas ante todo atrevidas.
Hace unos años. el dúo entró en un cine para una sesión doble. "Vimos Matrix y El club de la lucha en el New Beverly", dice Kwan. "Volví a enamorarme de esas películas. Pensé que, si hiciéramos algo tan divertido como Matrix, pero con nuestro sello, podría morir feliz".
Recuerda que sobre todo le inspiraron las icónicas escenas de lucha de Matrix. Ambos comparten una gran afición por las películas de kung-fu. "Hay una diferencia", explica Kwan. "No nos gusta la violencia, pero nos encantan las películas de acción".
"Son entretenidas, viscerales; se nos ocurrió guiar esta energía hacia una historia llena de empatía y comprensión", sigue diciendo. "Era todo un reto. No teníamos la menor idea de cómo hacerlo, pero queríamos verlo plasmado en la gran pantalla".
La inspiración, la escritura y el desarrollo
"Pensé que nadie, nadie en su sano juicio, haría una cosa así, con dedos como salchichas", dice Michelle Yeoh, al recordar la primera vez que leyó el guion de Todo a la vez en todas partes. Entre los múltiples universos por donde los Daniels pensaban transportarla, había uno en el que tiene unos dedos "salchicha" que utiliza de forma sorprendente con Jame Lee Curtis. La actriz aún no había visto Swiss Army Man, pero tenía buenas referencias de los Daniels. Es muy posible que si hubiera visto esta primera película - en la que Daniel Radcliffe interpreta a un cadáver flatulento que sirve de compañero, herramienta de supervivencia e incluso aporta cierta trascendencia a Paul Dano - no se le hubiera ocurrido meterse en esta nueva aventura.
La idea de hacer una película de ciencia-ficción localizada en universos paralelos nació durante la gira promocional de Swiss Army Man. "Escribimos una primera versión y todos dijeron lo mismo: 'A primera vista parece una película de unos cien millones de dólares. Será mejor retrabajar el guion", recuerda Scheinert.
Sin embargo, gracias a su experiencia en vídeos musicales, una especialidad donde aprendieron a crear mundos inmersivos con presupuestos muy restringidos y el uso de sus ordenadores, el dúo - ayudado por un pequeño equipo con el que llevan años trabajando - consiguió sacar adelante una película que parece disponer de un presupuesto mucho más elevado.
"La tensión creativa de nuestra asociación funciona porque yo soy demasiado ambicioso y Scheinert es mucho más prudente en cuanto a costes"-Kwan.
"Somos capaces de centrarnos y gastar donde realmente importa y reducir gastos en todo lo demás".
Todo a la vez en todas partes puede convertirse en una auténtica yincana de referencias cinematográficas - desde 2001: Una odisea del espacio, pasando por Deseando amar hasta Ratatouille, pero Kwan insiste en que no tienen nada de cinéfilos y que su educación viene de vídeos de YouTube, como los sketches de "Tim y Eric" o la forma rompedora del anime japonés.
"Colgábamos lo que hacíamos y el algoritmo lo colocaba delante porque era una locura; nos veía más gente, y eso nos animaba a hacer locuras peores", recuerda.
Con el tiempo, sin embargo, el juego amenazó con hacerles desaparecer. "La sensación de estar perdiendo el tiempo, de malgastar nuestras vidas, nos obligó a intentar poner algo personal en lo que hacíamos, aunque solo fuera para ver qué ocurría", sigue diciendo Kwan. "Era muy extraño, como si colaborásemos con el algoritmo que nos decía: 'Seguid así, id más lejos, siempre más...' Pero queríamos compartir algo con significado, ¿y cómo se hacía eso?"
El viaje de Evelyn por todas sus vidas posibles la ayuda a entender lo que realmente en la suya. "Una de las cosas que más nos gusta es conseguir que los espectadores se conmuevan y empaticen con los personajes mientras ven algo totalmente absurdo", dice Scheinert. "Siempre que ocurre, nos sentimos bien. Nos emociona, pero también es como si la broma hubiera funcionado".
Con Todo a la vez en todas partes la parte más humana nació de las conversaciones de los Daniels acerca de sus respectivas madres y de la brecha generacional, un hecho universal que ha aumentado dramáticamente con la llegada de la era digital.
