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  Segundo asalto  Dirigida por Daniel Cebrián
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Notas de producción
A partir de una historia de Daniel Cebrián, Imanol Uribe y el propio director escribieron entre 2003 y 2004 el guión de SEGUNDO ASALTO, una película a la que no resulta fácil etiquetar dentro de un género. "Hace tiempo comprendí que mi sitio estaba en la subversión de las normas del género", explica Daniel Cebrián. "Espero que nadie vaya a verla pensando que es sólo una película de atracos a bancos o de boxeo. Hay de todo eso en SEGUNDO ASALTO, pero hay mucho más; sobre todo, una película de personajes, de gente que te importa. Mucho. Y que te atrae. Lo que en realidad me apetecía contar es el encuentro entre Ángel y Vidal. Dos tipos que se encuentran, se descubren, se conocen y comprenden que se necesitan". Entre Ángel, un chico al que acaban de despedir del trabajo para no tener que hacerlo fijo, y Vidal, un ex boxeador con ideas muy particulares sobre la frontera entre el mal y el bien, se establece una relación profesional y personal peculiar: Vidal es el maestro, Ángel el aprendiz; la transmisión del conocimiento es paterno-filial, como en los gremios antiguos; la materia, cómo atracar un banco y que no te atrapen. "En general, todos andamos buscando nuestro lugar en la vida", dice Cebrián. "Siempre piensas que el próximo paso será el definitivo: cuando acabe la carrera seré feliz, no, cuando me vaya de casa seré feliz, cuando me case, cuando tenga hijos, ¡cuando me divorcie!… Y terminas siendo cualquier cosa menos feliz, porque la vida es eso que te pasa mientras haces otros planes. Todo el mundo busca su lugar. En Ángel esta búsqueda se convierte en necesidad; sabe quién está dejando de ser, pero no quién es".

Ángel quiere dedicarse profesionalmente al boxeo, un deporte rodeado de prejuicios. "El boxeo es un deporte muy cinematográfico y simboliza muy bien la tensión entre contrarios, el conflicto. Se suele asociar el boxeo al barrio marginal y, si bien no es estrictamente veraz -he visto gente de todo tipo en los gimnasios-, es una asociación que funciona", asegura Daniel Cebrián. "Durante un año, iba a la escuela de boxeo Aluche casi cada tarde, a empaparme, a respirar boxeo. Por las mañanas trabajaba con Imanol; hablábamos mucho, que es lo que haces cuando escribes un guión, utilizas al otro de frontón y él te utiliza a ti. Cuentas una idea y ya sabes más de ella. Por cómo te la devuelve el otro ya tienes una aproximación de si funciona o no lo que quieres contar. Imanol y yo hemos sido muy honestos y no hemos hecho concesiones: si algo no entusiasmaba a uno, el otro se olvidaba de ello. Cada cosa que gusta a dos (y no sólo a uno), tiene más probabilidades de ser buena. Luego, yo escribía por la tarde y, después, me iba a boxeo. Trabajar con Imanol ha sido la bomba".

Pre-producción
Ambientada y rodada íntegramente en Madrid, SEGUNDO ASALTO está protagonizada por el actor argentino Darío Grandinetti en el papel de Vidal, y por el joven Álex González, debutante en la gran pantalla pero popular entre el público de televisión gracias a series como UN PASO ADELANTE, MOTIVOS PERSONALES y HOSPITAL CENTRAL. Álex se ha tomado muy en serio su paso al cine.

"Cualquier cosa que cuente sobre el entrenamiento de Álex es poco", recuerda Cebrián. "Estuvo cuatro meses entrenado intensivamente. Un rodaje es duro, durísmo; pues bien, Álex descansó cuando se inició el rodaje. Hasta entonces, corría media hora por la mañana, hacía pesas dos horas, luego se duchaba, trabajaba por su cuenta y comía (poco). Por la tarde, unas cuatro horas de ensayos con el resto de actores y de ahí, vuelta al gimnasio: dos horas de clase de boxeo y a guantear un poco. Tenía entre doce y catorce horas de ocupación al día, y todo ¡a dieta! Muy estricta, vigilada por un endocrinólogo. Se quitó radicalmente grasas y azúcar. Y restringió los hidratos de carbono. Básicamente pavo cocido y arroz. Llegó a tener un índice de grasa corporal equivalente al de un deportista de élite".

