En palabras del director (Luc Besson)
La inspiración para esta película vino, en parte, de un artículo que leí sobre una familia francesa que metió a su propio hijo en una jaula cuando tenía cinco años. De ahí surgió la cuestión de cómo algo así afecta mentalmente a una persona. ¿Cómo se sobrevive y qué se hace con el sufrimiento? Con Dogman, quise explorar esa idea.
El sufrimiento es algo que todos tenemos en común, y el único antídoto para eso es el amor. La sociedad no te ayudará, pero el amor puede ayudarte a sanar. El amor de la comunidad de perros que Dogman ha construido es el sanador y el catalizador.
Dogman no sería la película que es sin Caleb Landry Jones. El complejo personaje requería una persona que pudiera encarnar los desafíos, la tristeza, el deseo, la fortaleza y la complejidad. La gente ve películas para descubrir algo de realidad en la historia, a pesar de ser consciente de que se trata de ficción. Con esta película, quería ser lo más honesto posible. Quiero que la gente empatice con el protagonista, con las acciones que lleva a cabo y las que realiza en respuesta al sufrimiento que ha experimentado. Quiero que la gente esté de su lado.
Espero que la audiencia pueda determinar en su propia mente por lo que Dogman pasó, el dolor que es muy difícil de soportar. Ha sufrido más de lo que la mayoría de la gente sufrirá jamás y aun así conserva la dignidad.
Entrevista a Caleb Laundry Jones
P: ¿Qué fue lo que le impulsó a participar en la película?
R: Leí el guion y, por lo poco que sabía de Luc y de sus películas, estaba seguro de que nada se dejaría al azar. No habría nada excesivo, ni nada insuficiente.
P: ¿Cómo describiría a su personaje?
R: Douglas es un joven perdido... que no tiene nada que perder. Absolutamente nada. Sus ilusiones superan enormemente su realidad, y creo que él necesita desesperadamente escapar de su vida cotidiana. Al mismo tiempo, es un hombre íntegro y honesto.
P: ¿Cómo fue su primer encuentro con Luc Besson?
R: Nos reunimos en una cafetería. Al principio pensé que yo no le había gustado mucho, pero me envió el guion y luego volvimos a encontramos. Entonces me preguntó: "Bueno, ¿qué piensas? ¿Quieres hacerlo?" Le respondí: "Sí, pero ¿habrá perros de verdad?" Me dijo que sí, entonces le dije que contara conmigo. Al principio, Luc y yo nos saludábamos simplemente con un 'hola'. Ahora nos damos un abrazo.
P: ¿Cuáles son los retos más grandes a los que se enfrentó?
R: Luc había planeado las cosas de un modo en el que el rodaje siguiera el progreso del personaje, más o menos en tiempo real. La primera semana, estaba nervioso por la escena en la que yo regreso al refugio. Estaba muy preocupado, no sabía cómo interpretarla, particularmente, porque Dogman nació durante esa primera semana, fue cuando Dogman se convirtió en Dogman. La segunda semana, estaba la canción de Edith Piaf, y yo, nuevamente, estaba algo inquieto. La tercera semana, rodamos las escenas con El Verdugo y la pandilla, para las que me sentía muy seguro. En la quinta semana, rodamos todas las escenas con Evelyn, y esas fueron las escenas que más nervioso me pusieron. En algunas películas, es una locura constante, pero Luc había planeado el rodaje de un modo muy inteligente que me mantuvo en vilo de principio a fin.
P: ¿Cómo se preparó para el papel?
R: Luc me dijo que me centrara en el presente: en la primera semana, en la segunda semana, etc., y que me tomara las cosas día a día. Después de las dos primeras semanas, pude concentrarme al máximo en las escenas con Evelyn que más temía. Volvía al hotel, preparaba esas escenas y trabajaba con otro actor, Tonio, durante 4 o 5 horas. Gracias a este trabajo de preparación pude memorizarlo todo. Cuando comenzamos a rodar estas secuencias, estábamos preparados, y Luc lo notó. Todo lo que ya habíamos filmado había alimentado mi actuación, y podíamos estar en la misma sintonía.
P: ¿Qué recuerdos guarda del rodaje?
R: Luc es una persona muy exigente, y todo el mundo estaba muy dispuesto a colaborar para hacer realidad su visión. Al cabo de unas semanas, todos estábamos en la misma sintonía, en cuanto al ritmo de los días, la secuencia de las escenas y la importancia de la preparación. A la tercera o cuarta semana, había una cohesión y una eficacia reales que nunca había visto en un set. Todo era rápido y fluido. Creo que, gracias al alto nivel de exigencia de Luc, todo el mundo quería dar lo mejor de sí mismo, lo que, por desgracia, no ocurre en todos los rodajes.
