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  Los últimos románticos  (Azken erromantikoak)
  Dirigida por David Pérez Sañudo
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Segunda película dirigida por David Pérez Sañudo (Ane). Protagonizada por Miren Gaztañaga (El guardián invisible). El guion está escrito por Marina Parés y David Pérez Sañudo (ganadores del Goya al Mejor Guion Adaptado por Ane).

Los últimos románticos (Azken erromantikoak) es la adaptación de la novela homónima escrita por Txani Rodríguez, ganadora del Premio Euskadi de Literatura.

Los últimos románticos (Azken erromantikoak) es una película luminosa sobre sobre los giros que a veces da la vida brindando segundas oportunidades. Una historia de superación, compañerismo y de amor que invita a reflexionar sobre el ser humano y su relación con los demás. La transformación social y laboral, la nostalgia de tiempos pasados o la relación entre padres e hijos son otros temas que aborda la película.

Esta es la cuarta colaboración entre La Claqueta PC e Irusoin tras la exitosa y multipremiada La Trinchera infinita, la serie documental El Estado contra Pablo Ibar y el documental 30 años de oscuridad.

El rodaje, en euskera, en Guernica-Vizcaya (localización principal), Sevilla, Portugal.

David Pérez Sañudo habla sobre la adaptación de la novela: "El material heredado de Txani Rodríguez ha sido el caldo de cultivo ideal para desarrollar muchas de nuestras inquietudes: personajes a la deriva en un contexto hostil, mezcla de géneros, retrato de un pueblo vasco de la zona en la que he crecido... Todos estos elementos son compartidos por todo el equipo, así como por las productoras Irusoin y La Claqueta PC, que ven que en esta dificultad para etiquetar la película está lo más especial de la historia. Ha sido muy placentero vivir un proceso de desarrollo en el que he sentido cómo un guion que parte de una novela escrita por otra persona se transforma en un proyecto profundamente personal, que dialoga con otros de mis trabajos".

Olmo Figueredo González-Quevedo, productor de La Claqueta PC, añade: "Al emprender el viaje de llevar Los últimos románticos, de Txani Rodríguez a la gran pantalla, nos hemos sumergido en una novela que captura la esencia de lo cotidiano con una belleza excepcional. David Pérez Sañudo no solo ha captado este espíritu con maestría, sino que lo ha enriquecido con su visión única, prometiendo una obra que, creemos, se destacará como una de las películas en euskera más relevantes del año".

Los últimos románticos (Azken erromantikoak) es una producción de Olmo Figueredo González-Quevedo, Carlos Rosado Sibón y Sara Gómez para La Claqueta PC y Ander Sagardoy, Ander Barinaga-Rementeria y Xabier Berzosa para Irusoin. Cuenta con la participación de EiTB, Canal Sur Televisión y HBO Max. Con el apoyo del ICAA, Gobierno Vasco y Europa Creativa Media.


David Pérez Sañudo
David Pérez Sañudo (Bilbao, 1987) posee experiencia en largometrajes, series de TV, publicidad y cortometrajes. En 2020 coescribe y dirige su ópera prima, Ane, estrenada en el Festival de San Sebastián donde obtuvo el Premio Irizar al Mejor Largometraje Vasco y el Premio al Mejor Guion Vasco. Celebrada como una de las grandes revelaciones del cine independiente español de ese año, consigue cinco nominaciones a los Premios Goya incluyendo Mejor Película, Mejor Dirección Novel y Mejor Guion Adaptado. Finalmente se alza con tres premios Goya: Mejor Guion Adaptado (Marina Parés y David Pérez Sañudo), Mejor Actriz Protagonista (Patricia López Arnaiz) y Mejor Actriz Revelación (Jone Laspiur). También en 2020 recibe el encargo de dirigir la serie El Alarde, producida por Mediapro para ETB. Tras el rodaje de Los últimos románticos, su siguiente proyecto será Sacamantecas, que ya cuenta con la Ayuda a la Producción de Largometrajes de Gobierno Vasco, con la del ICAA y con la colaboración de EITB.


Entrevista con David Pérez Sañudo

P: ¿Cómo nace el proyecto? ¿Habías leído la novela de Txani Rodríguez?

R: El proyecto nace de una propuesta de La Claqueta e Irusoin. Afortunadamente, había leído la novela y me había encantado. La respuesta fue muy sencilla.

P: ¿Cómo ha sido el proceso de escritura? De nuevo vuelves a trabajar con Marina Parés, con quien ya habías escrito Ane, ¿cómo os repartís el trabajo?

R: En esta ocasión, Marina se incorporó antes a la escritura, haciendo yo de frontón en una primera fase. A partir de la tercera versión de guion entré yo al proyecto. Hemos tratado de ser muy respetuosos con el trabajo de Txani, pero también darle vida propia e intentar que la película huya de lo literario.

P: La novela aborda varios temas con mucha sensibilidad. ¿Qué es lo que más os ha costado trasladar de la novela a la gran pantalla?

