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  La gran estafa  (The hoax)
  Dirigida por Lasse Hallström
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La gran estafa ha sido dirigida por Lasse Hallström a partir de un guión de William Wheeler, elaborado en parte a partir de las propias memorias de Clifford Irving. Los productores son Mark Gordon, Leslie Holleran, Joshua D. Maurer, Betsy Beers y Bob Yari. Los productores ejecutivos son Anthony Katagas y Gary Levensohn. La película está protagonizada por Richard Gere, Alfred Molina, Marcia Hay Garden, Hope Davis, Julie Delpy, Stanley Tucci y Eli Wallach. El equipo incluye a los veteranos colaboradores de Hallström Oliver Stapleton (Giacomo Casanova, Las normas de la casa de la sidra) como director de fotografía, y al nominado a los Oscar® Andrew Mondshein (Giacomo Casanova, El sexto sentido) como montador, y también al diseñador de producción Mark Ricker (The Nanny Diaries), al diseñador de vestuario David C. Robinson (Zoolander, The Savages) y al compositor Carter Burwell (Kinsey, El ladrón de orquídeas).


Los orígnes de la película
Desde libros inventados a noticias falseadas, las patrañas en los medios de comunicación se han convertido en algo rutinario en la cultura americana moderna – al fin y al cabo se trata de una de las formas más rápidas e irresistibles de conseguir fama, fortuna y admiración en un mundo que siempre quiere otra buena historia, a veces a cualquier precio. Pero probablemente el origen de la era de constantes escándalos que se viven en estos tiempos tuvo su comienzo con el espectacular timo de la historia de Clifford Irving/Howard Hughes a principios de la década de los setenta.

La verdadera historia de Clifford Irving era tan escandalosa que cuando el guionista William Wheeler tuvo conocimiento de la misma, pensó que se trataba de una invención – a partir de ahí las cosas no hicieron más que complicarse. Lasse Hallström decidió llevar a la ficción esta leyenda real construida a partir de una sarta de engaños y mentiras.

"Cuando los productores Josh Maurer y Mark Gordon me hablaron por primera vez del concepto de La gran estafa, pensé que era una historia demasiado absurda para ser creíble. Cuando además me dijeron que se basaba en hechos reales, hizo que me pareciera aún más increíble," recuerda Wheeler.

Los hechos fundamentales de la historia son los siguientes:

En 1971, McGraw-Hill anunciaba haber adquirido los derechos de publicación de las memorias de Howard Hughes, por la entonces formidable cifra de casi un millón de dólares. Sin duda hubiera sido la publicación del siglo. En aquel momento Hughes era el hombre más poderoso del mundo, a pesar de su secretismo que no hacía más que acentuar la avidez del público por saber más sobre este icono y sobre su vida personal, tan misteriosa y atractiva.

El hecho de que el pretendido autor no fuera uno de los principales periodistas del país, sino un escritor sin fama, llamado Clifford Irving, despertó ciertas sospechas. De hecho, Irving ya había escrito con anterioridad un libro denominado FAKE!, en el que se recogía la historia del falsificador de piezas artísticas Elmyr de Hory, lo que sin duda podía haber levantado más sospechas. En vez de eso, la editorial McGraw-Hill aseguraba estar satisfecha con que Irving no sólo había obtenido la bendición de Hughes, sino que había conseguido realizar una serie de entrevistas íntimas a un hombre que no dejaba que nadie se le acercara. Después de todo, Irving fue capaz de aportar documentos que incluso pasaron la prueba de los supuestos expertos en caligrafía de la editorial. Justo cuando las primeras copias de la biografía de Howard Hughes estaban a punto de llegar a las estanterías, Hughes hizo su primer anuncio público en más de una década – por medio de una extraña conferencia telefónica de prensa desde las Bahamas – para desmentir la historia y descubrir a Clifford y a su libro como un fraude gigantesco.

Resultó que Irving se lo había inventado todo – parte fue cosecha de su propia imaginación y parte salió de un manuscrito inédito robado a Noah Deitrich, antigua mano derecha del magnate. El conjunto estaba adornado con hechos históricos precisos derivados de investigaciones legítimas llevadas a cabo por Irving y su colaborador, Suskind. En realidad, Irving jamás había cruzado palabra con Hughes. Finalmente, Irving sería nombrado Timador del Año por la revista Time y pasaría más de dos años en la cárcel, al igual que su colaborador e investigador, Suskind, y su mujer, quien se convirtió en su cómplice financiero.

Después de cumplir su condena, Irving escribió unas memorias muy diferentes y más reales - las suyas propias –, narrando el proceso de confección de la falsa biografía con todo detalle, y bautizándolas con el nombre de The Hoax.

El libro de Irving acabó llegando a las manos del productor Josh Maurer, que se sintió atraído no solamente por la historia de uno de los más escandalosos engaños de nuestro tiempo, sino también por el propio Irving visto como un personaje cinematográfico divertido, impredecible e irreverente. Maurer vio que este personaje podía convertirse en un estupendo protagonista, un hombre con tanto talento para el engaño, que acabó creyéndose sus propias fábulas. Por otra parte, la historia señalaba un camino interesante a una época de la historia americana en la que la confianza personal y la nacional fueron traicionadas por la corrupción política y unos hábitos de vida cambiantes.

