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  ¿Cuánto me amas?  (Combien tu m'aimes?)
  Dirigida por Bertrand Blier
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Entrevista con el director Bertrand Blier (Extracto)

P: ¿Cómo se le ocurrió la idea de este encuentro corriente y al mismo tiempo asombroso entre un hombre del montón y una chica despampanante?
R: Primero pensé en que él fuera un hombre que pasa todas las tardes por delante de un bar en el que hay una chica despampanante. Eso es lo corriente. Yo vivo cerca de Pigalle y a veces he pasado por bares donde hay auténticas bellezas, no de éstas que ni fu ni fa, sino verdaderos cañones. Damos por sentado que la vida del protagonista no es nada del otro mundo, probablemente porque es tímido. Su físico no se corresponde con los cánones de belleza actuales. Y él sufre por eso. Es un tío del estilo de Michel Houellebecq. La elección de los actores es muy importante en esta historia, porque al fin y al cabo una película es eso, la elección de los actores. Puedes escribir todas las historias que quieras, pero si no tienes a los actores, se quedan en el cajón.

P: ¿Por qué se eligió a Monica Bellucci y Bernard Campan, que son la columna vertebral de la película?
R: Monica es una cosa, pero ponerla frente a un hombre como Bernard Campan es poner a una mujer despampanante frente al prototipo de francés medio...

P: ¿O sea...?
R: Hay caras en el cine francés actual que hablan por sí solas, y Bernard Campan es una de ellas. Tiene la típica cara de francés pillo, listo, echado para adelante. Si hubiera vivido en el año 44 habría luchado en la Resistencia, lo habrían torturado, y seguramente habría salido vivo porque es listo. Es un "perdedor?ganador". Perdedor al principio, pero ganador al final. Por eso digo que en el cine la elección de los actores es más importante que el guión, que no es más que una formalidad cuando tienes actores como Monica Bellucci y Bernard Campan.

P: ¿Creó el personaje de Daniela a medida de Monica Bellucci?
¡Pues claro! Esta película existe porque un día fui a ver Irreversible, de Gaspard Noé, y me encantó, me quedé impactado con la impresionante presencia de Monica. Nunca había visto nada igual en la historia del cine, ni siquiera Marylin Monroe actuó jamás así. No es que quiera comparar talentos entre actrices, no es eso, pero esa audacia, esa libertad de movimientos, ese cuerpo, esa explosión... ¡y encima estando vestida! Entonces pensé: "¡Tengo que hacer algo con ella!, ¡para eso hago cine!".

P: ¿Para eso, para qué?
R: ¡Para rodar con mujeres! A uno siempre le hace ilusión rodar con Depardieu o Jean Carmet. He tenido la suerte de trabajar con grandes actores. Pero creo que hasta ahora nunca me había pasado algo como lo de Monica Bellucci. Y no estoy hablando de talento. He trabajado con grandes actrices, como Carole Bouquet, que es la belleza personificada, es algo diferente. A mi edad, se pueden decir estas cosas. Monica crea el ambiente. Llega, se sienta, se fuma un cigarro y crea el ambiente. Todos quieren acostarse con ella, está claro, no hace falta ser un obseso sexual para eso. Ella trabaja en un bar y cobra mucho. Bernard Campan es el actor ideal para esta situación, porque tiene encanto. Campan es un follador, no un gran follador pero sí un follador. Una vez que tienes a estos dos actores, ya tienes la película.

P: Da la sensación de que ¿Cuánto me amas? se mueve entre el pudor y el impudor. ¿Es intencionado?
R: No, no se trata de pudor o impudor. Es una película con Monica Bellucci. No puede haber impudor, a través de su ropa se adivina todo. Cuanto más vestida está, más turbadora y excitante resulta. Es una película hecha en torno a una actriz, para una actriz. No la habría hecho para ninguna otra. No tendría ningún sentido.

