'Smile 2', una película de Parker Finn, ha sido escrita y dirigida por Parker Finn y producida por Marty Bowen, Wyck Godfrey, Isaac Klausner, Parker Finn y Robert Salerno. Está protagonizada por Naomi Scott, Rosemarie DeWitt, Lukas Gage, Miles Gutierrez-Riley, Peter Jacobson, Ray Nicholson, Dylan Gelula, Raúl Castillo y Kyle Gallner.
Smile 2 es la continuación de la retorcida y aterradora historia que comenzó en Smile, la película de terror más taquillera de 2022 (200 millones de dólares en todo el mundo), que no ha tardado en convertirse en una de las novedades del género más apreciada por la crítica y el público de todo el mundo. Smile 2 ofrece sobresaltos aún mayores y más intensos, una tensión implacable y sorpresas sobrecogedoras. La absorbente y perturbadora secuela está escrita y dirigida por Parker Finn, cuyo primer largometraje fue Smile, y que vuelve a reunir al equipo original.
Smile giraba en torno a la Dra. Rose Cotter, una psiquiatra comprometida con su trabajo en un hospital público, cuya misión era garantizar que sus agobiados pacientes recibiesen la ayuda que necesitaban. Pero cuando un espíritu maléfico entró en la vida de Rose, las tornas cambiaron y fue ella la que se vio en la necesidad de convencer a sus amigos y familiares de que la pesadilla surrealista que estaba viviendo era real. Smile, que ofreció al público la experiencia de un inexorable hundimiento en la locura, no sólo anunció el fascinante nacimiento de un nuevo talento cinematográfico, sino que también generó un fenómeno de la cultura pop con su concepto tan crudo como devastador.
“Gracias a la combinación de aterradora visión de Parker y la increíble interpretación de Sosie, nos dimos cuenta de que Smile era algo realmente especial, y fue muy gratificante ver cómo prendía la llama”, afirma el productor Marty Bowen.
Alentados por la apabullante acogida que tuvo Smile, el equipo de realizadores se propuso explorar la angustiosa continuación de la primera entrega. “A la vista de la increíble reacción del público ante Smile, no podíamos dejar de pensar en qué pasaría si tomábamos los elementos de la película que más nos habían gustado y cargábamos aún más las tintas. ¿Seríamos capaces de hacer una película aún más aterradora, más divertida, más impactante y con una evolución de los personajes aún más desquiciada?”, planteaba el productor Isaac Klausner.
Smile se concibió inicialmente como una historia completa en sí misma, y Finn admite que durante la realización de la primera película nunca se le ocurrió que tendría la oportunidad de crear una segunda. “Pero era consciente de que si iba a abordar una secuela, tenía que encontrar un personaje del que pudiera enamorarme de nuevo y algún elemento temático y emocional que se pudiera explorar”, indica el cineasta. “La clave para desbloquear la situación fue descubrir el personaje de Skye Riley”.
Skye Riley, interpretada por la cantante y actriz británica Naomi Scott, es una estrella mundial del pop. Sin embargo, la joven artista aún se está recuperando física y espiritualmente de un terrible accidente de coche en el que estuvo involucrado su novio y actor, Paul (Ray Nicholson). Ante la inminente gira internacional para su nuevo álbum, “Too Much For One Heart”, la vulnerable Skye, sometida a una gran presión, visita a un antiguo compañero de clase, Lewis (Lukas Gage). Este encuentro aparentemente intrascendente supone el inicio de una peripecia profundamente aterradora y alienante que lleva a la estrella a dudar de su madre/gerente (Rosemarie DeWitt), de su ayudante (Miles Gutierrez-Riley), de su mejor amiga, Gemma (Dylan Gelula), o incluso de sí misma.
Finn ha prometido a los incondicionales de la película original que la continuación será aún más apoteósica, pero señala que la nueva película también funciona de manera autónoma para el público que aún no haya visto la primera. “La secuela se atreve a aumentar la escala, a ser más audaz” ha indicado. “Es mucho más desquiciada, más perversa, más sangrienta. Todo lo que le encantó al publico de la primera película, lo hemos multiplicado por diez”.
