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  Simone, la mujer del siglo  (Simone, le voyage du siècle)
  Dirigida por Olivier Dahan
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La película está dirigida por el director Olivier Dahan, autor biopics como 'La vida en rosa' y 'Grace de Mónaco'. Para encarnar a Simone Veil, Elsa Zylberstein, impulsora del proyecto desde el inicio, y con Rebecca Marder, que interpreta en la pantalla a la joven Simone. Les acompañan Élodie Bouchez, Judith Chemla y Olivier Gourmet.

Icono irrepetible en la lucha por los derechos de la mujer, y europeista convencida, Simone Veil vivió una infancia marcada por la tragedia de los campos de concentración de Auschwitz, y pasó a la historia gracias a su lucha permanente contra la barbarie y a favor igualdad. Veil impulsó la ley que despenalizó el aborto en Francia en 1972, tras una larga travesía llena de negociaciones y debates ante una asamblea abrumadoramente masculina. Simone Veil se convirtió en la primera mujer en ser nombrada ministra en Francia y presidenta del parlamento europeo.


Declaraciones del director (Olivier Dahan)

P: ¿Por qué has querido realizar en este proyecto?

R: Cuando acabé de escribir el guion de La vida en rosa, quise hacer una trilogía de retratos en la que figuraban sucesivamente, un artista, una actriz y una política. Elsa Zylberstein vino a verme, cuando yo ya no quería hacer películas, para sugerirme que dedicara una película a Simone Veil. Era la oportunidad de terminar esta trilogía que habla de asuntos, y no sólo de personajes, que me interesan, por no decir que me obsesionan. Hacer el retrato cinematográfico de una persona es una forma de acercarse a la Historia del país, o de una época, de desarrollar temas sociales y psicológicos, de reescribir una historia con un punto de vista concreto y personal. En realidad es lo contrario de una película biográfica. Los productores de la película lo comprendieron y confiaron en mí.

P: ¿Qué representa para ti Simone Veil?

R: Como todos los franceses de mi generación, es alguien a quien solíamos ver en la televisión a través de algunos discursos muy significativos. Y como todo el mundo, no conocía bien su vida, su trabajo como magistrada y tampoco en la política. Empecé leyendo su autobiografía. El libro empezaba en La Ciotat donde yo nací porque allí pasaba sus vacaciones antes de la guerra. Esa coincidencia despertó mi interés. Pero lo cierto es que hace tiempo que tenía ganas de hablar de ese período.

Mi padre, que era un activista antirracista y "escapó" de las redadas alemanas, también me influyó. Crecí en un universo familiar donde estos temas eran muy reales. Simone, la mujer del siglo es ante todo una película sobre la transmisión. Los últimos 15 minutos de la película son la suma de lo que quería decir con esta película y la verdadera razón por la que quise hacerla.

P: ¿Qué trabajo de documentación realizaste?

R: He leído casi todo sobre Simone Veil. Leía y escribía al mismo tiempo, y así es como iba tomando forma el guion. La documentación me resultó útil, pero por encima de todo, me dejé guiar por la intuición para las escenas principales que, además, no estaban documentadas del todo. No hay documentación sobre la intimidad y los sentimientos. Solo intuición. Tuve que exprimir al máximo mi intuición. Me encerré durante dos meses y dos semanas y, ocho horas al día, escribía sin parar, con todos los libros abiertos a mi alrededor, y también con artículos, entrevistas, documentales. Me convertí en los personajes de la película y mezclé todo con mis emociones familiares. Sólo escogí lo que me interesaba, con una subjetividad totalmente asumida. De todos modos, si un retrato no es subjetivo, está condenado al fracaso. Pero también debe ser justo. Intento ser preciso a través de la subjetividad. Tienes que hablar de ti mismo, sin superar ciertos límites para no ponerte por encima de la historia de los personajes. Tuve la oportunidad de conocer a Marceline Loridan-Ivens, a Ginette Kolinka y a Paul Schaffer. Los escuché y los observé... Me contaron cosas inimaginables.

P: ¿La construcción en forma de mosaico, que nos traslada de una época a otra gracias a rimas emocionales surgió desde el principio?

R: Es mi manera de escribir, sin hacerme ninguna pregunta. Para mí, escribir un guion no es un trabajo intelectual. No quería romper la cronología para que la película quedara bien. En mi opinión, una historia no es necesariamente lineal y este enfoque también me permite liberar la creatividad. No son flashbacks o flashforwards, sino rimas. Rimas de colores, sonidos, palabras... En esta investigación narrativa quería superar lo que hice en La vida en rosa. Por esa razón el retrato completo sólo aparece al final.

P: Para muchos, Simone Veil es un icono. ¿Cómo hiciste para humanizarlo?

R: ¡Hablando de mí mismo! Esto ocurre en todas las películas, y más aún en el caso de un retrato cinematográfico. Si no hablamos de nosotros mismos, en sentido amplio, de nuestra familia, de nuestra historia, no hablamos de nada. Es imposible precisar quiénes son en una película. Excepto fragmentos de uno mismo. Dicho esto, para mí Simone Veil no es un icono. Es más que eso. Basta con leer sus textos.

P: Simone Veil era ferozmente independiente y rebelde desde pequeña pero estaba profundamente unida a su familia. ¿Ese equilibrio entre esos dos polos opuestos es lo que le permitió mantenerse en pie?

R: Lo que he intentado mostrar es que, por fuerte que fuera, Simone Veil no pudo mantenerse en pie en todo momento. Nadie puede mantenerse en pie todo el tiempo. El hecho de que perdiera a casi toda su familia en los campos de concentración explica por qué la muerte siempre estuvo presente para ella, lo que no fue fácil ni para ella ni para quienes la rodeaban. Y la fuerza es muy puntual. Como todos los demás, Simone Veil da muestras de una verdadera fuerza a veces, pero se derrumba en otros momentos, especialmente cuando la duda, incluso la tristeza, se apoderan de ella. Por otro lado, creo que nunca tuvo miedo. Me imagino que cuando sales vivo de un campo de concentración a los 17 años, estás vacunado contra el miedo.

P: La madre de Simone Veil ocupa un lugar central en su trayectoria.

R: De hecho, Simone Veil heredó la aversión a la injusticia de su madre y, después de su muerte, esa cualidad se volvió aún más esencial en su vida. La figura de la madre es fundamental en la película y es una de las razones que me llevaron a escribir este guion.

P: La experiencia vivida en los campos de concentración refuerza aún más ese odio a la injusticia.

R: Creo que los campos agudizan el carácter de Simone Veil, pero ella ya tenía ese temperamento antes. Eso me interesó mucho. Los campos de concentración no crean a Simone Veil, pero hacen que la injusticia sea algo insoportable de forma epidérmica. Esta es la peculiaridad de su trayectoria porque muchas personas se derrumbaron incluso cuando habían sobrevivido.

P: La película también arroja luz sobre ciertos aspectos menos conocidos del trabajo de Simone Veil, como su compromiso con unas condiciones de detención más humanas en las prisiones argelinas.

R: En realidad, el Simone Veil persiguió toda su vida los mismos objetivos: las luchas que he querido destacar no se guiaban por un afán de exhaustividad, sino de transversalidad. A ella no importaba de dónde vinieran los seres humanos: de qué país, etnia o religión. Simone Veil era muy política en el sentido noble del término. No era una “política". Siempre fue una magistrada de corazón y sus mayores batallas las libró sirviéndose de las leyes.

P: La representación de los campos de exterminio en el cine siempre ha sido objeto de debate y plantea, para algunos, una cuestión moral. ¿Cómo la abordaste?