Sobre la producción, el reparto y el equipo
Desde el principio, la relación profesional de Luc Besson con la productora Virginie Besson-Silla era tal que enriqueció el proyecto y contribuyó en gran medida al éxito de la visión inicial del cineasta. "En primer lugar, tengo que entender lo que él tiene en mente, y luego es mi trabajo llevarlo a que se plantee todas las preguntas relacionadas con el tema que quiere abordar, y asegurarme de que no nos desviemos en el camino", explica Virginie Besson-Silla. Dogman marca una nueva etapa en la colaboración entre el director y su productora. "En los últimos años, hemos pasado por muchas cosas, lo que nos ha fortalecido", afirma. "También nos han permitido trabajar juntos con más fuerza de lo habitual". Agrega que el tema y el personaje central de la película se prestaban especialmente a ello. "Asumo mucho más mi papel de productora. Incité a Luc a salir de su zona de confort y a renovar parte de su equipo técnico. Asimismo, durante el montaje, creamos una auténtica partida de ping-pong, y él estaba dispuesto a cuestionarse. Además, Luc escucha constantemente los consejos de todo su equipo y sigue su propio camino teniendo en cuenta dichas opiniones".
Para Luc Besson, el reto esencial de Dogman era hacer creíble una historia extraordinaria. "Aunque uno sepa que una película es una obra de ficción, llega a ella buscando realidad", afirma. "Así que mi tarea era hacer que el espectador creyera en la existencia de mis personajes. Esa es la única manera en la que puedes encariñarte con Douglas, el protagonista, y desearle lo mejor, aunque sea totalmente fuera de lo común. Sin verosimilitud, no hay emoción". Luc Besson y Virginie Besson-Silla no dudaron mucho antes de confiar el papel a Caleb Landry Jones. "Me había parecido extraordinario en Déjame salir, Tres anuncios en las afueras y The Florida Project", comparte la productora.
Para lograr una credibilidad óptima, el director puso en marcha un intenso periodo de preparación para que en el set nada quedara sin sentido. Empezando por la relación entre el director y su actor principal. "Quería pasar un año con Caleb para asegurarme de que nos sintiéramos cómodos el uno con el otro y de que nos apreciáramos como seres humanos", señala Luc Besson. "Muy pronto durante el proceso, cuando se puso la peluca por primera vez y se miró al espejo para ver cómo podía meterse en la piel del personaje, comprendí que su labor había comenzado".
Igual de importante era delinear los personajes y dejar que los actores los hicieran propios. Con Douglas, Luc Besson quiso inicialmente confundir al espectador. "Lo vemos travestido de mujer, clavado a una silla de ruedas, con sangre por todas partes, tanto que nos preguntamos si no es un asesino en serie", explica el director. "Tenía que retratarlo, a primera vista, como un personaje monstruoso para que nos preguntáramos sobre su origen, su pasado y aprendiéramos poco a poco a mirar más allá de las apariencias". Y añade: "Douglas no está resentido por el calvario que pasó. Él tiende a ver el vaso medio lleno y tiende la mano a quienes lo han ayudado". Caleb Landry Jones agrega: "A pesar de los horrores y las tragedias que marcaron su infancia, es muy íntegro y honesto. Contra todo pronóstico, decide establecerse como justiciero".
Evelyn, la psiquiatra que entrevista a Douglas en la cárcel, permite al espectador comprender mejor al protagonista, como explica Luc Besson, "Evelyn es la otra cara del personaje de Douglas. Puede que tenga un estatus social, un trabajo y un hijo, pero no le va bien. Al ayudar a Douglas, se ayuda a sí misma". Jojo T. Gibbs, quien interpreta a Evelyn, señala que ella es muy diferente a su personaje, "Tiene que saber escuchar, mientras que yo soy más de hablar. Tiene que resignarse a hacer un trabajo en el que no se siente valorada, lo que no es mi caso. Sobre todo, me impresiona su calma. Creo que a los psiquiatras que trabajan en las cárceles se los llama cuando un preso se descontrola un poco, para lo cual se necesita a alguien capaz de canalizar ese tipo de energía, y yo no podría hacerlo. Sólo me reconocí en la gran lucidez de Evelyn: tiene muy claro cuál es su objetivo en la vida". Virginie Besson-Silla quedó especialmente impresionada por la química entre Caleb Landry Jones y Jojo T. Gibbs, "Lo genial es que uno ve al personaje de Douglas a través de los ojos de Evelyn", señala. "Teníamos que entender que esta mujer había sufrido y no debíamos ser demasiado rígidos".
El reparto secundario estaba igual de afinado. Clemens Schick, quien interpreta a Mike, el padre del protagonista, define a su personaje como "un tipo desorientado, violento, brutal, celoso y narcisista". Practicó el acento de la 'Costa Este' del personaje con un coach y se preparó mucho de antemano. Alexander Settineri interpreta a Richie, el hermano de Douglas, y habla de la evolución de su personaje quien, tras pasar por el calvario de la cárcel, "Ya no es tan histérico y loco como cuando era joven". Para el actor, retratar a un hombre brutal y agresivo "que hace daño a otras personas" requirió de muchísimo trabajo para "encontrar esa ira en mí mismo y expresar toda esa gama de emociones", afirma.