Skye es una estrella del pop que ya lleva tiempo en la escena musical. En ella se combinan, simultáneamente, una fuerza arrolladora y una enorme vulnerabilidad. “Lleva un año alejada de los focos y acaba de regresar”, explica Finn. “Cuando nos la encontramos en la película está volviendo a la escena pública para anunciar una nueva gira. Skye es un personaje que está desgarrado entre su vida de cara al público y todo lo que le ocurre en la esfera personal. Era importante mostrar la diferencia entre las expectativas que se depositan en ella como figura pública, y las exigencias de la fama y de todos los que la rodean en su vida, en contraposición a la persona real que habita entre bastidores. Esa dicotomía me encantó. Me pareció que era el punto idóneo para dar inicio a una película de Smile”.
El realizador se dio cuenta de que si quería que su personaje principal resultase creíble como megaestrella internacional, tenía que investigar a fondo ese mundo. “Si quería que el público la acompañase en su viaje, era necesario que su historia fuese creíble”, nos dice. “Por ese motivo, mientras abordaba todo el trabajo preparatorio que es imprescindible para escribir, me esforcé en absorber todo lo que pude sobre las estrellas del pop y la industria musical. Vi un montón de documentales. Leí artículos y libros y recopilé todo este material para hacerme una idea de cómo es la vida real de una estrella de pop cuando se apagan los focos. Fue de un valor incalculable, y buena parte de esa información dio forma al personaje y apareció en las escenas de la película”.
En la primera película de Smile, Bacon realizó una interpretación maravillosamente vulnerable del personaje de Rose, una mujer que se esfuerza por superar un trauma y se pregunta si está perdiendo la cordura. En Smile 2, la actriz principal tenía que ser capaz de personificar la fragilidad emocional de alguien que lucha contra la enajenación provocada por la maldición y que, adicionalmente, tiene el carisma y la habilidad musical de una estrella del pop mundial.
Finn se entusiasmó cuando cayó en la cuenta de que Naomi Scott sería la Skye Riley perfecta. “Naomi tiene todas las bazas, el trío, el póker, el repóker de ases”, dice con admiración. “Es asombrosa”. Cuando se reunieron por primera vez, para lo que Scott pensaba que sería una reunión protocolaria de primer contacto, no dejaron de hablar durante más de tres horas. “Hablamos como metralletas”, recuerda Scott. “No tenía ni idea de que en la trama de la película hubiera música, pero me di cuenta de que Parker se moría de ganas de contármelo”. En cuanto el realizador le reveló que la película en la que estaba trabajando trataba sobre una cantante, Scott pensó: “¡Mira, parece que está hablando de mí!”.
Para el papel de Skye hacía falta alguien con un gran recorrido, alguien capaz de encarnar a un personaje público de muchos quilates y que, al mismo tiempo, pudiera exponer su ser privado y vulnerable, y que también supiese defenderse a la hora de cantar y bailar como una artista capaz de colgar el cartel de “no hay entradas” en grandes estadios. La capacidad de Scott para abordar todas esas facetas asombró a Finn y al resto del equipo creativo. “Llevamos a cabo un proceso de selección de gran calado para elegir a la intérprete de Skye”, admite Finn. “Cuando conocí a Naomi, ya había oído hablar de su trabajo, aunque ella no había hecho nada parecido hasta ahora. Es verdad que había intervenido en largometrajes importantes, pero los personajes que había interpretado eran polos opuestos de lo que es Skye. Cuando nos conocimos, quedó claro que podía ofrecer esa otra faceta que nadie había tenido aún la oportunidad o la fortuna de poner en pantalla”.
Skye es sin duda un personaje complejo y atormentado. Es una estrella del pop que regresa triunfante a la escena mundial tras haber luchado contra problemas de drogadicción y un profundo trauma tras un trágico accidente. Su vida está a punto de tomar derroteros mucho más siniestros. “En el momento en que la conocemos está absolutamente aletargada, pese a estar sobria”, explica Scott. “Creo que su mente está muy alejada de su cuerpo y tiene muchas cosas pendientes de abordar que le van a exigir tiempo y dedicación. Hay mucho bullendo bajo la superficie. Sin embargo, tratándose de alguien que tiene que lidiar con tantas cosas, es interesante que cuando la maldición cae sobre ella, en su interior se activa el instinto de supervivencia que tienen los que realmente quieren vivir. Quiere sobrevivir”.