R: Me hice muchas preguntas sobre la representación. Corté escenas del guion. ¿Qué podía mostrar cuando ya se ha dicho y se ha mostrado todo? Pero me dije que aunque los campos de exterminio se hayan visto y mostrado eso no quiere decir que las generaciones más jóvenes los hayan visto. No es obvio que los más jóvenes hayan visto La lista de Schindler, Shoah, El pianista, o incluso El hijo de Saúl. Quería hacer una película que fuera muy accesible y al mismo tiempo exigente. Así que me pregunté qué podía mostrar. Y filmé una llegada a los campos, la primera deshumanización.

P: También hay un episodio, muy fuerte, después de la liberación de los campos.

R: Después de la marcha de la muerte, hubo toda una secuencia, peor que la de Dachau y Auschwitz, cuando el Reich se derrumbó. Había gente que deambulaba sin rumbo y se produjeron violaciones, asesinatos, etc. Quería abordar ese episodio de una manera no descriptiva. Utilicé un texto largo de Simone Veil sobre el que edité imágenes de paisajes que desfilan en un plano secuencia. A medida que avanzamos en el plano, retrocedemos en el tiempo. El texto es un relato textual que cuenta cómo, después de Auschwitz, uno puede caer aún más en el infierno. Para mí, esa es la parte más importante del episodio de los campos: la narración textual es la única que cuenta la historia. No podía añadir una palabra ni suprimir una frase.

P: El vínculo entre Simone y Antoine Veil es palpable.

R: Quería mostrar la fuerza de la pareja en la película. No creo en una mujer que lo logra todo sola, ni siquiera en un hombre que lo logra todo solo. Creo en la fuerza de estar juntos para hacer algo. Simone Veil libró sus batallas con su marido a su lado. Los grandes éxitos de Simone Veil son de los dos. Intenté evocar lo mejor posible esa dimensión en la película. Juntos, Simone y Antoine crean una reacción química y una sinergia que multiplica sus fuerzas.

P: También mencionas el compromiso de Simone Veil con Europa, la mejor garantía, según ella, para asegurar una paz duradera.

R: El objetivo inicial de la construcción europea: la forma en que la imaginaron sus fundadores, incluida Simone Veil, es la Paz. Además, en cuanto Europa se debilita, como ocurre hoy, aparecen tensiones bélicas. Por eso sentí la necesidad de hablar de Europa y me parece, además, que es la única manera. Se trata de preservar la paz por encima de todo; entonces, y solo entonces, podremos ocuparnos de la agricultura o de otros sectores económicos. Lamentablemente, hoy en día, la economía y el capitalismo desenfrenado priman sobre todo lo demás. Simone Veil dijo "Europa es Paz". Cuando estaba escribiendo el guion de esta película, me preguntaba si esta frase seguía siendo pertinente y de actualidad en 2020. La guerra en Ucrania responde a estas dudas.

P: Las diferentes épocas están cuidadosamente reconstruidas, sin entorpecer nunca la fluidez de la narración. ¿Cómo trabajaste en los decorados?

R: Basándome en investigaciones, en colaboración con el diseñador de producción Christian Marti y su equipo. Hay una mezcla de decorados íntimos y decorados históricos, con cierta libertad. Porque no me gusta sentirme totalmente prisionero de una época y trato sobre todo de evocar una atmósfera y un sentimiento más que de reproducir una realidad histórica. Sin embargo, partimos de una realidad histórica para ver qué podemos hacer con ella.

P: ¿Cómo surgió la cuestión de quién encarnaría a Simone Veil?

R: La mayor dificultad residía en contar con dos actrices para el mismo papel. Sin embargo, como suprimí la temporalidad clásica del relato, funcionó con naturalidad. ¡Porque en realidad se trata de la misma! Prefiero mucho más esa manera de trabajar que los efectos digitales.

P: Por lo tanto, Rebecca Marder y Elsa Zylberstein encarnan a Simone Veil, en diferentes edades.

R: Escogimos enseguida a Rebecca durante el casting. ¡Era evidente! No la conocía y fui a verla a la Comédie-Française, y descubrí que tenía una capacidad de trabajo impresionante. Lo que me gustó fue que tenía un enfoque muy intuitivo, muy puro. Elsa tenía menos libertad porque interpreta a una Simone Veil que conocemos a través de los medios. La dificultad residía en que debía interpretar a un personaje público del que todos tienen un recuerdo más claro. Elsa jugó más con la suma de las emociones de toda una vida. Elsa asumió el desafío realizando un trabajo previo considerable y sirviéndose de sus emociones más difíciles. Interpretar a Simone Veil no es tarea fácil. El trabajo de ambas es espléndido.

P: ¿Las dirigiste de manera diferente?

R: Me prohibí pensar de forma esquizofrénica: son dos personas interpretando el mismo personaje. Por supuesto, después las dirigí adaptándome a cada una de ellas. Pero para mí, es el mismo personaje a los 15 años que a los 50 años. No cambiamos.

P: ¿Cómo elegiste al resto de los actores?

R: Ya había rodado con Élodie Bouchez. Es tremendamente precisa y sincera, y siempre es un placer volver a verla, aunque me di cuenta de que no hago muchas películas con los mismos actores. Y la verdad es que me arrepiento. ¡No veo a Élodie trabajando, que es el pináculo del trabajo, como ocurre con los bailarines! Al ver los rushes solo veo la emoción. Y cuando realizo el montaje sólo me dejo guiar por la emoción y no por los diálogos. Con Élodie, esa pregunta no existe: hago un montaje con sus emociones. Había contactado con Olivier Gourmet en la época de Érase una vez..., pero no estaba disponible, así que me alegré de que aceptara trabajar en Simone, la mujer del siglo. Nunca vi ni filmé su rostro real porque él siempre estaba maquillado. Es de una exactitud y una precisión excepcionales y, en este sentido, me hizo pensar en Forest Whitaker. Además es un hombre comprometido que no vino solo a interpretar un papel sino a formar parte de la aventura de la película. Le había gustado el guion pero sobre todo accedió a participar en la película por el mensaje general. Porque en la película, la emoción está hecha para poder comprender, no para conmover, comprender para transmitir mejor el mensaje final. Conocía a Philippe Torreton como espectador. Había visto muchas películas suyas. Era consciente de su compromiso y de su talento. Pero me gustó sobre todo que estuviera tan comprometido en la vida real: es un parámetro que me dice mucho de él y es una cualidad muy rara. Me encantan todas las actrices y actores de la película. Se implicaron en cuerpo y alma y si he podido hacer la puesta en escena que quería, con planos secuencia largos, planos maestros, etc., se lo debo a ellos porque son brillantes y están enamorados de lo que hacen. Si la película gusta al público será gracias a ellos, incluso al papel más breve. Todos son esenciales en mi manera de ver las cosas.

P: ¿Cómo rodaste la secuencia en los campos?

R: Nunca trabajo con un storyboard; sabemos qué escena tenemos que rodar cuando llego al plató por la mañana. Es suficiente para mí. Rodamos basándonos en lo que está escrito, pero en general ni siquiera me llevo el guion. Lo importante es capturar la esencia de cada escena: ocurre cuando tiene que ocurrir. En mi opinión se parece a un trabajo de pintura: tenemos un lienzo, tenemos una hora o dos para hacer la secuencia, así que el gesto es lo que cuenta. Además, antes de decir "rodando", no ensayamos, ni siquiera de forma resumida para el director de fotografía. Me basta con una introducción. Eso es todo. El verdadero trabajo de la puesta en escena es el montaje.

P: El montaje es una fase decisiva en tu trabajo.

R: Paso mucho tiempo en el montaje y lo hago en aras de la precisión: hay que montar cada escena con el timing más preciso y eligiendo las tomas. Quiero tener una visión de conjunto, como un tapiz con el que tienes que trabajar de forma que cuando te acerques a él, todos los detalles sean precisos. Ese conjunto que se elabora de forma orgánica lleva tiempo si quieres que tenga el máximo impacto en el espectador. Porque quiero que la película sea física, desde una caricia hasta un puñetazo. Esto va más allá del montaje: es un mecanismo de relojería, que funciona como un eco, entre una escena y otra que se va enlazando. Es algo musical. Quería crear un tejido orgánico que hiciera que la experiencia fuera física.

