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  Rudo y Cursi  (Toto)
  Dirigida por Carlos Cuarón
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Beto (Diego Luna) y Tato (Gael García Bernal) Verdusco son dos hermanos que trabajan en una plantación de plátanos. También son miembros del equipo de fútbol local. A Beto le apodaron “Rudo” por su personalidad y su forma de jugar. Sueña con convertirse en futbolista profesional, pero Tato sueña con ser un cantante famoso. Ambos comparten un deseo: construir una casa para su madre Elvira (Dolores Heredia). La suerte les sonríe cuando “Batuta”, un ojeador de fútbol, los descubre por casualidad. Tato es el primero en mudarse a la gran ciudad y en convertirse en la estrella del Deportivo Amaranto, donde su curioso estilo le vale el apodo de “Cursi”. Beto se siente traicionado, pero al cabo de poco tiempo le ficha el Atlético Nopaleros para defender la portería. Con ambos en la cima de la gloria, los rencores parecen olvidados, pero la tregua es de corta duración. Cuando están a punto de hacer realidad sus sueños, los dos hermanos deberán enfrentarse a una rivalidad innata, y a sus propios demonios y limitaciones. La adicción de Beto al juego será su perdición. Tato es incapaz de aceptar su verdadero talento y prefiere desperdiciarlo en busca de una falsa idea de la fama. El sueño parece estar a punto de escaparse para siempre. En el peor momento, los hermanos encuentran el perdón y deciden ayudarse mutuamente.


Sinopsis larga
Los hermanos Verdusco, Beto (Diego Luna) y Tato (Gael García Bernal), trabajan en una plantación de plátanos y viven en casa de su madre (Dolores Heredia), una mujer con una larga lista de compañeros y de hijos. Sueñan con hacer construir una enorme casa en la playa para ella. Beto está casado con Toña (Adriana Paz), con la que tiene dos hijos. Le encantan las apuestas y el fútbol. De hecho, es el portero del equipo local y basta con verle jugar para saber por qué le apodaron “Rudo”. Tato es un chico supersimpático que no para de enamorarse y que toca el acordeón. También juega en el mismo equipo, pero sueña con convertirse en un cantante famoso.

Un día, en un partido de fútbol, conocen a Darío “Batuta” Vidali (Guillermo Francella), un argentino que se queda impresionado por el juego de los hermanos Verdusco. Al final del partido, les explica que es un ojeador y que ambos tienen mucho potencial, pero que ahora sólo puede llevarse a uno de los dos. Les pide que decidan cuál probará suerte con él. Se lo juegan a los penaltis. Beto está convencido de que es su oportunidad y le dice a Tato que tire a la derecha. Tato asiente y chuta a su derecha. Beto se tira a la izquierda. Tato marca. Beto se siente traicionado y lo deja claro soltando una ristra de tacos e insultando a su hermano.

Una vez en Ciudad de México, Batuta consigue una prueba en el prestigioso Deportivo Amaranto. Para motivarle, le promete a Tato que le ayudará en su carrera como cantante si tiene éxito como futbolista. Tato se revela como una máquina de marcar goles y sube inmediatamente al primer equipo, pero pasan las semanas y sigue en el banquillo, lo que está a punto de acabar con su paciencia.

Batuta consigue llevar a Beto al Atlético Nopaleros, un equipo de segunda división, como portero. Beto no dice a nadie que se va, ni siquiera a su esposa Toña. Durante los primeros partidos, saltan chispas entre Beto y el entrenador, y este le castiga a estar en el banquillo de forma indefinida. Entretanto, Tato juega su primer partido con el Amaranto y se gana el mote de “Cursi” por su estilo futbolístico.

La temporada de fútbol sigue su curso. Beto sigue en el banquillo mientras Tato se convierte en una estrella. Su foto sale en todos los periódicos y revistas acompañada del apodo que le saca de quicio. Batuta le enseña su nueva casa amueblada, que incluye un estupendo todoterreno, cortesía del club. Además, le consigue un contrato para grabar su primer videoclip. Beto también recibe una buena noticia: su equipo, el Nopaleros, ha subido a primera división y él será el portero. La alegría hace que los hermanos olviden sus viejos rencores y Tato invita a Beto a compartir su nueva casa.

