Del director Joachim Lafosse, seleccionada para su première mundial dentro de la Sección Oficial a competición del Festival de cine de San Sebastián en su 71ª edición.
Joachim Lafosse vuelve a competir por la Concha de Oro con su décimo largometraje, un drama protagonizado por Daniel Auteuil, Emmanuelle Devos, Matthieux Galoux, Jeanne Cherhal y Louise Chevillotte. En 2015, el cineasta belga ya participó en la Sección Oficial con la película LOS CABALLEROS BLANCOS, con la que ganó la Concha de Plata al Mejor Director. También hemos podido verle en la sección Perlak en 2016 con DESPUÉS DE NOSOTROS, y en 2021 con UN AMOR INTRANQUILO, presentada también en la Sección Oficial de Cannes.
Entrevista con Joachim Lafosse
P: ¿Cómo abordaste la escritura de tu décimo largometraje?
R: Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que lo que me emociona es descubrir cosas nuevas y sorprenderme a mí mismo en cada película. El guion es el mapa de un viaje. El viaje es el rodaje, y luego viene la edición.
P: No obstante, ¿escribes un guion?
R: Sí, pero el ritmo, los latidos, los silencios, la intensidad de una expresión o la evasión, no se pueden plasmar en un guion. Las lágrimas que brotan, un sollozo ahogado, no puedes escribir eso. La escritura es una obra colectiva junto a los actores.
P: Entonces, ¿cuál es tu proceso?
R: Con los actores, en las localizaciones o escenarios, ensayo toda la película antes de rodarla. Fue durante esos ensayos, viendo a Emmanuelle Devos y Daniel Auteuil dar vida a Astrid y François, cuando percibimos en qué medida la vergüenza y el desastre que provoca, era lo que realmente debíamos enseñar al espectador.
P: ¿El tema de la película es la vergüenza?
R: Sí, creo que sí, pero no me di cuenta de ello durante el proceso de escritura, sino que lo descubrimos en el set. El crimen produce terror; el terror, silencio, que a su vez engendra culpa y vergüenza. Nos equivocamos al juzgar el silencio. Es un síntoma de que algo está pasando y debemos analizarlo. No debemos olvidar que el silencio no es el delito y que detrás de cada persona silenciosa, hay una prueba, una dificultad para hablar, una fragilidad. Fue magnífico poder filmar ese sentimiento de vergüenza con Emmanuelle Devos y el resto de actores. Caroline, la hija de Astrid, no comparte ese sentimiento, porque ha llevado la carga del delito durante menos tiempo que su madre y vive en una época donde se incide en la necesidad de escuchar y hablar. La vergüenza es solo de Astrid, que tiene que enfrentarse a su soledad en silencio. De alguna manera, Caroline es un rayo de luz para su madre.
P: ¿Cómo encontraste el equilibrio entre ficción y realidad?
R: La realidad es siempre una fuente de inspiración más o menos directa, pero, dado que esta es una obra de ficción, no un documental, la ficción reemplaza a la realidad. Si escribí una historia basada en lo que se conoció como el caso Hissel en Bélgica, es porque trataba sobre como cada uno de nosotros gestiona la vergüenza, la culpa y el silencio. Cuando me enteré de que el abogado de los padres de Julie y Melissa, las niñas víctimas de Marc Dutroux, había sido condenado a su vez por abusos, y lo que había hecho su hijo con él, inmediatamente quise explorar la dimensión trágica del caso. Cuando estoy escribiendo, ya sea "Perder la Razón" o "Un Silencio", la pregunta central para mí, como cineasta, es cómo se llegó a esa situación, qué precedió la tragedia, cómo un joven de 18 años llega a cometer semejante acto. Una vez más, la cuestión es la vergüenza. La vergüenza de un adolescente que ve a su padre aparecer como un héroe mediático, como el protector de los débiles e indefensos, mientras es consciente de las desviaciones que el poderoso patriarca esconde en el corazón del hogar familiar. La lucha de la hermana, la madre y el padre en la que unos tratan y cubrir la verdad y otros sacarla a la luz, son una mezcla explosiva para que el hijo de un criminal se convierta en criminal a su vez. Como en todas las tragedias, el desenlace es fatal, inevitable y devastador. También quise escribir esta película porque, como adolescente que creció en Bélgica en la época del caso Dutroux, siendo testigo de la "Marcha Blanca", no pude evitar pensar que entre las 400.000 personas que marchaban por las calles de Bruselas para proclamar "Nunca más", debía haber unos pocos lobos enmascarados. Veinte años después, cuando salió a la luz el caso Hissel, me di cuenta de que era una oportunidad para mostrar el cambio de actitud frente a los pervertidos y monstruos y pasar de la sensación de seguridad a cuestionarnos qué sucede en nuestras familias y dormitorios.
