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  Siete vírgenes  Dirigida por Alberto Rodríguez
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Alberto Rodríguez (Director)
Filmografía
Nació en Sevilla el 11 de Mayo de 1971. Alberto ha co-dirigido varios cortos antes de su incursión en el largometraje con El Factor Pilgrim. Sus últimos trabajos son:

2002 - EL TRAJE
Escrita por Alberto Rodríguez y Santi Amodeo.
Dirigida por Alberto Rodríguez.

Festival de Internacional de Cine de San Sebastián - (Zabaltegui) 2002.
Festival Internacional de Cine de Berlín - (Forum) 2003.
Muestra Internacional de Cine de Guadalajara (Méjico) 2003.
Festival Internacional de Río de Janeiro 2003.
Cines de España y América Latina (Bruselas) 2003.
Festival de Cine de Victoria (Canadá) 2004
Encuentros de Cine Español de Nantes 2004

2000 - EL FACTOR PILGRIM
Escrita y dirigida por Alberto Rodríguez y Santi Amodeo.

Mención Especial del Jurado - Zabaltegi. Festival Internacional de San Sebastián 2000.
Festival Internacional de Turín 2000.
Festival de Alcalá de Henares 2000.
7º Festival de Cine Español de Manchester 2001.
Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión, y Mención Especial del Jurado a Alex O'Dogherty como Mejor Actor - Festival de Lorca 2001.
Mejor Director, Mejor Guión, Mejor Fotografía - Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía (ASECAN) 2001.
Festival de Cine Latino de Montreal 2001.

Alberto Rodríguez ya dirigió en el 2000 "El Factor Pilgrim" (Mención Especial del Jurado Zabaltegi - Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2000, entre otros premios), y la comedia agridulce "El Traje" en el 2002, incluida en la Berlinale.

Notas del director
Mi interés inicial por la historia: La teoría de los invisibles.

Creo que para la mayor parte de la gente, los protagonistas de esta película no existen. Forman parte de una realidad localizada en la sección de sucesos; un accidente geográfico inexplorado y ajeno a la clase media de cualquier país. Es probable que alguna vez hayamos cruzado los límites transparentes de su territorio, pero no hemos sido capaces de descifrar su lenguaje de gorras y ciclomotores. Es más fácil darle un significado al miedo que nos hace bajar la mirada cuando coincide con la suya y seguir desconociendo ese pequeño mundo habitado por invisibles "Tanos" y "Richis".

Pero existen y son unos cuantos, yo diría que muchos. Y posiblemente esa mirada fronteriza que los hace traslúcidos sea la autoafirmación de un comportamiento colectivo determinado, incluso necesario para ellos. Un rechazo no puede ser correspondido más que con otro rechazo, y si me rechazas es por que existo. Es la manifestación de los invisibles.

LOS PERSONAJES
La historia de Tano
Tano vivió con su madre hasta los doce años. Desapareció un día en Madrid dejándolo sólo. Nunca más ha vuelto a verla.

Santacana, su hermano, trabaja repartiendo hielo por los bares. Cuando su madre desapareció Tano le llamó desde Madrid. Le dijo: "hace cuatro días que no veo a mamá". Santacana fue a recogerlo en autobús. No le dejaron utilizar la furgoneta de la empresa.

Tano sabe hacer juegos de manos. Le enseñó su madre. La madre de Tano los había aprendido con un antiguo novio. Se los hacía a Tano continuamente y él durante un tiempo pensó que tras las orejas tenía caramelos y dinero. Durante mucho tiempo intentó buscarlos en el espejo, pero nunca encontró nada. Su madre, sin embargo, sólo tenía que posar suavemente la mano vacía en la oreja de su hijo y aparecía el dinero. Cuando Tano fue un poco mayor, su madre le reveló el misterio y él se hizo aún mejor mago que ella.

El mejor truco de su madre fue desaparecer dejando sólo una tortilla francesa fría bajo un plato.

Tano y Richi
Tano conoció a Richi nada más mudarse al barrio. Richi pasó en bicicleta junto a Tano y lo llamó maricón. Tano fue corriendo detrás de él hasta que lo tiró de la bici y lo "hartó de hostias". De eso se conocen. Luego Tano acompañó a Richi a su casa porque al caer de la bicicleta se hizo daño en un pie. Richi y Tano han estado juntos en clase en el mismo colegio. Son inseparables.

Las siete vírgenes
Las siete vírgenes es juego, es asomarse a una ventana donde los personajes encuentran un poco de luz; es saltar al otro lado y estar más cerca de la posibilidad del deseo. Este juego corresponde al final de la adolescencia, el último juego como tal que trasciende a una realidad ya conocida y de antemano escrita y frustrada.

El rodaje
Me había planteado hacer una película sencilla. Pocos personajes, pocas localizaciones. Algo que me permitiese centrarme en la historia por encima del trabajo mecánico propio de un rodaje. Rafael (co-guionista) y yo comenzamos a escribir el guión con otro punto de partida más: la verosimilitud. Pero la historia avanzaba y la sencillez se hizo imposible. Dos días antes de comenzar el rodaje me di cuenta de la realidad: la película tenía más de setenta localizaciones, un montón de días de rodaje y un buen puñado de actores que no eran tales. Es decir, nada que ver con mis primeros planteamientos, o mejor dicho, todos mis planteamientos parecían inconciliables. Para darle verdad a la historia, actores y lugares tenían que ser lo más reales posibles. Los barrios donde rodamos son, literalmente, decorados naturales y la mayoría de los actores, provenían de un casting a gran escala realizado por los institutos de estos barrios. Unas horas antes de comenzar el trabajo, sólo tenía clara una cosa: esta no iba a ser una película sencilla.

En cuanto a la supuesta dificultad de rodar con adolescentes, hay algo que no me gustaría pasar por alto. Es cierto que en ocasiones son terriblemente pesados, egoístas, imprevisibles y extremos en todo, pero por el contrario aportan una energía que sobrepasa con creces cualquiera de esos teóricos inconvenientes. La vitalidad que proporcionan a lo que hacen, en este caso actuar, es contagiosa. Y la energía y el desparpajo que pusieron en la película son impagables. Si hubiera jugado a la contra probablemente todo hubiera salido mal, pero hemos tenido la suerte de entendernos y creo que eso está en la película porque cuando se mueven por la pantalla es como si esa fuerza fuera capaz de traspasarla.