Thriller psicológico protagonizado por el ganador de un BAFTA James McAvoy (Múltiple, Glass) junto con Aisling Franciosi (Juego de tronos, La caza), Mackenzie Davis (Terminator: Destino oscuro) y el ganador de un Premio del Sindicato de Actores Scoot McNairy (Argo, Un lugar tranquilo II). La cinta está producida por Blumhouse, responsable de éxitos como M3GAN, Déjame salir y Black Phone.
Escrita para la pantalla y dirigida por James Watkins, guionista y director de Eden Lake y de la galardonada y gótica historia de fantasmas La mujer de negro, NO HABLES CON EXTRAÑOS está basada en el guion de toda una sensación del cine de terror danés de 2022: la película Gæsterne, escrita por Christian Tafdrup y Mads Tafdrup, que obtuvo nada menos que 11 nominaciones a los Premios Robert, el equivalente danés a los Oscar®.
NO HABLES CON EXTRAÑOS está producida por Jason Blum (Five Nights at Freddy’s, M3GAN) para Blumhouse y por Paul Ritchie (McMafia, Harry Palmer: El expediente Ipcress). La producción ejecutiva corre a cargo de Beatriz Sequeira para Blumhouse, Jacob Jarek y Christian Tafdrup.
El director de fotografía es TIM MAURICE-JONES BSC (La mujer de negro, Black Mirror) y el diseño de producción es del ganador del Oscar® JAMES PRICE (Pobres criaturas, El clan de hierro). El montaje lo firma el nominado al Oscar® JON HARRIS (127 horas, Kingsman: Servicio secreto) y la música es obra del equipo nominado al Emmy formado por DANNY BENSI (Fear the Walking Dead, Ozark) y SAUNDER JURRIAANS (Fear the Walking Dead, Ozark). La supervisora musical es LUCY BRIGHT (Tár, El clan de hierro). El casting es de TERRI TAYLOR CSA (Five Nights at Freddy’s, M3GAN), ALLY CONOVER CSA (M3GAN, Black Phone) y HEATHER BASTEN CDG (Soñando en negro, La reina Cleopatra).
El diseño de vestuario lo firma KEITH MADDEN (La mujer de negro, Patrick Melrose) y la diseñadora de peluquería y maquillaje es NICOLE STAFFORD (La muerte de Stalin, 45 años). El coordinador de escenas de acción es JIMMY O’ DEE (Misterio en Venecia, Belfast) y el supervisor de efectos especiales es STEVE PATON (Despierta la furia, Liaison).
LA HISTORIA
Blumhouse lleva casi ya dos décadas entusiasmando al público (y haciéndole pasar mucho miedo) con enfoques inéditos y originales de actividades paranormales y de cualquier forma de manifestación maligna posible. Pero también ha expandido las fronteras del género de terror con películas que convierten las tensiones y los rituales de la vida diaria en una forma de entretenimiento provocativa, actual y retorcidamente endiablada, desde Déjame salir, de Jordan Peele, una fábula ingeniosamente extraña sobre el racismo en Estados Unidos, hasta la sátira social de la saga La purga/La noche de las bestias. Ahora es el turno del director-guionista James Watkins con una maquiavélica visión de la típica comedia costumbrista británica en la que la escapada de una familia al campo para visitar a unos nuevos amigos se tuerce hasta límites inimaginables, degenerando desde lo que parece una mera experiencia social difícil que pone a prueba sus nociones de la buena educación hasta convertirse en una impactante pesadilla en la que deberán abandonar cualquier atisbo de comportamiento civilizado y luchar por su supervivencia.
NO HABLES CON EXTRAÑOS está basada en el guion de un thriller danés de 2022: la película Gæsterne («Los invitados», traducido literalmente). «Hace un par de años, recibí una llamada de un ejecutivo de Universal que acababa de ver una película en Sundance que le había impactado mucho», nos cuenta el productor Jason Blum. «Siempre agradezco ser esa persona de referencia que recibe la llamada cuando alguien ve algo perturbador. ¡Si algo horrible ha echado a perder tu día, llámame! Total, que me organicé para verla y me quedé pasmado. A medida que avanzaba, me horrorizaba con cada nueva revelación mostrada en pantalla y, una vez que se acabó, no conseguía quitármela de la cabeza. Pensé que, en las manos adecuadas, una reinterpretación en inglés podría ser una película muy memorable, inquietante y especial».
Pero tenía que ser con el cineasta adecuado también. A Blum le habían encantado las películas de Watkins Eden Lake y La mujer de negro, así que pensó que podría encajar en el proyecto. Y así fue. Cuando Watkins vio la película danesa, inmediatamente conectó con el material y vio el inmenso potencial que tenía para una adaptación. «Me entusiasmó ese concepto tan malicioso y cercano: gente de vacaciones cuestionándose el rumbo de sus vidas y haciendo amistad con una pareja que parece tener las respuestas que buscan», explica Watkins. «La temática de la película me cautivó totalmente, esa forma de explorar cómo la sociedad moderna nos limita con sus reglas y lo que nos cuesta negociarlas».
Era exactamente del tipo de película que captura el intelecto y la imaginación de Watkins. «Comencé mi carrera profesional con un thriller de terror titulado Eden Lake», dice Watkins. «Podría calificarse de “terror social”, porque exploraba el conflicto intergeneracional, los miedos de clase y los ciclos de violencia en la sociedad. Tenía ganas de volver a esa intersección de géneros e ideas, y esta historia brindaba la oportunidad de indagar en ese tipo concreto de diversión inteligente».
El guion de Watkins conectó con los productores, y no solo en el plano cinematográfico. «James tiene un increíble sentido de la historia y la narrativa», dice el productor Paul Ritchie, que trabajó por primera vez con Watkins hace casi 20 años en Eden Lake. «Conoce a los personajes profundamente y, gracias a su impecable talento para dar con el momento justo y su comprensión de la experiencia de cara al público, es la persona ideal para una película de este calibre».
El guion de Watkins conectaba con la cercanía universal y cotidiana de la premisa de la historia. «James era la elección perfecta para escribir y dirigir NO HABLES CON EXTRAÑOS, porque se le da como a nadie crear terror fundamentado, ese terror por cosas que nos pueden pasar a todos», comenta la productora ejecutiva Beatriz Sequeira, que supervisó la producción de la cinta en nombre de Blumhouse. «Todos somos muy fans de Eden Lake y nos había impresionado mucho con su capacidad para crear relaciones entre personajes y conseguir que hasta las escenas domésticas más inocentes se percibieran como la situación más tensa que has vivido en tu vida. La primera vez que leí el guion de James me acordé de unos amigos neozelandeses a los que conocí en un viaje a las Fiyi que vivían en una granja ganadera. Siempre había pensado que podría ser divertido ir a su casa a visitarlos para conocerlos mejor. Pero lo primero que pensé después de leer el guion fue: “Ahora ni se me ocurriría hacerlo”. Eso te puede dar idea del miedo que me hizo sentir».