P: ¿Por qué?
R: Porque Monica tiene al mismo tiempo esa sensualidad y esa espontaneidad únicas. Yo soy sólo un director que pensó: "Esa mujer es una bomba". Y a partir de ahí decido hacer algo con ella y me invento a un personaje que la compra con cierta cantidad de dinero. De hecho, el cliente lo que realmente quiere es regalarse esa chica… Es un tema interesante, el de proponer un sueldo a una puta para que viva contigo. No me parece ninguna aberración. Me parece una premisa razonable. No es mucho más absurdo que pagar una prestación compensatoria vitalicia. Es algo coherente. Hay chicas a las que se paga antes y otras a las que se paga después. El hombre paga.

P: ¿Eso le molesta?
R: Es muy jodido. Las mujeres se liberan, reivindican igualdad, y tienen razón en hacerlo, pero no tiene sentido que tengas que empezar a pagarles cuando las dejas. Cuando son ellas las que nos dejan nosotros no les exigimos una pensión… Así es el sistema estadounidense, pero eso no significa que todo el mundo tenga que imitarlo. ¿Dónde queda entonces la libertad de la mujer? Y que conste que no estoy hablando de hijos. Cuando se trata de mantener a los hijos hay que pagar pensiones, y eso es perfectamente normal. El papá paga, la mamá paga; todo el mundo paga. Pero cuando se trata simplemente de una sanción judicial, es decir, cuando te condenan por dejar a una mujer que ya no te la pone dura, ¿qué es eso? ¿un delito? Con la puta pagas antes. Primero te dice el precio, y luego te informa: sabes que es una puta. No puedes hacerte el sorprendido.

Entrevista con Monica Bellucci (Extracto)

P: ¿Quién es Daniela? ¿Una puta con un gran corazón dividido entre dos hombres: un cliente que ha ganado la lotería y su chulo, que duda si venderla?
R: Es una mujer complicada, que no ha conocido el amor y que desata el deseo de los hombres. Cuando conocí a Bertrand Blier, me habló de un papel de puta, pero yo no me imaginaba a mi personaje como tal. Por eso lo abordé de manera diferente.

P: ¿Como una mujer capaz de dar mucho amor?
R: Sí, pero ella no lo sabe. Además, por su forma de vestir no parece una puta. Cuando leí el guión pensé que tendría que llevar liguero, mascar chicle, andar enseñando las tetas, o sea, hacer de puta. Pero nada de eso. Daniela es una mujer sensual pero muy clásica, que lleva faldas normales, jerselitos, tacones de aguja y un abrigo muy correcto con el que podría ir perfectamente a misa. De hecho, el personaje no es nada vulgar. Eso dice mucho de Blier. Y hay mucha ironía en el personaje, como cuando dice: "yo nací para ser amada, nací para eso". Qué gracioso, ¿no? Yo creo que ella nació sobre todo para ser deseada.

P: ¿Por qué esta "profesional" que, en principio, no debería enamorarse, acaba colándose por François, su cliente?
R: Porque Bernard Campan, que físicamente es un hombre mono en la vida real, consigue hacer de su personaje un hombre lleno de encanto. A medida que lo vas descubriendo lo vas amando más. En realidad él es igual delante y detrás de la cámara. Por eso esta pareja funciona bien. Daniela aprende a descubrir a François, que la ama como nadie lo ha hecho nunca. Ella redescubre el pudor, se emociona. Incluso al final, cuando cae en los brazos del mejor amigo de François (interpretado por Edouard Baer), no puede evitarlo. Ella es así, sensual. El hecho de que se reencuentre con su pasado evita que la película sea la típica historia bonita pero un poco insulsa. Es una película de Blier de las de verdad.

P: ¿Cree que al final ella acaba convirtiéndose en una mujer modélica, que se ocupa de su casa y de su amorcito?
R: Se supone que sí, al menos por un tiempo. La vemos tendiendo su ropa interior en la escalera, como Sofía Loren en Una jornada particular. Es un guiño a Italia, a su sensualidad, su dulzura, a las personas que cantan por la calle...

P: Blier la considera la italiana ideal, el objeto de todas las fantasías de los hombres, ¿qué le parece esto?
R: Yo no puedo responder a eso. Puede decirse que yo he existido a través de su mirada y de mi personaje. Creo que es una mujer que se hace fuerte gracias a su fragilidad.