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  El ultimátum de Bourne  (The Bourne Ultimatum)
  Dirigida por Paul Greengrass
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Matt Damon regresa en el papel del asesino a sueldo Jason Bourne para una última confrontación. En la secuela de El caso Bourne (2002) y El mito de Bourne (2004), que recaudaron más de 500 millones de dólares en la taquilla mundial, el realizador Paul Greengrass (United 93, El mito de Bourne) se une de nuevo a Matt Damon, Julia Stiles y Joan Allen, e incorpora a David Strathairn y Paddy Considine al reparto.

Jason Bourne vuelve a casa: El ultimátum de Bourne
Durante los últimos cinco años, numerosos espectadores han seguido ansiosamente el peligroso viaje de Jason Bourne. Después del estreno de El caso Bourne en 2002, el público se quedó maravillado por la osada estructura que colocaba a la película en una nueva categoría posmilenio dentro del género de espías. "La gente se quedaba sorprendida por la frescura de la película", recuerda el productor Frank Marshall. "No era una película de acción a la usanza. Creo que no esperaban que la historia fuera contada de ese modo, ni que fuera rodara con tanta precisión, ni que Matt Damon estuviera tan espléndido".

Para dirigir la segunda entrega, El mito de Bourne, los productores optaron por Paul Greengrass, un realizador inglés reconocido a nivel internacional por el público y la crítica por sus documentales y largometrajes como Domingo sangriento/Bloody Sunday y Omagh. A pesar de ser una película de gran presupuesto, el realizador quiso mantener su estilo de rodaje cámara en mano, de iluminación y de montaje rápido. El mito de Bourne fue muy aclamada y Peter Travers, de la revista Rolling Stone, dijo: "Si no recuerda lo que significa disfrutar viendo una película rodada por todo el planeta, con enfrentamientos y acción insuperable, realizada con humor, estilo e inteligencia, no se pierda El mito de Bourne".

Paul Greengrass alcanzó la cúspide gracias a El mito de Bourne y al ser nominado a un Oscar al Mejor Director por United 93.

Ahora vuelve a llevar al solitario héroe a la gran pantalla en su búsqueda de respuestas en El ultimátum de Bourne. La necesidad de cerrar el círculo fue lo que le convenció para rodar esta tercera entrega: "Bourne es un hombre de carne y hueso en un mundo real empeñado en una búsqueda mítica", dice. "Me gusta porque es una historia de oposiciones. ¿Es un asesino o le transformaron en uno? Siempre planea la sensación de que Bourne es uno de nosotros y que rehúye ser como ‘ellos’. Quiere respuestas, pero no se fía de ellos. Todos son malos, el sistema es corrupto. Me lo paso muy bien describiendo todo esto con un ritmo trepidante contra un telón de fondo muy contemporáneo".

Una entrega de Bourne no sería completa sin que el oscarizado Matt Damon volviera a encarnar al protagonista. El actor se alegró de que el director quisiera hacer la tercera parte. "Paul es uno de los grandes directores actuales", dice el actor. "Es un gran narrador y su estilo es idóneo para estas películas porque carece de teatralidad. Su forma de rodar es muy honrada".

Matt Damon vuelve a imprimir la misma tranquila intensidad al personaje en busca de la verdad. "Matt nunca se equivoca", dice Paul Greengrass. "Hay algo en él que hace saber al espectador que es el bueno. Es genial a la hora de interpretar un personaje con muchas sombras. Comunica su deseo de ser bueno, sobre todo a los jóvenes. Matt y yo vemos el personaje y la película del mismo modo".

En opinión del productor Frank Marshall, el actor imprime las mismas cualidades al personaje que las descritas en la clásica serie escrita por Robert Ludlum. "Matt encarna a la perfección lo que el Sr. Ludlum habría querido ver en el personaje. Por ejemplo, no tiene pinta de asesino a pesar de ser un profesional; es contemporáneo y puede volverse invisible en el mundo actual. Es exactamente lo que describió Ludlum".