El guion de Watkins se centra en Ben y Louise Dalton, una pareja estadounidense que vive en Inglaterra, cada uno de ellos lidiando con su propia crisis de identidad y sintiéndose cada vez más alejados el uno del otro. Económicamente acomodados pero infelices, perseveran en un difícil matrimonio para criar a su hija, Agnes, una preadolescente llena de inseguridades que no va a ningún lado sin el cuarto miembro extraoficial de la familia: Hoppy, su conejito de peluche.
La marchita vida de los Dalton da un vuelco cuando conocen a Paddy, un tipo carismático, terrenal y toda una fuerza de la naturaleza, a su devota esposa Ciara y a su hijo Ant durante unas vacaciones en la Toscana. Ben y Louise se quedan fascinados por la personalidad gregaria de Paddy y el cariño de Ciara. A medida que florece la relación de camaradería entre las familias, los Dalton (y especialmente Ben) comienzan a ver a sus nuevas amistades de espíritu libre como posibles modelos a seguir para solucionar su crisis matrimonial. Por eso, semanas más tarde, cuando Paddy y Ciara invitan a los Dalton a pasar un fin de semana a su granja en una zona rural de Inglaterra, Ben convence a Louise de aceptar la invitación. A ojos de Ben, según le dice a su mujer, podría ser una experiencia positiva para ellos como pareja. Podría ser literalmente un soplo de aire fresco con diferentes experiencias campestres (caza, senderismo, labores agrícolas) que les brinden la ocasión de renovarse y soltar lastre. Una escapada así le ofrece a Ben la oportunidad de ser una persona distinta y disfrutar de una especie de fantasía hipermasculina y superlibertaria. Pero, cuando llegan a la remota y aislada granja de Paddy y Ciara, lejos de todo el mundo y de cuanto conocen, Ben, Louise y Agnes descubren que Paddy, Ciara y Ant no son exactamente igual de vacaciones que en casa, y que el interés de Paddy por Ben, Louise y Agnes nunca tuvo nada de afable.
«Los Dalton, en especial Ben, sienten como si la vida les hubiera cortado las alas o, al menos, que sus vidas no se asemejan a ese cuento de hadas perfecto que nos venden cuando vivimos pendientes de las redes sociales y de los dispositivos», dice Watkins. «Para definir lo que sufren, podríamos acuñar el término “abunditis”: personas que tienen muchas cosas materiales, pero aún más carencias emocionales. Ben vive particularmente atormentado. Siente que ha dejado escapar sus mejores años y que no ha llegado a nada. No tiene muy claro cómo negociar con el mundo moderno y sus nuevos códigos. Paddy le abre a Ben la puerta a otra realidad y le hace preguntarse si tal vez haya otra forma de vivir. Pero, cuando visitan la casa de campo para que Ben pueda vivir sus fantasías de autenticidad rural, las cosas no son precisamente como se las habían imaginado. La película se acaba convirtiendo en una historia con moraleja: sé consciente de tus privilegios. Ojo con lo que deseas cuando eres complaciente con tu seguridad y tus comodidades, cuando te sientes atrapado por las convenciones sociales y cuando quieres liberarte y encontrar tu naturaleza animal. Puede que creas que quieres peligro en tu vida, pero, cuando el peligro real llega, ¿sabes cómo lidiar con él?».
Ben captura muchos de los conflictos de la película relativos a la identidad, pero el fascinante corazón de la historia es el personaje que en un principio se les presenta como la solución. En el personaje de Paddy, Watkins vio la oportunidad de abordar el aumento de la masculinidad tóxica y las demagogias de culto a la personalidad. «Quería explorar la crisis de identidad que sufrimos hoy en día, esa sensación de desempoderamiento que hace que mucha gente, sobre todo hombres, sea receptiva a mentores como Paddy, que rechazan las normas, que prometen “recuperar el control”, que rechazan lo contenido y lo cortés en favor de una particular noción de “autenticidad”», explica Watkins. «Quería que el público sucumbiese en cierta medida al embrujo de Paddy del mismo modo que lo hacen Ben y Louise y mostrar lo fácil que es para alguien “normal” como Ben —que tiene sus fragilidades, pero que no es en absoluto un extremista ni un marginado— dejarse engatusar por ese sueño y convertirse así en cómplice de la vorágine de pesadilla que genera. Como dice Paddy cuando Ben y Louise le preguntan por qué hace lo que hace con ellos: “Porque nos dejáis”».
Aunque NO HABLES CON EXTRAÑOS conserva muchas de las temáticas de Gæsterne, se desvía de forma significativa de su inspiración, comenzando por las identidades culturales de sus personajes principales. En lugar de ser daneses, sus protagonistas son estadounidenses y, en lugar de neerlandesa, la familia visitada es inglesa. «Mi intención no era crear la consabida versión de terror estadounidense», dice Watkins. «Me refiero a la típica historia de neoyorquinos fuera de su ambiente que visitan a sus nuevos amigos “paletos” de Virginia Occidental... Me pareció que podía aportar un ángulo muy británico a la caracterización y al humor para hacer que la película resultara más específica y honesta, para trabajar con algo más cercano y conferirle un sabor más satírico», dice Watkins.
Crear una confrontación entre esta pareja estadounidense procedente de la gran ciudad con valores modernos y una pareja británica de un entorno más rural con valores más tradicionales permitió a Watkins aumentar la tensión y conseguir que los Dalton (y, por extensión, el público) se cuestionen su percepción del comportamiento de Paddy y Ciara. «El choque cultural es un factor que incrementa el grado de confusión en el análisis que la película hace de los modales, de normas antagonistas o cambiantes, y de cómo leemos las señales sociales», afirma Watkins. «Para Ben y Louise, ¿Paddy y Ciara son raros o solo un par de excéntricos ingleses? ¿Su casa es está un poco deteriorada o es de estilo chic campestre? Hay mucha ironía en el modo en que la película invierte los estereotipos de británicos y americanos. A menudo, presentamos a los británicos como gente reprimida y a los estadounidenses como más directos y claros hablando. Siempre ha sido un cliché simplista, porque siempre ha habido un tipo concreto de británico como Paddy, que dice lo que piensa, y también estadounidenses muy reprimidos, y una clase de humor británico que tira mucho de decir las cosas que nadie dice, cosas que los americanos nunca dirían. En cualquier caso, me pareció que todas estas confusiones por cruce de nacionalidades serían un buen ingrediente para este caldo de cultivo de ansiedad social que quería generar».
