En palabras de Pedro Almodovar
Rodaje
Lo más difícil de Volver ha sido escribir su sinopsis.
Mis películas cada vez son más difíciles de contar y de resumir en pocas líneas. Afortunadamente esta dificultad no se ha reflejado en el trabajo de los actores, ni del resto del equipo. El rodaje de Volver ha ido como la seda.
Supongo que lo he disfrutado más porque el último (La mala educación) fue un absoluto infierno. Me había olvidado de que lo que era rodar sin tener la sensación de estar continuamente al borde del abismo. Esto no significa que Volver sea mejor que mi anterior película, (de hecho estoy muy orgulloso de haber rodado La mala educación) sólo que esta vez he sufrido menos. De hecho, no he sufrido nada.
De todos modos, La mala educación me confirmó algo esencial (que ya había descubierto antes, en Matador y Carne Trémula): que no hay que tirar nunca la toalla. Aunque estés convencido de que tu trabajo sea un desastre hay que seguir luchando por cada plano, cada repetición, cada mirada, casa silencio, cada lágrima. No hay que perder un ápice de entusiasmo aunque uno esté desesperado. El paso del tiempo te da otra perspectiva y a veces las cosas no eran tan malas como uno creía.
Confesion
Volver es un título que incluye varias vueltas, para mí. He vuelto, un poco más, a la comedia. He vuelto al universo femenino, a La Mancha (sin duda es mi película más estrictamente manchega, el lenguaje, las costumbres, los patios, la sobriedad de las fachadas, las calles empedradas). He vuelto a trabajar con Carmen Maura (hace diecisiete años que no lo hacíamos), con Penélope Cruz, Lola Dueñas y Chus Lampreave. He vuelto a la maternidad, como origen de la vida y de la ficción. Y naturalmente, he vuelto a mi madre. Volver a La Mancha es siempre volver al seno materno.
Durante la escritura del guión y el rodaje mi madre ha estado siempre presente y muy cerca. No sé si la película es buena (no soy yo quién debe decirlo), pero sí estoy seguro de que me ha sentado muy bien hacerla.
La principal vuelta de Volver es la del fantasma de una madre, que se aparece a sus hijas. En mi pueblo estas cosas pasan, (me he criado oyendo historias de aparecidos), sin embargo yo no creo en las apariciones. Sólo cuando le ocurren a los demás, o cuando ocurren en la ficción. Y esta ficción, la de mi película (y aquí viene mi confesión) ha provocado en mí una serenidad como hace tiempo no sentía (realmente, serenidad es un término cuyo significado es un misterio para mí).
Volver es un homenaje a los ritos sociales que viven las gentes de mi pueblo en relación con la muerte y con los muertos. Los muertos no mueren nunca.
A pesar de mi condición de no creyente, he intentado traer al personaje (de Carmen Maura) del más allá. Y la he hecho hablar del cielo, el infierno y del purgatorio. Y, no soy el primero en descubrirlo, el más allá está aquí. El más allá está en el más acá. El infierno, el cielo o el purgatorio somos nosotros, están dentro de nosotros, ya lo dijo Sartre mejor que yo.
El río
Los recuerdos más alegres de mi infancia están relacionados con el río.
Mi madre me llevaba con ella cuando iba a lavar porque era muy pequeño y no tenía con quién dejarme. Siempre había varias mujeres lavando y tendiendo la ropa sobre la hierba. Yo me situaba cerca de mi madre y metía la mano en el agua tratando de acariciar los peces que acudían a la llamada del casualmente ecológico jabón que usaban las mujeres de la época, fabricado por ellas mismas.
El río, los ríos, siempre eran una fiesta. Fue también en las aguas de un río donde descubrí unos años más tarde la sensualidad.
Sin duda, el río es lo que más añoro de mi infancia y pubertad.
Género y tono
Supongo que Volver es una comedia dramática. Tiene secuencias divertidas y secuencias dramáticas. Su tono imita a la vida misma, pero no es costumbrista. Más bien es de un naturalismo surreal, si eso fuera posible. Siempre he mezclado los géneros y sigo haciéndolo. Para mí es algo natural.
