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  Chevalier  Dirigida por Stephen Williams
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Una película de Stephen Williams protagonizada por Kelvin Harrison Jr., Samara Weaving, Lucy Boynton, Minnie Driver, Sian Clifford, Alex Fitzalan y Ronkẹ Adékoluẹjo. Dirigida por Stephen Williams, la película está escrita por Stefani Robinson y producida por Ed Guiney y Andrew Lowe de Element Pictures, Stefani Robinson y Dianne McGunigle. La diseñadora de producción Karen Murphy, el director de fotografía Jess Hall, el compositor Michael Abels, el diseñador de vestuario Oliver García, el montador John Axelrad y la escenógrafa Lotty Sanna completan el equipo de producción.


Información sobre la película
Ambientada en la Francia del siglo XVIII, CHEVALIER cuenta la extraordinaria y pertinente historia del ascenso vertiginoso y del espíritu luchador del fenómeno musical Joseph Bologne, conocido con el nombre del Chevalier de Saint-Georges. El Chevalier era lo que llamaríamos hoy una superestrella: un deslumbrante talento multidisciplinario que dominaba varios campos: era un violinista virtuoso que daba conciertos con enorme éxito de público; un campeón con la espada; un compositor ingenioso; y, por un tiempo, uno de los miembros más atractivos e inesperados de la espectacular corte de María Antonieta.

Los historiadores han trabajado incansablemente para documentar la vida de Bologne. Sus papeles y su música se destruyeron en la era napoleónica así que poco se sabe de sus experiencias cuando accedió a la esfera de las élites. El director Stephen Williams (“Watchmen”) y la guionista Stefani Robinson (“Atlanta”) han querido dar a la vida de Bologne un tono fresco y contemporáneo en la pantalla. Muchos de los datos imaginados se basan en una extensa investigación de la época por lo que CHEVALIER es una visión optimista de un hombre empeñado en crear y en ser quien era en realidad. No le importaban las expectativas que habían depositado en él o los sueños prohibidos para los que eran como él.

Bologne era hijo ilegítimo de una esclava africana y del propietario de una plantación francesa, un hombre de color en una sociedad plagada de creencias y leyes racistas. En esa sociedad intolerante y clasista, su vida dio un giro y acabó rebelándose contra esa misma aristocracia que aduló su talento pero que menospreciaba su herencia y ponía límites a su potencial.

Aunque su historia está ambientada en el siglo XVIII, sigue estando de plena actualidad. Desde su batalla de violines de alto voltaje en la apertura, la película dota a Bologne de un toque de arrogancia rock and roll muy actual. Pero si la fama y el esplendor de Bologne se hacen eco del mundo de las estrellas del pop moderno, su historia también es una exploración de algo con lo que nos podemos identificar en nuestro tiempo: cómo una persona escapa de la trampa de lo que otros esperan o exigen.

Robinson, al que el Chevalier deslumbró cuando era adolescente, recuerda que le impactó lo épica que fue su vida, desde que nació en una plantación de esclavos hasta que se hizo amigo de la Reina. “Su vida tiene muchos arcos dramáticos y es extraordinariamente cinematográfica”, dice Robinson. “En mi opinión, Joseph siempre se sintió como una estrella de rock”.

Decidida a llevar su vida a la pantalla, vio la oportunidad de revivir su leyenda: es una historia sobre la identidad, sobre alguien que rompió el molde y terminó pagando el precio de salirse del sistema. “Cuanto más sabía sobre él, más me frustraba que la gente no supiera quién es”, dice Robinson. “No fue fácil llevarlo a la pantalla, pero el hecho de que esté aquí y que parezca tan vivo es algo muy especial”.

Williams, un conocido director y productor de televisión y ganador del premio Emmy por el impactante episodio de los disturbios raciales de Tulsa en la serie “Watchmen”, se sintió tan atraído por la historia que eligió a CHEVALIER para debutar como director en la gran pantalla. Quería recrear una de las épocas más suntuosas de la Historia desde un ángulo no visto hasta ahora, pero sobre todo quería "reparar los desequilibrios de la narración histórica”. Williams lo explica: "Me interesaba recuperar historias de personas que llevaron una vida extraordinaria e impactante pero que han sido ignoradas y descartadas de la narrativa general”.

Bologne es un ejemplo espectacular de alguien a quien se le niega lo que le corresponde. Pasó de ser una celebridad incontestable y un influencer a evaporarse de las páginas de los libros de historia durante siglos.

Williams se centró en la presión que Joseph debió sentir, una presión que él conoce bien: la mentalidad que te dice que debes ser diez veces mejor que tus compañeros y no cometer ningún error para que te valoren. “Ves que al principio, Joseph cree que si puede sobresalir en todo lo que hace, será aceptado por la sociedad aristocrática”, comenta Williams. “Pero acaba descubriendo que la aceptación social no es lo que cuenta. Aceptarse a uno mismo es lo más importante en la trayectoria de una vida”.

