Fue el 4 de noviembre de 1922 cuando, después de hacer un pequeño agujero en el yeso sobre una puerta subterránea, el arqueólogo y egiptólogo británico Howard Carter, vio por primera vez la cámara funeraria en la tumba del faraón Tutankamón. La cámara, apilada con tesoros, todavía estaba prácticamente intacta y pronto se convertiría en leyenda.
"En medio del silencio, la puerta sellada se abrió y la luz brilló en el sarcófago. Un grito de asombro se escapó de nuestros labios ante la fantástica visión que teníamos ante nuestros ojos: la efigie dorada del joven rey." - Howard Carter.