El hecho de incluir en el argumento un fantasma es un elemento básicamente cómico, en especial si lo tratas de un modo realista. Todos los intentos de Sole por ocultarlo a su hermana, o el modo de presentarlo a las clientas provoca escenas muy cómicas.
Aunque lo ocurrido en casa de Raimunda (la muerte del marido) es algo atroz, el modo en que ella lucha para que nadie se entere y la manera en que intenta desembarazarse de él también crea situaciones de comedia.
Familia
Volver es una película sobre la familia, y hecha en familia. Mis propias hermanas han sido las asesoras tanto de lo que ocurría en La Mancha, como en el interior de las casas de Madrid (la peluquería, las comidas, artículos de limpieza, etc.)
Aunque con mayor fortuna, mi familia, como la de Sole y Raimunda, es una familia trashumante que vino del pueblo a la gran ciudad en busca de prosperidad. Afortunadamente mis hermanas han seguido cultivando la cultura de nuestra infancia, y conservan intacta la herencia recibida por mi madre. Yo me independicé muy pronto y me convertí en urbanita impenitente. Cuando vuelvo a los usos y costumbres manchegos ellas son mis guías.
La fuerza y fragilidad de Penélope Cruz
Y su belleza. Penélope se encuentra en el esplendor de su belleza, es una frase hecha pero en su caso es verdad. (Esos ojos, el cuello, los hombros, los pechos! Penélope posee uno de los escotes más espectaculares del cine mundial). Mirarla ha sido uno de los grandes gozos de este rodaje. A pesar de que se ha estilizado en los últimos años, Penélope demostró (desde su debut en Jamón, jamón) tener más garra en los personajes de plebeya que de superfina. Hace siete u ocho años, en Carne trémula, interpretaba a una putilla cateta que se pone de parto y da a luz en un autobús. Eran los primeros ocho minutos de la película y Penélope devoraba literalmente la pantalla.
Su Raimunda en Volver pertenece a la misma estirpe que el personaje de Carmen Maura en Qué hecho yo para merecer esto?!, una fuerza de la naturaleza que no se arredra ante nada. Cuando se pone, Penélope posee esa energía arrolladora, pero Raimunda también es una mujer frágil, muy frágil. Puede (y debe, por guión) estar furiosa y al instante derrumbarse como una niña indefensa. Esta desarmante vulnerabilidad es lo que más me ha sorprendido de Penélope-actriz, y la rapidez con que puede conectar con ella. No hay un espectáculo más impresionante que contemplar en el mismo plano cómo unos ojos secos y amenazadores de pronto empiezan a llenarse de lágrimas, lágrimas que a veces desbordan los párpados como un torrente, o como en algunas secuencias, sólo los inundan sin desbordarlos nunca. Ser testigo de ese equilibrio en el desequilibrio ha sido apasionante.
La vuelta de Carmen
No imaginaba que había tanta expectación por nuestro reencuentro. Me sorprende la cantidad de gente que me ha dicho lo contentos que estaban porque Carmen y yo volviéramos a trabajar juntos! Dice una canción de Chavela: uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida. Esto se puede aplicar también a las personas.
Siempre existe la incertidumbre, pero afortunadamente la de Carmen se despejó en los primeros trabajos de mesa.
En el guión de Volver hay una larga secuencia, casi un monólogo, porque sólo habla el personaje de Carmen, la abuela fantasma. En dicha secuencia Carmen explica a su hija del alma, Penélope Cruz, las razones de su muerte y las de su vuelta, a lo largo de seis intensas páginas y seis no menos intensos planos. Esta secuencia es una de las razones por las que yo quería rodar la película. He llorado todas y cada una de las veces que he corregido el texto (como el personaje que interpretaba Kathleen Turner en Tras el corazón verde, una ridícula escritora de novelas rosa, muy kitch, que lloraba mientras escribía).