Tras vivir una década en la calle Jesús comienza su reinserción social en una casa de acogida y un programa laboral. Los años pasan y la falta de plena libertad le impulsan a abandonar el programa y buscar su propia autonomía. Sin la posibilidad de un trabajo y una vivienda estable la amenaza de volver a la calle es una realidad. Elena, coordinadora del piso de acogida, se convierte en su único vínculo emocional.