Como la mayoría de los chicos de veintitrés años, Neal Oliver tiene más interrogantes sobre su futuro que respuestas. ¿Debería matricularse en la Facultad de Derecho para complacer a su padre o seguir los dictados de su corazón y hacerse pintor? ¿Será realmente Sally, su novia, su alma gemela, o debería, por contra, buscar a la mujer misteriosa que se introduce en sus sueños e inspira su creación artística? ¿Y hay algo malo en que no le guste el BMW rojo descapotable que su padre le regaló por su cumpleaños?
Mientras apaga las velas de su tarta de cumpleaños, Neil formula un deseo: quisiera tener las respuestas que desbrocen el camino de su existencia; empero, en vez de verse iluminado al instante, se le da la oportunidad de emprender un largo viaje por una autopista que no figura en ningún plano, en la que el pasado, el presente y el futuro, los "qué pasaría si", los "quizás" y los "caminos no trillados", convergen, se juntan y se entremezclan. Esta aventura impar es una oportunidad que Neal recibe de Grant, un U.D. (La sigla "U.D." significa "Un deseo"), el retoño inmortal de un duende y una india cheyenne, quien está en posesión de poderes sobrenaturales y de la capacidad para conceder los deseos de aquéllos a quienes quiere favorecer. A los que no le agradan, Grant se limita a confundirlos, para divertirse a su costa.
Durante sus desplazamientos, Neal se topa con una extraña mezcolanza de personajes, muchos de los cuales afrontan un sino único, forjado por un deseo o un sueño. En el café El Diamante Azul, Neal conoce a William Tolbert, que recorre el país devorando todo lo que se le pone por delante. Dueño de un estómago insaciable, Tolvert expresó un día el deseo de poder comer cuanto deseaba. Se le concedió su deseo, pero había olvidado desear la capacidad para disfrutar comiendo. Neal conoció también a la muy sexy y lasciva autoestopista Laura, condenada a buscar incesantemente al amante perfecto que había deseado tener. En Bob Cody, Neal descubrirá a un antiguo ejecutivo publicitario que se ha trocado en una bomba humana por causa de la cruzada personal que libra en favor de la justicia. Con estos personajes variopintos, Neal aprenderá algunas lecciones importantes, como "Cuidado con lo que deseas, pues podrías conseguirlo", y "Piensa lo que dices y di lo que piensas".
La peripecia de Neal lo conduce también a ciertos sitios muy inusitados, como la ciudad en que la droga más adictiva del mundo ha sido legalizada y es utilizada por los ciudadanos amantes de la ley para esclavizar al resto de los vecinos. En Morlaw (Más Ley), el chico descubre una extraña urbe en que todos son abogados y todos se pasan el día demandando y siendo demandados por el resto. En el Museo del Fraude Artístico, confunden a Neal con un famoso artista y éste conoce a unos engreídos críticos de arte que son incapaces de distinguir una verdadera obra maestra de una imitación sin valor alguno.
Durante su periplo; Neal será acusado falsamente de homicidio, buscado por la policía, atracado, engañado y encerrado en prisión. Sin embargo, no desistirá jamás de perseguir a la chica de sus sueños, la que le habla desde las vallas publicitarias y la que, en otra vida, lo visitaba en sus sueños. Y, si sus viajes por la autopista que no figura en los planos lo conducen a unos lugares muy distintos de cuanto ha visto jamás, al final, llegará a un sitio muy parecido a su localidad, aunque muy distinto al mismo tiempo. El también será el mismo, sólo que muy cambiado para siempre. Aunque no habrá envejecido, habrá adquirido una experiencia vital y una sabiduría impagables. Ahora estará mejor preparado para encontrar sus propias respuestas en el camino de la vida.