El otro cambio crítico que Watkins llevó a cabo fue un nuevo tercer acto que resuelve el conflicto entre Paddy y la familia Dalton de una forma profundamente distinta. «Me encantó el bofetón nihilista del tercer acto de la película de Christian, pero yo quise aprovechar la oportunidad para explorar las opciones de los personajes protagonistas», dice Watkins. «Cuando el espejismo de buena educación desaparece, ¿qué hacen? ¿Pueden las convenciones de la sociedad ser mostradas como una fortaleza, pero también como una debilidad? ¿Pueden las buenas formas pasar de ser una trampa a una forma de escapar? Y cuando el conflicto estalla, ¿entonces qué? En la vida real, pocos de nosotros tenemos herramientas para lidiar con el conflicto, con una agresión abierta. ¿Cómo afrontamos la gente de a pie una situación tan inusual? ¿En qué punto nuestras necesidades primigenias deben sobreponerse a los grilletes de la sociedad? ¿En qué punto superan Ben y Louise su reticencia y contraatacan o huyen? ¿Son capaces Ben y Louise de rechazar en último término la visión del mundo de Paddy?».
Explorar estas ideas sirvió de ayuda para brindar a los Dalton algunas opciones de comportamiento sin subvertir la esencia naturalista de la película y su crítica sociopolítica. «Quería darles a mis personajes más voluntad sin que tuvieran que convertirse de pronto en héroes de acción», dice Watkins. «No me gusta nada cuando la “gente normal” comienza a comportarse de pronto como ninjas de la Marina en el tercer acto. Quiero que reinen el caos, el desorden y el miedo. Deliberadamente, quería desafiar los estereotipos de género más trillados: que Louise fuese más proactiva en el acto final, incluso más “alfa” que Ben. Y quería que esas bases conceptuales que habíamos planteado para los personajes tuvieran una continuidad y se viesen puestas a prueba por aquella situación extrema. Quería que Ben tuviese que confrontar la falsa versión binaria de la masculinidad —la fuerza del hombre de las cavernas frente a debilidad “liberal” moderna— con la que Paddy lo avasalla, y quería apoyarme aún más en los temas de la masculinidad tóxica y cómo la violencia engendra violencia a lo largo de las generaciones».
A medida que Watkins fue afinando su visión y adentrándose en la producción, halló cada vez más dosis de inspiración en las películas de los laureados cineastas Michael Haneke y Ruben Östlund; en El graduado, de Mike Nichols; Perros de paja, de Sam Peckinpah; Defensa, de John Boorman; y la serie de Mike White multipremiada en los Emmy The White Lotus. «En mi cabeza, NO HABLES CON EXTRAÑOS siempre fue un thriller psicológico con un núcleo terrorífico», dice Watkins. «Esta distinción sutil es importante en lo que respecta a mi enfoque. Queremos que la tensión surja de la exploración psicológica de cada personaje y de cómo interactúan en un entorno social moderno. Todas las películas que fueron conformando este enfoque van desgajando las diferentes capas de la vida “civilizada” para deleitarse en las luchas de poder de las interacciones sociales y exploran la ira apenas reprimida que la gente sonriente y amable siente hacia los demás. The White Lotus nos mostró justo eso recientemente de una manera brillante y, personalmente, me apasiona la “dramedia” de la obra de Mike White, cómo las escenas pasan de la comedia al drama y viceversa exprimiendo los horrores de cada interacción social entre los personajes».
Con el guion listo, la producción de NO HABLES CON EXTRAÑOS se puso rápidamente en marcha en 2023, con la huelga del Sindicato de Actores de Cine-Federación Estadounidense de Artistas de Radio y Televisión (SAG-AFTRA) acechando en el horizonte. «Todo fue muy rápido desde la lectura el guion hasta pasar a la fase de producción», nos cuenta el productor Paul Ritchie. «James es un fantástico colaborador y escucha como nadie; todos nos sentimos parte del proceso. A lo largo de los años, hemos ido forjando entre nosotros una enorme confianza, y eso es algo muy valioso. Hemos tenido la suerte de trabajar en proyectos en los que la química entre los miembros del equipo que hemos reunido ha repercutido para bien en el resultado final y ha generado una plataforma exitosa desde la que crecer. Nuestras primeras discusiones se centraban en cómo insuflar nuestro estilo cinematográfico a la película y en cómo el reparto y las localizaciones eran cruciales para esa visión».
LOS PERSONAJES
Paddy - James McAvoy
Paddy se presenta a sí mismo como un médico que antes ejercía en la gran ciudad y como un hombre a la antigua usanza con apetitos carnales y opiniones muy contundentes acerca de todo. Rechaza de plano el liberalismo pretenciosamente «woke» y ese afán por desarrollarse profesionalmente en un día a día desenfrenado en favor de una vida más sencilla, viviendo libre y sin restricciones en la naturaleza de la Inglaterra rural con su esposa y su hijo pequeño. Pero ese individualismo iconoclasta de Paddy esconde un oscuro reverso de resentimiento y codicia que acaba saliendo a relucir.
Para interpretar a Paddy, un personaje con mucha carga psicológica soterrada, el director James Watkins recurrió a James McAvoy, el aclamado actor escocés de cine y teatro, especialmente conocido por su interpretación del superhéroe telépata Charles Xavier en la saga X-Men y del trastornado Kevin Wendell Crumb en las supertaquilleras películas de Blumhouse Múltiple y Glass. «Paddy debe ser capaz de encandilarnos sin dejar de hacernos sentir siempre a punto de sucumbir al terror, y James sabe cómo transitar por esa fina línea», asegura Watkins. «Lo vi en la película Filth, el sucio y me quedé fascinado: su personaje es horrible, pero James sabe cómo hacer que conectemos con él. Un actor de menor talento nos hubiera perdido por el camino. Además de estrella de cine, James es brillante sobre las tablas. Para explorar a Paddy, no solo saca partido a su propia experiencia, sino que conecta con un profundo archivo de recursos clásicos: Yago, Ricardo III, Mefistófeles... Creo que nadie en el mundo podría haber interpretado a Paddy con el nivelazo de James. Su comprensión del espacio psicológico y emocional, de cómo ir cartografiando los minúsculos cambios de un gradiente emocional, es realmente insuperable. Es el primer y el único actor al que le propuse el papel».
McAvoy se sintió inmediatamente intrigado. «Blumhouse ha hecho muchos tipos de películas, pero es una productora principalmente conocida por el género del terror, y esos proyectos se le dan excepcionalmente bien», asegura McAvoy. «Al leer el guion, lo que me mantuvo enganchado desde el principio es que estos personajes parecían gente real y que estaba basado en experiencias que podíamos reconocer en el mundo real. La película juega constantemente con lo que es aceptable y lo que no, y los peligros a los que nos exponemos cuando elegimos soportar un comportamiento o condiciones denigrantes porque no creemos merecer nada mejor o porque no creemos que las cosas puedan mejorar. ¡O, simplemente, porque ya no sabemos cómo pensar o hablar de estas cosas!».