La vida les sonríe. Un día deciden ir al hipódromo y la gente les pide autógrafos. Tato conoce a Maya Vega (Jessica Mas), la guapa presentadora de televisión a la que admira desde hace tiempo. Beto, por su lado, traba amistad con Jorge W (Salvador Zerboni), un yuppy vulgar que le invita a disfrutar de la vida al estilo Las Vegas.

Los hermanos regresan de visita a Tlachatlán. Tato recibe una llamada de Batuta anunciándole que acaba de ser seleccionado para el equipo nacional. Beto visita a Toña, que se dedica a vender suplementos nutricionales y no está dispuesta a trasladarse a Ciudad de México. Los hermanos llevan a su madre Elvira a la playa y sueñan en voz alta con la casa que le construirán algún día.

De vuelta a la ciudad, la fama de Beto crece a la par que su amor por las apuestas. Tato está loco por Maya, le compra cualquier capricho y pierde concentración en el campo. Toña decide mudarse a la ciudad con los niños para estar con su marido.

Beto lo pierde todo en el juego, incluso los muebles de Tato. Los viejos rencores salen a la superficie y los dos hermanos acaban peleándose a puñetazos.

Tato y Maya se comprometen. Beto se va a vivir a un hotel de segunda con su familia. Jorge W da un ultimátum a Beto: si no paga la deuda en dos semanas, lo pasará muy mal. El gran partido entre los dos equipos, el Amaranto y el Nopaleros, tendrá lugar en exactamente dos semanas. Es la oportunidad para que Beto bata el récord del portero con más minutos sin encajar un gol. Elvira escoge ese momento para anunciar las buenas noticias: una hija suya, Nadia (Tania Esmeralda Aguilar), se casa con don Casimiro (Alfredo Alonso), un supuesto narco.

Los dos hermanos se presentan en la boda de su hermana y don Casimiro les anuncia que él construirá una enorme casa en la playa para su suegra. Les ha suplantado.

Beto le pide a Batuta que le ayude a pagar su deuda de juego. A cambio, Batuta le pide a Beto que pierda el partido, pero éste rehúsa. Entretanto, Tato llama a Maya y le deja mensajes, pero la chica no contesta.

De nuevo en Ciudad de México, Tato también recibe un ultimátum: la junta directiva del Amaranto amenaza con mandarle a segunda división si no cambia su mala racha. La noche antes del gran partido, en el hotel de concentración, ve un programa en televisión donde Maya anuncia que se ha enamorado de otro futbolista. Tato pierde los estribos y el médico del equipo debe sedarlo. Por otra parte, Toña acaba de enterarse de que la empresa nutricional por la que se ha dejado la piel la ha engañado. Beto le promete que todo saldrá bien y llama a Batuta; le dice que se encargará de que su equipo pierda.

El duelo entre los dos hermanos genera mucha expectación y más aún porque cabe la posibilidad de que Beto bata un récord. Tato no está para jugar y le dejan en el banquillo. Batuta está muy nervioso, pero cuando se da cuenta de que Beto hace lo imposible para que el otro equipo marque, dobla su primera apuesta. En el descanso, el resultado es de empate a cero. Beto se entera de lo de Maya. El entrenador del Amaranto acaba por sacar a Tato para deshacer el empate. Falta poco para que finalice el partido y un jugador del Nopaleros le hace falta a Tato dentro del área. Es hora de que los hermanos se reconcilien. Los dos se disculpan y Beto le dice a Tato que tire a la derecha. Tato chuta a la derecha de Beto; la pelota rebota en el portero y el partido acaba en empate.

Beto es el portero que más minutos ha estado sin encajar un gol, pero camino de casa, los acólitos de Jorge W le disparan en las piernas.

Batuta cuenta cómo acaba la historia. Tato estuvo algún tiempo jugando en segunda división y acabó ocupándose de un bar de karaoke de su cuñado narco. Beto acabó entrenando a un club de segunda división, propiedad de don Casimiro. Batuta lo perdió todo en esa última apuesta y acabó donde empezó, recorriendo campos regionales en busca del diamante sin pulir.