El período de la película es una época con una extraordinaria innovación artística pero también de gran agitación social y parece íntimamente ligada al nuestro. Así que Williams estructuró la película mirando no solo hacia atrás sino hacia adelante. “La Revolución francesa recuerda mucho a las convulsiones sociales que hemos visto en todo el mundo en los últimos años, con protestas similares por la igualdad y una mayor responsabilidad”, señala el director. “Es un mundo que refleja el nuestro”.

A Kelvin Harrison Jr. (Luce, Monsters and Men), que estudió violín 7 horas diarias para encarnar al protagonista, Chevalier le pareció increíblemente moderno, especialmente por la forma en que se mueve con tanta fluidez entre los mundos de la música, el deporte y, en última instancia, la lucha por la justicia. “Sentí que podía entenderlo como artista negro. Su trayectoria refleja cómo todos luchamos por encontrar espacios donde nos puedan ver y escuchar”, dice Harrison. “Esta historia plantea grandes preguntas sobre el arte y la igualdad y por qué se ha borrado a tantos artistas negros, pero también es un maravilloso homenaje a la vida de Chevalier”.


Redescubriendo El Chevalier
El presidente estadounidense John Adams dijo que Joseph Bologne era “el hombre con más talento de Europa”. Fue un elogio asombroso para alguien nacido en el Caribe bajo el Code Noir, el documento legal francés que limitaba y controlaba todos los aspectos de la vida de las personas de color, desde con quién podían casarse, hasta qué religión podían profesar, hasta qué castigos soportarían.

Bologne tuvo un éxito impresionante a pesar de esas circunstancias tan injustas. Nació en 1745 en la isla de Guadalupe, hijo de un rico propietario de una plantación francesa y de Nanon, su esclava de 16 años originaria de Senegal. Su padre lo envió de niño a París y después a la famosa Academia La Boëssière para estudiar música, matemáticas, literatura y esgrima, todo lo necesario para sobresalir en la Francia de la Ilustración. Joseph no solo sobresalió en todas esas facetas, sino que triunfó.

Cuando alcanzó la mayoría de edad, sus numerosos talentos se multiplicaron y se desarrollaron. Se convirtió en una leyenda al ser el esgrimista más invicto de Europa y un consumado bailarín, jinete y creador de tendencias de moda. La gente acudía en masa a sus conciertos de violín, ya que tenía la reputación de llevar el instrumento al límite. Fue incluso más allá como compositor, escribiendo algunos de los primeros cuartetos de cuerda pioneros del mundo y ayudando a establecer la rica simetría y melodía de la era barroca. Su obra, compleja y emotiva, influyó en otros compositores, incluido, según sugieren muchos estudiosos, su contemporáneo Wolfgang Amadeus Mozart. Fue nombrado oficial de la Guardia Real y apodado Chevalier de Saint-Georges en 1762.

Sin embargo, incluso cuando llevaba una vida de grandes oportunidades creativas en París, a Bologne no se le concedieron los mismos derechos que a los demás. Se limitó su libertad y, en ocasiones, fue objeto de un odio feroz. Aunque los filósofos de la Ilustración francesa se oponían a la esclavitud, Bologne sabía muy bien que la monarquía la apoyaba. Cuando estaba a punto de convertirse en la primera persona de color en dirigir la Ópera de París, muy por delante de su tiempo, intervino un trío de divas que declararon que nunca “se someterían a las órdenes de un mulato”.

Esta historia tan dramática sorprendió a la guionista Stefani Robinson cuando descubrió a Bologne en su adolescencia. Robinson no tardó en salir a la luz como un joven talento por derecho propio. Cuando tenía poco más de 20 años, se convirtió en guionista y productora de la ingeniosa serie de comedia de Donald Glover "Atlanta”. Pero incluso cuando trabajaba en televisión, la guionista afirma que "siempre tuve esta historia en mente”.

Cuando estuvo lista para escribirla, Robinson buscó toda la información que podía conseguir. Aun así, se enfrentó a grandes vacíos en la vida y las relaciones de Bologne por lo que tuvo que recurrir a la imaginación. Esto dio lugar a lo que se convirtió en un tema central de la película: cómo aprendió Joseph a seguir su propio camino, no él que le trazaba la sociedad. Llegó a desafiar a la aristocracia en la que una vez se movió y le cambió un amor que su raza hacía imposible. Y redescubrió su herencia, aportando influencias criollas a su música y luchando por su pueblo.

“Mi enfoque consistió en utilizar la reducida historia que se ha documentado como punto de partida, pero sin dejar que se convirtiera en un grillete”, explica Robinson. “Me interesaba contar una historia con un contexto histórico pero dotado de una potente perspectiva moderna”.

Esa lente moderna es intensamente personal para Robinson, especialmente cuando escribió sobre el escrutinio al que se enfrentan las personas de color. “Solo puedo hablar por mí misma como mujer negra, pero a menudo me han dicho directa o indirectamente que no podía cometer errores, que debía ser la mejor y que nunca es suficiente. Es una idea que planteamos en esta película”, dice Robinson. “Joseph se lanza a conseguir el éxito como un medio para sentir amor y aceptación, para escapar de la plantación literal y metafórica. Pero a medida que crece, comprende que es un artista negro y se pregunta cómo puede usar su voz”.