En lo que respecta a Paddy, McAvoy se sintió fascinado por las múltiples capas y lecturas del personaje, especialmente como personificación de una masculinidad retrógrada. «Paddy se aferra a una expresión ya antigua y tradicionalista de lo que significa ser hombre», explica McAvoy. «James Watkins y yo nos apoyamos mucho en ese aspecto de él para dar forma a Paddy y definir lo que significa para la historia y para la cultura, confiriéndole cierto peso legendario con relevancia actual. Presentamos a un hombre entre los hombres aferrado a una idea carca de la masculinidad y que vive en el campo de lo que cría y cultiva, o eso nos hace pensar. Todo parece muy honesto y terrenal. Pero estamos hablando de una Inglaterra del pasado y hay oscuridad en ese lugar; hay una historia de violencia y derramamiento de sangre y cosas horribles acontecidas en esos parajes; en otras palabras, hay algo maligno en esa masculinidad terrenal que Paddy idealiza y vende».
McAvoy fue descubriendo más dimensiones en el papel a medida que trabajaba con su compañera de reparto Aisling Franciosi y con Watkins para construir la relación entre Paddy y su esposa, Ciara. «Paddy y Ciara son un par de chalados, quizá literalmente, con pasiones indescriptibles y, en un principio, los Dalton —sobre todo Ben y, en menor medida, Louise— los ven como un faro de luz y esperanza en sus descarriadas vidas y su sufrido matrimonio. Esto apuntaba a una semilla de verdad sobre Paddy y Ciara que se menciona en el guion, pero que exploramos mucho más a fondo en los ensayos y en el set: sí, son despreciables en muchos sentidos, pero se aman y su amor es real, incluso honesto. Total, que tenemos a este par de locos que se quieren de verdad y tenemos a los buenos que no saben ya ni cómo expresar ni abordar el amor por diferentes motivos, por problemas en su relación o porque la sociedad moderna les ha hecho cuestionarse cómo tiene que funcionar supuestamente el amor. Reconocer esos temas y cultivarlos generó muchas interacciones y conflictos».
La personalidad potente y provocativa de Paddy hizo que resultase un personaje divertido de interpretar, según McAvoy, aunque siempre con cuidado de dar con el tono adecuado en cada momento. «Paddy es una persona muy entretenida y siempre está actuando», dice McAvoy. «Pero hay que andarse con ojo a la hora de interpretar a un personaje así, porque puedes acabar convirtiéndolo en un espectáculo andante y, aunque eso pueda ser efectivo ante determinado público, quizá no sea tan veraz. Nos esforzábamos continuamente por no desviar al personaje de una historia, unas motivaciones y unos deseos reales, y por extraer las revelaciones de su verdadera naturaleza. Por mucho que Paddy sea una figura mercuriana y contracultural que nos atrae, hay una gran oscuridad en él que nunca deja de estar a la vista del público. Si hay algo propio del cine clásico de terror en esta película es que el público querrá gritar a los personajes “¡No vayas por ese pasillo oscuro!” pero sin poder evitar dejarse arrastrar. La diferencia con ese tipo de películas es que aquí el pasillo oscuro no es literal; son Paddy y Ciara».
Louise Dalton - Mackenzie Davis
Louise Dalton se siente infeliz y frustrada en todos los aspectos de su vida y no tiene ni idea de cómo cambiar. Cuando su marido Ben, su hija Agnes y ella se mudaron a Londres por el trabajo de Ben, Louise pensaba que podría dar continuidad a su exitosa carrera profesional en el ámbito de las relaciones públicas, pero ese globo no tarda en desinflarse. Madre helicóptero cargada de ansiedades, su relación con su hija es tan difícil y tensa como la que mantiene con su marido. Aunque no le hace tanta gracia como a Ben visitar a Paddy y Ciara en el campo, acepta ir de todos modos, motivada, en parte, por las ganas de volver a prender la chispa perdida de su relación de pareja. Sin embargo, se da cuenta de inmediato de que la casa de Paddy no es un lugar seguro para su familia, y sus sospechas de que sus anfitriones ocultan algo muy retorcido van en aumento.
Mackenzie Davis (Terminator: Destino oscuro, Estación Once), que protagonizó junto a Scoot McNairy la aclamada serie Halt and Catch Fire, es la encargada de dar vida a Louise. «Desde mi primer encuentro con Mackenzie, supe que sería una gran socia creativa y que pondría a prueba el material para que resultara lo más veraz y psicológicamente honesto posible», dice el director James Watkins. «Mackenzie tiene una presencia singular en la película. Es difícil de cuantificar; solo quieres verla, acercarte. El mayor elogio que puedo hacerle es que permite que coexistan una fragilidad y un poder en pantalla que me recuerdan a la joven Jeanne Moreau a ojos de Louis Malle».
Para Davis, lo más cautivador de NO HABLES CON EXTRAÑOS era su combinación de sátira social oscuramente cómica y terror violento, y cómo lo uno llevaba a lo otro. «Lo que me pareció interesante del guion es cómo capturaba lo terrible que puede llegar a ser afrontar ciertas situaciones sociales tensas y cómo se pueden desarrollar en un escenario de vida o muerte», dice Davis. «Lo ingenioso de la historia es que la tensión figurada se vuelve totalmente literal: como un ochenta por ciento de la película trata de explorar una serie de traspiés sociales y sus consecuencias, así como el horror natural que eso genera, para dar paso a veinte últimos minutos de auténtico terror. También me encantó que la película explora la tensión entre miedo, instinto y empatía».
A Davis también le entusiasmó el modo en que la cinta examina cuándo y por qué elegimos ignorar nuestro instinto, aun a riesgo de correr un peligro real. «Continuamente conocemos a gente que es distinta a nosotros o tiene diferentes valores, pero que tampoco despierta ningún tipo de alarma», dice Davis. «Pese a todo, a veces conoces a alguien diferente y algo dentro de ti te dice que salgas corriendo. ¿Confías en que tu instinto es fundado y que quiere protegerte del peligro? ¿Lo cuestionas y te preguntas si es poco racional o si nace del prejuicio? ¿Te convences de que esa reacción es una grosería por tu parte y trabajas más a fondo la empatía? Esta película plantea de forma inteligente estas preguntas tan llenas de matices dramatizándolas de un modo que convierte la situación en todo un thriller. Los personajes toman continuamente decisiones que los ponen en peligro, y no por estupidez, sino por ese contrato social implícito con el que todos vivimos: tratar de ser amables, empáticos, ser comprensivos hasta el punto de neutralizar nuestros instintos.