Scott también disfrutó de la oportunidad de explorar la personalidad, a la vez precoz y desprovista de madurez, de alguien que ha accedido a la fama tan joven. “No se trata de una persona que haya disfrutado de privilegios desde la cuna”, dice Scott. “Es una persona que ha tenido que ganarse todo lo que tiene. Y tiene que vivir con la versión de sí misma que le devuelve reflejada el mundo. Creo que ella cree que eso es algo que no se puede evitar y por lo tanto, nunca ha tenido la oportunidad de descubrir quién estaba destinada a ser. Se muestra muy segura de sí misma en todo lo que tiene que ver con su arte y con su música, es una de esas artistas que saben lo que quieren. Pero al margen de eso, tanto su madurez personal como su capacidad de relacionarse están atrofiadas. Y cuando trata de averiguar quién es, no se reconoce. Así que fue un personaje interesante y divertido de interpretar”.
Lo que más impresionó a Finn fue su capacidad para calibrar perfectamente la emoción y la intensidad, oscilando entre los extremos. “Naomi tiene un talento sobrenatural”, dice. “Puede hacer cualquier cosa. Hay momentos en los que tiene que ser capaz de interpretar a un personaje público con una elegancia digna de Grace Kelly, y otros momentos en los que la vemos tocar fondo, en sus peores instantes. Y Naomi hizo ambas cosas con aplomo”.
Un nuevo capítulo
Smile 2 comienza con un vínculo directo con la primera película, a través del personaje de Joel, interpretado por Kyle Gallner. Al final de Smile, mientras intenta ayudar a la protagonista Rose a escapar de la maldición, Joel la hereda. Así, en Smile 2, Joel es perfectamente consciente de su destino cuando es infectado por el demonio. La película arranca con Joel intentando distribuir “éticamente” la maldición. Sin embargo, su plan no tarda en desbaratarse, y la emocionante escena inicial se salda con un macabro regalo de recuerdo.
A Finn le encantó poder recuperar a Gallner como hilo conductor entre la primera y la segunda entrega del universo Smile, y no escatima elogios a la hora de describir la interpretación del actor en las tensas escenas iniciales. “Es un placer rodar con Kyle”, dice el cineasta. “Es un actor increíble y estoy deseando que la gente disfrute con su trabajo”.
Gallner reconoce que interpretar a un hombre consumido por una fuerza insidiosa puede ser angustioso. “No hay nada más aterrador que la posibilidad de no ser capaz de escapar de tu propia mente o no poder confiar en lo que estás viendo y estar seguro de que es real”, dice el actor. “No puedes escapar de ti mismo, y creo que esa es una de las situaciones más terroríficas en las que puedes encontrarte”.
Para el papel de Elizabeth, la “mamá-representante” cuya dualidad de funciones como madre y como representante resultan moralmente incompatibles, Finn tuvo la increíble fortuna de poder contar con Rosemarie DeWitt. “Hace mucho tiempo que sigo su carrera con admiración”, nos dice. “Rosemarie siempre ha puesto su granito de magia en todo lo que ha hecho”.
DeWitt se mostró encantada con el papel que explora una compleja relación madre-hija, pero admite que el miedo que le inspira el cine de terror le había impedido ver la película original de Smile. Sin embargo, cuando Finn se dirigió a ella para preguntarle si estaría interesada en interpretar a Elizabeth, se enamoró instantáneamente de la clara visión del cineasta y su matizada concepción de esta dinámica en concreto. “Me entusiasmaba interpretar a Elizabeth porque siempre he sentido curiosidad por las madres de las grandes estrellas”, dice. “¿Era una de esas madres que llevan a rastras al éxito a sus hijos o que tratan de vivir la vida a través de ellos?”
La dinámica entre una madre de Hollywood y su hija/cliente puede ser en sí misma perturbadora, y DeWitt señala que Elizabeth salta constantemente de un marco emocional a otro. En un momento, es una madre preocupada por su hija, su salud mental y el consumo de drogas; en el momento siguiente, es la representante preocupada por la marca Skye Riley y la cuenta de resultados. “Fue muy divertido de interpretar, porque a veces, cuando estaba en modo representante, subyacía una frialdad que creo que funciona muy bien para el género”, dice DeWitt.