Al igual que los guiones de las dos primeras entregas de Bourne, la historia que Tony Gilroy escribió para El ultimátum de Bourne se aleja de la trama de las novelas de Robert Ludlum, que transcurren en plena guerra fría y que no atraerían a una generación nacida cuando ya no existía. Pero la idea de la conspiración y de un programa gubernamental descontrolado sigue siendo más que relevante. Siempre se sospechó que el autor tenía un contacto en la CIA, que alguien le contaba cosas que le ayudaban a mantener un elevado nivel de credibilidad en sus historias.

El director también conoce el oscuro mundo del espionaje. En 1987, Paul Greengrass coescribió con Peter Wright, ex subdirector del M15 (servicios secretos británicos), la historia autobiográfica del agente secreto. Los intentos del gobierno inglés para prohibir la publicación de Spycatcher – The Candid Autobiography of a Senior Intelligence Officer ayudó a convertirlo en un superventas internacional. Su contacto con el juego del espionaje le dio una experiencia que pocos realizadores habrían tenido para rodar la historia de Jason Bourne.

En las entregas anteriores, el ex-asesino profesional obtuvo una información limitada sobre sí mismo gracias a sus poco comunes habilidades, que van desde matar con total discreción a un objetivo en público a saber deshacerse de cualquiera. Pero cuando pierde a su gran amor, ya no desea hacer uso de sus conocimientos. "Marie representaba el lado humano de Bourne", dice el actor. "Tiene un pasado muy oscuro, ha hecho cosas horribles y lo sabe. Marie le ayudó a entender algunas de las cosas que hizo y lo que significa vivir como un ser humano. Ahora que ya no está, no le queda nada que perder".

Bourne pensó que por fin había acabado con el pasado cuando una bala mata al agente de la CIA Ward Abbott (Brian Cox) al final de El mito de Bourne. "No quiere volver a tener ningún contacto con Treadstone", explica Matt Damon. "Les dio un ultimátum al final de El caso Bourne. Hará uso de todo lo que sabe si nota que van a por él".

La necesidad de una vigilancia global y de neutralizar cualquier amenaza a la seguridad nacional ocupa un lugar cada vez más importante en la mente de los responsables de la CIA, por eso Blackbriar ha sustituido a Treadstone. "Al descubrir que algunos agentes han sufrido colapsos, han cambiado el entrenamiento y las pautas de modificación del comportamiento", explica el actor.

Además de los aparatos de vigilancia de última generación y de asombrosos trucos de acción, Paul Greengrass se empeñó en que esta entrega debía recorrer medio mundo. De hecho, en todas las películas Bourne se viaja mucho, pero esta transcurre en Londres, Madrid, Tánger, París, Moscú y Nueva York. "Quería paisajes contemporáneos y me gustó la idea de unir Londres, Madrid y Nueva York", dice el realizador. "Se ve algo de Moscú y mucho de Tánger. Todas las películas Bourne, además de ser una búsqueda, también son un viaje".

¿Quién soy? Escogiendo a espías y a traidores
El mando ha cambiado, pero las actividades de Treadstone (ahora llamado Blackbriar) no han cesado. Al contrario, se han hecho aún más secretas y sofisticadas, a causa del 11-S, en El ultimátum de Bourne. Hablando de los personajes, Paul Greengrass dice: "No hay malos, el sistema es malo. El héroe camina hacia la luz y se aleja de un sistema corrupto".

Vuelven dos actrices cuyo trabajo fue crucial en las dos primeras entregas. Joan Allen encarna a la cazadora de espías Pamela Landy, una agente de la CIA que siente cierta simpatía por Bourne desde que se enfrentó con el cruel Abbott en la segunda entrega. Julia Stiles se mete en la piel de Nicolette "Nicky" Parsons, que está destinada en Madrid cuando Bourne llega a la ciudad.

En lo que a Joan Allen se refiere, los fans no son los únicos en querer verla de nuevo. "Joan aporta una inteligencia fría y cerebral a Pamela Landy", dice el realizador. "Es una gran observadora. Representa el ancla de la CIA en este relato".