P: ¿Qué músicas querías?

R: No es una música descriptiva, narrativa, no potencia los momentos fuertes o el drama, sino que es la música interior de los personajes. Esto desconcertó un poco a los distribuidores, que esperaban una música más lírica, incluso convencional. Traté de utilizar el menor número de notas posible, para traducir una emoción que no se puede poner en imágenes, como el olor en los campos, por ejemplo. Para esa escena de 10 minutos, la de la llegada al campo, quería que la música, muy agresiva, rota e incómoda, sustituyera al olor y a la asfixia que describe Simone Veil en su libro, cuando llegó a Auschwitz. La música es el otro guion. El que encajamos en el primero, para completar la imagen y decir los sentimientos invisibles, incluso los que no se pueden filmar.


Entrevista a la actriz Elsa Zylberstein

P: ¿Qué representa para ti Simone Veil?

R: Simone Veil representa un ejemplo y un modelo de resiliencia, coraje, fuerza y humanidad. Pertenece a todo el mundo, pero a veces la miramos desde lejos, como si fuera un monumento. La película le devuelve la humanidad que yo presentía en ella, y también su fuerza y sus debilidades que no todo el mundo percibía a primera vista.

Quería que las generaciones más jóvenes la conocieran porque es todo un ejemplo de mujer comprometida, moderna y única... Forma parte de la Historia, pero creo que es accesible para todo el mundo.

P: ¿Cómo nació esta película?

R: Llevo diez años pensando en una película sobre Simone Veil y ha sido un camino muy largo... Hasta el día que conocí a Romain Le Grand y Vivien Aslanian que me preguntaron qué me apetecía hacer. Les dije que quería hacer una gran película sobre ella y que había tenido la oportunidad de estar con ella varias veces. Enseguida me dijeron que sí y me preguntaron si se me ocurría algún director. Yo tenía a Olivier Dahan en mente. Lo llamé, lo vi al día siguiente y, tres horas después, ¡dijo que sí! Romain y Vivien no se lo podían creer. Olivier se metió de lleno en el tema y tardó un año en escribir un guion increíble. Cuando lo leí, me quedé impresionada y conmocionada.

Estoy orgullosa porque he luchado para que se hiciera esta película, he puesto mucha energía en ella y Olivier ha hecho una película magnífica.

P: Como actriz, ¿cómo te sentiste interpretando a una mujer como ella?

R: Sentí muchas cosas locas, vertiginosas, inconmensurables en mi búsqueda, en mi investigación, en mis dudas. Ella me ayudó a darle vida. Intenté meterme en su piel de la forma más precisa y profunda posible. ¡Es un gran honor y un sueño hecho realidad!

P: Simone Veil, ¿es un modelo a seguir para ti?

R: Por supuesto. Un modelo de coraje, determinación y voluntad y también de carácter. Como mujer, como niña, representa la idea de que no debes tener miedo de trazar tu propio camino, de dejar claro quién eres, con tus debilidades, tus defectos y tu propia historia. Ella es una inspiración para muchos seres humanos.

P: Interpretar un personaje así es difícil. ¿No tenías miedo de traicionarlo? ¿O estás satisfecha con tu interpretación?

R: La idea era intimidante, eso está claro porque es un personaje que pertenece a la Historia. Pero cuando decidí que quería interpretar a Simone Veil y que la película se iba a hacer, mi misión fue fundirme con ella, e hice todo lo posible por convertirme en ella, en mi respiración, en mi cuerpo, en mi intimidad.

Como dijo su marido Antoine: “Estoy casado con un monumento histórico". Para meterme en el papel, traté de acercarme a ella, de entenderla. Pregunté a quienes la habían conocido, a sus familiares, a sus amigos, a las personas con las que había trabajado como su secretaria, Jean-Paul Davin, su segundo en la época de la ley sobre el aborto, Philippe Douste-Blazy y otros. Fue toda una transformación. No podíamos conformarnos con unos pendientes y un moño. ¡Tenía que convertirme en Simone Veil! Engordé ocho kilos. Y también aprendí a andar como ella, a hablar como ella. Traté de ser precisa en las palabras, en las actitudes, en la voz, incluso en la respiración.

P: Trabajaste mucho en el fraseo...

R: Aprendí a hablar a lo “Simone Veil”, igual que se aprende un idioma de especialistas. Estuve días, semanas practicando para hablar como ella, con ese fraseo particular, esa manera de enfatizar las palabras, de acelerar de golpe, de dejar las frases en suspenso. Su forma de hablar es una música. Tenía que saber interpretarla, marcar la diferencia entre los momentos en los que da discursos cara al público y los momentos en los que habla con sus colaboradores y en la intimidad... Además, me ayudó mucho el documental de David Teboul, así como el de Jeannesson.

P: Compartes la interpretación de Simone con Rebecca Marder, una joven actriz de gran talento, Rebecca Marder, que encarna a Simone hasta que entra en política. No habíais trabajado nunca juntas...

R: Es Olivier Dahan quién lo decidió. Y yo respeté su decisión porque quería que cada uno ocupara su lugar.

P: La descubriste en la proyección. ¿Qué pensaste?

R: Es fantástica. Muy precisa y profunda al mismo tiempo. Rebecca tiene mucho talento.

P: Para Simone Veil, su madre (encarnada por Élodie Bouchez) ocupó un lugar predominante en su trayectoria personal, profesional y política.

R: La madre de Simone Veil ocupó un lugar crucial en su vida, y así fue como construí mi personaje. Por todo lo que he leído, el hecho de que su madre muriera en los campos de concentración supuso una herida profunda, íntima y real para Simone Veil. De hecha, nunca se recuperó. Su madre era la dulzura, la generosidad, la tolerancia que Simone no creía poseer en este momento. Para ella, "mamá" siempre estuvo por encima de ella en el plano humano. Fue ella quien enseñó a sus hijas a ser valientes. Simone Veil creció con esa enorme carencia, esa herida atroz, que marcó su vida. Para mí era muy importante que ese hecho quedara bien patente en la película. En cuanto a Élodie, está magnífica en su interpretación de la madre de Simone.

P: A Simone Veil le indignaba la injusticia: la sufrida por su familia, apresada en 1944, la sufrida por los presos o incluso por las mujeres que no disponían libremente de su cuerpo ante la ausencia de la posibilidad legal de interrumpir un embarazo.

R: La noción de injusticia forma parte de su personalidad. Se enfrenta a una injusticia muy profunda cuando todavía es muy joven: la detención de su madre y de su hermana en la calle, tener que llevar una estrella amarilla. Se niega a que su padre vaya a censarse, luego sufre porque lo arresten y no haber podido hacer nada.

A lo largo de toda su vida siente aversión por la injusticia y eso estructura su personalidad y crea en ella un sentimiento de culpa.

P: Esos hechos alimentaron sus luchas a partir de entonces...

R: Así es. Nunca dejó de luchar por los seres débiles, maltratados para devolverles cierta dignidad, por los enfermos de sida y por todas las víctimas de situaciones trágicas. En su opinión, todos merecen ser tratados con humanidad, incluidos los presos. Para ella, es una cuestión de honor y dignidad: no admite que los seres humanos se vean privados de dignidad. Sentía, en lo más profundo de sí misma, empatía por los hombres y mujeres que sufrían.

P: Durante mucho tiempo sufrió, como otros supervivientes del Holocausto, por no poder articular su experiencia en los campos, como si su sufrimiento no existiera y "molestara". ¿Cómo se puede representar ese sufrimiento indecible como actriz?