Indiscutiblemente, el público de Smile 2 no dejará de cuestionarse qué pasa por la mente de Elizabeth ni un solo momento. Skye no está segura de que pueda confiar plenamente en su madre y se cuestiona sus motivaciones constantemente. “Skye se esfuerza en dar a su madre muchas oportunidades para que se comporte como una madre, quiere darle su amor sin condiciones”, reflexiona Scott. “Pero parece que su madre es incapaz de estar a la altura de las circunstancias. Su madre la conoce perfectamente y llevan mucho tiempo juntas en esto, así que hay mucha cercanía, pero en su relación hay vulnerabilidad y carencia de intimidad emocional y seguridad. Me ha encantado desarrollar esta relación junto a Rosemarie. Está fantástica en la película”.
Sintiéndose perdida, Skye busca consuelo acercándose a su antigua amiga Gemma, de la que llevaba tiempo distanciada, y que está interpretada por Dylan Gelula. Gemma había sido la amiga íntima de la infancia de Skye y se había integrado en su entorno profesional, pero acabó saliendo por completo de su órbita. Mientras se adentraba en el papel, Gelula mantuvo largas conversaciones con Finn acerca de la relación rota de Gemma y Skye, y sobre la evolución de su amistad ante los altibajos de la carrera de Skye como estrella del pop. En la película vemos el retorno de Gemma a la vida de Skye y cómo afronta la reconstrucción de la confianza.
“Mantuve varias conversaciones con Parker sobre la naturaleza de la deteriorada relación de Gemma y Skye y la gravedad de los problemas que afectaban a esa relación”, afirma Gelula. “Hablamos de la importancia que tiene contar con alguien que te conozca antes de la fama, sobre todo en el caso de una persona tan famosa como Skye. La dinámica de poder entre ellas -cómo se influyen mutuamente- es muy interesante”.
“Dylan es perfecta para el papel, porque tiene el nivel exacto de energía para Gemma”, dice Scott acerca de su amiga íntima en la pantalla. “El resultado es que vemos a Dylan metiéndose en el personaje”.
Lukas Gage, interpreta a Lewis, antiguo compañero de clase de Skye, un joven que se está hundiendo tras sus días de juerguista en el instituto y que ahora trapichea con drogas. Su mala cabeza a la hora de tomar decisiones vitales cobra tintes fatídicos cuando se convierte en el puente para que la maldición pase de Joel a Skye. Gage se declaró admirador incondicional de la primera película de Smile y se puso en contacto con Finn para transmitirle su entusiasmo. “Smile me pareció increíble”, afirma el actor. “Es una película brillantísima, que consigue el equilibrio perfecto entre suspense psicológico y terror”. Señala que, al leer el guión de la segunda entrega, le impresionó el cambio de escala de la historia, subrayando que el universo de la película “conserva el tono, pero es muy diferente, tiene una dimensión mucho mayor. Sus proporciones son terroríficas”.
“Cuando escribí el papel de Lewis, en realidad sólo tenía en mente a una persona para interpretarlo”, recuerda Finn. “Lukas Gage es absolutamente fantástico y tiene un enorme magnetismo en pantalla”.
Acosado por la maldición, Lewis acaba suicidándose con su equipo de entrenamiento de un modo espantosamente truculento. El equipo creativo ha diseñado la muerte de Lewis para que fuera tremebundamente sangrienta y llamativamente diferente de las muertes de Smile. “En la primera película hicimos muchas cosas con objetos afilados”, explica Finn. “Así que quise ir en la dirección contraria y utilizar los instrumentos más romos, pesados y contundentes que pudiera en esta película”.
Utilizando prótesis y maquillaje de efectos especiales, la muerte de Lewis es una brutal escalada de mutilaciones autoinfligidas que transforma su rostro en un amasijo viscoso y sanguinolento. La secuencia culmina con un colgajo de piel que se desprende de su mandíbula destrozada. Finn explica: “el sonido de ese trozo de rostro al caer era algo que queríamos recordar posteriormente en la película, para anunciar la presencia de Lewis junto a Skye”. La exacerbada violencia de esta escena es espeluznante, pero también está impregnada de una buena dosis de ingenio. “Es morbosa, pero también resulta graciosa... a su manera” dice riendo Gage, destacando lo mucho que le gustan las películas en las que se entremezclan el humor y el terror. “El recuerdo más nítido que tengo de la primera película es cómo en un instante las risas del público se tornaban alaridos de espanto”.