"El personaje de Evelyn se parece bastante a mi madre, ya sabes, esas madres que hacen diez cosas a la vez, pero que no se centran realmente en ninguna", dice Kwan.
Al principio se les ocurrió que Evelyn podía sufrir TDAH no diagnosticado, lo que le facilita la entrada en otros universos. Preocupado por no tratar el trastorno a la ligera, Kwan empezó a documentarse y llegó a un descubrimiento del todo inesperado: "Un día dieron las cuatro de la mañana y seguía delante de ordenador", recuerda. "Nunca me había pasado por la cabeza que yo pudiera tener TDAH".
Al cabo de un año de terapia fue diagnosticado oficialmente y entendió mejor sus dificultades cuando era niño y la relación con su madre, lo que de paso le permitió enfocar a Evelyn de otro modo. "Si Evelyn se siente única, tan llena de vida, se debe a esto, al TDAH - le pasa lo mismo que a mí -, quiere hacerlo todo, pero no consigue hacer nada", sigue diciendo.
En la película, Evelyn se convierte en una elegida - como Neo en Matrix - porque de todos sus yo potenciales, su versión es la menos exitosa.
"Tiene superpoderes para derrotar a los malos", dice Kwan. "Pero", añade Scheinert, "sobre todo le distraen todas esas vidas que hubiera querido vivir".
También pueden verse las numerosas vidas de Evelyn como una alegoría de la madre inmigrante: los caminos más atractivos se cierran uno tras otro, como si fueran vidas alternativas. Suele ocurrir cuando uno deja el país donde nació: las promesas de una tierra llena de oportunidades resultan ser, en su mayoría, inaccesibles. "No ha tenido un recorrido fácil", explica Michelle Yeoh. "Decidió dejar China y a su familia para empezar una nueva vida con el hombre al que ama, pero las cosas no siempre salen como se espera".
La siguiente generación crece y vive con una cierta estabilidad en un país que considera suyo y su actitud es incomprensible para una mujer como Evelyn. "Mi madre y mi padre emigraron a Estados Unidos", dice Kwan. "Cuando intentas integrarte, no tienes tiempo de pensar en otra cosa que no sea la supervivencia". Y cita una frase de Mike Mills en Principiantes: "Nuestra buena suerte nos ha permitido vivir tristezas para las que nuestros padres no tenían tiempo, y alegrías que nunca vi en ellos".
Si a eso le añadimos internet y cambios culturales de proporción sísmica, una hija queer que se ha convertido en algo totalmente incomprensible para sus padres, y un anciano padre chino, la brecha generacional crece aún más.
Cobra sentido que Joy, la hija de Evelyn, también sea Jobu Tupaki, el malo de los universos paralelos, un agente del caos que debe ser derrotado y salvado a la vez. "Jobu es la manifestación de esa extraña brecha generacional, y los universos paralelos son una metáfora de internet", explica Kwan. "Crecimos con la aparición de internet; nos afectó, nos moldeó para ser como somos ahora, y nuestros padres intentan ponerse al día".
En 2022, en una época de sobrecarga de información, de polarización extrema y de intimidación existencial, la idea de conectar a padres e hijos quizá no parezca algo tan banal. "En muchos aspectos, la película es un drama familiar", recalca Scheinert. "A partir de ahí se nos ocurrieron las metáforas más enormes, más complicadas e hiperbólicas en torno a la brecha generacional para plasmar los errores de comunicación y diferencias ideológicas en el seno de una familia".
El reparto
En uno de sus universos paralelos, los Daniels habrían hecho esta película con Jackie Chan como protagonista. De hecho, fue una de las locas ideas que pasó por la cabeza de los Daniels muy al principio de ocurrírseles Todo a la vez en todas partes. Por varias razones fáciles de imaginar tratándose del siempre ocupado Jackie Chan, eso no pudo convertirse en realidad, pero al escribir una nueva versión, todo empezó a encajar para que la protagonista fuera Michelle Yeoh.
"Nos dimos cuenta de que el guion vivía cuando la protagonista era una madre encarnada por Michelle", dice Scheinert. "Nos asustamos un poco porque no se nos ocurría nadie si ella rechazaba el papel. O si descubríamos que Michelle Yeoh era una persona horrible, la película estaba muerta".
