A mediados del siglo XX, durante los últimos días de los shogun y los samuráis, los aires de cambio que soplan en todo el país empiezan a sentirse en el dominio de Unasaka, un pequeño feudo en la costa noroccidental de la isla principal de Japón.
Dos amigos, Munezo Katagiri (Masatoshi Nagase) y Samon Shimada (Hidetaka Yoshioka), despiden a Yaichiro Hazama (Yukiyoshi Ozawa), que parte a la lejana Edo para hacerse cargo de un importante puesto en la organización del clan. Los dos amigos regresan a casa de Munezo, una humilde morada que cubre las necesidades de su inquilino, un samurái que vive de un exiguo estipendio de sólo 30 koku de arroz al año, pero al mismo tiempo un cálido refugio donde comparte risas con su madre, su hermana menor Shino (Tomoko Tabata) y Kie (Takako Matsu), una bonita y joven granjera que trabaja para él como criada mientras recibe la educación que le permitirá contraer un matrimonio provechoso.
Transcurren tres años. La madre de Munezo fallece con la intranquilidad de no haber dejado casado a su hijo, y su hermana se casa con Samon. Munezo se queda solo en su casa con una criada anciana. Kie se ha casado con un miembro de la familia de mayoristas petroleros Iseya, y Munezo da por hecho que ella es feliz. Pero un día de invierno se la encuentra al ir a la compra y ve que su aspecto es delgado y triste. A Munezo se le hace un nudo en la garganta al verla marcharse caminando por la nieve.
Pasan varios meses. Munezo estudia, bajo las órdenes de un oficial de Edo y junto a otros samuráis, la nueva ciencia de la artillería. Al saber que Kie está enferma, él y Samon acuden corriendo a ver a los Iseya. La suegra de Kie accede de mala gana a recibir a Munezo, que encuentra a ésta tumbada medio muerta en un lúgubre almacén. Munezo ordena al marido de Kie que haga las diligencias necesarias para el divorcio y se la lleva a su casa.
Kie, cuya hermana viene a ayudarla, se recupera poco a poco, y la casa de Munezo vuelve a ser un lugar de risas y alegría. Sin embargo, se descubre una conspiración de los miembros del clan en Edo contra sus dirigentes y, por miedo a que el gobierno del shogun se entere, se ordena a los responsables que se suiciden. Yaichiro, que está implicado, debe volver a los dominios del clan en el sur, donde lo encierran en una pequeña choza en lo más recóndito de las montañas.
Munezo y Yaichiro eran dos de los mejores discípulos de Kansai Toda (Min Tanaka), antiguo maestro de esgrima del clan. En realidad, Yaichiro era el mejor de los dos, pero por alguna razón Toda decidió transmitir su técnica secreta, llamada oni no tsume ("la garra del diablo"), a Munezo.
El samurái principal del clan, Shogen Hori (Ken Ogata), manda llamar a Munezo y le informa de que su amistad con Yaichiro le ha convertido en sospechoso, y le pide que dé nombres de otros amigos de éste. Alegando que es el deber de todo samurái respetar las confidencias, Munezo se niega a colaborar.
La presencia de Kie en casa de Munezo lo convierte en el blanco de rumores. Él, que había decidido devolverla a su familia una vez recuperada, la hace ahora partícipe de su sueño de toda la vida: llevarla de viaje por el mar. Al conocer los sentimientos de Munezo, el corazón de Kie empieza a latir más fuerte.
Yaichiro, que ha logrado escapar, se refugia en una granja y toma de rehén a uno de sus habitantes. Ogata (Nenji Kobayashi), supervisor del clan, ordena a Munezo que lo mate. El mundo del samurái toca a su fin, pero ese mismo mundo no está preparado para dejar escapar a Munezo.