Lucía es detenida conduciendo el coche de su novio Héctor a 200 km/h, aturdida y ensangrentada. Compartía un fin de semana en la playa con él y con Elena, su mejor amiga. Ahora los dos están desaparecidos y Lucía solo recuerda una “pequeña” discusión que terminó con una botella rota en la cabeza de Héctor, pero eso es todo.
Esto complica la vida de Simón. ¿Un investigador privado? No, gracias. Simón prefiere considerarse a sí mismo un simple “perito judicial”. Cuando su socio Óliver, un abogado con problemas económicos a causa del juego, le encarga investigar a Lucía y las desapariciones, Simón no sabe que está a punto de llevar el peritaje a otro puto nivel.
Obsesionado con las películas de cine negro de Bogart, Simón traspasará todos los límites al enamorarse de Lucía, la amnésica sospechosa del asesinato que investiga.