Ray Nicholson interpreta al carismático novio actor de Skye, Paul, al que describe como “un charlatán”. Desde el principio, Finn supo que tenía que encontrar un intérprete especial para el papel. “Hacía falta alguien que pudiera conjurar instantáneamente ese aire de estrella de cine, y que al mismo tiempo fuera capaz de interpretar los matices de un personaje que es a la vez innegablemente magnético pero también venenoso. Ray encajaba en el personaje como un guante. Tiene una dimensión absolutamente salvaje, complementada con un gran magnetismo natural”.
Scott está de acuerdo, recordando cómo percibió inmediatamente esa cualidad especial. “Desde el momento en que conocí a Ray, supe que nos íbamos a divertir interpretando juntos”, dice la actriz. “La química entre estos dos personajes es palpable, pero es una relación con gran toxicidad. Estoy seguro de que cuando se conocieron saltaron chispas, pero no necesariamente en señal de júbilo”.
El magnifico elenco queda completado con Miles Gutierrez-Riley en el papel de Joshua, el atosigante asistente de Elizabeth. Raúl Castillo en el papel de Darius, un ejecutivo musical del sello de Skye que lleva tiempo esperando su vuelta a los escenarios para la siguiente gira mundial; Peter Jacobson en el papel de Morris, un excéntrico experto que ofrece a Skye una forma para poder escapar de la maldición; y la reina de Scream, Drew Barrymore, que se interpreta a sí misma cuando Skye aparece en su programa de entrevistas como parte de la gira por los medios para anunciar el regreso de la estrella.
Efectos perturbadores
En el universo Smile, la entidad o maldición se transmite de una víctima a otra tomando el control del huésped actual y obligándole a acabar con su vida delante de un testigo. Ese testigo se convierte entonces en la siguiente víctima, el siguiente huésped de la entidad. Una vez en su interior, la entidad se infiltra en los recovecos de la mente de la víctima, empleando los pensamientos como armas y ejerciendo poco a poco un control cada vez mayor sobre su realidad, manipulando sus percepciones y acciones. “En la primera película ya vimos ese proceso, y quería encontrar nuevas formas de hacer luz de gas y engañar tanto a Skye como al público en la nueva película”, dice Finn sobre el punto de partida desde el que abordó los agobiantes efectos especiales de la película.
A Finn le apasiona incorporar siempre que sea posible el realismo y los efectos prácticos a sus proyectos, por lo que colaboró estrechamente con el supervisor de efectos especiales Johann Kunz y el supervisor de efectos visuales Robert Bock en el impresionante despliegue de efectos de Smile 2. La inquietante imaginería de la película comienza con una sonrisa que se apodera de los rostros de los infectados por esta entidad malévola. “Todos los actores esbozaron unas sonrisas espeluznantes”, elogia Bock. “A veces añadimos una pincelada de indecisión o tuvimos que eliminar algunos parpadeos, pero, sinceramente, ¡las sonrisas que se ven son las maravillosamente espeluznantes sonrisas de los actores! Uno de los mayores desafíos que tuvimos en Smile 2 fue el estiramiento de la boca [en una escena], que se hizo con efectos visuales. Fue un esfuerzo muy ambicioso porque cuando estiras tanto el rostro, da igual que sean las encías o los dientes o los labios, tienes que asegurarte de que no parezca que están hechos de látex o caucho. Así que diseñar el aspecto de esa toma fue una tarea interesante, e investigamos mucho hablando con ortodoncistas, dentistas, médicos y cirujanos para llegar a descubrir lo que ocurriría realmente si estirases la mandíbula de esa manera, ya que se te romperían los dientes”.
A pesar de la pasión de Finn por los efectos prácticos, y teniendo en cuenta todo lo que quería que apareciese en la pantalla de Smile 2, Bock señala que el equipo de efectos visuales se preparó para participar activamente en el desarrollo del perfil creativo de la película, a la vista del tamaño y la escala de esta. “Nos implicamos más en todos los elementos y Parker tuvo que recurrir más a los efectos visuales que en su primera película. Por supuesto, algunos elementos funcionan mejor como efectos totalmente prácticos en el plató, con una intervención mínima del equipo de efectos visuales, y en otras tomas tuvimos que hacer de tripas corazón y rodarlas íntegramente en CGI. Parker se mostró muy receptivo a ese método, y por eso estoy tan satisfecho con esta película. Ha sido una gran colaboración entre todos los creativos, desde la dirección artística hasta el maquillaje, los efectos especiales, los animatronics y los efectos visuales. Todos hemos colaborado por el bien de la película”.