La productora Dianne McGunigle, que trabajó con Robinson en “Atlanta”, se convirtió en una de las primeras defensoras del proyecto. Con un equipo de producción que llegaría a incluir a Ed Guiney y Andrew Lowe de Element Pictures, Williams, que ya sentía un vínculo irresistible con el protagonista, los presionó al máximo para que participaran en el proyecto. “Stephen entró diciendo 'Tengo que contar esta historia.’ Sentía una profunda pasión personal por este hombre con el que me identificaba”, dice McGunigle. “Tenía una visión totalmente acabada de toda la película”.

De hecho, había unos interesantes vínculos personales entre Williams y Bologne. “Yo también nací en una isla, en Jamaica, y me mandaron a un internado a los 13 años. No vi a mis padres durante años y experimenté muchos sentimientos que Joseph también debió experimentar. Por eso me identifiqué con él en algunas esferas muy íntimas”, dice el director. “En parte, su historia es la historia de alguien que se siente desplazado. La obsesión de Joseph con la excelencia es una manera de intentar cerrar ciertas brechas emocionales”.

A medida que avanzaba el desarrollo de la película, Robinson y Williams unieron fuerzas para seguir documentándose sobre Bologne. “La investigación fue maravillosa”, dice Williams. “Me sentía como un detective aficionado buscando pistas, tratando de reconstruir cómo pudo ser la vida de esta persona. Trabajamos incansablemente durante un año en el guion, comprimiendo una vida muy extensa, al tiempo que imaginábamos formas de llenar los vacíos de documentación en función de quién creíamos que era. Y Stefani fue en todo momento una magnifica colaboradora”.

Robinson añade: "Stephen se identificaba con todo lo que hacía que me identificara con el Chevalier y él supo encontrar esos matices que significaban tanto para mí”.


Convertirse en el Chevalier
Mucho antes de que se rodada un fotograma de la película, Harrison se comprometió a dar vida al Chevalier en todas sus complejidades, talentos y anhelos. El resultado es un retrato vital, alegre y eléctrico, pero también es una meditación conmovedora sobre la idea de pertenencia, sobre la raza y la identidad. El actor nacido en Nueva Orleans, que ya recibió un premio Screen Actors Guild, un BAFTA Rising Star y un premio Indie Spirit, también interpreta este año a otra leyenda musical, B.B. King, en Elvis, la película de Baz Luhrmann. Pero el Chevalier no se parece a ningún otro personaje que haya interpretado el actor, comenzando por su amplísima gama de talentos.

Para llegar al corazón de Bologne, Harrison sintió que primero necesitaba entender lo que amaba. Así que se comprometió a tomar 6 o 7 horas de clases diarias de violín, aprendió esgrima de los maestros y leyó la caótica historia del siglo XVIII francés. Se sumergió en cada detalle físico y psicológico como por ejemplo la forma en que se decía que Bologne manejaba su arco, con la precisión afilada de una espada.

Al mismo tiempo, quería hacer suyo el personaje. “Leí todo lo que pude, estudié las fotos que existen, escuché su música, pero además de documentarte, tienes que encontrar esas cosas con las que puedes identificarte profundamente y después llevarlas a otro nivel”, explica. “No puedo convertirme en Joseph; solo puedo poner todo lo que sé en mi interpretación personal de él”.

La idea que impactó más a Harrison es que Joseph vivió su vida para lograr la aprobación de los demás, incluso en su apogeo codeándose con la Reina de Francia y su traición es lo que le abre los ojos. “Joseph tiene problemas para confiar en la gente y por una buena razón. Pero su incapacidad para ir por la vida con un corazón abierto es su mayor problema”, observa Harrison. “Porque en última instancia, así es como nos sentimos plenos, cuando nos abrimos a la belleza de la vida y al amor y dejamos de manipularnos a nosotros mismos para encajar”.

A Harrison le pareció muy interesante contar cómo un hombre que se cambia a sí mismo, que aspira a la libertad emocional, acaba volviéndose más grande que la suma de sus logros. “La trayectoria del Chevalier es una exploración constante hasta que se da cuenta de lo que es más importante para él”, dice Harrison.

La desafortunada historia de amor de Bologne con la cantante Marie-Joséphine también atrajo a Harrison. “Marie-Joséphine simboliza todo lo que parece estar fuera del alcance de Joseph”, observa Harrison. “Él piensa que ella es todo lo que quiere, pero ella forma parte de su andadura para encontrar lo que realmente le aporta felicidad”.

Aunque hubo una intensa preparación técnica, Harrison también se inspiró en el estilo. Se decía que Bologne tenía un carisma espectacular así que se inspiró en la electrizante presencia escénica de dos leyendas del rock: Prince y Jimi Hendrix. Esto se hace evidente en la conmovedora escena de apertura de la película, donde el Chevalier toca el violín en un duelo con un rival de Mozart, para dejar claro el enfoque lúdico de la película.

“Esa escena fue una de las primeras cosas que empecé a aprender con el violín, porque es la pieza más difícil de la película”, señala Harrison. “Me encantó interpretar esa faceta de estrella de rock de Joseph. Trabajé con una excelente profesora de movimientos, Polly Bennett, e intentamos que la manera en que se maneja en el escenario fuera muy divertida. Era como una batalla de rap con dos tipos con pelucas en la que cada uno intenta demostrar que es el mejor”.

