Tras un divorcio, Jess, una joven enfermera, se muda con sus dos hijos a la granja de su tía. Su pequeño hijo Owen tiene el corazón roto cuando su perro desaparece en el bosque, asustado por algo. Cuando el animal regresa, trae un mal consigo y ataca al niño. Las heridas sanan, pero el estado de Owen empeora. A medida que pasan los días, Jess observa que el niño ha desarrollado una inexplicable sed de sangre y alimentarla es la única cura para su dolencia.