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  El hundimiento  (Der Untergang)
  Dirigida por Oliver Hirschbiegel
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Berlín, abril de 1945. Una nación está a punto de sufrir su hundimiento. Una encarnizada batalla se libra en las calles de la capital. Hitler y su círculo de confianza se han atrincherado en el búnker del Führer. Entre ellos se encuentra Traudl Junge, secretaria personal de Hitler. En el exterior, la situación se recrudece. A pesar de que Berlín ya no puede resistir más, el Führer se niega a abandonar la ciudad. Mientras el sangriento peso de la guerra cae sobre sus últimos defensores, Hitler prepara su despedida final. Horas antes de suicidarse juntos, él y Eva Braun contraen matrimonio. Sus cadáveres deben ser incinerados para que no caigan en manos del enemigo. Muchos otros optan por el suicidio. Cuando la situación se hace insostenible, Magda Goebbels envenena a sus seis hijos y seguidamente su esposo y ella se quitan la vida. Poco después, Traudl Junge y otros supervivientes consiguen escapar en el último momento...

La historia
Una fría noche de noviembre de 1942, ya entrada la madrugada, un grupo de mujeres jóvenes es escoltado a través del bosque por oficiales de las SS en dirección a "la guarida del lobo", el cuartel general de Hitler en Prusia Oriental. Son candidatas al puesto de secretaria personal del Führer. Entre ellas se encuentra Traudl Junge (Alexandra Maria Lara), una joven de veintidós años procedente de Munich. Las mujeres son conducidas a la sala adyacente a la oficina privada de Hitler. Están ansiosas por dar una buena imagen. La puerta de la oficina se abre y Adolf Hitler (Bruno Ganz) entra en la sala. Las mujeres se ponen en pie y el Führer las saluda, una a una, estrechándoles la mano y preguntándoles de dónde son. Traudl resulta ser la elegida para el puesto y no cabe en sí de la alegría al pensar que va a servir a su Führer.

BERLÍN, 20 DE ABRIL DE 1945: Hitler se ha retirado al sistema de búnkeres que se encuentra bajo la cancillería alemana. Traudl Junge duerme en su habitación, a gran profundidad bajo tierra, cuando el temblor del fuego de artillería la despierta. El enemigo se acerca.

El ejército ruso está estrechando el cerco sobre Berlín. La capital está reducida a escombros. La derrota de Alemania es inevitable. Sólo unos cuantos soldados siguen luchando en las calles ayudados por las milicias populares Volkssturm y los niños de las Juventudes Hitlerianas. Uno de ellos, Peter (Donevan Gunia), de trece años, ha logrado destruir con éxito dos tanques rusos. Su padre (Karl Kranzkowski), claramente turbado por la visión de su hijo manejando un lanzacohetes, le suplica que deje el arma y regrese a casa. El chico se niega y su padre avisa al pequeño grupo de milicianos de que todo está perdido y que en pocos días estarán todos muertos.

Mientras, en el búnker de Hitler, su amante, Eva Braun (Juliane Köhler), está preparando la celebración del 56 aniversario del Führer. Los dirigentes del régimen nazi se reúnen, por última vez, ante una copa de champagne. Entre ellos se encuentra el ministro del Interior, Heinrich Himmler (Ulrich Noethen), que le pide a Hitler que abandone Berlín para refugiarse en un lugar más seguro. Hitler se niega, no piensa abandonar la ciudad. El segundo de Himmler es Herman Fegelein (Thomas Krestchmann), marido de la hermana a la que Eva adora. Fegelein pide a su cuñada que convenza a Hitler de que abandone Berlín, ya que es cuestión de días que los aliados lleguen a la cancillería.

Mientras la ciudad arde sobre sus cabezas, Hitler y su ministro de Propaganda, Josef Goebbels (Ulrich Matthes) siguen esperando una victoria final. Hitler ordena a lo que queda de su ejército que regrese a Berlín. Sus generales no sólo no contravienen sus órdenes, sino que hacen todo lo posible por cumplirlas. Hitler dice a Albert Speer (Heino Ferch), ministro de Armamento y consejero personal suyo, que, una vez Alemania haya ganado la guerra, el bombardeo de las ciudades facilitaría la recogida de los escombros y el comienzo de la reconstrucción. Speer también le pide que abandone la capital para salvarse a sí mismo, a la ciudad y a sus habitantes de la destrucción. Hitler le responde que o gana en Berlín o afrontará su derrota. En este último caso, ordena a Speer que destruya toda Alemania y que no deje al enemigo más que "tierra quemada".