Williams explica la forma en la que Harrison atacó la escena: “Tenía que dar al público un subidón de adrenalina instantáneo y convencerlos de que este tipo podía aplastar al campeón de pesos pesados de la música clásica de ese momento. Una cosa es aprender a tocar el violín y otra hacer lo que hizo Kelvin, moverse como una estrella de rock y además darnos a conocer a esta personalidad tan extraordinaria”.

Prince también sirvió de inspiración para el look y la paleta de colores de Joseph, que se basa en la ropa masculina tradicional del siglo XVIII con un toque de elegancia moderna. “Me encanta que Joseph sea un poco descarado luciendo pestañas muy largas, delineador de ojos y un lunar. Es elegante pero también provocativo y un poco andrógino. La ropa era tan deslumbrante que me ayudó muchísimo a sentirme como una estrella de rock”, dice Harrison.

A medida que se adentraban en el viaje creativo, romántico y revolucionario de Chevalier, Harrison se sintió más unido a Williams. “Hablamos mucho sobre lo que es ser un joven artista negro, sobre lo mucho que tienes que esforzarte para mantener tu dignidad y tu amor propio”, dice Harrison. “Me pareció que Stephen lo entendía, que me entendía a mí, a la historia. Comprendió que Joseph puede ser una inspiración para la gente de ahora”.

A lo largo de la producción, la entrega de Harrison al papel las 24 horas del día, los 7 días de la semana, lo convirtió en un líder en el plató. “Tuvimos muchísima suerte con Kelvin”, dice McGunigle. “Fue más allá, entregándose en cuerpo y alma al personaje porque para él era muy importante hacerlo bien por Joseph”.

Para Williams, había magia en la forma en que Harrison canalizó toda la riqueza del interior del Chevalier. “Kelvin parecía encarnar a la perfección las cualidades de un outsider que consigue dominar el encanto, el buen aspecto y el talento, un cóctel irresistible, pero que también busca un propósito más profundo”, dice Williams. “Es muy complicado interpretarlo de manera convincente y al mismo tiempo aprovechar a alguien con la energía de un Hendrix o un Prince. Sin embargo, Kelvin hizo suya esa idea y la transmutó en cada fotograma de la película”.


Chevalier y la aristocracia
Como hombre de raza mixta, Joseph Bologne estuvo, durante su época, encadenado por las leyes francesas y las convenciones sociales. Sin embargo, su notable virtuosismo y su personalidad le permitieron acceder, aunque precariamente, al círculo de las élites que disfrutaban de la riqueza, el poder y los escandalosos excesos de la época.

Aunque le estaba prohibido casarse en Francia, se decía que muchas mujeres habían perseguido a Bologne. Se conocen pocos detalles de su vida sentimental, pero se cree que estuvo especialmente cerca de Marie-Joséphine de Comarieu, esposa del Marqués de Montalembert. En la película, Marie-Joséphine es una cantante que anhela escapar de un matrimonio sin amor cuando Joseph la elige para su ópera, lo que desencadena una infeliz historia de amor.

El papel lo asume Samara Weaving, la actriz australiana aclamada por Ready or Not. A Weaving le conmovió esta mujer encerrada en una vida sobre la que tiene poco control, una vida que le niega la libertad de seguir los dictados de su corazón. “Para mí, Marie-Joséphine representa a todas las mujeres que no sabían lo oprimidas que estaban”, dice. “Tiene una gran casa, ropa maravillosa, pero está enjaulada. Así que probar la libertad con el Chevalier, es como abrir la Caja de Pandora para ella”.

Para explorar cómo la expresión artística despierta los sueños de Marie-Joséphine, Weaving tomó clases de canto y descubrió que las emociones de la ópera son tan liberadoras como las de su personaje. “Fue un poco aterrador, pero la ópera es tan personal y emocionante porque solo tienes tu voz”, comenta la actriz.

Aún más intrigantes fueron las escenas a solas con el Chevalier en las que se enamora de él. “O tienes química, o no la tienes, y la teníamos”, reflexiona Weaving. “Kelvin es un alma tan maravillosa y amable que fue más allá del Joseph escrito en el guion y lo hizo real para mí”.

Harrison opina sobre Weaving: “Se basó tanto en quién era Marie-Joséphine como en quién deseaba ser. Ella nos ayudó a encontrar la levedad en dos jóvenes que están hambrientos de oportunidades pero que se enamoran el uno del otro”.

Weaving dice que solía detenerse durante el rodaje para reflexionar sobre cómo estas dos vidas podrían ser diferentes si se hubieran conocieran hoy, y sobre la crueldad de los prejuicios sobre el amor. “Es devastador pensar en todas esas personas que no pudieron vivir como querían, que no pudieron explorar la verdadera felicidad”, dice la actriz. “Y también es devastador reconocer que esta historia sigue siendo tan relevante en el mundo actual”.