R: La sociedad no quería escucharlo: era demasiado violento, demasiado duro, insoportable. Pero sé que Simone Veil y Marceline Loridan-Ivens, su compañera de deportación, se veían de vez en cuando y hablaban del campo de concentración. Necesitaban hablar de ello, aunque a los demás les costara oírlo. Por mi parte, representar ese dolor me llevó un año de trabajo, incluso más. Porque ser actriz está ligado a la intimidad y a lo que tienes en las tripas: alcanzar cierta profundidad y precisión en tu interpretación es un trabajo muy largo.

P: La resiliencia define a Simone Veil: resiliencia en los campos, en la liberación que supone reconstruirse, ante la muerte de su querida hermana, ante los insultos que soportó en la época de la ley del aborto…En todas las circunstancias, Simone Veil es una mujer que siempre se levanta.

R: Para mí, la resiliencia caracteriza a Simone Veil. Porque tras la experiencia en los campos, Simone Veil tiene algo que se le ha roto por dentro. Sin embargo, tuvo fuerzas para levantarse, para querer vivir, casarse, tener hijos, para salir adelante y luchar. Era eso o caía derrotada. Esto es crucial en su construcción. La batalla que libró fue reconstruirse partiendo de cenizas.

La manera de explorar la faceta íntima y la faceta pública de Simone que había en el guion me gustó mucho. Olivier ha querido mostrar que en el ámbito familiar a veces se derrumba. No solo es esa mujer fuerte, cuya dureza se recuerda a menudo. Por ejemplo, cuando recibe cartas antisemitas, se derrumba. Pero eso no le impide volver a la Asamblea Nacional y ser una roca. Era fundamental mostrar esa dualidad del personaje.

P: También era una mujer que dudaba, incluso de su poder.

R: En la película dice a menudo: "¿Sigo siendo útil?" ». Cuando está convencida de su acción, nada la detiene. Pero a veces también duda, sobre todo cuando es ministra, porque se da cuenta de que su poder es limitado: formar parte de un gobierno y está atada de pies y manos. Se pregunta cómo puede obtener resultados aunque luche con todas sus fuerzas, y también se pregunta si ha hecho lo suficiente. Sin embargo, llama la atención ver que las luchas que libró por la dignidad, por la memoria, por las cárceles siguen vigentes.

P: La echamos de menos...

R: Desde luego. Echamos de menos su forma de hablar sin rodeos, su verdad, su franqueza, su deseo de luchar contra los extremos, el horror, la ignorancia.

Fue una mujer ilustrada, lúcida, vivaz, que hablaba con libertad y que era poderosa. Simone Veil no es el poder por el poder, es el poder por la dignidad. Tenía altura de miras, una visión forjada por su capacidad de indignarse.

P: Simone Veil reivindicó la herencia secular y republicana de sus padres, mientras asumía su identidad judía. Posteriormente, quiso transmitir su experiencia en los campos a las generaciones futuras y se implicó en la Fundación por la Memoria de la Shoah.

R: Simone Veil es la historia que la hace judía. Eso es algo que siempre me maravilló incluso antes de empezar la película: muchos de los que fueron deportados lo fueron por sus apellidos, cuando en realidad eran laicos. El propio padre de Simone Veil nunca pensó en censarse porque se sentía francés antes que judío.

Sus familiares relatan que Simone Veil no era practicante y no iba a la sinagoga pero al mismo tiempo se consideraba judía. Pero eso no es lo que la define. Pero en su tumba se rezó el kadish.

Es la historia que le recuerda constantemente sus orígenes: la insultaban, recibía cartas antisemitas así que para ella era importante transmitir lo que le había sucedido a las generaciones más jóvenes. Iba más allá del deber, era algo necesario.

P: En contra de los condicionamientos premisas sociales y a pesar de las reticencias de su marido, Simone se convirtió en magistrada en un momento en el que muy pocas mujeres ocupaban ese cargo. ¿Crees que su determinación la convierte en una feminista avanzada para su tiempo?

R: Simone Veil vivió un feminismo esencial que tiene sus raíces en los derechos fundamentales de las mujeres: ¿Por qué no iba a tener derecho a ser abogada o magistrada? Para ella, como vemos en la película, era una cuestión de supervivencia.

Hoy, siguen quedando batallas por librar, pero Simone Veil luchó para obtener su libertad y acceder a los mismos puestos que los hombres. Fue su madre quien le enseñó que una mujer debe ser libre, y que para ser libre hay que trabajar. La libertad de la mujer pasaba por la independencia. Ella no lo olvidó nunca. Por lo tanto, era menos una cuestión de feminismo que de supervivencia: estuvo a punto de morir, experimentó el horror. Por eso, cuando le preguntan en el kibutz "¿es usted feminista?", me gustó que ella respondiera "no" en un primer momento aunque terminó diciendo: "Sí, por la fuerza de las circunstancias, lo soy".

Ahora sabemos lo que hizo en favor del aborto, así que es obvio que la veamos como una feminista. Pero hay mil maneras de ser feminista. Creo que fue una mujer muy adelantada a su tiempo y en muchos temas. Para mí encarna a una mujer que busca un equilibrio.

P: Ella comprende, antes que mucha gente, que la reconciliación con Alemania es la única forma de lograr una Europa pacificada.

R: Sí, esa es su fuerza y su gran inteligencia. Sabe muy bien que no todos los alemanes son nazis. Y para ella, Europa es paz: por eso se emociona tanto cuando la eligen Presidenta del Parlamento Europeo. Para ella, es inconcebible cuestionar la existencia de Europa. La paz duradera sólo puede pasar por Europa.

P: En su esfera más íntima, ¿qué lugar ocupa Antoine junto a Simone?

R: Crecieron juntos, hicieron todo juntos, se fusionaron y, al mismo tiempo, él se hizo a un lado para dejarla existir. Él era su pilar. Eran una pareja increíblemente moderna para la época. El renunció a sus ambiciones políticas, aunque contribuyó en gran medida a los proyectos políticos de Simone Veil. Por ejemplo, trabajó mucho en la ley sobre el aborto y convenció a Claudius Petit, que era muy católico y estaba consternado por el contenido del texto, para que votara por su aprobación. Además, él también encarnaba a esa familia laica e ilustrada que ella había perdido en los campos de concentración.

P: Simone estaba muy unida a su hermana Milou y su desaparición le afectó durante mucho tiempo.

R: Para Simone Veil, la muerte de su hermana mayor, tan brutal, en un accidente de coche, significa el segundo golpe del destino. Lo siente en sus carnes como una injusticia terrible: le arrebatan a su hermana y, en cierto modo, muere por segunda vez. En la película, lo vemos en la escena en la que da una entrevista y no puede ni hablar. Creo que cuando las personas pasan por cosas que son demasiado violentas, se encierran en sí mismas. En Simone, puedes ver en sus ojos que esa forma de aparente dureza esconde mucho dolor y brutalidad.

P: La complicidad con Marceline Loridan era total.

R: Desde luego. Y eso a pesar de que no provenían del mismo entorno. Marceline Loridan-Ivens era comunista y había ido a rodar documentales comprometidos con su marido Joris Ivens. Además, cuando se cruza por casualidad con Simone Veil en rue de Rome después de la guerra, ve a una madre burguesa, acompañada de unos niños guapísimos, y no se atreve a invitarla a tomar un café. Pero cuando se encuentran por segunda vez ya no vuelven a separarse.

Marceline es como el alma juvenil de Simone Veil. Pero hay el mismo fuego en ambas mujeres: están enfadadas, son apasionadas, intransigentes, sinceras. La única diferencia es que transitan por caminos diferentes. Simone se sitúa en las instituciones y en la burguesía, mientras que Marceline es una verdadera punk, que bebe vodka y ¡lleva 50 años viviendo en el mismo apartamento! Pero tienen un lado de eternas adolescentes cuando están juntas. Conectan en cosas esenciales.

