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  American Dreamz  (Salto a la fama)
  Dirigida por Paul Weitz
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Estados Unidos parece no cansarse nunca del concurso de talentos "American Dreamz". El programa semanal, siempre a la cabeza de los índices de audiencia, se ha apoderado de un país adicto que necesita una dosis semanal de "quién se queda y quién se va". El anfitrión del programa, el autopromocionado y autodespreciado Martin Tweed (Hugh Grant), va a la busca y captura de la siguiente celebridad instantánea.

Harto de tener el mismo tipo de aburridos concursantes cada temporada, el presentador decide reclutar a un grupo de extraños candidatos entre los que se encuentra Sally (Mandy Moore), una manipuladora magnolia de acero a la que siguen su abnegado y atontado novio William (Chris Klein), veterano del ejército, y su madre/agente Martha (Jennifer Coolidge), obsesionada por la fama; Omer (Sam Golzari), un emigrante recién llegado, patoso, loco por las canciones de los musicales y terrorista en potencia en espera de ser activado; y Sholem (Adam Busch), un cantante de fe ortodoxa cuyos cánticos bobalicones parecen hechos a medida para un programa que carece de guión real. Pero, por si fuera poco, Martin Tweed ha conseguido que el presidente de Estados Unidos, Joe Staton (Dennis Quaid), al que ha convencido su jefe de gabinete (Willem Dafoe) con la ayuda de la primera dama (Marcia Gay Harden), actúe de juez en el último programa de la temporada que se emitirá en directo y que conseguirá un nivel de audiencia nunca alcanzado antes o, al menos, eso espera Martin Tweed.

El anfitrión del programa y sus dos productores Accordo (Judy Greer) e Ittles (John Cho) guían a Sally, apoyada por su agente Chet (Seth Meyers), un hombre en plena bancarrota moral, hasta el último enfrentamiento. Durante su ascenso televisivo semanal, consigue llegar al centro de la conciencia nacional, pero se da cuenta de que el adorable inmigrante Omer se interpone en su camino hacia la victoria absoluta.

Omer, concursante a su pesar, obedece las órdenes de sus jefes, que le han mandado llegar hasta la final. Cuando ya esté dentro del círculo de ganadores, deberá hacer explotar una bomba para matar al juez invitado, el presidente Staton (que espera recuperar parte de su popularidad a través del programa), asestando así un golpe mortal a la hedonista cultura estadounidense.

Para Martin Tweed, los dos candidatos y el presidente Staton todo depende del mayor programa del año. Y el escenario está preparado para una final explosiva que un país saciado de cultura pop no olvidará tan pronto.