Michelle Yeoh, que no tiene nada de terrible, se convirtió en una especie de madre algo exigente con los codirectores, a los que llama "los chicos". "Recuerdo el día que les conocí, me parecieron bastante tímidos. Luego, cuando cogen confianza, pueden ser tremendos", recuerda la actriz. "Tal vez se sintieran intimidados; al parecer, intimido a la gente. Como Eleanor Young yendo de un lado a otro, diciendo: 'Nunca serás bastante'".
Bromea acerca de su personaje en Locamente millonarios, que se convirtió en un taquillazo unos meses después de conocer a los Daniels. La industria lleva años viéndola así. "Suelen ofrecerme los papeles más serios", sigue diciendo Yeoh. "La mujer que trae la cordura, que lleva a todos por el buen camino, etcétera, etcétera".
"Me parece que nadie le había pedido que hiciera algo así. En esta profesión es muy fácil que te encasillen", añade Kwan.
Es difícil apartar la imagen de Michelle Yeoh como una figura imponente y majestuosa. "Su ayudante, con la que lleva años trabajando, no estaba nada contenta durante los primeros días de rodaje", recuerda Kwan. "Nos dijo que no podía tener ese aspecto, que Michelle no tenía ese aspecto. Estaba empeñada en que no llevara una peluca con cabellos grises".
En Todo a la vez en todas partes, la actriz no va perfectamente maquillada ni peinada, ya que interpreta el papel de una mujer estresada que no tiene nada que ver con su larga carrera internacional. "Los viernes por la noche nos reuníamos en su habitación de hotel, le encantan las reuniones y pasarlo bien, lo mismo que a Ke [Huy Quan, que hace el papel de Waymond, el marido]", explica Kwan. "Pueden pasarse la noche bebiendo, comiendo y hablando. Una noche me dijo algo que me conmovió mucho: 'Me pregunto qué dirección habría tomado mi carrera si me hubiesen ofrecido un papel así hace tiempo'".
Los Daniels le ofrecieron a Michelle Yeoh una forma diferente de verse en la pantalla. "Me gusta trabajar con directores jóvenes porque no me ven de una forma convencional", explica la actriz. "Están dispuestos a quitar las capas de la cebolla para ver lo que hay debajo y luego empezar a proponer locuras".
A la hora de dejar caer la fachada, es de gran ayuda que una estrella de la talla de Jamie Lee Curtis también lo haga. La actriz, que se metió de lleno en el papel de una inspectora de Hacienda de aspecto cutre, malhumorada y, en ocasiones, algo trastornada, hizo muy buenas migas con Yeoh. "La verdad, si solo me hubieran dicho: 'Michelle Yeoh también está en la película', habría aceptado inmediatamente", dice, riendo.
"Lo primero que me dijo fue: 'Si los chicos te caen mal, nos fugamos juntas'", recuerda Michelle Yeoh.
Las dos se encargaron de meterse con los Daniels. "Michelle es muy valiente, pero hubo momentos de duda", explica Kwan. "Sin embargo, si Jamie estaba con ella, era capaz de cualquier cosa. Fue maravilloso verlas juntas".
Además de estas dos veteranas estrellas, Curtis y Yeoh, sin olvidar al maravilloso James Hong, de 92 años, a quien nadie le pidió que hiciera una prueba para el papel porque era perfecto, hay otros actores con recorridos muy diferentes. El papel de Waymond, que pasa de ser un cariñoso marido a una estrella de acción en los universos paralelos, recayó en Ke Huy Quan, al que muchos recordarán por verle en Indiana Jones y el templo maldito, en el papel de Tapón, y en Los Goonies, como Data.
Después de estas dos películas, le fue muy difícil encontrar trabajo como actor. Acabó estudiando en la facultad de Cine de la Universidad del Sur de California y se quedó detrás de la cámara, coreografiando escenas de lucha e incluso ocupando el puesto de primer ayudante de dirección en 2046, de Wong Kar-Wai, pero con el tiempo abandonó Hollywood. No fue hasta ver Locamente millonarios cuando pensó en volver.
"Vi la película y me dije que era el momento de volver delante de la cámara, los tiempos habían cambiado", recuerda. "A la semana de pedirle a un amigo que me representara, me ofrecieron el papel. Estaba supernervioso, hacía más de 25 años que no me presentaba a una prueba".
