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  Cerrar los ojos  Dirigida por Víctor Erice
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Víctor Erice dirige 'Cerrar los ojos' 30 años desde que hiciera 'El sol del membrillo. Con guion del propio Erice y Michel Gaztambide (ganador de un Goya por “No habrá paz para los malvados”), la película narra la historia de una desaparición, que gira alrededor de los temas de la identidad y la memoria.

CERRAR LOS OJOS cuenta con un reparto protagonizado por Manolo Solo, junto a Jose Coronado, Ana Torrent, María León, Petra Martínez, Soledad Villamil, Mario Pardo, Elena Miquel, y José María Pou, entre otros.

Erice contó con Valentín Álvarez como director de fotografía, con quien ya trabajara en 'La Morte Rouge' y 'Vidrios partidos', la aportación de Erice a 'Centro Histórico', la película promovida por la celebración de la ciudad portuguesa de Guimaraes como Capital Europea de la Cultura, y que incluía también episodios de Pedro Costa, Manoel de Oliveira y Aki Kaurismaki.

Y con el sonidista Iván Marín (“La piel que habito”, “El buen patrón”) que trabajó con Erice en “Ten Minutes Older”, y en “Erice-Kiarostami: Correspondencias”. La postproducción de sonido será realizada por Juan Ferro.

En el equipo de CERRAR LOS OJOS destacan también nombres como Curru Garabal (“Intemperie”) responsable de la dirección de arte, Helena Sanchis (“Días contados”, “La carta esférica”) que se hace cargo del vestuario, o Ascen Marchena (“La isla interior”), quien firma el montaje. La banda sonora corre a cargo de Federico Jusid (“El secreto de sus ojos”).

Víctor Erice, ha sido merecedor de innumerables reconocimientos entre los que destacan la Concha de Oro en 1973 por su primera película “El Espíritu de la Colmena”; el Hugo de Oro del festival de cine de Chicago por su segundo largometraje, “El Sur”; y sendos premios del Jurado y de la Crítica Internacional en el Festival de Cannes de 1992, por “El sol del membrillo”. Esta película obtuvo un especial reconocimiento al ser elegida en votación como la mejor película de su década por las Filmotecas y Centros Culturales de todo el mudo. En 1993, Erice recibió el Premio Nacional de Cinematografía, y en 1995 la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes. Más recientemente, en 2014, el Festival de Locarno le distinguió con el Leopardo de Honor dedicado a toda su carrera como cineasta.


NOTAS DEL DIRECTOR (Víctor Erice)
¿Qué película quiero hacer y por qué? Intentando ser breve y preciso, contesto: la que se desprende del guion que he escrito; y por pura y simple necesidad. Pero como presiento que decir esto no bastará, voy a tratar de explicar algo de lo que Cerrar los ojos puede llegar a encerrar. Bien entendido que ello supone entrar en el terreno de lo conceptual, de la declaración de intenciones -aquí inevitablemente buenas-, de las que, como es sabido, a veces está empedrado el infierno.

Mi impresión es que, más allá de los pormenores de su argumento, la ficción que la película va a proponer al espectador gira alrededor de dos temas íntimamente relacionados: la identidad y la memoria. Memoria de dos amigos, que un día ya lejano fueron un actor y un director de cine. En el transcurso del tiempo, uno la ha perdido por completo, hasta el punto de que no sabe quién es ni quién fue; el otro, tratando de olvidar, y a pesar de haberse refugiado en un rincón, comprueba una vez más que la sigue llevando a cuestas, con su carga de dolor.

Memoria, también, contenida en los depósitos de la televisión, un medio que representa como ningún otro la pulsión contemporánea de convertir la experiencia humana en archivo.

Memoria, en fin, del cinematógrafo: copias guardadas en su ataúd de latón, lejos de las salas que le vieron nacer, fantasmas de una historia única, socialmente usurpada por el Audiovisual. Memoria -ya larga-, como la de quien escribe estas líneas.

El relato que incorpora estos rasgos surge a medias de lo vivido y lo imaginado. Como se da la circunstancia de que he trabajado en el guion de todas mis películas, cabe pensar que el tema tiene que ver con mis preocupaciones o intereses vitales más íntimos, los propios de una poética donde la experiencia del cine, insisto, adquiere un carácter de protagonista.

En este sentido, en Cerrar los ojos entrarán en relación dos estilos diferentes: el propio del cine clásico, con su canon ilusionista, en ambientes y personajes; y otro, preñado de realidad, el que ha desplegado el cine moderno. O lo que es igual, dos clases de relato: uno, el que brotaba al amparo de la leyenda, contando la vida no tanto como era sino como debería de ser; y otro, a la deriva, contemporáneo, sin memoria ni futuro ciertos.