P: Cuando están juntas, sus diferencias carecen de importancia.

R: De hecho, son solo dos antiguas compañeras de los campos que casi mueren y que escaparon milagrosamente. Simone ya no es “Simone Veil”, esa mujer burguesa que conoce a toda la buena sociedad de París. Me encanta la escena en la que están las dos en la cama fumando como dos adolescentes. No hay diferencias sociales entre ellas. Evocan sus –imborrables– recuerdos de los campos. Esa es la verdad absoluta que comparten y que conforma una especie de protección mutua.

P: En un momento convulso en el que se cuestionan ciertos valores, ¿crees que la película puede ayudar a difundir el legado de Simone Veil?

R: Cuando asumimos un proyecto de este tipo, nos decimos a nosotros mismos que lo hacemos para transmitir el mensaje de Simone Veil a las generaciones más jóvenes. Creo en el poder del cine, que es más accesible que la literatura o una conferencia. Una película puede mostrar la violencia que han sufrido personas como Simone Veil, para que estas atrocidades no vuelvan a suceder, por el laicismo, por la paz. En cualquier caso, puede dar pie a debates en el seno de las familias.

Estoy convencida de que era mi deber como actriz ayudar a dar a conocer la trayectoria de Simone Veil. En mi opinión, hacer una película como ésta es un acto político.

P: ¿Cómo crees que recibirá el público esta película?

R: Siempre nos da miedo la reacción del público, eso está claro... Pero yo creo en esta película. Es una película potente y habla de un destino absolutamente excepcional. Y está dirigido a todos los públicos, desde aquellos que han conocido a Simone Veil hasta aquellos que la descubrirán, con su voluntad, su fuerza, su dignidad, su modernidad pero también con sus fragilidades de mujer.


Entrevista a Rebecca Marder

P: En tu caso, ¿cómo empezó la aventura?

R: Había leído la autobiografía, Une vie, dos años antes de que me ofrecieran participar en el casting para el papel de Simone. El libro me había impactado y nunca imaginé que algún día tendría el honor de interpretar a una mujer así.

En 2019, pasé tres audiciones para el papel de Simone Veil a diferentes edades: 15 años, 21 años y 36 años. Tuve que hacer una escena de Simone deportada en los campos, otra en la que va a la facultad de Ciencias Políticas (Sciences Po) y habla de sus estudios con su hermana, y por último una escena en la que gestiona la administración penitenciaria. Superé esas tres rondas y luego conocí a Olivier Dahan. ¡Me había visto en los ensayos y me dijo que iba a formar parte de la aventura!

P: ¿Cómo reaccionaste cuando te lo dijo?

R: Estaba ensayando en el teatro cuando saltó la noticia y sentí que volaba. Estaba deseando sumergirme en la historia de Simone Veil y, al mismo tiempo, sentí una presión inmensa porque quería estar a la altura de la confianza que habían depositado en mí. ¡Esta mujer bajó del cielo! ¡Su vida, su lucha, su fe en la humanidad te da alas! Aparte de la alegría, era consciente de que interpretar a alguien que existió de verdad siempre es complicado, así que me sumergí inmediatamente en el trabajo.

P: ¿Qué es lo que más te llamó la atención del guion?

R: Como había leído el libro, estaba familiarizado con sus dramas y sus luchas. El guion me impactó por los mismos dramas, como cuando pierde a su hermana. Me emocioné muchísimo porque tanto las escenas íntimas como las escenas colectivas estaban maravillosamente bien escritas y dialogadas. Eran fieles a la realidad y tuve la impresión de estar viendo la película porque el montaje ya se palpaba en el guion. El guion estaba marcado por idas y venidas en el tiempo y es precisamente esa cronología disparatada la que nos transporta y da sentido a la historia de Simone Veil. Después de experimentar lo inimaginable, continuó luchando por la humanidad. Me dije que como no había continuidad temporal, el hecho de que hubiera dos actrices encarnando al personaje podía resultar creíble.

P: ¿Qué representa para ti Simone Veil?

R: Para mí, encarna la fuerza. Es una mujer a la que las jóvenes y los jóvenes le deben mucho: Europa, el aborto, los derechos de las mujeres. Sus luchas fueron muy revolucionarias y, lamentablemente, también son muy actuales, porque hay un gran resurgimiento del antisemitismo y del racismo. Es impensable ver que las batallas que libró no han acabado. Es una mujer que inspira admiración y respeto.

Por encima de todo, lo que me llama la atención y me impresiona de ella es su fe en el ser humano. Algunos supervivientes de los campos era presa de una culpa terrible que les impedía seguir adelante. Por el contrario, para ella, el hecho de haber sobrevivido tenía que servir de algo. Hay en ella un universalismo y una fe en el laicismo increíbles.

P: ¿Qué aspectos de su vida te llamaron más la atención?

R: Me ha marcado todo, cada etapa de su vida. Primero, se distingue por su carácter y el mal genio que tenía desde que era una niña. La dureza forma parte de su personalidad: ella misma explica en una entrevista que cree “haber sobrevivido gracias a su dureza". Su madre y Milou eran demasiado buenas, demasiado generosas. Su herencia materna también fue un auténtico referente para ella. Todas sus luchas están ligadas a su madre, a sus hijos y a sus nietos. El texto del final explica muy bien la memoria transgeneracional. Personalmente, me parece una locura irse a vivir a Alemania dos años después del final de la guerra. es un gesto de paz increíble, porque ella ya estaba pensando en Europa. Pero elige seguir a su marido, que tiene todas las cualidades para emprender una gran carrera política. Su hermana intenta convencerla de que no se mude a Alemania después de todo lo que ha pasado su familia. Y entonces el destino ataca de nuevo. Es un acontecimiento que marca un punto de inflexión en mi interpretación. En ese momento, se dice a sí misma que luchará y trabajará.

P: ¿Cómo te documentaste?

R: Escuché su voz dos horas al día durante cinco o seis meses. Entraba en la página web del INA (Instituto Nacional del Audiovisual) todas las noches. Prestaba atención a su mirada, tan directa... tiene un ojo muy profundo. Pasé varios meses en su compañía, leyendo todo lo que existe, tratando de entenderla. Lo interesante es que para el período de vida que represento, de los 15 a los 37 años, hay menos fotos, grabaciones y documentos. Todos conocemos a la icónica Simone Veil, con el moño y el traje de Chanel porque hay más grabaciones de audio y video de esos años. Así que intenté verla desde el momento en que la filman. Olivier Dahan insistió en que no fuera una imitación sino que a partir de cierto momento adoptara una consonante labial muy cerrada, una forma de hablar que ella no tenía a los 15 años. Es la única mujer que se sienta en los anfiteatros de la facultad de Ciencias Políticas así que cuando tiene que hablar --como única representante de su sexo- supusimos que se ponía un caparazón y que cerraba la cara a nivel de la boca. Por lo tanto, lo más importante era empaparse de su voz, de sus luchas y de sus escritos.

P: ¿La abundancia de documentación e imágenes de archivo no termina siendo una trampa? ¿No obstaculiza la libertad de la actriz?

R: ¡No, al contrario! Me dio más confianza. Pude trabajar gracias a esas diferentes fuentes de documentación. Sigue siendo una figura histórica y hubiera sido imposible encarnarla sin traicionarla si no me hubiera interesado por sus escritos y sus luchas. Mi papel recorre varias épocas. Yo no había interpretado nunca un personaje que evoluciona durante tanto tiempo, así que quise conocer la vida política en cada período que me tocó interpretar. Me dio mucha confianza y me impliqué más leyendo sus libros y escuchando su voz. Pensaba en ella todo el tiempo, como una compañera imaginaria. Fue Olivier quien me aconsejó que escuchara su voz durante varias horas al día.