Salma es el polo opuesto de la familia de Douglas. Una joven burbujeante y exuberante que, como señala Grace Palma, "rebosa de vida y energía". Y agrega: "Es la persona más positiva, generosa y cariñosa que conozco". Para lograr esa cualidad apasionada que consigue transmitir su entusiasmo a Douglas, Grace Palma señala que leyó mucho a Shakespeare. "Me sumergí en su mundo y llegué a desarrollar una pasión por Shakespeare".
Los actores destacan la gran preparación del director. Jojo T. Gibbs comenta: "Es el director más laborioso con el que he trabajado. Todas las mañanas, durante el desayuno, nos tomábamos tiempo para preparar las escenas del día y asegurarnos de que estábamos en la misma sintonía, lo que hizo que el rodaje fuera mucho más fluido". Alexander Settineri interviene: "Luc sabe exactamente lo que quiere. Te deja explorar caminos, pero uno sabe hacia dónde va", afirma. Clemens Schick concuerda: "Luc te explica exactamente lo que espera de ti como actor. Entiende el lenguaje de los actores, lo cual es muy valioso". Por último, Grace Palma añade: "Luc tiene una visión, sabe lo que quiere, y tienes que intentar ceñirte a su visión".
Luc concluye: "Hace más de veinte años que trabajo con Virginie. Con demasiada frecuencia, los productores se enfocan únicamente en la financiación y los costes de la película. Eso es sólo una parte de su trabajo. La otra parte es la de brindar apoyo al director en su visión artística. Tiene que ser un punto de referencia, un punto de apoyo y una garantía de cierta homogeneidad. El director puede perderse en una escena, incluso por placer o felicidad. El productor debe estar atento a la brújula, recordarle constantemente sus intenciones iniciales, el camino a seguir. Ella es el faro, la jefa de la estación".
La música
El compositor Éric Serra ha trabajado con Luc Besson desde sus primeros cortometrajes. Es decir, ha forjado una verdadera complicidad artística con el director, para quien ha compuesto casi todas las bandas sonoras originales de sus películas. Muy al principio del proceso, el compositor lee el guion y comienza a pensar en la atmósfera general, como si, señala, "estuviera plantando una semilla en mi cabeza". Durante esta fase de gestación, se hace una serie de preguntas: ¿utilizará elementos étnicos? ¿Será sinfónico o más sintético?, y anota ideas para temas musicales. "Es un poco como un actor metiéndose en la piel de un personaje antes de rodar, sin llegar a aprenderse los diálogos", explica. Pero, por supuesto, es a partir de las imágenes, una vez rodada la película, cuando Éric Serra empieza a trabajar concretamente en la partitura. Así lo explica: "Con Luc, vemos la película escena por escena, y él me da sus indicaciones a medida que avanzamos, sabiendo que tiene una idea muy clara del papel emocional que debe desempeñar la música en cada secuencia". Reconoce que Dogman era un proyecto singular. "Si bien cada película es diferente, nunca acabé llorando después de una proyección de trabajo", confiesa. "Normalmente, en esta fase, siempre detecto una o dos escenas que no cierran completamente y que la música podría perfeccionarlas. Esta es la primera vez que no lo hice, ¡porque no hay ni una sola toma en la que Caleb Landry Jones no esté perfecto! En ningún momento pensé que había que ayudarlo con la música". Luc Besson confirma que esta película tenía un personaje específico. "Las situaciones y los diálogos de Caleb son tan ricos que no había mucho espacio para la música", señala. "Sin duda fue menos gratificante para Éric dejar la partitura en un segundo plano, pero merece todo el mérito por haber compuesto una partitura tan hermosa y fluida".
La singularidad del proyecto impulsó a Éric Serra a utilizar sonidos inusuales y a crear texturas originales. "Utilicé quejidos de perro, del mismo modo que hubiera usado violines, que producen un sonido bastante extraño y evocan una emoción palpable", recuerda. Contrariamente a su práctica habitual, el compositor recurrió muy poco a los instrumentos sintéticos. "Creé toda una gama de texturas sonoras frotando un arco contra superficies inverosímiles como una baranda de aluminio a lo largo de una ventana o el lavamanos de mi baño, ¡que producían un sonido interesante!". Luc Besson alaba la inventiva del músico: "Necesitaba un artista capaz de crear otra forma de diálogo", afirma. "Por ejemplo, cuando Douglas le pide al perro que le traiga azúcar, Éric sugirió alrededor de treinta sonidos diferentes para que el resultado fuera divertido y conmovedor a la vez. Gracias a los sonidos que creó, dimos con el equivalente de las palabras para los perros".
Éric Serra grabó la mayor parte de la partitura en su propio estudio. "Aparte de las partes sinfónicas, que grabé en Budapest con una orquesta, toda la música orgánica se grabó en mi estudio", concluye. Un enfoque artesanal, 'hecho a medida', como lo describe el compositor, que correspondía a un proyecto decididamente fuera de lo común.