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  La pequeña Lola  (Holy Lola)
  Dirigida por Bertrand Tavernier
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Bertrand Tavernier ha elegido un país tan lejano y exótico como Camboya para filmar la historia de un deseo, el de tener un hijo.

Jacques Gamblin comenta: "Al leer el guión, uno siente una especial sensación de aventura, siente el desafío. Puedes presentir que el texto será un soporte para alimentar la realidad del rodaje y de las nuevas experiencias. Y, ¡pedazo de realidad ¡... Llegué a Camboya justo antes de empezar a rodar. Puestos a hacer una inmersión en el mundo real, que sea total. Lo prefería así. He ido descubriendo el país, su hermosura y sus horrores, al mismo tiempo que trabajaba. Vivía mi papel como alguien que observa primero y se pronuncia después. No por miedo a que me afectara, sino porque lo que veía me exigía tiempo y silencio. Cuando la cámara te rueda mirando a un niño con sida en un orfanato, tienes que estar ahí, con eso basta, no creo que el espectáculo de mi emoción sea interesante, no hay nada más fuerte que lo que estamos viendo. Con esta película, hemos tenido que enfrentarnos a menudo a este tipo de situaciones".

Sobre el encuentro con Bertrand Tavernier, Isabelle Carré comenta: "Yo no conocía casi a Bertrand pero compartíamos una pasión por Romy Schneider - si me hice actriz, fue por ella. Entre nosotros, lo primero era La muerte en directo. Tuve una adolescencia un poco triste y una de mis escapatorias era el cine. Me acuerdo de películas como La pasión de Beatrice. Conocí a Bertrand tres semanas antes del viaje efectivo de los actores a Camboya".

Sobre trabajar con el director, Bruno Putzulu comenta: "Cuando trabajé por primera vez con Bertrand en L'appât (La Carnaza), acababa de salir de la escuela de teatro, acababa de entrar en el Conservatorio. Nunca había actuado, ni en teatro, ni en cine. No sabía que me estrenaba en las mejores condiciones posibles. No me di cuenta hasta pasado un tiempo. Y he podido revivir este gran momento con La Pequeña Lola, diez años después de La carnaza. Bertrand, a veces, da la impresión de andar un poco perdido en el plató, se hace preguntas, nos hace preguntas y deja así espacio a la improvisación, a experimentar cosas nuevas. Es como si, de manera tácita, responsabilizara a los actores. Esta dispuesto a casi todo por acercarse a los actores. Está nervioso, tenso por la concentración, escuchando atentamente, nos ayuda a dar el máximo en cada escena. Está cerca de nosotros, le sentimos: a veces torpón y poco ducho, pero abriendo múltiples posibilidades. Nunca se encorseta, no llega al plató con ninguna idea inamovible. Es lo que más me impresiona de él. Ensayamos sabiendo que el ensayo no será igual a lo que ocurra después de que haya dicho "acción". El tiempo no es el mismo. Pero este ensayo nos ayuda mucho. No hay nada fijo. El hecho de que Bertrand se replantee muchas cosas delante de nosotros, hace que el rodaje sea muy vivo. La cámara se coloca en función de nosotros, y no al revés. Nos dejamos llevar por el placer de actuar, sin cortarnos, y Bertrand está ahí para recibirlo todo".