Lo más curioso es que los Daniels le buscaron porque Kwan vio casualmente su nombre en internet y se preguntó que había sido del niño de Indiana Jones y de Los Goonies. Al parecer, durante la prueba demostró ser "una bola de energía tierna", según Scheinert. Pero también ayudó que deslumbrara a los codirectores con su interpretación, que fuera bilingüe, tuviera la edad perfecta y conociera las artes marciales.
Todo a la vez en todas partes ha sido un trampolín para Stephanie Hsu, que interpreta a Joy, la hija de Evelyn. Los Daniels conocieron a Hsu cuando dirigieron un episodio de la serie Awkwafina es Nora de Queens. Los tres se cayeron bien inmediatamente y escribieron el papel pensando en ella.
"Lo reescribimos basándolo en su sentido del humor y pensando en lo rara que puede llegar a ser", dice Scheinert. "Es un regalo para un cineasta tener a alguien que te inspire". Y Kwan añade: "Su versatilidad es alucinante, creo que llegará muy lejos.
Los actores reconocen que los Daniels son expertos creando un ambiente abierto y cálido en el plató. Su objetivo es que los rodajes sean lo más parecidos posible a "un campamento de verano" (lo que incluye reunirse en un círculo cada mañana e improvisar un juego nuevo, como el "abrazo-derribo", inventado por Stephanie Hsu).
Los Daniels mencionan dos ejemplos que demuestran el buen ambiente en el rodaje. El primero es cuando Yeoh y Quan, sorprendidos por la traducción al chino de unos diálogos, decidieron rehacerla entre los dos. El otro fue una noche al principio del rodaje cuando los actores y el equipo fueron a cenar una barbacoa coreana. "Ke [Huy Khan] empezó a decir que nunca había tomado bombas de sake", dice Scheinert. "Total, que obligó a James Hong a beber bombas de sake".
"¡Un nonagenario!", añade Kwan. "Y le tumbó".
Detrás de la cámara
"¿Ves a esos dos que parecen haberse tragado un palo? Pues son los coreógrafos", explica Daniel Kwan. Se trata de los hermanos Andy y Brian Le, que se ocuparon de coreografiar las escenas de lucha y que de vez en cuando aparecen brevemente en la pantalla. Moldearon el tipo de lucha que querían los Daniels para Todo a la vez en todas partes, muy alejado de la crudeza habitual de Hollywood, y más cercano al estilo ágil y rápido de Hong Kong, donde Michelle Yeoh se dio a conocer.
"Para una película tan extravagante, el realismo de la acción actual no encaja para nada", explica Andy Le. "La acción estilo Hong Kong es mucho más libre, no hay límites, es perfecta para el tono de esta historia, incluso la impulsa".
Hoy en día es casi normal destruir una ciudad de importancia durante una pelea entre superhéroes, pero en Todo a la vez en todas partes, el ambiente y las armas - además de pies y manos - se limitan a una riñonera y a una amplísima gama de artículos y mobiliario de oficina.
Pero lo anterior no limita el alcance de la historia gracias al pequeño equipo de efectos visuales que lleva trabajando con los Daniels desde hace años. Las superproducciones se basan en equipos de efectos especiales multitudinarios para crear escenas hiperrealistas, mientras que Kwan y Scheinert cuentan con unas ocho personas para crear una visión inmersiva tan extraña como única.
El mismo concepto de la película lo permitía: pasar de un mundo a otro significa poder jugar con diferentes géneros, diferentes paletas de colores e incluso con una fotografía diferente (por ejemplo, en lo que los Daniels llaman el "universo Wong Kar-Wai"). La película no duda en llevar al público por una montaña rusa mediante secuencias y montajes cruzando diferentes universos que podrían ser películas en sí.
"Al pasar de un thriller a una película de acción, de una comedia a un drama familiar, antes de hacer una pausa en una policíaca de los años 40, debíamos asegurarnos de que el público siempre sabría dónde está", explica el montador Paul Rogers. "No funcionaría si la película era una mezcolanza de géneros sin ton ni son".
Puede que la mayor ventaja - a la hora de crear universos paralelos tangibles - fue rodar en un antiguo edificio de oficinas en Simi Valley que perteneció a una financiera depredadora y que ahora se arrienda como plató. El diseñador de producción Jason Kisvarday creó todos los decorados en ese edificio, al que describe como "un patio de colegio muy rentable para la película". "Había una energía rara allí dentro", dice. "El edificio es enorme, con muchos pasillos, sótanos, salas de reuniones, una gigantesca cafetería abierta y un vestíbulo de varias plantas en el centro. Disponíamos de espacio suficiente para destrozar una zona, rodar, movernos a otra y seguir rodando, mientras los carpinteros restauraban la primera zona".