A pesar de su estatus marginal, la brillantez de Bologne fue tal que fue contratado para enseñar música a la adolescente más poderosa del mundo: la icónica María Antonieta, la princesa austríaca que se convertiría en la última Reina de Francia, incitando la Revolución Francesa, durante la cual sería guillotinada. Antonieta llegó a Francia a la tierna edad de 14 años y terminó siendo difamada por la historia como el último símbolo de los privilegios y de la hipocresía elitista. Sin embargo, en los últimos tiempos ha surgido una visión más compleja de la reina: la de una niña muy joven, mal preparada, que derrochaba sin límite y empujada trágicamente a liderar un país a punto de estallar por la extrema desigualdad social.

Al igual que ocurre con otras relaciones de Bologne, se conocen pocos datos sobre su relación con María Antonieta. Pero lo que está claro es que María Antonieta no utilizó su poder para ayudar a Bologne sino que permitió que aplastaran sus sueños. “Mientras Joseph fue solo un compañero de juegos divertido, a María Antonieta le encantaba estar con él”, dice Williams. “Pero cuando le pidieron que defendiera a Joseph, no lo hizo. En nuestra película, esa traición se convierte en el catalizador que hace que Joseph visualice un tipo de vida diferente para él y para Francia”.

Para aportar complejidad a un personaje cuya reputación le precede, los realizadores eligieron a Lucy Boynton, a la que vimos recientemente encarnando a Mary Astin en BOHEMIAN RHAPSODY. “El desafío de Lucy era encontrar una nueva versión de una mujer que todos conocemos. Se sumerge en las complejidades de alguien que fue un aliado vital para Joseph hasta que, por motivos egoístas, decide alejarse y tratar de salvarse a sí misma”, dice Williams.

Boynton asumió el papel decidida a ser cualquier cosa menos una caricatura. “María Antonieta ha sido muy maltratada y con una agresividad que parece reservada exclusivamente a las mujeres”, observa Boynton. “Quería dejar de lado todas mis ideas preconcebidas y empezar de cero, acercándome a ella con empatía. Tomé algunas cosas que creemos saber sobre ella, su coquetería y sus excesos, y les di la vuelta para acentuar lo joven que era y lo rápido que tuvo que crecer”.

Aunque Boynton sintió cierta empatía por María Antonieta, no la creyó inocente. “A principio, creo que apreciaba de verdad el talento de Joseph. Pero en cuanto se sintió amenazada, su amistad se convirtió en una molestia. Y fue entonces cuando se refugió en sus privilegios. El público sabrá identificarse con esa confrontación que está descrita en la película con gran brillantez”.

A Harrison le impresionó la forma en que Boynton dotó al personaje de las características de una It Girl. “Lucy la interpreta como una niña en una situación aterradora que intenta mantener la calma. Es como muchos jóvenes que he conocido en Hollywood, yendo a fiestas y tratando de descifrar toda esa responsabilidad. Puedes ver en sus ojos el ansia de ser amado. Y para mí, esa es la belleza de la relación entre María Antonieta y Joseph, mientras dura: cada uno, a su manera, intenta encontrar un lugar en ese mundo caótico”.

La diva aristocrática que cambia el destino de Joseph es la poderosa La Guimard, inspirada en la famosa bailarina Marie-Madeleine Guimard, que fue la estrella de Francia durante el reinado de Luis XVI, una cortesana famosa por su extensa vida amorosa y un miembro influyente del círculo íntimo de María Antonieta. La película retoma los rumores de que Guimard podría haber estado interesada sentimentalmente en Bologne, pero cuando él la rechaza, ella se vuelve contra él y encabeza una campaña racista para evitar que dirija la Ópera de París.

Minnie Driver, conocida por su manera intuitiva de abordar personajes complejos, disfrutó muchísimo acentuando la oscuridad del papel. “Es una villana, pero creo que también es un producto de su época, aunque su actitud sigue estando muy presente en la actualidad”, dice Driver. “Ilustra cómo triunfa de toda la gracia, el talento y la increíble energía de Joseph, pero al final eso no importa porque solo es un hombre de color en la corte francesa”.

Por encima de todo, Driver quería situar la historia del Chevalier en el primer plano, donde pertenece. “Sé que esta historia va a asombrar al público”, dice la actriz. “Y espero que sientan curiosidad por muchas otras historias que no conocemos porque nuestra versión de la historia está sencillamente incompleta”.


Los aliados de Chevalier
Nanon, la madre de Joseph, lleva una vida en el extremo opuesto del espectro del poder abrumador de María Antonieta. Aunque la madre de Joseph vino a París cuando él tenía 12 o 13 años para vivir como una mujer libre, en la película se reencuentra con un Joseph adulto después de haber estado separada de él durante años. Ronkẹ Adékoluẹjo, la actriz inglesa que aparece en el thriller de espías de Amazon "Alex Rider", interpreta el papel de una mujer que le enseña a su hijo que siempre hay otra opción en la vida”.

