Sara, una mujer joven, hermosa y sensible, cuyo único motivo para vivir es su incapacidad para morir. Mario, un amante ya maduro que quiere convertir en eterno el fugaz momento del encuentro con la amada. Jaime, un encantador asesino en serie, capaz de seducir y aterrar a partes iguales. Una mañana cualquiera en Madrid, Sara y Jaime, perfectos desconocidos, son sólo dos personas más en el andén de una estación de metro. Un hombre cae a las vías cuando un tren está llegando. Para todos los allí presentes, lo ocurrido ha sido un trágico accidente. Para Sara no. Ella, horrorizada, cree haber visto cómo Jaime empujaba a la víctima. Y decide chantajear al asesino. Cazadora y presa se adentran en una perversa, y cada vez más íntima, relación a distancia. La total soledad de los protagonistas en medio de una ciudad de cuatro millones de habitantes, pese a utilizar todos los medios de comunicación modernos: móviles, internet, webcam...; el uso que cada personaje hace de los otros, como si de simples objetos se trataran, van enmarcando el cuadro y tiñendo de ese tono propio del cine negro, el clima y la tensión en que la relación se desarrolla. Finalmente son las terribles obsesiones de muerte de ambos las que les unen en un dramático encuentro físico, y de las que, paradójicamente, renacerá una semilla de vida.