P: ¿Qué trabajo preparatorio tuviste que hacer para “transformarte” en Simone Veil?

R: No rodamos en orden cronológico. Algunos días empezaba con un maquillaje ligero y en otro momento tenían que colocarme una prótesis durante tres horas. ¡Casi nos quedábamos dormidos en la silla de maquillaje! Cuando interpreto a Simone Veil a los 15 años, llevo una prótesis en la parte superior de la nariz. Después, cuando la interpreto tras su regreso a París, llevo una prótesis en el hueso de la ceja, una prótesis de mentón, pecas, prótesis de mejillas y también una prótesis para la nariz. Todas estas prótesis permiten un paso fluido a Elsa cuando recupera al personaje para encarnarlo a los 39 años.

Luego me pusieron mejillas falsas para ahuecarlas con la edad y también me teñí el pelo de negro para que debajo de las pelucas mi color natural de pelo no apareciera.

P: ¿Cómo viviste las escenas en los campos de concentración?

R: Pasamos tres semanas en Budapest, en los estudios húngaros donde se reconstruyeron los campos de Auschwitz y Bergen-Belsen. El primer día me sentí bastante incómoda y asustada porque es muy difícil reconstruir uno de los períodos más oscuros de la humanidad sin correr el riesgo de caer en lo obsceno. Intenté tranquilizarme pensando en que estábamos allí para perpetuar la memoria de Simone Veil, que estábamos en comunión para recordarla todos juntos. Después, a partir del segundo día, me sentí más serena.

A mediados de noviembre, pasamos tres semanas en barracones con 300 o 400 extras húngaros y serbios, desnudos... No tenía la impresión de trabajar sino de mirar a mi alrededor y emocionarme con lo que estaba pasando. Nos dábamos el lujo de decir "Corten" e ir a almorzar y a dormir al hotel. El rodaje no fue un reto en sí mismo, pero la idea de poner en escena lo inimaginable es tremendamente inquietante. Este período se escenificó al final del rodaje. Había rodado todo el regreso de los campos antes de las escenas de Auschwitz. Así que de repente, descubrir ese decorado fue un auténtico shock.

P: Cuéntanos cómo fue tu colaboración con tus compañeros en la película.

R: ¡Hay 120 papeles en la película y todas las interpretaciones son magníficas! Estoy muy orgullosa de haber hecho este papel junto a Elsa Zylberstein, que está maravillosa en la película. Me he quedado impresionada con su ética de trabajo y su precisión. Élodie Bouchez y Judith Chemla interpretan a la madre y la hermana de Simone Veil respectivamente y son fantásticas. Me encantaron como actrices y como mujeres.

Mathieu Spinosi, que encarna a Antoine de joven, es a la vez amable y modesto. Hay algo muy sutil en su forma de trabajar. No explica nada, es encantador pero da muestras de autoridad. Me ha encantado trabajar con él.

Philippe Torreton es sencillamente magnífico.

Tengo la impresión de que todos los actores estaban encantados de poder contar la historia de esta mujer y se implicaron a fondo.

P: ¿Cómo dirige Olivier Dahan a sus actores?

R: Al principio intercambiamos mucha documentación. Tuvimos conversaciones sobre Simone Veil, compartimos nuestras ideas... Y nunca ensayábamos las escenas antes de rodarlas. Comprendí que Olivier quería que yo trabajara, no imitando, sino interpretando a un personaje con un carácter salvaje, sobre todo porque hay pocos rastros de la vida de Simone Veil en este período. Me bastaron unas pocas palabras para entender lo que quería. ¡Era casi una coreografía! Por ejemplo, a veces se trataba simplemente de bajar la barbilla en una escena para provocar una emoción. Tiene un ojo muy fino y sutil y enseguida se daba cuenta si yo había acertado o no. Está tan atento a lo que haces que eso te da confianza. Nadie había confiado en mí para un papel y un periodo tan importantes.

P: ¿Qué te llevas de esta experiencia?

R: Ha cambiado mi vida hasta los cimientos. En primer lugar, fue un encuentro con un personaje histórico que me acompañaba. Pienso a menudo en ella, en sus luchas. También recuerdo esa fe en lo humano que está tan presente en Simone Veil. También es un encuentro maravilloso con Olivier, un director que depositó su confianza en mí.


Entrevista a Élodie Bouchez

P: ¿Cómo aterrizaste en este proyecto?

R: Conozco a Olivier hace treinta años, ya había trabajado con él en Érase una vez... Fue él quien pensó en mí para interpretar a la madre de Simone Veil. No dudé ni un momento en ponerme a sus órdenes y aún más en este proyecto.

P: ¿Qué te interesó, emocionó, conmovió del guion?
La construcción y la escritura del guion me gustaron mucho. El montaje de la película es muy particular porque no es lineal. El guion nos lleva por el horror, la reparación, todo lo que pudo haber pasado antes de que todo cambiara. Cuando leí el guion, supe inmediatamente que Olivier iba a hacer una película fuerte y muy especial.

R: También me interesó cómo todo se vuelve atrocidad, cómo los individuos pierden su condición de seres humanos. Hoy en día vemos algo parecido aunque quiero creer que nunca más podremos llegar tan lejos con el horror.

P: ¿Conocías la trayectoria de Simone Veil y el papel que desempeñó su madre en su vida?

R: Conocía su historia pero no en detalle. Había oído hablar que tenía un vínculo muy fuerte con su madre. Pero lo comprendí leyendo, en particular el libro de Simone Veil. Descubrí que su madre era una especie de roca en la que se apoyaba Simone Veil y de la extrajo su energía a lo largo de su vida de mujer. Estaban muy unidas y la pérdida de su madre en el horror de los campos de concentración fue traumática.

P: ¿En tu opinión, que encarnaba Simone Veil? ¿Te identificas con sus luchas?

R: Es una mujer que luchó toda su vida por la dignidad del ser humano tanto en el ámbito personal como en el político. Eso me conmueve enormemente porque la voluntad de aniquilamiento de los seres humanos dejó huella en su historia y en su carne. Pero siguió viviendo y luchando por hacer un mundo más humano, más justo.

Me identifico con esto porque tendemos cada vez más tendencia a olvidar al ser humano que hay detrás de todos aquellos que nos encontramos por la calle, que solicitan nuestra ayuda... Si nos interesáramos durante un momento, dejaríamos ver nuestra humanidad a los migrantes, a todas esas personas de las que llegamos a tener miedo. Es un razonamiento muy simple, pero creo que forma parte de la lucha de Simone Veil.

P: ¿Cuál es tu opinión sobre el personaje de la madre que interpretas?

R: No tuve que buscar mucho para hacer mis escenas. Me concentré en el amor incondicional de una madre por sus hijos. Es lo que vivió Simone Veil en su primera infancia e incluso en el horror de los campos. Asumí todo ese amor para encarnar a Yvonne. Simone Veil recuerda a su madre como una mujer amable, empática y generosa. Así que me apoyé en esas cualidades.

P: ¿Tu percepción del personaje evolucionó durante el proyecto?

R: No, para nada. Me imaginaba a esas tres mujeres, una madre y sus dos hijas, pasando juntas por un infierno. Me dije a mí misma que solo podía haber luz en ellas para mantenerlas en pie todo ese tiempo. Simone Veil tuvo que ser muy fuerte para apoyar a su madre y a su hermana.

P: ¿Cómo te documentaste? ¿Intentaste familiarizarse con Yvonne a través de imágenes de archivo, testimonios, escritos de Simone Veil?

R: Investigué mucho, y en particular vi fotos que encontré en los libros.

P: ¿Es más difícil para una actriz interpretar a un personaje que existió realmente?

R: No he interpretado muchas veces a un personaje real. En el caso de Simone Veil, no me hice ninguna pregunta. Todos nosotros queríamos contar su historia. Me dejé guiar por la dulzura, la humanidad, la luz. Me apoyé totalmente en esas cualidades.