"Desarrollamos algunas secuencias para que encajaran con la arquitectura única del edificio", sigue diciendo. "En otras ocasiones nos íbamos por la tangente y creábamos un ambiente desde cero, por ejemplo, el Universo Salchicha/Perrito caliente".
La música es otro hilo conductor en la película, una partitura maximalista compuesta por el siempre cambiante grupo Son Lux, con base en Los Ángeles, cuyos miembros son el teclista y cantante Ryan Lott, el guitarrista Rafiq Bhatia y el batería Ian Chang. Según Lott, los Daniels les pidieron que "lo probaran todo, pero que sonara como una sola cosa". El trío se unió al equipo antes del comienzo del rodaje para encontrar el sonido perfecto del multiverso.
"Les mandamos un montón de ideas y sonidos antes de que empezaran a rodar. Por ejemplo, músicas compuestas con instrumentos que fabricamos pensando en los múltiples universos de la película", explica Rafiq Bhatia. Durante el montaje - casi siempre con música de grabaciones anteriores de Son Lux o de proyectos en solitario de algún miembro -, el diálogo con los Daniels siguió.
El grupo se inspiró en todo lo que tenían a mano, desde la música de Don Davis para Matrix, hasta el clásico tema "You've Got a Friend in Me", de Randy Newman para Toy Story, pero fue su empeño en la experimentación lo que aportó los sonidos más memorables a la música. "Antes de empezar a componer pensando en la película, pasamos un día entero en el estudio probando tambores chinos y gongs", dice Ian Chang. Estos instrumentos se convirtieron en la espina dorsal melódica de la partitura.
André Benjamin, más conocido como Outkast's André 3000, también se apuntó a una sesión de grabación con "quince flautas y una mente totalmente abierta", según Chang. El enigmático rapero improvisó con las flautas distorsionando los sonidos para luego incluirlos en la arquitectura de la partitura.
Ryan Lott acaba diciendo que Kwan y Scheinert les dijeron algo muy al principio que se les quedó grabado: "La clave para que todo cobre sentido en cada momento, tanto si es trágico o absurdo, hilarante o desgarrador, reside en que la música debe ser sincera y nacer en un lugar totalmente honesto".
Calidez en el caos
Kwan piensa que, actualmente, la mayoría de manifestaciones artísticas luchan por mostrar dos cosas: "La primera es la sensación de que todo ocurre a la vez, ¿cómo incluirlo en una historia para que tenga sentido? Y la segunda es el cambio climático".
Todo a la vez en todas partes es claramente un intento por parte de los Daniels de encapsular la primera premisa, pero también se nota la otra en un segundo plano. "El proyecto nació como una válvula de escape para la ansiedad que nos produce vivir en este mundo moderno", añade Kwan. "Es más, creo que todas las personas que conozco intentan entenderlo".
Esa sensación ya estaba presente cuando empezaron a escribir el guion en 2016, antes de la era Trump y de la pandemia. "Ya nos sentíamos abrumados. A medida que escribíamos, nos preguntábamos qué estaba pasando a nuestro alrededor. Las cosas empeoraban, pero ¿cómo podían empeorar?", dice el codirector. "Todos intentamos procesar la sensación de un trasfondo de fatalidad, de un trasfondo de caos"
Los Daniels no tienen respuesta, pero Todo a la vez en todas partes ofrece al menos un rayo de esperanza ante el caos. "Una de las cosas más fuertes que puede hacerse por otra persona es escucharla", dice Kwan.
Evelyn debe enfrentarse a una multitud de mundos a punto de colapsar - una manifestación extrema de la sobrecarga sensorial a la que somete el mundo moderno - antes de ver a la familia que siempre ha tenido delante. "Debe ir al otro lado del mundo para descubrir lo que realmente le importa: su marido y su hija. ¿Alguien elegiría otra cosa?", se pregunta Michelle Yeoh. "Me haría muy feliz saber que los espectadores salen del cine pensando que la bondad es un arma poderosa", concluye Daniel Scheinert.