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  Entre montañas  Dirigida por Unai Canela
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Argumento y contexto
ENTRE MONTAÑAS es el primer largometraje de Unai Canela (2004) y se realizó durante los primeros dieciocho meses de la pandemia del covid. Se hizo en un entorno privilegiado, en un rincón del Pirineo catalán, donde el joven estaba confinado con su familia. Esa época de recogimiento obligado se convirtió, cuando la movilidad estuvo permitida, en una oportunidad para que Unai redescubriera el paisaje de su infancia: el lugar donde nació, creció y dio sus primeros pasos por la naturaleza.

Caminando solo, observando lo que le rodea en silencio y siguiendo el rastro de los animales más comunes del lugar, Unai conecta con el entorno y también con su yo interior. Mientras el mundo se tambalea, este joven de dieciséis años aprende a valorar todo aquello que le rodea, a vivir intensamente los momentos mágicos que proporciona el paso de las estaciones, pintados por los verdes primaverales, los ocres del otoño y las blancas nieves del invierno. Y, sobre todo, aprende a convivir consigo mismo. Sarrios, ciervos, zorros, jabalíes, marmotas, mirlos y gorriones son los únicos compañeros de Unai en esos instantes de gran belleza. En definitiva, se trata de un viaje de crecimiento personal, que, además, es un canto a la Vida y a la Naturaleza, y una reivindicación de la necesidad de proteger nuestro planeta, empezando por el entorno más inmediato. Es especialmente significativo que este descubrimiento y la llamada a la reconexión con el medio natural sucedan en un momento de crisis mundial, cuando todo lo que conocíamos y dábamos por hecho se cuestiona.

Después de participar en el documental El viaje de Unai (OHM Productions y Televisió de Catalunya, 2016) y en el largometraje Panteras (Wanda Films, 2021), Entre Montañas (Wanda Films, 2022) es el primer trabajo en solitario de Unai Canela.


Notas del director
El documental ENTRE MONTAÑAS retrata mi admiración por la naturaleza y un acercamiento sencillo al lugar que tengo más cerca. Es el lugar donde nací, crecí y empecé a descubrir la naturaleza. A veces, justamente por esa razón, porque está allí mismo, al alcance de nuestra mano, lo dejamos de lado o le prestamos menos atención. Y experiencias como esta demuestran nuestro gran error: la naturaleza más inmediata puede ser también la más maravillosa, la que más nos aporte. Conociendo y valorando lo que tenemos cerca, podremos mirar el resto del mundo de manera distinta.

ENTRE MONTAÑAS nos habla de una parte perdida del Pirineo catalán, una tierra a la que muchos (locales y foráneos) no dan importancia. Nunca se ha prestado mucha atención a estos paisajes, y la intención de la película era también dar voz a este increíble lugar de montañas, valles, ríos y riachuelos, animales... Mi intención era desviar por una vez el foco de los lugares exóticos y llevarlo a nuestros propios tesoros naturales, que son muchos y muy valiosos, pero, a veces, los olvidamos.

ENTRE MONTAÑAS es la historia de una reconexión con mi hábitat natural, con el entorno natural al que pertenezco. Lo hago en un momento en que el mundo está en crisis y en el que yo, en mis últimos años de adolescencia, me pregunto muchas cosas y, sin ser muy consciente de ello, quiero poner las bases de lo que será mi futuro: mi vida como adulto y mi carrera profesional en solitario.

ENTRE MONTAÑAS es un viaje al corazón de la naturaleza más íntima, la naturaleza de mi infancia, pero también es un viaje a la esencia de mi ser. Tengo la impresión de que este viaje era necesario para emprender el vuelo en un mundo tan cambiante y, a veces, tan hostil como el de ahora.

