Ignacio y Tomasín, tío y sobrino, son empresarios agrícolas gallegos, que comparten una herencia familiar con la prima Luz Divina, cubana de nacimiento, y con una ascendencia gallega que la sitúa como inequívoca heredera.
La partición de la herencia de manera formal, ante la notaría oportuna de la ciudad de Santiago de Compostela, lleva a Luz Divina a viajar a Santiago en donde es recibida por los, hasta entonces, desconocidos familiares.
Luz Divina de la forma más simple y no malintencionada realiza ante sus familiares una descripción de su situación y vida en Cuba, que se aparta mucho de la realidad.
Tales descripciones las efectúa Luz Divina pensando que en ningún momento sus familiares tendrán intención de contrastarlas viajando a Cuba. Pero el perfecto desenlace de la partición de la herencia junto a las ganas de Tomasín de poder verificar sobre el terreno los encantos caribeños con los que ha tenido un primer y frustrado encuentro a través de su prima, les llevan a él y a Ignacio a viajar a Cuba.
La inesperada situación conduce a Luz Divina a montar una operación de maquillaje de la realidad auxiliada por el conjunto de sus amigos y vecinos, que propicia una serie de situaciones de máxima comicidad. Pero no menos mentirosos son sus primos. Esto lleva a un juego entre pillos y engaños para quedarse con la herencia.