A Williams le sorprendió la profunda comprensión materna que Adekoluejo aportó a Nanon. “El talento de Ronkẹ es inmenso. Nunca había visto nada parecido”, dice Williams. “Nanon debe forjar una nueva relación con su hijo para lograr ocupar un lugar importante en su vida. En cierto sentido se convierte en la conciencia de Joseph ya que lo ayuda a encontrar una conexión más auténtica con lo que es él. La forma en que Ronkẹ interpreta a Nanon me recuerda a muchas madres, incluida la mía, que tienen tanta sabiduría y paciencia que están dispuestas a esperar a que un hijo las vea con claridad”.

Adekoluejo quería evocar todas esas emociones espinosas y reprimidas que van emparejadas con la separación involuntaria de tu familia. “Todos los años que Nanon pasa lejos de Joseph forman un agujero negro en su vida, pero cuando llega a París, no se produce ese reencuentro de cuento de hadas entre madre e hijo”, observa la actriz. “Tiene que volver a aprender quién es su hijo, y tiene que volver a aprender quién es ella misma después de haber sido desplazada”.

El papel se convirtió en algo más que un mero personaje para Adekoluejo; se convirtió en una especie de deber para los muchos que vivieron esa experiencia. “Me pareció que no solo tenía que hacer justicia a Nanon, sino también incidir en las cosas por las que pasaron ella y todos sus antepasados”, dice. “Recuerdo una conversación con Kelvin y Stephen en la que yo les decía: 'No sé si lo que estoy haciendo es suficiente para todo lo que esta gente tuvo que pasar para que yo esté aquí y haga esto.’ Eso nos pesó mucho a todos”.

Para Harrison, Adekoluejo ayudó a comprender la forma en que cambia el Chevalier. “Nanon saca a relucir todos los temores de Joseph de no ser querido ni deseable”, dice Harrison. “Al principio, él se aparta de ella para protegerse. Pero cuando está listo para abrazarla de verdad, es un gran momento para ambos”.

Sian Clifford, conocida por el singular papel de la hermana Claire en la exitosa comedia "Fleabag", interpreta a Madame de Genlis, una noble francesa que existió en la vida real, música y autora de unos 120 libros que escribió el libreto de la ópera de Bologne, "El amante anónimo”. A Clifford le encantó que De Genlis acabara con los estereotipos históricos. “Era fuerte y emprendedora, muy adelantada a su tiempo”, señala Clifford. “Y dado que esta es una historia sobre el borrado de figuras históricas significativas, me pareció muy interesante descubrir a esta mujer espectacular que era una auténtica feminista aunque nunca supimos nada sobre ella”.

Alex Fitzalan completa el reparto principal como otra de las figuras más fascinantes de la época: Philippe, Duque de Orleans. Hijo de Luis XIII, primo de María Antonieta y amigo de Bologne que cofundó con él la primera sociedad francesa contra la esclavitud, es conocido como el noble que se rebeló contra su clase social, financiando la Revolución y rebautizándose como Philippe Égalité (Igualdad).

Fitzalan, un recién llegado en ascenso que debutó en Slender Man, quiso conocer toda la información disponible sobre Philippe. “Su vida está rodeada de un gran misterio y no hay mucho escrito sobre él, pero trabajamos con un historiador para conocer todo lo posible del personaje. Terminamos con un personaje bastante divertido y jovial, pero con un lado serio. Nació con inmensos privilegios, pero luchó para acabar con todo lo que le proporcionaba esa vida. Traté de encontrar el espíritu de alguien que pasó de beneficiarse del statu quo a rechazarlo”.

Le encantó trabajar con Harrison. “Kelvin es muy humilde, pero podías ver cuánto significaba este papel para él y el enorme esfuerzo que dedicó al personaje. De hecho, se convirtió en un maestro violinista en cinco meses, y lo utilizó para profundizar aún más en quién era el Chevalier hombre. Ha dado vida a Joseph con tanta originalidad y gracia que sé que va a ser una maravillosa inspiración para el público”.


El look de Chevalier
Pocas épocas en la historia han destilado más dinero, elegancia y acicalamiento que la Francia de María Antonieta. Mientras que se ha estudiado con todo detalla la era del Ancien Régime, Williams tomó la dirección opuesta: aportar aire fresco a un período que puede parecer lejano, usando los colores y texturas de la época para reproducir un mundo donde el pasado no es pasado sino inmediato, vivo y sigue afectándonos a día de hoy.

“Todo el concepto del diseño de la película giraba en torno a encontrar el punto de apoyo exacto entre la credibilidad del período y una sensación vital de modernidad”, explica. “Y, por complicado que fuera, eso se puso de manifiesto en todo, desde el trabajo de cámara y la iluminación hasta el diseño de los escenarios, el vestuario, los peinados y el maquillaje”.

Williams y el director de fotografía Jess Hall (que recientemente filmó la serie de éxito BRUJA ESCARLATA Y VISIÓN) tomaron la decisión de filmar la película en tomas largas y cinéticas que sumergen a la audiencia en el mundo de Chevalier. “Queríamos que el público se sumergiera en las decisiones vitales, los obstáculos, los enfrentamientos, los desamores, los éxitos y las victorias de Joseph”, explica el director. “Eso obligó a utilizar la cámara de una manera bastante complicada. Quería cortar solo cuando fuera necesario porque un corte puede interrumpir esa inmersión y quería que la cámara se moviera de forma libre y generosa para aportar un tono contemporáneo a la película de forma que pareciera que podía estar sucediendo hoy”.