Para su segunda película, Finn quería empezar con algo muy visceral y estilísticamente impactante. “Con la secuencia inicial, queríamos hacer algo especial, un plano continuo en una sola toma que fuese realmente intenso”, explica. El público se ve inmerso en un espectáculo impactante, con la escena de Joel intentando enfrentarse a unos aterradores gángsters, que se desarrolla en una toma de plano continuo, que no tiene cortes hasta que llega a su sangrienta conclusión. Fue esta complicada secuencia la que dio el pistoletazo de salida al rodaje principal de Smile 2 en Newburgh, al norte del estado de Nueva York.
El director de fotografía Charlie Sarroff sabía que para dotar de vida a la visión de Finn sería necesaria mucha coordinación, pero confiaba en que podrían lograrlo, teniendo en cuenta que al realizador le gusta rodar empleando métodos que a él también le atraen. “Hizo falta mucho tiempo y ensayos”, confiesa. “La clave siempre consiste en planificar y hablar con las personas adecuadas. A Parker le gusta que los movimientos de cámara sean muy precisos y quería que yo también lo fuera con la iluminación y que fuera capaz de generar emociones específicas”.
Hacer un plano secuencia planteó un singular desafío para el equipo, sobre todo por el deseo de utilizar efectos prácticos siempre que fuera posible. “Rodar escenas en una sola toma de larga duración exige, entre otras cosas, que el diseñador de vestuario tenga una montaña de artículos idénticos, porque si algo sale mal en la toma, hace falta volver a empezar con toda la escena”, explica Forte. “Si se produce un error, hay que reiniciar y arrancar desde cero, así que eso significaba que tenía que tener decenas de prendas del vestuario que lleva todo el mundo en esa escena... Te sorprendería lo difícil que es encontrar diez ejemplares de la misma talla de la misma chaqueta”.
Que no dejen de sonreir
La nueva película de Smile promete mantener al público al filo del ataque de nervios a lo largo de todo el metraje de suspense altamente visceral, y Finn aprovecha para reflexionar sobre lo mucho que sigue disfrutando haciendo películas de terror para los espectadores. “Es una forma estupenda de reflejar lo que sentimos como sociedad”, afirma. “Es un gran vehículo para explorar lo que supone el ser humano en este mundo y todas las formas en que su existencia es aterradora. Smile 2 es una película Smile desde el primer fotograma. Pero también tiene al 100% su propia identidad, su propio metabolismo”.
“En la secuela, el público experimentará una inmersión implacable en el lado oscuro de la fama y las experiencias traumáticas, con sonrisas aún más inquietantes y desquiciantes que las que cautivaron al público de su predecesora, llevadas en esta ocasión a un grado de terror al que nadie ha accedido jamás”, añade el productor Robert Salerno.
Los cineastas también reflexionan sobre la evolución del universo Smile, destacando que Smile 2 comparte la misma narrativa retorcida y terrorífica, al tiempo que eleva la apuesta a un nivel aún más estremecedor. “Parker diseñó Smile para que se viviera enteramente desde el punto de vista de Rose. Como resultado, todos los elementos de imaginería y ambientación de la película surgían directamente de ese personaje. Smile 2 adopta un planteamiento similar, pero con una angustiada estrella del pop mundialmente famosa, Skye, en el centro de la película, todo ello elevado a la 11ª potencia”, señala Wyck Godfrey. Están encantados de revelar que esta secuela promete ser mayor y mejor, llevando la tensión psicológica y el pavor a límites cercanos a la somatización. Según dice Bowen, “Al demonio que anida en el corazón de Smile le encanta jugar con sus víctimas, y ha encontrado nuevas y aterradoras formas de jugar con Skye”.
“Ni en un millón de años habría imaginado el viaje que he podido emprender gracias a Smile”, dice Finn. “Hemos diseñado Smile 2 para que se proyecte en la gran pantalla, desde los efectos visuales hasta la partitura, pasando por la música de Skye Riley, el crujido de los huesos y el chapoteo de la sangre. Se trata de compartir la experiencia de ver películas de terror en una sala oscura con otros cinéfilos de apetitos similares. Hay algo especial cuando todo el mundo grita, ríe, salta o gime al mismo tiempo, una especie de magia que no puede reproducirse en ningún otro sitio. Me encantan estas películas y he puesto en ellas mi sangre, sudor y lágrimas. Es una experiencia maravillosa poder compartirlas con el mundo”.