En El ultimátum de Bourne, Pamela Landy debe ayudar a Noah Vosen (interpretado por David Strathairn), el nuevo director de la operación secreta de la CIA, a seguir la pista del reaparecido Bourne. Pero su instinto le dice que Blackbriar no es trigo limpio, lo que no cuadra con sus principios. La actriz dice: "La llaman para que les ayude a encontrar a Bourne porque, en cierta forma, es una experta en el tema. Para ella, Bourne es un misterio, siente compasión por él y quiere resolver el misterio de lo que le pasó. Es un mundo de espías, mentiras y secretos, pero Pamela tiene un poderoso sentido de la ética a pesar de todo".

Los tremendos enfrentamientos de Pamela Landy con Vosen añaden una dimensión crucial a esta nueva historia. "Aunque no defienda a Bourne, está dispuesta a darle la oportunidad de explicarse", dice el productor Patrick Crowley. "Cree que deberían escucharle, mientras que Vosen sólo quiere acabar con él como sea. Cuando los dos se enfrentan, están geniales".

Nicky, a la que vimos por primera vez en El caso Bourne, es un personaje complejo que aparece en las tres entregas. "Nicky no sabía realmente qué hacía en El caso Bourne", dice Julia Stiles. "Aquí llega a otra encrucijada. Es consciente de que con Blackbriar las cosas sólo pueden ir a peor y ya no quiere tener nada que ver. Se encuentra entre la espada y la pared porque quiere seguir viva, pero no puede salir porque sabe demasiado".

"Es un personaje muy determinante si se piensa en su historia con Bourne", dice Matt Damon. "Son dos personas jóvenes que huyen. Acaban en situaciones parecidas a las que vivieron Bourne y Mary, pero es obvio que no puede haber nada entre ellos por las decisiones que tomaron en su vida".

Se escogió a David Strathairn para interpretar a Vosen, el jefe del programa secreto Blackbriar. Patrick Crowley, que trabajó por primera vez con él en L. A. Confidential, dice que estaban interesados en el actor porque "su fuerza surge de su tranquilidad. Aporta una enorme inteligencia a todo lo que hace".

David Strathairn estaba entusiasmado con la idea de ser parte de una entrega de Bourne. Hablando de su programa, dice: "Blackbriar es una operación que consigue información y actúa contra posibles amenazas. Vosen forma parte, y puede que incluso sea el creador, de una operación inventada para perpetuar lo que Treadstone empezó".

El aclamado actor Scott Glenn encarna al director de la CIA Ezra Kramer. "El personaje de Scott Glenn es nuevo en la CIA, pero es el responsable de todo", dice el productor Paul Sandberg. "Se necesita un actor de gran calibre para comunicar la autoridad y la ambigüedad que define a su personaje. Scott era la persona ideal para el papel".

Para seguir con la tradición de villanos que aparecieron en las dos primeras entregas, con Clive Owen interpretando al Profesor en El caso Bourne, y Karl Urban como Kirill en El mito de Bourne, el actor nacido en Venezuela Edgar Ramírez se une al reparto para encarnar a Paz, uno de los nuevos asesinos de Blackbriar. "Buscábamos a alguien que pudiera pasar inadvertido en cualquier país del Tercer Mundo donde le destinasen", dice Patrick Crowley.

Considerado uno de los "valores" de la Agencia, Paz está al mismo nivel que Bourne, que no tarda a jugar al gato y al ratón con el agente.

El elenco internacional incluye a Paddy Considine en el papel del reportero británico Simon Ross, cuya fuente en la CIA le habla de Bourne, de las operaciones clandestinas y, peor aún, de Blackbriar, desencadenando esta nueva caza. "Le fascina Bourne y la idea del agente solitario", dice Paddy Considine. "Ross empieza a rascar la superficie de algo muy gordo y descubre más de lo que debería. Ahora le toca luchar para seguir vivo con lo que sabe".

Cuando Bourne ve su nombre en el periódico de Ross, intenta inmediatamente ponerse en contacto con él antes de que lo hagan los "valores" de Blackbriar, Paz entre ellos. "Es obvio que no quieren que nada de esto se sepa", dice Matt Damon.

Colin Stinton hace el papel de Neal Daniels, la fuente del periodista, un jefe de la CIA cuya conciencia le ha podido. Daniels acabará llevando a Bourne al Dr. Albert Hirsch, interpretado por el aclamado actor Albert Finney, y la imagen de los dos hombres juntos empezará a despertar ecos que llenarán los espacios en blanco de la mente de Bourne... y a traer recuerdos de su vida antes de Treadstone.