P: ¿Cómo viviste las escenas en los campos de concentración?

R: Empezamos a rodar en La Ciotat, para las escenas inicial y final de la película. Fue a principios de septiembre y todavía hacía buen tiempo. Éramos conscientes de que íbamos a llegar a un punto de ruptura y que dos meses después nos encontraríamos en el escenario de los campos de concentración. Sabíamos que iba a ser muy duro y nos preparamos para ello. Fue una fase del rodaje particularmente difícil. Era muy curioso porque, a veces, nos reíamos mucho -Judith [Chemla], Rebecca [Marder] y yo. Nos reíamos a carcajadas de cosas absurdas y liberadoras ya que algunos extras, que hacían de nazis, eran en realidad cantantes de opereta ¡y se ponían a cantar canciones de John Lennon disfrazados de nazis con sus perros! ¡Hubo momentos muy divertidos! Reímos y lloramos mucho al mismo tiempo; de hecho siempre había un miembro del equipo o un actor que se echaba a llorar. Las escenas fueron tan duras que todos rompimos a llorar en un momento u otro. Nunca había vivido esas situaciones aparte de los funerales, esos momentos en los que la tristeza nos embarga por completo. Nunca había experimentado ese fenómeno en un rodaje. A veces era difícil seguir interpretando escenas muy duras: había que hacer de tripas corazón para no llorar durante las tomas.

P: Cuéntanos cómo fue tu colaboración con tus compañeros en la película.

R: Estábamos muy unidos. Tengo la impresión de que durante el rodaje de esas escenas en los campos éramos como tres pájaros, pegados entre sí con el mismo deseo de sacar adelante la misma historia y la misma película.

Creo que hubo un nivel muy alto de exigencia en todos los actores. Y eso nos permitió transmitir las emociones de la forma más sincera.

P: ¿Cómo dirige Olivier Dahan a sus actores?

R: Es uno de esos directores que tienen carisma y para mí es suficiente. Si conectas con él, es fácil entender lo que te pide que hagas. Lo poco que dice está muy claro. Eso es bueno para un actor porque comprendes inmediatamente lo que espera y qué dirección quiere tomar. Por lo tanto, el rodaje se realizó con gran fluidez.

P: ¿Crees que una película como esta puede servir para despertar conciencias?

R: Para mí, esta película es más una película con Simone Veil que sobre Simone Veil. Contar la historia de una mujer como ella va más allá de una película biográfica.

Creo que la película puede ayudar a despertar conciencias. Es una película muy política. Mi hijo, que tiene 20 años y es muy curioso y culto, aprendió mucho sobre el Holocausto y acabó apasionándose por la trayectoria de esta mujer. Quedan algunas personas muy ancianas que han vivido esa época, pero no quedan muchas que puedan contar lo que pasó. Esta película permitirá contar lo que sucedió una y otra vez.


Entrevista a Olivier Gourmet

P: ¿Qué te pareció el proyecto cuando te lo presentaron?

R: El guion me interesó inmediatamente. Me pareció que el tema podía dar mucho juego, que el proyecto se escapaba de las convenciones del biopic tradicional y, sobre todo, que había un excelente material humano y una trayectoria vital extremadamente bien escrita.

P: ¿Qué sabías de Simone Veil?

R: Está claro que estaba familiarizado con la ley sobre el aborto. Pero al ser belga, era especialmente sensible al hecho de que había sido la primera mujer presidenta del Parlamento Europeo. Para mí fue un hito importante y esperanzador. También sabía que era decidida y valiente, y que había tenido una vida difícil. Por encima de todo, para mí encarna una oleada de libertad y esperanza, aunque todavía queda mucho por hacer en materia de igualdad de género. Sigue siendo una pionera.

P: ¿Cómo te preparaste para el papel?

R: Olivier Dahan me envió algunos documentos y me sumergí en ellos. Pero cuando hablamos nos pusimos de acuerdo en que no queríamos hacer un copia/pega del personaje. Así que no intenté reproducir las entonaciones de Antoine Veil. Y como había dos actores interpretando el papel, confié en Olivier para que en la puesta en escena hubiera una concordancia suficientemente fluida entre el Antoine joven y el Antoine mayor.

P: Estás irreconocible con el maquillaje...

R: Sí, desaparezco totalmente debajo el maquillaje, y ese era el objetivo, aunque fue muy tedioso. Llegaba temprano en la mañana y la sesión de maquillaje duraba cinco horas y por la noche tardaba una hora en desmaquillarme. Pero al mismo tiempo, esa transformación te da muchas pistas. Al ver aparecer a Antoine Veil en el espejo, el cuerpo quiere acomodarse al rostro. Redescubrí el placer de un niño que se disfraza y tuve la perturbadora ilusión de meterme en la piel de Antoine Veil.

P: ¿Cómo se explica que un hombre de su generación animara a su mujer a realizar semejante carrera y mantenerse en la sombra?

R: Era un hombre tremendamente inteligente. Comprendió que su mujer podía hacer cosas importantes, con las que estaba de acuerdo, pero en las que ella era la protagonista y no él. Tenía esa generosidad y esa fuerza para permanecer en la sombra y estar a la vez a su lado. Esa actitud también se entiende porque había mucho amor, un respeto total y una gran apertura al mundo. También creo que había cierto feminismo en él, lo que es aún más significativo en una sociedad patriarcal. Accedió a mantenerse alejado de la vida pública renunciando a su propia carrera.

P: Da la sensación de que eran un equipo.

R: Sí, él era el hombre en las sombras y el consejero. Yo estaba a menudo en segundo plano, como el ángel de la guarda de Simone. Olivier lo ha querido mostrar así. Antoine se puso a disposición de su esposa en cuerpo y alma. Tuvo una visión de lo que ella era, de lo que podía lograr. La aconsejó con sencillez, empatía e inteligencia. Le dio confianza en sí misma para llegar más lejos. Le decía que lo tenía todo y que solo necesitaba estar más segura de sí misma.

P: También es una roca de estabilidad para Simone Veil.

R: En efecto, es un hombre sólido, que tenía una gran sensibilidad, una fuerza tranquila, una idea concreta sobre el mundo, sobre lo que es el mundo. Es un hombre con una gran estabilidad y una gran sabiduría. Es también un erudito, que se cultiva, que está en el mundo. Yo no sabía nada de su carrera, del sacrificio que hizo, de cómo renunció a sus ambiciones políticas. Fue todo un descubrimiento para mí.

P: Cuéntanos cómo ha sido trabajar con Elsa Zylberstein.

R: Fue difícil para ella porque perdió a su madre durante el rodaje. Pero nos dimos cuenta de que había trabajado mucho, que estaba lista y que estaba totalmente disponible. Tuvo que encontrar la entonación para apropiarse del lenguaje de Simone Veil pero sin dejar de ser libre. Tuvo que esforzarse mucho para no parecer artificial. Era fascinante verla actuar y ver cómo se apoderaba del personaje. Para mí ha sido un auténtico placer y una gran ayuda tenerla a mi lado.

P: ¿Cómo dirige Olivier Dahan a sus actores?

R: Nos conocimos en una de sus primeras películas, Érase una vez..., y no habíamos trabajado juntos por problemas de agenda. Me encantó trabajar con él. Tiene sentido de la imagen, del ritmo, y tiene en mente su película. Trabaja muchísimo. Se pone al servicio del guion y tiene un sentido del cine increíble, de la elección de planos, de las distancias focales. Nunca está satisfecho. Además es de gran ayuda para el actor porque es muy preciso. Comprendes lo que quiere, y lo que quiere oír, y lo transmite con mucha facilidad. Estaba totalmente metido en su guion y en su película.


