Antonio narra su infancia en un remoto pueblo cordobés durante la celebración de la semana santa. Es un niño solitario y curioso que un día conoce a Paco, un pintor de anciana edad. Antonio tiene muchas dudas y las volcará en Paco, sobre todo las relacionadas con la muerte y la religión. Paco enseñará a Antonio no solo a pintar, sino también a observar y a entender la vida como estancia transicional.