"Bourne quiere llegar a Tánger para hablar con Daniels y descubrir qué sabe del programa", dice el productor Paul Sandberg. "Es la clave de su pasado". Su viaje le llevará desde Londres a Madrid y, finalmente, a Tánger, donde se enfrentará con Desh (interpretado por Joey Ansah), otro asesino profesional, en una emocionante persecución por los tejados de la plaza central de la medina.

Cada paso le lleva más cerca de descubrir su identidad. "El público disfruta viendo a Bourne enfrentarse a retos tan diferentes en cada lugar", dice Frank Marshall. "Debe resolver situaciones difíciles con inteligencia. El público nunca sabe lo que va a pasar, de ahí el suspense y la tensión".

Por fin llegará a Nueva York, la base estadounidense de Blackbriar, y el lugar donde vive el Dr. Hirsch, el misterioso socio de Daniels. Albert Finney no se hizo de rogar para participar en la película. "Las dos anteriores me parecieron muy buenas películas de acción, muy rápidas, que me mantuvieron en tensión todo el tiempo", dice. "Me parece extraordinario que Matt siga entusiasmado con el papel y aporte nuevas ideas para las escenas".

Cuando por fin encuentra al Dr. Hirsch, el superagente regresa a casa, al lugar donde David Webb se convirtió en Jason Bourne. "El Dr. Hirsch lo sabe todo de Bourne, su entrenamiento, lo que ha pasado", dice Matt Damon. "Es la meta de Bourne durante toda la película. En realidad, lo ha sido desde el principio. Vuelve al punto de partida".

"Volver a casa es un tema básico en esta película", añade Paul Greengrass. "Jason Bourne debe regresar a Estados Unidos".

¿Dónde está Jason Bourne? Rodando en todo el mundo
Fue necesario reunir a gran parte del equipo técnico que participó en las anteriores entregas para ayudar al realizador a conseguir la cohesión deseada para la película. "Es un thriller emocionante, lleno de suspense, la acción es fantástica", dice Paul Greengrass. "Debía tener una trama laberíntica y conspiradora en países europeos. Hacía falta rodar cámara en mano muy a menudo y estar muy acostumbrado para capturar la sensación de urgencia. Para eso se necesito a un equipo especial".

Entre los colaboradores que repetían, están Oliver Wood, el director de fotografía de las dos entregas anteriores, y el montador de El mito de Bourne, Christopher Rouse. "Hay una fuerte continuidad visual entre las tres películas", dice el productor Patrick Crowley. "Los espectadores deben sentir que nunca han visto estos lugares, que el peligro acecha por todas partes".

"La cámara sirve para filmar y observar", sigue diciendo. "Gran parte de Bourne tiene que ver con la paranoia. La cámara flotante es completamente subjetiva, con un punto de vista limitado. Desde el momento que salió del barco pesquero italiano en la primera película, siempre hay personas dispuestas a matar a Jason Bourne".

Sin embargo, el equipo recorrió más kilómetros en El ultimátum de Bourne que en las dos primeras películas juntas. Al igual que los agentes de Blackbriar, el equipo debía ser adaptable y ágil, fundiéndose en cada cultura para no llamar demasiado la atención. "Uno de los grandes atractivos de las novelas de Ludlum era los escenarios donde transcurrían", dice Frank Marshall. "Lo hemos respetado en las películas llevando al público de viaje y mostrándole la realidad de esos países en lugar de las zonas turísticas".

Se rodó en los aeropuertos de Heathrow y JFK, en las estaciones del Norte en París y de Waterloo en Londres, en coche por las calles de Madrid con Nicky y por las calles de Nueva York durante una persecución. El equipo formado por más de 250 personas necesitaba tener la experiencia suficiente para encontrar localizaciones, equipo y ayuda local, además de saber expresarse en diferentes idiomas. En total, se rodó en siete países en tres continentes.