Entrevista a Christian Marti, diseñador de producción

P: ¿Cómo abordaste este proyecto?

R: Entender un proyecto así fue bastante vertiginoso. Lo que nos guio fue mostrar a Simone Veil en su determinación como mujer y madre comprometida, su apego a los valores humanos y familiares y reflejar la evolución de su estatus a lo largo de su carrera.
Cuando afronto un proyecto siempre trato de encarnar al personaje y entender íntimamente su visión de la época y cuáles podrían ser sus sentimientos.

P: En tu opinión, ¿qué representaba Simone Veil?

R: Una mujer fuerte, valiente, comprometida, que representaba los auténticos valores de la República francesa. Lo que más me impresiona es su humanidad, su empatía, su generosidad. Convivía, por así decirlo, con la figura pública de Simone Veil, pero no conocía muy bien su paso por el Ministerio de Justicia, ni su compromiso a favor de los enfermos de sida. Esta mujer ha pasado por muchas situaciones dramáticas y eso es lo que forjó su carácter: Simone Veil no se rinde nunca. ¡Además, lo primero que comprendí al leer el guion fue que había tenido un destino increíble y que había sido una mujer increíble alucinante!

P: ¿Cómo te documentaste?

R: En primer lugar estaba la autobiografía de Simone Veil, que nos sirvió de base. Después utilizamos todo lo que pudiera alimentar nuestra reflexión: los archivos del INA y de la Biblioteca Nacional, artículos de prensa, pero también fotos de la familia, la pareja Simone/Antoine en la intimidad, álbumes de fotos que documentan la infancia y la casa de sus padres en La Ciotat.

P: ¿Cómo se organizó el diseño de los decorados?

R: La película se construyó en torno a escenarios naturales en los que inyectamos elementos esenciales, diseño, pintura, etc. para potenciar la narrativa de la película. Son elementos históricos que pueden arrojar luz para el espectador en lo que concierne esa época. Los coches son elementos muy llamativos porque identifican inmediatamente la época. Lo más importante para un decorador es trabajar en las sensaciones que nos producen descubrir las imágenes, es decir, conseguir algo que pertenece a lo invisible, pero que provoca emociones. Un decorado que funciona bien es un decorado que no se nota, que desaparece detrás de los personajes.

P: La paleta de colores evoluciona a lo largo de la película.

R: En efecto, la infancia de Simone Veil, en los años 1930, estuvo mecida por el azul del Mediterráneo y la atenta presencia de una madre, un personaje solar y luminoso, que nos llevó a un enfoque impresionista. Después nos sumergimos en el caos y pasamos a casi el blanco y negro en los campos de exterminio. El único color no saturado es el de los tonos de piel: en Auschwitz ya no hay colores, sólo los rostros y los cuerpos nos lo recuerdan. Más adelante, a lo largo de las décadas que marcan la vuelta a la vida, volvemos a respirar color.

P: ¿Has intentado ser lo más fiel posible a la realidad histórica?

R: Me preocupa mucho la precisión y la exactitud y eso permite que experimentemos esa sensación de dejarnos llevar por la fuerza emocional de la película en la que se ven afectados todos los sentidos. Nos podríamos haber dejado llevar por el expresionismo, pero las imágenes de archivo son mucho más llamativas y resultan suficientes.

P: ¿Cómo abordaste las secuencias de los campos?

R: Nos hicimos muchas preguntas con Olivier Dahan porque queríamos respetar la veracidad histórica. Nos alimentamos de historias, revisamos documentales imprescindibles como Noche y niebla, pero aunque queríamos una reconstrucción lo más rigurosa posible, no hemos ido tan lejos con el horror que se recoge en ciertas películas donde la atrocidad se convierte en una forma de voyeurismo. Por lo tanto, nos preguntamos cómo transmitir esa sensación de pesadilla total manteniendo un mínimo de dignidad y una mirada empática. Optamos por una atmósfera visual casi monocromática y, para los barracones, optamos por la madera, para acentuar la monocromía.

P: Después de la guerra, Simone Veil inicia su reconstrucción personal y su construcción política.

R: Simone inicia su carrera en un universo polvoriento. Queríamos mostrar que la burocracia de los años 50 -justicia, prisiones, administración- era un universo propio de las novelas de Balzac y que las prisiones estaban deshumanizadas. Queríamos resaltar la determinación de Simone Veil a la hora de luchar contra la injusticia y por la dignidad humana. Es una mujer de acción que se mueve en universos muy masculinos: el ministerio, la Asamblea Nacional, meetings de campaña donde hay que enfrentarse a la rabia de fascistas y machistas.

P: ¿Cómo reconstituiste los momentos más emblemáticos como el discurso en la Asamblea Nacional?

R: Rodamos en la Asamblea Nacional. ¡Tuvimos mucha suerte porque hubiera sido muy difícil recrear un escenario tan grande! La inspiración siempre proviene de la documentación, especialmente cuando se trata de personajes reales. Estábamos obsesionados con ser precisos y no traicionar la realidad de los hechos, pero no estábamos haciendo un documental porque buscábamos sistemáticamente la parte más espectacular de los decorados. A veces la realidad supera a la ficción y cuando ves los archivos te das cuenta de eso. Es necesario ir en esa dirección, ir hacia lo más espectacular para poder reproducir esa sensación física cuando uno descubre una imagen.

P: ¿Y para la intimidad de la pareja?

R: Fue un trabajo centrado en los contrastes, las texturas. Los papeles pintados se pintaron a mano y en esos espacios reinaba la tranquilidad y la belleza serena sin artificios, que invitan a la reflexión.

P: ¿Cómo fue la colaboración con Gigi Lepage?

R: Ya conocía a Gigi porque ya elaboramos un proyecto juntos para Olivier, que no se materializó. Gigi es una colaboradora maravillosa con una gran sensibilidad: pensamos juntos, nos ayudamos y compartimos nuestros talleres. Se implicó en el proyecto desde el principio y gracias a su riquísima documentación nos proporcionó una información muy valiosa sobre la organización de los campos de exterminio.


Entrevista a Gigi Lepage, diseñadora de vestuario

P: ¿Qué te pareció el proyecto cuando te lo presentaron?

R: ¡Cuando leí el guion me pareció fascinante! Al principio, tenía miedo de que el período político de la carrera de Simone Veil fuera menos apasionante para mí, pero en realidad fue todo un placer trabajar en todas las épocas, incluida la etapa política, desde 1974 hasta los años 90.

P: En tu opinión, ¿qué representaba Simone Veil?

R: Una mujer fuerte. Para mí fue sobre todo una figura política muy potente que todas las jóvenes deberían conocer. Pero no conocía en profundidad su carrera, en particular las medidas que defendió para mejorar las condiciones de encarcelamiento de los presos en Francia y Argelia. Tampoco conocía con detalle los horrores que experimentó! Y sabía poco de las tragedias que había vivido su familia.

Fue una gran dama, un modelo de coraje, tenacidad, empatía y libertad.

P: ¿Cómo abordaste este proyecto?

R: Yo debuté en el mundo de la moda así que me fascinaban los trajes de Chanel que llevaba Simone Veil. Gracias a la colaboración de la Maison Chanel, pude tener en mis manos documentos auténticos sobre los modelos de Chanel que llevó Madame Simone Veil, lo que me ayudó mucho, especialmente en lo que se refiere a materiales y colores.

Pero a la hora de trabajar, todo me resultó fascinante, desde los años 1930 en La Ciotat hasta los 90.

En el caso del Holocausto, fue necesario documentarse muchísimo con todo lo que existe para poder abordar ese tema tan atroz. Leímos muchos relatos de deportados y debo decir que algunos eran difíciles de leer. De hecho, leímos documentos que pocas personas han leído o no quieren leer, como en mi caso, ya que es muy difícil ver las imágenes y las historias son muy dolorosas. El Holocaus