La lucha es encarnizada en cada esquina de Berlín. El Ejército Rojo está cada vez más cerca. Los escuadrones de la muerte de las SS deambulan ejecutando a cualquier sospechoso de haberse rendido. La última de las fuerzas alemanas se retira de la capital llevándose con ella los alimentos y suministros que quedaban. Un médico del ejército, el doctor Schenck (Christian Berkel), se niega a abandonar la ciudad y se queda para ayudar a la población en la medida de sus posibilidades. Se dirige a lo que queda de un hospital y allí colabora con el doctor Werner Haase (Matthias Habich), uno de los médicos personales de Hitler, atendiendo a los heridos.

Al darse cuenta de que el final está cerca, Goebbels trae a su mujer, Magda (Corinna Harfouch), y a sus seis pequeños hijos al búnker. Traudl se alegra de la llegada de los niños, pues para ella son la prueba viviente de que no todo está perdido, de que hay motivos para la esperanza. Ella y Eva abandonan la fría y lúgubre oscuridad del búnker para ir a dar un paseo y tomar el aire por los jardines de la cancillería. Como si todo fuera normal, deambulan por entre las esculturas y fuman. Las bombas rusas las obligan a dejar su paseo y regresar al búnker.

Cuando Hitler tiene noticia de que Himmler está intentando pactar una rendición con los estadounidenses, ordena que lo arresten. Luego exige ver a Fegelein, el ayudante de Himmler. Pero nadie consigue encontrarlo en el búnker. Hitler ordena que encuentren al joven y lo ejecuten. Eva Braun le suplica que no mate a su cuñado, pero Hitler no escucha sus ruegos. Más tarde encuentran a Fegelein borracho en la cama de una prostituta. Lo arrastran al jardín y, en el último instante, al darse cuenta de la suerte que le espera, Fegelein se pone derecho, se abrocha el uniforme y hace el saludo nazi.
En su última aparición pública, Hitler sale del búnker a los jardines de la cancillería. Fuera le espera un grupo de niños (lo que quedaba del que fuera su poderoso ejército), a los que condecora con medallas por su servicio militar al Reich. Entre ellos se encuentra el joven Peter.

El 29 de abril, los rusos llegan al centro de Berlín. Nadie puede negar que la guerra está perdida, ni tan siquiera Peter, el niño soldado. Peter corre a su casa y descubre que sus padres han sido asesinados por un escuadrón de la muerte de las SS.

Los soldados del búnker están bebiendo e intercambiando ideas sobre la mejor forma de suicidarse. Hitler, solo en su habitación, observa el retrato de su héroe, Federico II, y planea las últimas fases del hundimiento.

Aquella noche, Hitler dicta su testamento a Traudl y luego se casa con Eva (con Goebbels y Boorman de testigos). A continuación habla tranquilamente del suicidio con su médico para asegurarse de que no será capturado con vida. Luego le pide a su ayudante personal, Otto (Götz Otto), que posteriormente queme su cadáver. Albert Speer viene a despedirse del Führer. Antes de abandonar el búnker, Speer ruega a frau Goebbels que huya con sus hijos. Pero ella le contesta que no quiere que sus hijos vivan en un mundo sin nacionalsocialismo.

Al día siguiente, Hitler reúne a su personal para la despedida final. Entrega a Magda Goebbels una medalla a la madre más valiente. Da las gracias por la deliciosa comida y se despide de Traudl y de sus compañeras. Hitler y su esposa se retiran entonces a sus estancias privadas. Se oye un disparo, prácticamente ahogado por el ruido del fuego de artillería. Otto y sus subordinados cumplen la última voluntad de Hitler y queman los cadáveres en una zanja sobre el búnker...