Tánger
El rodaje de El ultimátum de Bourne empezó en la ciudad de Tánger, Marruecos. En los años 40 y 50, la ciudad fue una zona internacional, un lugar de reunión para agentes secretos donde se fraguaban intrigas internacionales. El café de París, donde Nicky espera para intercambiar móviles con Desh, se hizo famoso por ser el lugar de encuentro de los escritores que entonces se habían expatriado.

La medina de Tánger está formada por un laberinto de callejuelas flanqueadas por cientos de pequeñas tiendas y puertas de entrada a las casas. "Es un lugar fascinante", dice Patrick Marshall. "Es muy antigua y tiene mucho colorido. Era el sitio ideal para rodar una persecución".

El equipo tuvo que recurrir a la creatividad para rodar en medio de cientos de curiosos. La cámara se fija también en la vida cotidiana mientras sigue a Bourne, Nicky y su enemigo Desh mientras recorren la bulliciosa ciudad portuaria.

Fue posible capturar los precipitados movimientos de Bourne en las viejas calles mediante múltiples cámaras colocadas estratégicamente. Además de rodar cámara en mano, usar una grúa y un travelling, se montó una cámara a un brazo que pasaba por los tejados de la ciudad, siguiendo a Bourne de cerca durante toda la tremenda persecución.

El coordinador de especialistas y director de la segunda unidad Dan Bradley, que ya había trabajado en la segunda película, volvió a crear innovadoras secuencias para El ultimátum de Bourne.

El diseñador de producción Peter Wenham trabajó muy de cerca con Dan Bradley y Paul Greengrass para encontrar el decorado perfecto para la escena de persecución por los tejados de Tánger. "Descubrí tres grandes edificios contiguos en el barrio judío", dice. Le gustaba la idea de que "Bourne entrara por una ventana, interrumpiendo la vida cotidiana de terceros, y saliera por un balcón para entrar en otro piso".

En una de las secuencias más espectaculares rodadas en Tánger, Bourne salta desde un cuarto piso a una calle estrecha, pero consigue colarse por una ventana antes de llegar abajo y la cámara salta justo detrás de él. "Dan inventó un sistema para que los especialistas pudieran llevar la cámara", dice Matt Damon. "Es asombroso lo que puede capturar un director inteligente con un estilo visual increíble y lo que son capaces de hacer los especialistas".

La persecución acaba en una brutal pelea. Matt Damon trabajó con el coreógrafo de peleas Jeff Imada, el mismo que le entrenó en El caso Bourne y El mito de Bourne, para esta secuencia y la de la estación de Waterloo. "Es como aprender un baile", dice el actor, "hay que entender el equilibrio y los movimientos. Lo difícil es conseguir que sea creíble".

Para que Matt Damon y el equipo de especialistas pudieran correr por dentro y por encima de la medina, el equipo de producción tuvo que realizar más de 2.000 contratos. Tampoco debemos olvidar las dificultades que plantea rodar durante el mes de ramadán.

Londres
Después de rodar 13 días en Tánger, los equipos y el material volaron a Londres a bordo de un avión de carga ruso. En los famosos estudios Pinewood de Londres, el equipo de diseño de producción, dirigido por Peter Wenham, recreó decorados neoyorquinos, parisinos, madrileños, marroquíes y berlineses.

Fueron necesarios dos meses de intensas reuniones entre el realizador y expertos en vigilancia para diseñar el decorado más grande y complejo de la película, el cuartel general del CRI desde donde Vosen y Landy vigilan a sus agentes. "Controlan a los agentes de Blackbriar desde allí", explica Peter Wenham. "Los monitores muestran imágenes que rodamos por todo el mundo. En algunas pantallas se ven imágenes en directo".

No sólo se rodó en los estudios Pinewood, sino también en calles, edificios de oficinas, hoteles y estaciones de metro londinenses. Aparecen muchas estaciones de tren en la película. Por ejemplo, la "Gare du Nord" en París, donde Bourne sube al tren que le lleva a la estación de Atocha en Madrid, lugar en el que sólo tres años antes murieron casi 200 personas en un atentado. Sin embargo, la más preeminente es la estación de Waterloo.