Louise representa ese conflicto interno más que ningún otro personaje de NO HABLES CON EXTRAÑOS, y sus decisiones son aún más difíciles debido a las cuestiones de género, algo que Davis considera muy interesante. «El resto de adultos de la película se comportan de forma relajada y ligera, o directamente ignoran adrede las situaciones más problemáticas, pero ella siente una ansiedad que nadie comparte o comprende», dice Davis. «Peor aún, cuando se arriesga a expresar esa ansiedad, le llaman la atención por ello y le hacen sentirse avergonzada. Creo que es una experiencia con la que muchas personas se identifican, especialmente las mujeres, que a menudo se ven en situaciones en las que constantemente están negociando con su intuición y con sus miedos acerca de cómo los demás las perciben. Louise es bastante mamá helicóptero y quizá demasiado nerviosa, pero la ironía fundamental es que su sobreproteccionismo termina siendo su punto fuerte».
Davis disfrutó mucho las escenas en las que Louise se convierte en la guerrera que su marido y su hija necesitan, y el enfoque realista que Watkins les ha dado.
Ben Dalton - Scoot McNairy
Como muchos hombres estadounidenses, Ben Dalton define su propia valía y a sí mismo por su trabajo y, desafortunadamente, en el momento en el que NO HABLES CON EXTRAÑOS empieza, él está en el paro. Director financiero de una compañía de Chicago, Ben se mudó con su familia a Londres para avanzar en su carrera como responsable de una sucursal allí, pero le despidieron poco después por un giro en la política empresarial debido a un bache económico. Entrando en la mediana edad, sin trabajo y perdiendo posiciones en la carrera corporativa, estancado en su rutinario matrimonio con Louise, y hallando dificultades para conectar con su hija Agnes, Ben se siente castrado e impotente en todos los aspectos de su existencia justo cuando Paddy aparece en su vida despertando su imaginación y sus deseos de volver a sentirse como un «hombre».
Para interpretar a Ben, James Watkins eligió a Scoot McNairy, cuya filmografía incluye títulos tan aclamados como Monsters, Argo y 12 años de esclavitud para la gran pantalla, y True Detective y Narcos: México para televisión. «Soy fan de Scott McNairy desde hace mucho tiempo», dice Watkins. «Es un actor entre actores. Me encanta su sutileza, cómo transmite tanto con tan poco, y su disposición a dejar de lado la vanidad y mostrarse débil o antipático. Estaba dispuesto a explorar el lado “macho beta” de Ben, a indagar en las razones de su comportamiento. No para justificarlo, sino para comprenderlo, para desentrañar las capas psicológicas».
Cuando McNairy se sumó a NO HABLES CON EXTRAÑOS, ya conocía y admiraba la versión danesa, y estaba intrigado por descubrir la visión de Watkins para esta nueva adaptación. «James ha profundizado en todo lo que ya admiraba de Gæsterne y ha explorado a fondo el tema de la buena educación ante situaciones sociales peliagudas: qué es aceptable, qué no, de qué te muestras en contra, sobre qué cosas guardas silencio... Para, al final, resolver todos esos conflictos de una forma diferente, pero igualmente interesante. Terminas preocupándote por los personajes porque te sientes intrigado o incluso conmovido por su complicada naturaleza. Esto hace que esta sea una película de terror diferente. Te da todo lo que esperas del género, pero te sorprende con su riqueza».
Lo que más atrajo a McNairy fue el arco dramático que Watkins había creado para Ben, un relato aleccionador sobre un hombre confundido y resentido que, al no conocerse a sí mismo y tener una concepción errónea de su propia valía, es una víctima fácil de potenciales engaños, poniéndose en peligro no solo a sí mismo, también a su mujer, su hija y otras personas. «Creo que, cuando las personas se sienten débiles y vulnerables, se abren a cualquier cosa que crean que las vaya a cambiar o hacer mejor», afirma McNairy. «Cuando conocemos a Ben, vemos que ha perdido el trabajo y la confianza, y que está tratando de encontrarse a sí mismo. Entonces conoce a Paddy, con su personalidad expansiva, tan seguro de sí mismo, que pesca, caza y hace todas esas cosas campestres y masculinas que Ben no hace, pero que quizá desearía poder hacer. Lo que convierte a Paddy en alguien tan atractivo a ojos de Ben es la absoluta confianza en sí mismo. Resulta muy contagiosa, y a Ben se le ocurre que la respuesta a su malestar emocional es: “Si me pareciera más a Paddy, mi vida sería mejor; me sentiría bien”. Paddy lo sabe y lo manipula, juega con eso».
Ciara - Aisling Franciosi
La esposa de Paddy, Ciara, es su media naranja y su arma secreta: con su personalidad cálida y acogedora, suaviza las aristas de su marido y ayuda a que sus víctimas muerdan el anzuelo. Parecen la pareja perfecta, pero uno de los más interesantes misterios de la película es saber si está de verdad enamorada de él y si es su cómplice de forma voluntaria.
A Ciara le da vida la actriz irlandesa Aisling Franciosi (The Nightingale, Imperdonable), que recientemente hizo una incursión al género de terror con El último viaje del Demeter (2023). «Vi a Aisling en The Nightingale y me quedé alucinado», confiesa el director James Watkins. «Pensé que haría un trabajo brillante como la joven esposa de Paddy, y que encajaría genial con James McAvoy. Aisling comprendió a la perfección la ambigüedad de Ciara. Acompaña en todo a Paddy, pero ¿es, de alguna forma, también una víctima? Me encantó cómo Aisling entendió que Paddy y Ciara son un equipo. Para reflejar eso, James y ella trabajaron muy bien juntos, y a James se le ocurrió que Ciara terminara algunas frases de Paddy, para ilustrar cómo ella ha oído sus pequeños aforismos un millón de veces».
Franciosi cuenta que NO HABLES CON EXTRAÑOS la atrajo por su humor negro y su provocativo estudio de las costumbres sociales, así como por el reto de interpretar los matices de Ciara. «Creo que esta película va de los peligros de las convenciones sociales y de los inconvenientes de mantener las apariencias. Explora los extremos de lo que puede ocurrir cuando ignoramos nuestros instintos solo por intentar mantener las formas», asegura Franciosi. «La primera vez que leí el guion me descubrí retorciéndome de angustia por la incomodidad de las interacciones entre las dos parejas y luego horrorizada, a medida que la historia se tornaba en una situación pesadillesca. Pensé que ofrecía un drama poderoso y un interesante comentario social».