Hall trabajó incansablemente para coreografiar su trabajo de cámara, bailando a través de los intrincados decorados de forma deliberada y discreta. “Jess, además de ser también de ascendencia jamaicana, es un técnico brillante y tiene lo único que no se puede enseñar: gusto”, dice Williams. “Le encargamos lo imposible y lo logró. La intención de los movimientos de cámara es enganchar al espectador al viaje de Joseph y Jess fue implacable en lograr ese objetivo”.

Dado que la película está ambientada en una época anterior a la electricidad, en un mundo iluminado por sombras, los problemas de iluminación fueron muy numerosos. “Por ejemplo, en la batalla inicial, hubiera sido genial tener tramoyistas con luces Leko, enfocándolos y acercando la lente”, dice Williams. “Pero en lugar de eso, mezclamos la luz de las velas con movimientos de cámara para lograr una sensación de concierto de rock”.

Hall trabajó mano a mano con la diseñadora de producción Karen Murphy, conocida por crear los mundos de Baz Lurhmann en El gran Gatsby, de Bradley Cooper en Ha nacido una estrella y de Michael Apted en Las crónicas de Narnia: La travesía del viajero del alba. “Al igual que Jess, Karen tiene una gran sensibilidad con el color y la composición”, dice Williams. “Sus decorados son vibrantes, vivos y nunca sofocantes”.

Murphy se pegó a la decadente realidad de la vida de la élite francesa antes de la Revolución, pero construyó unos decorados opulentos para adaptarse a los barridos de las cámaras. “El feeling contemporáneo de la película tiene que ver con la cámara, la actuación y el lenguaje, pero el mundo es muy real”, explica Murphy. “Hice muchas investigaciones. Aunque filmamos en Praga, fui a París muchas veces, visité casas antiguas, medí cosas, observé los detalles más pequeños de ventanas y puertas. Trajimos todas las antigüedades francesas que pudimos”.

El lujoso apartamento de Joseph en la Rue de la Chaussée-d'Antin, creado en gran parte a partir de la imaginación ya que no existen imágenes, se convirtió en el escenario favorito del reparto y el equipo. “Fue muy divertido construir este set y el saber hacer del equipo fue increíble”, dice Murphy. “Lotty Sanna, nuestra escenógrafa, logró encontrar piezas increíbles en mercadillos franceses que renovamos, pintamos y volvimos a tapizar”. McGunigle opina sobre el apartamento: “Cuando entré por primera vez en ese maravilloso set, quise quedarme allí para siempre. Quería vivir allí”.

El equipo de Murphy también hizo todo lo posible con el ostentoso lujo de Versalles. “Lo llenamos de oro y colores pastel, flores, velas, frutas y bandejas de pasteles. Contrasta con las calles más míseros de París, mostrando cómo se iba dividiendo la sociedad a medida que aumentaba el malestar”, dice Murphy.

La ropa de la élite social era igual de lujosa, rebosante de colores pastel y telas texturizadas de seda, organza, plumas y encaje. El diseñador de vestuario Oliver García dio vida propia a cada pieza, inspirándose en la historia, pero dándole un matiz especial. Williams afirma: “Los trajes que se ven en la película son auténticos, pero están cortados y confeccionados de una manera más ceñida que caracteriza a la ropa actual. La idea era mostrar el lujo de esa época, pero de forma que el público moderno pueda identificarse con él”.

Para el Chevalier, para quien las apariencias son clave en sus primeros años de vida, García se basó en la silueta clásica de un hombre influyente de la época -un chaleco brillante y bombachos-, pero jugó con colores más llamativos e hizo que el Chevalier fuera aún más andróginamente hermoso. “Decidimos apostar por tonos azules y morados para Joseph”, explica García. “El azul era en realidad uno de los colores más populares de la época, símbolo de elegancia y sofisticación. Y luego elegimos el violeta porque está asociado con la suntuosidad y la ambición que también forman parte de su personalidad”.

María Antonieta, que fue durante mucho tiempo un símbolo de la feminidad llevada al máximo, también viste una paleta de azules junto con otros colores pastel delicados. “Usamos un azul más saturado para ella, y también usamos mucho rosa porque es un color muy femenino, alegre pero fuerte”, describe García.

Lucy Boynton recuerda que los vestidos de García eran como una extensión de lo que ella estaba sintiendo en cada escena. “Todo lo que viste María Antonieta cuenta una historia”, dice Boynton. “Me encanta cómo evolucionan sus vestidos. Pasan de ser muy juveniles a volverse mucho más serios, ya que tiene que contenerse más”.

Minnie Driver sintió lo mismo por la ropa de La Guimard. “Es un personaje opulento pero Oliver lo dotó de una elegancia exagerada pero sin caer en la caricatura. También comprendió que soy alta. Es maravilloso cuando los trajes se crean orgánicamente a partir de una mezcla de quién es físicamente el actor y la personalidad del personaje. Y lo logró de manera brillante”.

