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  Desayuno en Plutón  (Breakfast on Pluto)
  Dirigida por Neil Jordan
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Londres, mediados de los 70. Una joven y moderna belleza (Cillian Murphy) pasea por una calle empujando un carrito. Los albañiles en los andamios le silban, pero ella responde rápidamente con un comentario mordaz; su historia, la historia de Patrick "Kitten" Braden, es demasiado fuerte para su gusto...

Tyreelin, Irlanda, 1958. Un pueblo irlandés de postal. Sólo los madrugadores pájaros son testigos de como una rubia y delgada mujer deposita un bebé en la puerta de una parroquia y se aleja rápidamente. ¿Parece el sacerdote que abre la puerta sorprendido, angustiado, culpable?. El padre Bernard (Liam Neeson), como los chismorreantes pajarillos pueden atestiguar, no ha sido el mismo desde que la rubia sirvienta se fue.

El huérfano es rápidamente enviado a Ma Braden (Ruth McCabe), que será su madrastra. Ma es dueña de un pub y 9 o 10 años después, se horroriza al encontrar al joven Patrick (Conor McEvoy) con un vestido de su hermanastra y poniéndose pintalabios. Con la revelación de que no es su madre viene la pregunta, "¿quién es mi verdadera madre?".

A pesar de lo desalentador que pueda parecer, Patrick no está solo. Charlie (Bianca O'Connor), Irwin (Emmet Lawlor McHugh), y su intrépido compañero Laurence (Seamus Reilly), quien tiene síndrome de Down, forman su grupo de amigos. Juntos juegan a luchar por Irlanda como rebeldes del IRA. El padre de Laurence, Benny, le revela a Patrick tres importantes cuestiones: su madre es Eily Bergin, la chica más guapa del pueblo, que se parecía a la famosa actriz Mitzi Gaynor y que una vez la vio en Londres.

Años después las piezas comienzan a encajar cuando Patrick, adolescente metido en el glam-rock y el maquillaje, abre con ayuda del vapor una carta de Ma con un cheque del Padre Bernard. Desde la infancia, el confesionario de la iglesia ha sido el lugar de los encuentros de Patrick con un incómodo Padre Bernard, y es ahí también dónde se enfrenta a él. Al mencionar a Eily Bergin, el Padre Bernard sale corriendo del confesionario, abandonando de nuevo a Patrick.

Para disgusto de sus profesores, Patrick entrega un ensayo describiendo humorísticamente y con todo detalle el imaginario relato de como el Padre Bernard viola a su inocente criada. Los autoritarios esfuerzos de la escuela por eliminar los excesos de Patrick solo consiguen incitarlo a cometer más, y su nueva personalidad, Kitten, totalmente fuera del armario, ha nacido.