P: Emmanuelle Devos, que interpreta a Astrid, está presente en casi todos los planos...
R: Con Emmanuelle, comprendimos la dificultad de construir el personaje de Astrid, la madre. Tuvimos que dar vida delicadamente a una mujer que ha guardado silencio durante más de treinta años. A nuestros ojos, ella es una mujer frágil que arrastra una profunda herida desde hace muchos años. Para construir su personaje, Emmanuelle y yo simplemente tratamos de observar y escuchar nuestros fracasos, miedos, actos de cobardía, y nuestra incapacidad acomodada de perder o arriesgarnos a cuestionar el orden establecido. Tratamos de seguirla en su camino hacia su verdad sin juzgarla, sabiendo que la verdad es multifacética: la verdad del juicio, la verdad en la prensa, y la verdad de los seres humanos en toda su complejidad. En ese sentido, nos pareció inconcebible no llegar hasta el juicio porque puede que sea a través de la justicia que Astrid y Raphaël recuperen su dignidad.
P: ¿Qué te llevó a elegir a Daniel Auteuil?
R: El personaje de François no es fácil de llevar. Asustaba a la gente. Daniel fue muy valiente al aceptarlo. En nuestra primera reunión, me dijo: "Trataré de encarnar al personaje sin juzgarlo. Puedo interpretarlo porque veo la perversidad como un mecanismo de defensa, el peor de todos, pero un mecanismo de defensa, al fin y al cabo. François es un hombre que lucha para que nadie sepa la verdad. Es un hombre que no afronta la realidad por miedo a derrumbarse."
P: ¿Cuáles fueron tus elecciones estéticas iniciales?
R: Junto con mi director de fotografía, enseguida nos dimos cuenta de que debíamos ser discretos en las elecciones estéticas. La cámara debía avanzar junto a la historia de forma discreta. Por eso utilizamos una cámara Dolly, que en mi opinión filma de una forma más discreta que la Steadycam. UN SILENCIO es una de las películas que más me exigió en términos de precisión y rigor. Dado que nada debe destacar, un movimiento de más era inaceptable, y tendría que eliminarse. También se trataba de rechazar el plano/contraplano y el ángulo alto/bajo. Nunca mirar hacia abajo a nada ni a nadie, y nunca dominar la escena.
P: La narrativa es intrincada...
R: Para mí, la lógica era la misma que para "Perder la Razón". Mi forma de trabajar es exclusivamente con ironía dramática. El suspense me importa menos, aunque es un recurso cinematográfico que utilizo, pero lo que me importa realmente es, cómo se llegó a esas situaciones y cómo filmar ese trayecto.
P: Las revelaciones de la trama ocurren entre sombra y luz. ¿Se inspiraron en obras artísticas?
R: Esta es la séptima vez que trabajo con el director de fotografía Jean François Hensgens. Algunos pintores pueden habernos inspirado, pero fieles a nuestra búsqueda de sobriedad, favorecimos un enfoque estético que dejara espacio fuera de cámara y evitara lo espectacular en favor de los matices.
P: Haces un retrato cruel de esa clase acomodada.
R: Me propuse filmar una clase acomodada discreta, esa clase social provincial que cría a sus hijos, les da una pensión y deja que el niño conduzca el descapotable, que rara vez se ve en las películas, pero existe. El escenario que elegí es un espacio que resiste los vientos del cambio, o al menos los deja entrar tardíamente.
P: La música juega un papel importante.
R: Todo el proceso de edición de sonido fue crucial como una forma de resaltar el alma de Astrid así como la tragedia subyacente. Necesitábamos que la música marcara un tono particular que transmitiera la sensación de que ni siquiera se es dueño en la casa propia. Trabajé con Olafur Arnalds, que hizo la música para "The Restless". La banda sonora está influenciada por la escuela islandesa, Arnalds y Johan Johansson, así como por dos jóvenes compositores, Hania Rani y Meredi, y el trabajo de TEPR, musico al que admiro.
P: ¿Cambiaste mucho en el montaje?
R: Al igual que con la fotografía, la idea era que el montaje pasara desapercibido, que condujera poco a poco al público.
P: Desde tu primera película has afirmado tener un estilo propio.
R: Sabes, no es el estilo el que dirige mis películas, es la esencia la que determina su estilo. Hacer cine por hacer no es lo mío.