Franciosi también tenía muchas ganas de explorar el esquivo trasfondo de Ciara. «Yo ya había interpretado a un par de personajes mentalmente inestables, por así decirlo, pero Ciara es un personaje bastante diferente para mí», continúa la actriz. «Me encanta cómo se muestra de una forma, cuando resulta que por dentro es de otra bien diferente. Se presenta como una mujer muy cálida y totalmente inofensiva. Da la impresión de ser una joven encantadora, una madre cariñosa y una tierna esposa. Equilibra a la perfección la grandilocuencia de Paddy, detalle muy importante para despertar el interés de los Dalton —Louise y Ben. Ciara esconde unos secretos horribles, pero es un engaño lleno de complejidades. Es cómplice y culpable, pero también es una víctima. Se ha convertido es la persona que es tras sufrir traumas terribles y abusos de manera continuada. La cuestión de hasta qué punto es culpable una víctima se me hacía muy interesante. Con ella, también quería presentar a alguien que está muy enamorada de Paddy, pero cuyas metas no son necesariamente las mismas».
El punzante terror de la película se ha conseguido, según Franciosi, gracias a cimentar a los personajes en la realidad. «La película es aterradora porque la historia y la forma de contarla hacen mucho hincapié en transmitir que todo podría ocurrir de verdad», dice Franciosi. «Creo que la forma en la que está retratada la relación entre Paddy y Ciara es bastante fascinante. Se quieren y existe una química palpable, pero también son un par de perturbados psicológicamente hablando y viven atrapados en un bucle de inquietante violencia. Ser testigo de eso resulta perturbador, pero no puedes evitar querer seguir mirándolos».
Agnes Dalton - Alix West Lefler
Agnes, la hija de Ben y Louise, es una preadolescente sensible e inteligente que vive con intensidad las tensiones del matrimonio de sus padres; que incluyen multitud de desacuerdos a la hora de educar a Agnes y en cómo ayudarla a manejar su ansiedad. Agnes nunca se separa de su conejo de peluche Hoppy, pero no es una niña débil e indefensa ni mucho menos. De hecho, ayudaría mucho a sus padres a gestionar su conflicto con Paddy y Ciara... si la tomaran en serio y la escucharan.
Para interpretar a Agnes, el director James Watkins eligió a Alix West Lefler, cuya carrera incluye títulos como El ángel de la muerte (2022) y trabajos en series de televisión como Riverdale y Mi vida con los chicos Walter. «Todos los actores adultos son tan sutiles que me puse a buscar niños actores que tuvieran una finura parecida, que no “actuaran”, sino que fueran el personaje», dice Watkins. «Es el caso de Alix. En su prueba, lo que realmente destacó fue su autenticidad. A veces, los intérpretes infantiles van a los castings y hacen una actuación brillante que te deja alucinado porque la han preparado muy bien. Pero, en un rodaje, donde todo es muy cambiante, necesitas un actor infantil que pueda profundizar en el momento, que comprenda las indicaciones y siga el curso de la escena y de los otros intérpretes. Alix hizo eso maravillosamente. Ha sido capaz de transmitir con total acierto la ansiedad y la vulnerabilidad de Agnes».
Mackenzie Davis, que interpreta a Louise, la madre de Agnes, se quedó tan impresionada con Lefler que le puso un mote. «La llamaba “Blue Ivy”, en referencia a la hija de Beyoncé y Jay-Z», dice Davis. «Si alguna vez has visto a Blue Ivy bailar en los conciertos de su madre, habrás comprobado que es una niña de lo más talentosa y despreocupada a la que no le asusta ni le impresiona el mundo en el que se mueve. Alix es igual. Es independiente: tiene los pies en la tierra, es inteligente, hace las cosas con tranquilidad y es un placer trabajar con ella».
A Lefler le resulta sencillo explicar el atractivo de NO HABLES CON EXTRAÑOS. «Me encanta la acción. Me encantan las pelis de terror. ¡Y también el gore!», afirma Lefler. «Me lo pasé pipa rodando». Pero se tomó en serio el trabajo de encarnar a una niña con problemas mentales reales. Buena parte de la preparación de Lefler sirvió para comprender los problemas de Agnes y poder así representarlos con autenticidad. «Agnes sufre mucha ansiedad y hace montones de ejercicios de respiración que la ayudan a gestionar el pánico», dice Lefler. «Así que investigué acerca de lo que implica sufrir ese tipo de ansiedad extrema y cómo es tener un ataque de pánico. Para mí era importante entender las implicaciones de que ese tipo de problema de salud mental y emocional tire de ti, que afecte a tu personalidad y tenga un impacto sobre ti y tu vida». Lefler añade que ha podido identificarse con Agnes a través de un detalle muy significativo: ella también tiene un conejito de peluche del que no se separa. «Tengo un conejito de la última película que hice, The King Tide», dice Lefler. «Estaba rondando por el set. Lo vi y dije: “Eh, qué mono. Me lo quedo”. Me lo llevé a casa y ahí lo tengo, en mi habitación, con otros recuerdos de pelis que me traen a la mente momentos chulos, me inspiran y me hacen sentir bien».
Ant - Dan Hough
Ant es el tímido y enigmático hijo de Paddy y Ciara, un joven normal en todos los sentidos, excepto por un detalle: es mudo debido a que sufre aglosia, un trastorno genético que le ha dejado con una lengua deformada e incompleta. Se hace amigo de Agnes, la hija de los Dalton, pero no siempre queda claro si su extraño y huidizo comportamiento es consecuencia de su condición o si oculta otras motivaciones.
Para interpretar a Ant, el director James Watkins eligió a Dan Hough, que debuta como actor profesional en NO HABLES CON EXTRAÑOS. «Ant representa un desafío interpretativo singular: comunicar de forma convincente, pero no verbalmente; es decir, hacerlo a través de gestos, pero sin “actuar”», dice Watkins. «Dan nunca había actuado delante de la cámara. Pero aportó verdad interior. En las pruebas vivía el momento, en lugar de intentar interpretarlo. Hay una rabia y un dolor internos que al final deben salir a la luz. Con ese momento hice las pruebas de casting. Cuando Dan gritó frente a la cámara, nos puso los pelos de punta a todos. Llegó hasta el final. Fue salvaje y feroz. Después de aquello, no pudo hablar durante tres días».
Como primer papel de un intérprete, es extraordinario. «Es un niño muy triste por unas razones concretas que se terminarán comprendiendo», dice Hough. «La única forma de la que pude entrar en Ant fue preguntándome: “¿Y si todo lo que le ha pasado a este chico me pasara a mí?”. Así es como me metí en el personaje. Fue un reto, porque tienes que descubrir cómo expresarte de formas diferentes, a través de la expresión y el lenguaje corporales. Y tuve que llevar una prótesis, una pequeña plancha que se ajustaba en torno a los dientes para que mi lengua quedara debajo. Pero ha sido una experiencia alucinante de principio a fin. Esta ha sido mi primera película. Fue mi primera prueba de casting. Ha sido un torbellino de oportunidades. Me ha encantado».
