João Vuvu, viudo, sin familia, a excepción de un hijo en prisión acusado de doble homicidio y atraco a mano armada a un banco, vive solo, en casa propia, amplia, soleada, con signos de una apreciable riqueza, en uno de los barrios antiguos de Lisboa, situado en lo alto del Monte Olivete.
Poco o nada sociable, el señor João Vuvu emprende todos los días su paseo en el autobús nº 100, repitiendo infatigablemente el mismo trayecto: en sentido ascendente entre la Plaza de las Flores y el Jardín del Príncipe Real, en sentido descendente hasta el punto de partida y, consecuentemente, regresa a su casa. Sólo algunos pequeños incidentes durante el recorrido pueden alterar episódicamente esta rutina que parece corresponder a la voluntad de soledad del protagonista y a la asunción de un exilio que le vuelve hostil a la más mínima proximidad social.
La casa, en la que los libros y los discos son la única compañía de João Vuvu, empieza urgentemente a requerir los servicios de una asistenta por horas que, al menos con un mínimo de cualificaciones, parece que tarda en aparecer.
La salida de prisión de su hijo y la decepción que su deseo de regeneración provoca en el padre, van a desencadenar una serie de sombríos acontecimientos en los cuales el carácter criminal del protagonista se revela condenándolo a un destino definitivamente fuera de la ley, fuera de la comunidad.
Guardando las distancias oportunas, dos referencias cinematográficas destacan: "The fatal glass of beer" de W.C.Fields y "Monsieur Verdoux" de Charles Chaplin.