R: El tono. Sin duda. Esta película ha sido muy complicada porque el tono nos llevaba constantemente a líneas fronterizas entre géneros y temáticas. Ese reto nos ha acompañado durante el rodaje y se ha mantenido durante todas y cada una de las fases: montaje, cartel, elaboración del tráiler, etc. Estamos muy contentos porque esa mezcla de intereses y géneros desembocan en una película poco habitual.

P: Algunos temas que se abordan en la película son la pérdida y el duelo, el compañerismo, el amor, la transformación laboral y social, la nostalgia de tiempos pasados, las relaciones familiares, ¿cuál es para ti el tema principal?

R: Es una historia de duelo, pero es una película que también tiene un lado luminoso. Es una historia muy íntima, pero también profundamente social y colectiva. Hay causas individuales conviviendo con dilemas morales comunitarios. Y si tuviésemos que quedarnos con una línea narrativa, podríamos decir que simplemente es la historia de alguien que piensa que se va a morir. A la pregunta de cuál es para mí el tema principal diría que es la historia de Irune en un contexto concreto. En otro lugar y momento, no sería la historia de esta Irune.

P: Prácticamente todo el peso de la película recae en su protagonista. ¿Cómo ha sido dirigir a Miren Gaztañaga?

R: Un regalo. Sabía que tenía un potencial tremendo, es una de las actrices teatrales más prestigiosas y talentosas del panorama actoral vasco. A pesar de haber coincidido con ella en Ane, donde ella hacía un papel secundario, no había tenido la oportunidad de conocerla en profundidad. Miren se merece lo mejor, por su capacidad de sacrificio, su bondad, su talento y su inteligencia.

P: La protagonista no es capaz de pasar página y continuar con su vida. Vive anclada en un pasado que añora. ¿El título de la película hace referencia a este sentimiento?

R: Totalmente. Esta película juega con el concepto de lo romántico, buscando distintas artistas y significados. Por ejemplo, es una historia romántica entendiendo el término como sentimiento de amor hacia alguien. No cabe duda de que esta es una película sobre un amor romántico entre dos personajes que encarrilan su relación según los parámetros de otros tiempos. Pero también es la historia de un lugar donde se romantizan los tiempos pasados, los grandes momentos de lucha colectiva social de los ochenta y los noventa, la añoranza del propio paisaje urbano de ese pueblo en el que ya no se puede ir a los mismos sitios que uno frecuentaba porque han cerrado o han dejado de existir. Es decir, lo romántico tiene que ver también con esa idealización de algo perdido, con cierto sentimiento de nostalgia.

P: Estéticamente la película está muy cuidada. Uno de los recursos más bellos es la puesta en escena de las llamadas que Irune hace a Miguel María, el operador de Renfe. Están rodados de forma diferente al resto de la película y rompe un poco con todo lo demás. ¿Desde el principio teníais claro que queríais plasmarlo así o cómo surge esta idea?

R: Hemos intentado codificar el término romántico. ¿Cómo representarlo? ¿Cuál es la manera más honesta de plasmarlo? Al iniciar el proceso de puesta en escena teníamos claro que uno de los objetivos era que el espectador percibiera la película como una historia sutil, delicada, cuidada, meticulosa. Y por qué no, hermosa.

P: La película también está llena de simbolismo. Los trenes en marcha, el papel omnipresente, los eucaliptus que lo envuelven todo, el fuego, ¿qué significa todo esto?

R: La película está cargada de simbolismo, pero nunca hemos pretendido ser barrocos, ni tampoco opacos en este sentido. Para nosotros lo simbólico tenía que ir de la mano de lo evidente. Creo que el subtexto acaba por ser pura grasa si no sirve para alimentar al texto. Es una película sobre un territorio en decadencia. Para ello, los trenes son tránsito, vida, oportunidad de cambio que constantemente da pistas a nuestra protagonista. Hablar del fuego en esta película es más complicado y nos meteríamos en riesgo de spoiler, pero obviamente el fuego resulta muy simbólico, purificador, liberador. Y los eucaliptos tienen que ver con lo postizo, con un municipio industrial que intenta mantener vivo su ecosistema laboral y paisajístico pero que nunca más volverá a ser ese pueblo próspero de los ochenta. Lo mismo que esos eucaliptos no podrán sustituir a los castaños.

P: A la hora de dirigir la película, ¿tenías algún referente en mente?

R: Nos gusta trabajar sin referentes. An así, entendemos que la película se mueve en las mismas coordenadas del cine vasco que admiramos y que nos ha formado: Loreak, Ander, 80 egunean, Amama, Oreina, así como otras películas de directores vascos como La vida mancha o el cine de Montxo Armendariz. Tengo muy presente lo que Rob Stone y María Pilar Rodríguez definieron como el Nuevo Cine Vasco de Sentimiento. Y al mismo tiempo, hay una admiración hacia el cine de Jim Jarsmusch o de Nanni Moretti que de alguna manera es claramente identificable.

P: Ane se convirtió en una de las películas sorpresa del año, ¿qué te gustaría conseguir con Azken Erromantikoak / Los últimos románticos?

R: Me encantaría que se viera el trabajo de Miren Gaztañaga, que el público disfrutara de su talento y compromiso. Y por supuesto, que el equipo técnico y artístico se sintiera orgulloso de lo que hemos hecho.