A sus compañeros adultos les sorprendieron la audacia e intensidad de su trabajo. «Dan es probablemente el niño más adorable que he visto en mi vida», dice Mackenzie Davis. «No dice una palabra en toda la película y su personaje se mueve mucho en la periferia de las escenas, así que a los demás nos resultaba fácil no prestar mucha atención a lo que hacía. Pero, cuando lo observas, te maravillas con lo que está transmitiendo a través de su extraordinaria y emotiva interpretación muda: su tristeza, su mundo interior, sus anhelos. Es una interpretación hermosa y resulta aún más impresionante cuando caes en la cuenta de que es su primer trabajo».
EL DISEÑO DE PRODUCCIÓN Y LAS LOCALIZACIONES
El guionista y director James Watkins dice que, aparte del reparto, no hubo una decisión creativa más importante para el éxito de NO HABLES CON EXTRAÑOS que encontrar la localización rural correcta para albergar la granja de Paddy y Ciara, encantadora por fuera, ruinosa por dentro y situada junto a un pequeño lago en la idílica campiña inglesa. «En el guion hay un continuo tira y afloja: por cada señal de advertencia respecto a Paddy y Ciara hallamos un detalle que resulta encantador y potencialmente liberador. Luz roja, luz verde», dice Watkins. «La casa de campo de Paddy y el paisaje que la rodea cumplen con esta idea y son un reflejo de ella. Resulta inspirador pasear por esos valles maravillosos y disfrutar del saber hacer de Paddy mientras prepara leña para el fuego con sus propias manos, pese a que otros detalles, algunos bastante sutiles, sean motivo de ansiedad, o incluso de alarma».
Para ayudar a Watkins a concebir el paraíso engañosamente insidioso de Paddy, se sumó al proyecto el diseñador de producción ganador del Premio Oscar® James Price, que ya había trabajado con el director en Harry Palmer: El expediente Ipcress. Watkins y Price sopesaron brevemente la opción de construir una casa que cumpliera con las necesidades del guion, pero esto no encajaba con la estética de Watkins quería para la película, así que Price y él decidieron que usarían localizaciones reales y las modificarían si era necesario. A lo largo de su proceso de trabajo con el diseño, Price echó mano de sus recuerdos en la granja en la que creció, situada en la campiña inglesa junto a la frontera con Gales, llena de historia y dotada de una atmósfera inquietante. «Gran parte del diseño está inspirado en lugares que conocí siendo niño: la casa de campo en la que me crie, las casas donde vivían mis amigos, casas raras y estructuras antiguas... Lugares en los que no querrías estar solo cuando se hace de noche», cuenta Price riéndose. «Fue una oportunidad para explorar algunas áreas oscuras de mi memoria».
Dar con el lugar adecuado no fue tarea sencilla. «Lo más difícil fue dar con una localización perfecta que pudiéramos ocupar y hacer nuestra durante cinco meses», asegura el productor Paul Ritchie. «Con la huelga del Sindicato de Actores acechando, fue todo un desafío poner todo en marcha tan rápidamente sin sacrificar calidad. Fue ahí cuando mi conexión con James, gracias a los años que llevamos trabajando juntos, fue de más utilidad y nos permitió avanzar a toda vela».
Tras estudiar decenas de opciones para la casa rural de Paddy, los cineastas —con la ayuda del gerente de localizaciones TED LADLOW (asistente de localizaciones en Killing Eve y La vida sigue)— eligieron una granja en una amplia y apartada propiedad cercada en Gloucestershire (Inglaterra), a una hora en coche aproximadamente de donde Price se crio, en North Herefordshire. La casa principal tenía 400 años de antigüedad y contaba con estructura de madera y paredes de piedra. En los establos había un sótano perfecto para las escenas que transcurren en el almacén subterráneo de Paddy. Watkins afirma que le gustó el modo en que, juntas, estas edificaciones «creaban una especie de patio cerrado que podía resultar tan protector como claustrofóbico, evocando el torreón de un castillo medieval o el patio de una cárcel».
«Era perfecta: idílica y siniestra a la vez», dice Ladlow. «La propiedad tenía unas vistas maravillosas, pero también zonas oscuras y varias características que le conferían un aire siniestro. Eso sí, que quede claro que el lugar no tenía nada de maléfico. Los propietarios, una hermana y un hermano que crecieron allí, son encantadores. Incluso recibían en el pasado visitas de colegios que querían conocer el granero, para enseñar a los niños técnicas antiguas de cuidados de los animales propias de los siglos XVIII y XIX. Con parte del dinero que ganaron gracias al rodaje, tienen pensado renovar el granero y volver a abrir la granja a escuelas locales y la comunidad en general».
Pero la casa principal presentaba un par de dificultades para la producción. Los dormitorios eran muy pequeños. Aunque esto aumentaba la sensación de claustrofobia, algunos espacios —en particular, la importante zona superior— eran demasiado angostos como para que cupieran el material y los equipos artístico y técnico. Para solucionarlo, los dueños de la propiedad dieron permiso a Watkins y su equipo para echar abajo paredes y reconfigurar el espacio con el fin de ajustarlo a las necesidades. Por otra parte, como el tejado no iba a poder soportar el rodaje de una gran secuencia de acción de la película, Watkins rodó esas escenas en un set elevado que imitaba el tejado, y que se construyó en el jardín de la casa principal. Como la propiedad no contaba con un lago pequeño (o un «estanque grande», según quién hable de ello), el equipo de producción contrató a una empresa que trabaja para la Comisión Forestal de Inglaterra para que hiciera uno. A los dueños de la propiedad les gustó tanto que decidieron mantenerlo, y desde entonces ha sido designado como un hábitat adecuado para los tritones, que, por lo visto, escasean en el oeste de Inglaterra. «Así que terminamos haciendo algo bueno por el medio ambiente, lo cual es genial», dice Price.
Price y su departamento de arte quisieron decorar la casa de campo con detalles desconcertantes, y, de hecho, algunos se colocaron en el set solo para que los intérpretes los vieran, no los espectadores. Hablamos, por ejemplo, de azulejos de cerámica neerlandesa de Delft en la cocina, con imágenes de gente decapitada o ahorcada en árboles, o papel de pared con un diseño de lo más banal que, al estar despegado, descubre un papel de pared anterior con dibujos de globos oculares. Price encargó a la decoradora de sets PRUE HOWARD (asistente de decoración de sets en Asesinato en el Orient Express y Liga de la Justicia) y su equipo la misión de llenar la casa de antigüedades extrañas y adornos propios de las tiendas de pueblos ingleses de costa. Aunque la disposición era en general aleatoria, algunos objetos se colocaron con un propósito sutil y siniestro: la casa está llena de cientos de figuritas y todas están orientadas desde el centro de las estancias hacia las paredes, como si apartaran la mirada o se escondieran.
