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  La abadesa  Dirigida por Antonio Chavarrías
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Largometraje del director y guionista Antonio Chavarrías ('Volverás', 'Las vidas de Celia'). Con guion del propio Chavarrías, este drama medieval está protagonizado por Daniela Brown en el papel de la abadesa Emma, Blanca Romero ('After', 'Bajo sospecha', 'Física o química') y Carlos Cuevas ('Merlí', 'Smiley').

Chavarrías explora en esta ocasión, el lado más humano y personal de un personaje histórico, Emma (Daniela Brown), una joven abadesa que, en el siglo IX, decide asumir su poder para enfrentarse a un mundo patriarcal y dominante en una sociedad que relegaba a la mujer a un papel socialmente secundario y sin contenido.

La película cuenta la historia real de una joven que en una época oscura y violenta, es nombrada abadesa, y recibe el encargo de repoblar y cristianizar territorios fronterizos y en guerra con el islam.

En palabras de su director, 'LA ABADESA' es "una historia en la que, pronto me fui dando cuenta, aparecían muchos conflictos que siguen vivos e incluso están de actualidad: la lucha de la mujer por encontrar su sitio en un mundo masculino, los conflictos territoriales, la confrontación por la religión o la cultura, el choque entre ideologías dogmáticas frente a otras más abiertas y tolerantes. Hay una razón sencilla, en aquella época se estaba plantando la semilla del mundo que ahora conocemos, por eso, creo, que en esta historia hay algo de espejo de lo que ahora somos".

'LA ABADESA' es una producción de Oberon Media, Wanda Visión (José María y Miguel Morales), Saga Films (Hubert Toint. Bélgica) e Icono 2020 AIE. Y con la participación de RTVE, TV3 y Aragón TV.


Emma
Emma nació en el año 880 y era hija de Guifré, conde de Barcelona. Desde que nació estaba destinada a la vida religiosa y creció bajo la tutela del obispo de Vic, Gotmar.

La inesperada muerte de su padre en un enfrentamiento con los musulmanes la convirtió en Abadesa a los 17 años. Un cargo que seguramente fue visto por su entorno como simbólico y sin más contenido que el de dirigir los rezos de las monjas de la Abadía, pero desde un inicio Emma desarrolló una gran actividad, repobló grandes extensiones de territorio, fundó iglesias y también numerosos pueblos, sus dominios crecieron hasta ser casi tan grandes como los de un condado. Al poder religioso le unió el económico y el político, pronto despertó recelos: en sus hermanos, en la nobleza y en la propia Iglesia, claramente masculinizada.

Esos enfrentamientos la llevaron a ser cuestionada y atacada con dureza, también se acusó a la congregación de inmoralidad, todo desembocó en un juicio para despojarla de su poder, sin embargo, salió victoriosa del proceso y con una especie de inmunidad que le permitió mantener la actividad hasta su muerte, a los 62 años.

Desaparecida Emma, la Abadía siguió siendo cuestionada y sus territorios codiciados, unas décadas más tarde la congregación fue disuelta y sus propiedades anexionadas por los nobles. Emma permaneció como un personaje insólito y fuera de su tiempo histórico, su recuerdo fue cayendo en el olvido y la Abadía de San Juan y sus monjas asociadas a mitos y leyendas sobre su supuesta vida licenciosa.


Notas del director
Sobre Emma apenas hay referencias documentadas y la película nace de todo lo que imaginé sobre una adolescente en el siglo IX, destinada a ser Abadesa desde niña y que decide ejercer un poder que sólo estaba destinado a los hombres.

En paralelo fui descubriendo el contexto histórico, su oscuridad, su turbulencia, las guerras, los territorios abandonados, una población hambrienta y desarraigada sometida a las luchas del poder. También la inexorable implantación del cristianismo sobre las culturas clásicas o el islam.

Siempre pensé en una película muy visual en la que la luz y las texturas jugasen un papel determinante para acercarnos a la época, pero también a los personajes. Desde un primer momento supimos que la iluminaríamos de forma natural, con la luz de las velas o de la que entrase por las ventanas. El resultado es una luz que vibra, que siempre está viva, que se modula con los reflejos de alguien que se acerca o de una nube que pasa.

Otra decisión importante fue confiar en la intuición para sacar provecho de la dureza de las condiciones en que rodamos por el frío, el viento o la nieve, que, lejos de evitarlos, intentamos incorporarlo a la historia, porque esa dureza formaba parte de los personajes y de la época. Eso nos llevó a tener siempre el plan de trabajo abierto para poder movernos en función de la climatología y las condiciones cambiantes de la luz, siempre sin saber demasiado bien qué nos encontraríamos.

Esa suma de elementos poco o nada controlables mantenía siempre viva y en tensión la historia que queríamos contar, como si ese fuese el mejor camino para construirla, como si formásemos parte de la incertidumbre de los personajes. Unos personajes a los que nunca quise juzgar, ni en el momento de escribir el guion ni de dirigir la película. En ese intento de alejarlos de lo previsible se recurrió a trabajar con actores y no actores dejando grandes espacios para la vivencia personal que cada uno de ellos tenía de su personaje, permitiendo que naciesen lecturas espontáneas o intuitivas de lo que sucedía en la historia que estábamos contando.

Una historia en la que, pronto me fui dando cuenta, aparecían muchos conflictos que siguen vivos e incluso están de actualidad: la lucha de la mujer por encontrar su sitio en un mundo masculino, los conflictos territoriales, la confrontación por la religión o la cultura, el choque entre ideologías dogmáticas frente a otras más abiertas y tolerantes. Hay una razón sencilla, en aquella época se estaba plantando la semilla del mundo que ahora conocemos, por eso, creo, que en esta historia hay algo de espejo de lo que ahora somos.


Sobre Antonio Chavarrías
Nacido en l’Hospitalet de Llobregat (Barcelona). Guionista, director y productor de películas como EL ELEGIDO, 2016 (estreno Mundial en Netflix); DICTADO, 2012 (Berlín FilmFestival - Sección oficial); LAS VIDAS DE CELIA, 2006 (Festival de San Sebastián - Sección oficial); VOLVERÁS, 2002 (Mejor director y mención especial en Festival de Mar del Plata; Mejor guion adaptado y mejor fotografía en los Premios Ariel); SUSANNA, 1996 (Karlovy Vary Film Festival).