El efecto total del vestuario se completó con una serie de peinados y maquillajes cuidadosamente supervisados por Roo Maurice. A finales de 1700, tanto hombres como mujeres usaban maquillaje por igual y en gran medida. Pero Maurice quiso que fueran más ligeros y modernos que los rostros duros, casi macabros, de la época. “Debido a que usaban pintura con plomo en la cara, muchas personas perdían todo el vello facial, así que eran caras muy blancas con las cejas pintadas y el efecto era bastante impactante”, señala Maurice. “Palidecimos la piel de nuestros actores y usamos esas mejillas sonrosadas que estaban tan de moda, pero le dimos un toque más glamuroso de lo que realmente era”.

El equipo de peluquería y maquillaje se centró en María Antonieta. “Ella es la Reina y quería que destacara por encima de todos los demás”, dice Maurice. “Sus pelucas eran muy, muy grandes, y usamos maquillaje en colores que eran los auténticos del siglo XVIII, pero con un look más parecido al de Hollywood. Utilicé mucho contouring y labios gruesos en forma de arco que funciona tan bien en Lucy”.

El pelo de Bologne se convirtió en una pieza importante de la narración. “Para la peluca empolvada de Chevalier, probamos cientos antes de encontrar el aspecto y la forma adecuados. Pero el momento más importante es cuando Joseph acepta sus trenzas en la última parte de la película cuando se encuentra a sí mismo”, dice Maurice. “Las trenzas le quedan genial a Kelvin y reflejan que el Chevalier se ve a sí mismo de una manera nueva”.


La música y el legado del Chevalier
CHEVALIER trae al público no solo la extraordinaria vida sino también los sonidos reales de Joseph Bologne, Chevalier de Saint-Georges (1745-1799), una música que han empezado a tocar hace pocos años con gran éxito orquestas y teatros de ópera de todo el mundo. En la preproducción, el compositor Michael Abels produjo y arregló para la música que sale en la película algunas de las composiciones originales e interpretaciones musicales de Chevalier. Abels complementó el trabajo de Bologne con sus propias composiciones orquestales clásicas y ha trabajado en algunas de las películas más aclamadas de la última década como Déjame salir, Detroit, Bad Education, Nosotros y Nop. El compositor Kris Bowers, que ha compuesto la música de numerosas películas y series premiadas como El método Williams, Respect, "Bridgerton" y Green Book, se encargó de la narración de posproducción y compuso la música original. Dado que la película es un homenaje a Joseph Bologne, ambos utilizaron sus melodías recuperadas junto con su propio trabajo. Para los realizadores era importante crear una música que sonara vibrante y moderna, y que fuera diferente, y que también complementara la música original de Bologne que también se puede oír en la película.

“Michael y Kris son dos compositores geniales y muy fans de la música de Chevalier desde hace mucho tiempo, y entienden muy bien su papel en el panteón de la música. Ambos conocían muy bien todo lo relacionado con Chevalier y crearon algo evocador”, dice Williams. “Su increíble trabajo ha servido para dar vida a la historia de su héroe”.

La supervisora musical Maggie Redford señala: “Investigamos mucho la música de Chevalier. Fue especialmente emocionante descubrir que en su trabajo hizo muchas referencias a las canciones tradicionales de Guadalupe. Así que un punto clave para nosotros fue desarrollar esas referencias como parte de la historia”.

Para las numerosas escenas de conciertos en directo que hay en la película, Redford trabajó en estrecha colaboración con el reparto para crear una sensación realista al ver a los mejores músicos de Europa. “Entraron en juego muchos aspectos prácticos. Por ejemplo, los actores aprendieron a tocar sus instrumentos para prepararse para el trabajo de sincronización de labios delante de la cámara, además de garantizar que todos los miembros de la orquesta parezcan que están tocando realmente la música que está escuchando el espectador", explica Redford.

En la película, la actuación final y renegada de Joseph, mientras el levantamiento francés se desencadena para estallar posteriormente en las calles alrededor del teatro, muestra a un hombre transformado, no solo musicalmente sino en su propia esencia. Estos conmovedores momentos finales reflejan la realidad de que después de que se opusieran a que dirigiera la Ópera de París, el Chevalier pasó de la música al cambio social, convirtiéndose en un abolicionista y soldado de la Revolución Francesa. Y volvió a demostrar que era un genio liderando el primer regimiento francés de soldados negros formado por 1.000 hombres.

Williams quería que los fotogramas finales de la película revelaran a Joseph aprovechando un potencial que ni siquiera su mente visionaria había imaginado, un talento no solo para impresionar sino para luchar por sí mismo y por algo más grande.

“Al final, Joseph ha tomado conciencia de lo que es en realidad. Está completamente conectado consigo mismo”, dice Williams. “Hemos visto a una persona que tiene muchos ríos de creatividad fluyendo dentro de él que acaban convergiendo en un momento de desafío total, desafío no solo a la monarquía sino a la versión de sí mismo que había sido anteriormente. Es un momento en el que sabe que no puede volver atrás, pero también es un momento de autodescubrimiento y triunfo”.

Más de 200 años después, el triunfo de la vida de Chevalier, ignorada durante tanto tiempo, tiene por fin la oportunidad de ser conocido, reconocido y celebrado históricamente.