Cuando digo que ENTRE MONTAÑAS es un acercamiento sencillo a la naturaleza, no significa que haya sido fácil. Ha sido un acercamiento sincero, con el alma, el corazón, los sentidos, la mente... muy abiertos. Sin muchas más pretensiones que la de estar ahí, recibiendo todo lo que la naturaleza me quisiera dar. Con la intención de observar, comprender y aprender el funcionamiento de todo lo que nos rodea y, así, ver y demostrar su valor. Todo eso, disfrutando cada instante, cada encuentro o descubrimiento.

Aunque la idea era "sencilla", detrás de esos setenta minutos de tiempo de pantalla, hubo muchos obstáculos que tuve que superar. El tiempo dedicado fue incontable, y también vital para obtener resultados óptimos. Pasé meses en el campo, caminando y esperando que la vida silvestre actuara como siempre hace: a su ritmo, y siguiendo sus propias reglas y necesidades. Fueron incontables jornadas, prestando atención a todo lo que me rodeaba, desde el amanecer hasta el atardecer. Este documental supuso también un reto físico y emocional importante: recorrer cientos de kilómetros a pie, soportar temperaturas muy bajas, lluvias incesantes, fuertes ventiscas o tremendas insolaciones, beber y comer poco y mal, dormir a la intemperie, cargar con el equipo... Y, sobre todo, dedicar mucho tiempo simplemente a esperar, en solitario, aprendiendo de la prueba y el error sin poder consultar a nadie, decidiendo siempre por mí mismo.

El rodaje de la película también se complicó a causa de las restricciones del coronavirus. Parte de la película se rodó durante la cuarentena y también durante los meses que la siguieron, con muchas restricciones e incertidumbres. Todo ello provocó que la gestión del tiempo, la planificación de las rutas y la continuidad cronológica fueran una lucha. A veces, solo se podía salir a ciertas horas o no se podía dormir en el campo. De esta manera, la producción era muy complicada: no se podía planificar nada con anticipación y constantemente había nuevas y cambiantes restricciones, que incluso llegaron a detener la filmación por completo.

El equipo que se unió a la postproducción del documental supo entender y mantener muy bien este aire de intimidad que quise que tuviera la película... La edición, la producción musical, la ingeniería de sonido... todo conserva ese tono. Lo logramos repitiendo, borrando, rehaciendo, remodelando... una y otra vez hasta conseguir el resultado deseado.

La música es una parte muy importante de este documental. Hay canciones escritas, compuestas e interpretadas por mí, que salen de ese contacto íntimo con la naturaleza. Reflejan lo que me inspira esa búsqueda, esas esperas en solitario, esa conexión con el medio que me rodea... Pero la música del documental no sería lo que es sin la intervención de Iván Caramés, que fue también responsable de la banda sonora de Panteras, el largometraje que había realizado con mi padre justo un año antes. Él entendió a la perfección el mensaje que quería transmitir y, para componer la música de ENTRE MONTAÑAS, nos instalamos en el entorno de la película durante unas semanas. Allí mismo la compuso. Creo que, en el documental, se aprecia la conexión que hay entre las tres partes: entre Iván, la naturaleza y yo mismo.

Pero el mayor desafío de todos fue transmitir el mensaje inicial, la esencia del proyecto, a través de un producto que fuera lo suficientemente atractivo y entretenido para el público. Era importante que quien viera el documental se quedara con lo que quería contar: el valor de conectar o reconectar con la naturaleza que nos rodea, la más cercana, sobre todo en tiempos de crisis... Quería hablar de esa conexión real, sencilla pero auténtica, sin que fuera aburrido y sin que pareciera una ida de olla que no entendiera nadie o que hiciera dormir a los espectadores en sus butacas. Yo quería entretenerlos, que pasaran un buen rato, pero también pretendía que se preguntaran cosas y, sobre todo, que no salieran de la sala indiferentes. Que se levantaran de su sillón pensando que ahí fuera había un mundo que vale la pena, que vale la pena conocer, entender y proteger. Para ello, para conmover sin aburrir o dando lecciones que fueran un tostón o demasiado pretenciosas, tuvimos que sacrificar escenas que a lo mejor a mí me parecían interesantes o incluso divertidas. Pero, claro, se trataba de encontrar un término medio: ser fiel a mis ideas, pero comunicar con el espectador. Eso sin crear un reality show vacío de contenido y siempre preservando la idea de un joven que cuenta la historia de su relación con las montañas que le vieron crecer.