"La verdad es que encontrarlo fue complicado. Tenía que ser joven, tenía que mantener la inocencia, tenía que tener un cuerpo que pareciese el de un boxeador, tenía que aprender a boxear y, además, yo estaba empeñado en que fuese buen actor. Pero cuando lo encontré, no dudé, era él. Además, Álex ha trabajado mucho y no ha parado hasta convertirse en Ángel".

El fichaje de Darío Grandinetti -actor consagrado, protagonista entre muchas películas de EL LADO OSCURO DEL CORAZÓN (1993, Eliseo Subiela) o HABLE CON ELLA (2002, Pedro Almodóvar)- fue, comparativamente, un combate sencillo y rápido. "Le di el guión y contestó rápidamente. Cuando un actor como Grandinetti quiere hacer tu película sin un solo pero, sabes que la cosa va bien. Vidal no es el tipo de personaje en el que a priori te imaginas a Grandinetti, pero cuando lo conocí personalmente entendí que, además de ser un actor absolutamente sobresaliente, un genio, Darío se iba a calzar a Vidal como un guante. Y así fue: no hay más que verlo en la película", asegura el director madrileño.

El rodaje
Con un presupuesto de 1.900.000 euros, producción de Aiete/ Ariane Films y Sogecine, el rodaje se desarrolló a lo largo de ocho semanas, siempre en decorados naturales.

Gonzalo Berridi -que firma la fotografía de, entre otras películas, LOS AMANTES DEL CÍRCULO POLAR o EL VIAJE DE CAROL- es el responsable de la luz de SEGUNDO ASALTO.

"En mi periplo por los gimnasios de boxeo, me preocupaban los colores de los guantes, de los calzones y de la parafernalia del deporte en general: rojo puro, amarillo chillón, azul eléctrico... Me asustaba tanto 'colorín'. Hablé con Kalo (Gonzalo Berridi, director de fotografía), con Marta (Blasco, directora artística) y Helena (Sanchis, responsable de vestuario) e hicimos muchas pruebas. Enseguida supe que quería hacer la película con un proceso digital intermedio, entre el negativo y el positivo, para alterar a conveniencia de la historia la variedad cromática. En resumen, acabamos poniendo delante de la cámara colores puros, evidentes y saturados, para atenuarlos rebajando la saturación cromática después. Todo, desde el decorado hasta el maquillaje, se previó en función del proceso posterior. El resultado es una fotografía excelente, cercana al claroscurismo, muy adecuada al espíritu de la historia. Rodamos en super 16 mm., pues yo quería hacerla íntegramente con la cámara al hombro y es un alivio que la cámara pese menos y sea más manejable, sabiendo que, tras la postproducción digital, la íbamos a filmar en cinemascope. Kalo ha hecho una fotografía arriesgada, sólida y muy convincente. A veces, como en la escena de sexo entre Ángel y Alicia, rodando casi a oscuras, buscando 'verdad'… Como en todo, yo pretendía evitar artificiosidad. Los combates apenas están coreografiados: cuando tienen que pegarse, lo hacen de verdad. No quería marcas en el suelo que constriñeran el trabajo de los actores, prefería que fluyesen, que la puesta en escena fuese absolutamente orgánica. Lo importante era la escena, no lo bonito que quedara el plano. Kalo me acompañó en mi viaje particular, soñado meses antes, de hacer una película radicalmente honesta, sin firmas, sin arranques de virtuosismo estridente, sin 'gritos de tarzán'. Yo quería que todo, desde el guión a la fotografía, pasando por la realización y el montaje, estuviese al servicio de la historia de los personajes. Kalo me guió por ese camino con paso firme y evitó que me hiciese trampas a mí mismo, que tomase atajos o que renunciase a mi propósito, tan noble como difícil".