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  El último beso  (L'ultimo bacio)
  Dirigida por Gabriele Muccino
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La película dirigida por Gabriele Muccino, cuenta en el reparto con Stefano Accorsi (Capitanes de Abril, El hada ignorante), Giovanna Mezzogiorno ("Afrodita, el sabor del amor") y Stefania Sandrelli (Volavérunt, Jamón jamón, Belleza robada). Ganadora de 5 premios Davide Di Donatello 2001, entre los que estaban mejor director y productor.

El deseo de huir
Exigencia sin edad
El último beso habla del miedo a hacerse mayor; el miedo a hacerse mayor cuando se tienen treinta años y el miedo a envejecer cuando se tienen cincuenta.

Todos los personajes cuyas historias se entrecruzan en la película tienen en común esta exigencia desesperada y adolescente, la exigencia de sentirnos ligeros, de liberarnos del peso de las obligaciones, de las convenciones que la sociedad, y también la edad, nos imponen.

En todos ellos existe el deseo común de huir, de huir hacia otra cosa, con tal de que sea algo desconocido y lejano. Carlo y Adriano intentan escaparse de distintas formas de esa vida familiar que les hace sentirse bloqueados, paralizados, empantanados en una rutina que todo lo aplasta.

Por su parte, Anna, la cincuentona madre de Giulia, la chica de Carlo, intenta huir de su edad y de un matrimonio que la hace infeliz: necesita sentir que todavía está viva; quiere volver a sentir las grandes emociones de enamorarse; quiere rejuvenecer; quiere vivir. Y por ello también ella trata de huir. Pero en vano. O quizá, simplemente, lo que sucede es que no tiene paciencia suficiente para esperar a que por fin suceda algo nuevo.

Paolo, inquieto amigo de Carlo, tiene a su padre moribundo, un pequeño negocio familiar al que detesta incorporarse en cumplimiento de sus deberes y no se resigna a que su chica lo haya abandonado. A él se debe la idea de huir en una caravana: intenta embarcar a sus amigos en el proyecto, con el que trata de encontrar una solución para su profundo desasosiego, que él llama infelicidad. Así, también Paolo y sus dos amigos, Adriano y Alberto, deciden dar movimiento a sus vidas, en un sentido físico, y se irán: serán los únicos que llevarán a la práctica esa idea de huida que desde el principio tienen en común casi todos los protagonistas de la película.

El síndrome de Peter Pan
Creo que el desasosiego y la incapacidad para vivir armoniosamente en pareja es uno de los temas más actuales de nuestro tiempo. El matrimonio como institución está entrando lentamente en crisis. La gente cada vez se casa menos y se separa con mayor frecuencia. Hoy muchos treintañeros están en crisis porque después de haber aplazado al máximo su entrada en el estado de adulto, ante la necesidad cronológica de empezar a pensar en una vida familiar en la que tendrían que reproducir los modelos clásicos propios de sus padres, a menudo son presos de un extraño sentimiento de malestar y angustia. No sé si esto ha pasado siempre, lo que sí sé es que hoy este síndrome de Peter Pan está muy extendido, y desde luego no sólo entre los treintañeros.

Necesidad de amor
Una vez leí en un libro una frase que me impresionó mucho. Decía que se empieza a envejecer cuando se empieza a añorar el pasado.

El último beso intenta contar esta serpenteante y convulsa carrera contra el tiempo, esta continua necesidad de amor, y por lo tanto de emociones, es decir, de vida, que une transversalmente todas las edades. Y si la edad más hermosa es la juventud, entonces es ahí adonde hay que volver. O al menos así lo piensan los protagonistas de esta película.

Gabriele Muccino