En una de las escenas más complicadas del thriller, Bourne intenta llevar al asustado periodista Simon Ross a un lugar seguro antes de que los agentes le encuentren. Unas 30.000 personas pasan por Waterloo a diario. El equipo de producción tardó cinco meses en conseguir los permisos necesarios para rodar en la estación. "Siempre que se rueda en un lugar así, la vida sigue", dice Frank Marshall. "Debemos movernos entre la gente y así ocurrió en Waterloo". Pero eso añade más autenticidad a la escena.

A continuación se trasladaron a París. Rodaron en el Eurostar, el tren que une Londres y París cruzando el Canal de la Mancha por un túnel de 50,45 km de largo. Obviamente esta parte del rodaje se realizó con muy poco material y un equipo reducido. "Aprovechamos para rodar una escena a la ida, y otra a la vuelta", dice Frank Marshall.

París, Madrid y Berlín
En París se rodó la llegada de Bourne a la "Gare du Nord" antes de reunirse con Martin Kreutz, el hermano de Marie, para contarle que ha muerto.

Siguiendo la pista del único hombre que le une a su pasado, Neal Daniels, Bourne llega a Madrid. Además de la estación de Atocha, se rodó la fachada de la oficina de Daniels, donde Bourne se enfrenta a agentes del CRI y se encuentra de nuevo con Nicky, a la que tuvo de rehén en El mito de Bourne, en pleno centro de la capital española, concretamente en la calle Virgen de los Peligros. También se rodó una reunión entre el periodista Simon Ross y Neal Daniels en la plaza de Santa Cruz. La escena en que Bourne le pide a Nicky que le hable de su pasado transcurre en un área de servicio en una autovía a la salida de Madrid.

Berlín hizo las veces de Moscú para conseguir la continuidad necesaria después de la escena final de El mito de Bourne.

Rodar en Nueva York
Las escenas finales de El ultimátum de Bourne se rodaron en Nueva York. "Escogimos Nueva York porque Jason Bourne debía volver a casa, y no hay una ciudad más emblemática", dice Patrick Crowley.

Rodar en las concurridas calles de Manhattan no es nada fácil. Sin embargo, sin las grúas, los travellings y los focos que suelen acompañar cualquier rodaje habitual, el equipo no llamaba tanto la atención. El estilo intimista de Paul Greengrass hace posible que los actores se mezclen con los viandantes sin que estos se den cuenta de que forman parte del rodaje de una película importante.

Pero no fue así para la segunda unidad, encargada de rodar la espectacular persecución en coche para la que se usaron vehículos trucados. La persecución, protagonizada por Bourne, Paz, varios agentes del CRI y policías de Nueva York, empieza en el aparcamiento de la Autoridad Portuaria de la ciudad, recorre la Séptima Avenida, cruza la Gran Manzana y acaba con una impresionante colisión en el K-Rail (metro exterior) de South Street en la zona Seaport, acumulando en su camino coches hechos añicos, cristales rotos y todo tipo de devastación.

El equipo consiguió cerrar la Séptima Avenida para rodar. "¿Quién cierra la Séptima?", pregunta Matt Damon, riendo. "Cruza toda la isla. La planificación para conseguirlo fue increíble".

Se modificaron seis Volkswagen Touareg para Paz, 10 CRI Chrysler y otros vehículos para que participaran en la tremenda persecución. Los coches debían ser seguros para los conductores y poder embestir a otros vehículos sin sufrir demasiados daños.

El director de la segunda unidad y coordinador de especialistas Dan Bradley se sirvió de su invento, el Go Mobile, una plataforma para cámaras con el centro de gravedad muy bajo y que soporta altas velocidades fabricada por Go Stunts, Inc., que puede adaptarse a todo tipo de vehículos para poder rodar una persecución desde cualquier ángulo. Además, gracias a los vehículos RDV (manejados por control remoto), da la impresión de que los actores conducen el coche cuando en realidad lo lleva un especialista instalado encima.

Matt Damon se quedó impresionado por la inventiva desplegada durante el rodaje de estas secuencias. "¿Cómo es posible ver a Bourne delante de nosotros? ¿Cómo podemos estar justo detrás de él cuando tiene un accidente espectacular? Es obvio que está conduciendo el coche. Pero no es así, la respuesta es que Dan inventó el Go Mobile para que las personas a las que les gusta hacer cine desplieguen un nivel técnico cada vez mayor".