Todos esos detalles fueron de gran ayuda para los intérpretes. «Los diseñadores de set hicieron un trabajo increíble», afirma Scoot McNairy, que interpreta a Ben Dalton. «Cuando comenzó la preproducción, no había nada en esa casa y la decoraron con todos esos detalles alucinantes. Los azulejos están pintados con motivos campestres, como flores y carromatos, pero si miras más de cerca, verás que algunos tienen un toque siniestro, como un tipo ahorcado en un árbol. Toda la casa está decorada de forma totalmente normal, pero hay intercaladas aquí y allá cosas raras o perturbadoras. Fue asombroso cómo crearon un espacio que genera el estado de ánimo adecuado para los actores y ayuda a las interpretaciones».
Aparte de en Gloucestershire, Watkins rodó en Herefordshire, Devon y Londres. En cuanto a las escenas iniciales de NO HABLES CON EXTRAÑOS en la Toscana, en realidad se rodaron en Groznjan (Croacia).
LA FOTOGRAFÍA
· Para contribuir a crear la estética visual de NO HABLES CON EXTRAÑOS, el guionista y director James Watkins incorporó al director de fotografía Tim Maurice-Jones, que ya había rodado con él La mujer de negro y un episodio de Black Mirror: Cállate y baila. «Quería que la película resultase real, no un artefacto de género», explica Watkins. «Como fuentes de inspiración, Tim y yo hablamos mucho de Fargo y Tiburón, sobre cómo ambas crearon mundos tangibles y creíbles usando una luz pura y natural, con un uso de luz artificial mínimo, pero estratégico. También estudiamos las películas de Michael Haneke y Stanley Kubrick. Al hilo de los temas claves de la ansiedad y la incomodidad social, nuestro estilo de cámara refleja una tensión muy deliberada entre mantener una distancia kubrickiana, fría y clínica, y saltar para identificarnos de forma muy subjetiva con los personajes y la incomodidad que sienten, para volver luego a dar un paso atrás». NO HABLES CON EXTRAÑOS se rodó con cámaras digitales Alexa 35 de Arri, pero Watkins cuenta que quería «una textura más cruda, más cercana al celuloide. Le dimos aspereza a la estética digital aplicando filtros de difusión a las lentes para así filtrar la luz antes de que llegara al sensor. Además, usamos una configuración de textura —llamada “nostalgia suave”— para terminar de eliminar cualquier plasticidad digital y conseguir una apariencia más terrosa».
· Watkins y Maurice-Jones desarrollaron diferentes estrategias para iluminar las tres principales localizaciones del film: la Toscana, Londres y el oeste de Inglaterra. Estas tres localizaciones, tomadas juntas, contribuyen a narrar la historia emocional de la familia Dalton. «Comenzamos con la luz de ensueño de Italia —con suaves luces principales, de perfil y traseras—, un encantador brillo con hermosas tonalidades cálidas», dice Watkins. «Esto lo rodamos con lentes anamórficas para conseguir destellos como de ensueño y transmitir un aire romántico. Londres es más frío: más duro, gris, con líneas más duras, el color más apagado; todo ello refleja el estado de hibernación del matrimonio entre Ben y Louise. Para la casa de campo del oeste de Inglaterra cambiamos a las lentes esféricas, con menos refracción de la luz y más inmediatez. Allí, la luz comienza con tungsteno cálido y el fuego de una hoguera, pero se va enfriando según la película avanza hasta terminar con la fría luz de la luna. La proporción de contraste va aumentando sutilmente, de forma que la iluminación limitada en los rostros transmite la idea de dualidad, ya que los personajes tienen luz y oscuridad al mismo tiempo».
· Maurice-Jones y su equipo también emplearon diversas lentes para capturar determinadas atmósferas visuales a lo largo de la película. Usaron C Series Anamorphics vintage para escenas que requerían una luz de ensoñación y romance. En Londres, donde se buscaba una paleta más fría, optaron por la Modern Atlas Anamorphics para lograr un look más limpio y duro que enfatizara las líneas grises y contundentes de la atmósfera urbana. Para las escenas en la zona oeste de Inglaterra, cambiaron a lentes esféricas vintage Cannon K 35 para capturar el ambiente único del emplazamiento rural.
· Watkins rodó tomas largas de las escenas con planos amplios. «Nuestra relación de aspecto ancho, de 2:35, nos permitió que la puesta en escena representara visualmente el aislamiento y la separación entre los personajes», dice Watkins. «Diseñamos los espacios del rodaje —especialmente en el interior de casa, con sus techos bajos y las viejas vigas que “cortan el plano”— con el objetivo de aumentar la sensación opresiva que divide a los personajes. La cámara solo se mueve cuando hay una justificación y un propósito. Lo mismo pasa con el estilo de montaje, más minimalista. Reservamos los primeros planos para los momentos clave y subjetivos».
EL ATREZO Y LAS PRÓTESIS
Puede decirse que la visión más aterradora y perturbadora de NO HABLES CON EXTRAÑOS es la de la menguada y deforme lengua de Ant. La prótesis que llevó el actor Dan Hough fue diseñada, ajustada y esculpida por CHRIS LYONS y su equipo de FANGS FX. FANGS FX es una empresa especializada en crear prótesis realistas para la boca en el ámbito del cine y la televisión. La artista maquilladora NICOLE STAFFORD fichó a Lyons por sus décadas de experiencia fabricando prótesis hiperrealistas. Lyons, con más de 30 años de experiencia, ha trabajado en cientos de producciones, como la saga Harry Potter, la serie Juego de tronos y hasta fue quien diseñó los emblemáticos dientes que lució Rami Malek en Bohemian Rhapsody. La pieza que Hough lleva en la boca fue diseñada para ajustarse de manera cómoda y dar una imagen realista en pantalla, escondiendo de forma eficaz la lengua del actor. A Hough se le colocó una pequeña plancha que se ajustaba en torno a sus dientes para que su lengua quedara escondida debajo. El diseño de esta pieza bucal permitía aplicarla y retirarla de manera sencilla, y se añadieron efectos de animación digital para generar saliva y movimiento en la fase de postproducción.
En cuanto al conejito de peluche de Agnes, Hoppy, nadie podrá comprarlo en una tienda porque el muñeco se fabricó especialmente para la película. Como Hoppy tiene mucho peso simbólico en la historia, llevó tiempo acertar con la versión definitiva. «Fue más complicado de lo que imaginaba», dice el director James Watkins. «Hicimos diferentes versiones en busca de la lengua y los ojos correctos. Hoppy es un personaje y necesita la dosis adecuada de personalidad antropomórfica para evolucionar desde ser un querido juguete viejo que Agnes aún no ha abandonado, hasta convertirse en otra cosa completamente diferente. Hacia el final de la película, Hoppy representa a toda la familia: lo vemos golpeado, ensangrentado y tratando de sobrevivir».