Biografía del director
Unai Canela (Barcelona, 2004), estudiante de antropología en la URV (Universitat Rovira i Virgili), es un joven realizador y divulgador de temas medioambientales. Ha participado en documentales, películas y publicaciones como narrador, protagonista, ilustrador, cámara, fotógrafo y músico. Sus trabajos más destacados son: Entre montañas (Wanda Films, 2022), Panteras (Wanda Films, 2021), la serie Espíritu Salvaje (Mediaset, 2017) y El viaje de Unai (OHM productions y Televisió de Catalunya, 2016).

Unai Canela es hijo y discípulo del fotógrafo de naturaleza y realizador de documentales Andoni Canela. Unai ha participado activamente en los trabajos sobre naturaleza de su padre; por ejemplo, en los largometrajes El viaje de Unai (2016) y Panteras (2021).


Notas de Andoni Canela (coguionista y corresponsable de la fotografía)
La conexión con la naturaleza forma parte del ser humano desde siempre. Compartir esa conexión, ese "amor" es también algo natural. Eso es lo que, con Meritxell Margarit, compartimos con nuestros hijos desde que eran pequeños. Es algo que no ha supuesto ningún esfuerzo por nuestra parte, al revés. Para cualquier niño o niña, los animales y los paisajes abiertos son un lugar ideal para jugar, crear e imaginar. No importa si es en un bosque, en la montaña, junto a la playa, en un parque urbano o en un campo abierto en una zona rural.

Para mí, ENTRE MONTAÑAS es ante todo eso: aproximarse y descubrir la naturaleza más cercana. Darme cuenta que Unai ha continuado con ese "jugar con palos y piedras" que practicaba siendo niño es una inmensa alegría.

Aparte de eso, Unai ha logrado explicar una historia con personalidad a través de imágenes y con sus propias palabras. También con los silencios. Nos cuenta cómo una situación tan traumática como ha sido la pandemia se puede vivir de otra manera. Sin obviar que él ha podido estar en un lugar privilegiado, nos cuenta su día a día, sus reflexiones centradas en el mundo natural. Y lo más difícil: comparte sus sentimientos con transparencia y naturalidad. Aquí también hay un mensaje importante para reflexionar sobre el avance del desarrollo del ser humano, el cambio climático o el poco respeto al planeta en estos tiempos tan revueltos.

A pesar de tener tan solo dieciocho años, Unai cuenta con la experiencia de haberme acompañado mientras hacíamos la película Panteras, viajando por América, Asia, Europa y África. Cámara en mano desde los trece o catorce años, Unai ha aprendido como cualquier aprendiz de panadero o herrero: con la imitación, la práctica, el error... También en estos años se ha empapado viendo documentales de naturaleza y series de ficción. Que en esa época de la adolescencia se mezclen Breaking Bad, Black Mirror, Planet Earth y películas de Herzog da como resultado un cóctel de lo más singular.

Es importante también mencionar la banda sonora. Iván Caramés, autor de una banda sonora llena de personalidad, y Unai, con sus canciones originales, logran crear una atmósfera muy especial. La música compuesta in situ, en las mismas montañas que aparecen en las imágenes, es fruto también de ese cóctel mágico con referencias de lo más variadas.

En la última parte de ENTRE MONTAÑAS, Unai comparte esa pasión con su hermana Amaia, que experimenta el juego, la exploración y la emoción del descubrimiento de frutos y riachuelos. Le pasa el testigo a la pequeña y, en el fondo, es también una invitación al espectador a ponerse en marcha a favor del medio natural que tiene más cerca. Que las sobredosis de naturaleza, los baños de bosque, monte o campo puedan ser un refugio que nos ayude a vivir con más tranquilidad y respeto.