Es el caso sin resolver por antonomasia.
El comportamiento violento y destructivo de un loco que nunca ha sido atrapado; el escurridizo asesino de los mensajes cifrados que aterrorizó a la nación, el Jack el Destripador norteamericano. Se responsabilizó públicamente de 13 víctimas, luego de más, dos docenas más. La policía le atribuyó siete, cinco muertos. Puede que nunca se sepa el auténtico número de muertos. Una cosa es cierta: ese número incluye a los vivos.
Basado en la historia real de un asesino en serie que aterrorizó al área de la Bahía de San Francisco y se burló de las autoridades en cuatro jurisdicciones con sus claves y sus cartas durante décadas, Zodiac es un thriller de David Fincher, director de Seven y El club de la lucha. Dar caza al cazador se convertiría en una obsesión para cuatro hombres, una obsesión que los convertiría en fantasmas de lo que eran antes, sus vidas construidas y destruidas por el innumerable rastro de pistas del asesino.
De los cuatro, Robert Graysmith (Jake Gyllenhaal) era el factor impredecible.
Graysmith, un tímido dibujante de chistes, no tenía la distinción ni la pericia de su experimentado y cínico colega Paul Avery (Robert Downey Jr.), el reportero estrella en temas policiales del San Francisco Chronicle. No tenía los contactos de Avery con el célebre y ambicioso inspector de homicidios del Departamento de Policía de San Francisco, Dave Toschi (Mark Ruffalo), y su discreto y meticuloso colega, el inspector William Armstrong (Anthony Edwards). Lo que sí tenía era una perspicacia crucial que nadie esperaba. La demostró por primera vez el 1 de agosto de 1969.
Una Carta al Director escrita de manera rudimentaria llegó en el montón de correo diario. Era una de tres escritas al Chronicle, al San Francisco Examiner y al Vallejo Times-Herald, y su contenido dejó paralizadas las salas de redacción. "Estimado director, soy el asesino
" de David Faraday y Betty Lou Jensen, muertos a tiros el 20 de diciembre de 1968 en Lake Herman Road en Solano County y del asesinato a tiros de Darlene Ferrin y el intento de asesinato de Mike Mageau el 4 de julio de 1969 en el aparcamiento del campo de golf de Blue Rock Springs en Vallejo. No les mencionaba por su nombre, pero daba una precisa lista de detalles que sólo la policía podía conocer. Cada periódico recibió parte de un mensaje cifrado que, al ser descifrado, supuestamente revelaría su identidad. A eso le siguió una amenaza o lo publican o habrá más muertos. Ningún asesino desde Jack el Destripador había escrito a la prensa ni se había burlado de la policía con pistas sobre su identidad. Zodiac había puesto muy alto el listón de los psicópatas asesinos en los Estados Unidos. Una pareja de Salinas descifró el mensaje. Pero fue Graysmith, un entusiasta de los mensajes cifrados, el que descifró su intención oculta, una referencia a la película muda de 1932 "The Most Dangerous Game".
Siguieron más cartas y amenazas. El 27 de septiembre de 1969 Zodiac actuaría de nuevo, encapuchado y armado con una pistola y un cuchillo de monte, apuñalaría hasta matarla a Cecilia Ann Shepard y dejaría por muerto a Bryan Hartnell mientras la joven pareja estaba de picnic en el lago Berryessa en el condado de Napa. Un mes más tarde, el 11 de octubre, el asesino había vuelto a San Francisco. El taxista Paul Lee Stine fue asesinado de un tiro en la nuca en el elegante barrio de Presidio Heights. Tres días más tarde llegó una quinta carta, la más inquietante de todas: Zodiac le decía a la policía que lo podían haber atrapado esa noche. Peor aún, los escolares estaban en el punto de mira de su pistola. Los liquidaría cuando bajaran del autobús escolar. San Francisco era literalmente una ciudad aterrorizada.
Sin querer, Zodiac había convertido a los detectives Toschi y Armstrong y al reportero Avery en celebridades de la noche a la mañana.
Personajes basados en Toschi resultarían ser papeles fundamentales para el lanzamiento de las carreras de tres estrellas del cine. Graysmith continuó dedicado a su papel de detective de sillón manteniéndose al margen, haciendo su aportación cuando Avery lo permitía. Zodiac siempre iba un paso por delante, ocultando sus pistas, salpicando sus cartas burlonas con más amenazas. Y luego se volvieron personales.
La infamia eclipsaría a la fama cuando Toschi cayó en desgracia; Armstrong, frustrado, siguió adelante; Avery dejó el periódico, incapacitado por sus adicciones. Zodiac ya no revelaba sus objetivos. Surgieron imitadores de costa a costa. El principal sospechoso seguía estando libre.
A Graysmith le había llegado su momento. Ese momento cambiaría sus vidas para siempre.