"Me encantaban todos los elementos de la historia – la conexión con Howard Hughes, la forma en que el escándalo afectó a la industria editorial – pero sobre todo fueron los personajes los que me engancharon," explica Maurer. "Realmente le cogí mucho aprecio a Clifford Irving. Era un hombre con mucho carisma que se encontró en medio de su particular crisis de los cuarenta. Veía que su juventud había pasado y usó su imaginación para encontrar una forma de parar ese proceso – sólo que no fue capaz de prever las ramificaciones de lo que hacía para con él, su esposa o su mejor amigo. Dado que su repercusión como escritor no le aportó el éxito esperado, Clifford tejió la historia de la autobiografía de Howard Hughes, convirtiéndose de hecho él mismo en el centro de la historia – una historia que acabó siendo realmente la creación más relevante de su autor".

Maurer apreció enseguida que la argucia de Irving ofrecía un material rico para el guionista adecuado. "Por un lado, la historia es verdaderamente divertida, es una gran comedia negra, pero, por otro lado, tiene también los elementos de un thriller de suspense. Se trata sobre todo de explorar la naturaleza de la obsesión – la obsesión por contar historias, por la pasión, por el dinero, por la fama y por el reconocimiento," explica Maurer. "Existe una dinámica interesante entre la realidad y la ilusión, es otra de las capas de esta historia".

Maurer le enseñó el proyecto al productor Mark Gordon, que quedó igualmente intrigado con el cóctel de personajes cómicos y con la historia narrada. "Siempre ha habido estafadores y gente interesada en propagar bulos en América, y creo que hay algo en la naturaleza humana que hace que siempre nos fascinen las historias de aquellos que se atreven a engañar a todo el mundo," dice Gordon.

El productor continúa: "Clifford Irving fue increíblemente audaz. Cada cosa que hizo era más osada que la anterior. El hecho de que estuviera dispuesto a llegar a lo que fuera con tal de conseguir su propósito, enredándose más y más en esta trama de engaños, es algo que se presta muy bien a la ficción, aunque sea real".

Los productores Maurer, Gordon y Betsy Beers contactaron con el guionista William Wheeler, quien – después de asimilar la sorpresa de que la historia de Clifford Irving estuviera basada en hechos reales – no podía esperar para explorar la historia en más detalle. Habiendo sido previamente él mismo un televendedor (su primera película, Estafadores, nos mostraba a Vince Vaughn como un televendedor con pocos escrúpulos), entendió perfectamente la esquiva naturaleza del estafador sofisticado. Wheeler y Maurer comenzaron una exhaustiva investigación de las muchas capas de la historia, desde la existencia en el exilio de Howard Hughes, a la comprobación de los supuestos lazos entre Howard Hughes, Clifford Irving, y otro personaje histórico conocido por sus desafortunados engaños: Richard Nixon. Después el equipo llevó el proyecto a Bob Yari. Juntos decidieron producir la película de forma independiente a través de la asociación de Gordon con la productora Stratus Film Company.

Lo mejor de todo fue que el guionista tuvo la oportunidad de conocer al Clifford Irving real, cuya esquiva psicología fue sin duda del mayor interés para Wheeler. "Era muy abierto, cálido y totalmente insondable," confiesa Wheeler. "Es un manipulador nato, y lo digo yo, que también lo soy un poco".

Wheeler le hizo a Irving la pregunta clave, pero no se creyó necesariamente su respuesta. "Le pregunté, ‘¿por qué lo hiciste?"’ recuerda Wheeler. "Y Clifford dijo, ‘Era mi propio Everest. Lo hice porque estaba ahí.’ Pero creo que ésa es una respuesta fácil. Creo que en realidad se trataba de un hombre de mediana edad que buscaba un sentimiento de logro, de realización, y creo que este montaje fue su forma de expresarlo," dice Wheeler.

No obstante, al guionista le venció el inasequible espíritu irreverente de Irving. "Lo que más me fascinaba de Clifford como personaje de cine es que, cada vez que se mete en problemas, él dobla la apuesta – lo cual despista incluso al más escéptico. Eso me resultaba muy interesante," dice. "Era una oportunidad de excavar los diferentes estratos de este tipo de estafas y averiguar qué sucede y porqué la gente lo hace".

Sin embargo, Wheeler no quería quedarse en mero espectador de los hechos, e inventó algunas cosas de cosecha propia al escribir el guión. El guionista nos comenta: "No creo que se le pueda hacer justicia a esta historia sin un poco de maldad. Cada uno de nosotros añadió algunos toques creativos a la narración – desde Howard Hughes o Clifford Irving, hasta yo mismo, Lasse Hallström o Richard Gere".

Pero lo que siempre permaneció real para Wheeler fue la percepción de Clifford Irving como ser humano, especialmente en lo tocante a su amistad con su fiel, aunque depresivo, coautor y cómplice del fraude Dick Suskind. Su relación se convierte en una dependencia cada vez más estrecha conforme la red de engaños se va haciendo más y más compleja – y es el motor que impulsa la historia de Wheeler.

"Creo que el público realmente podrá entender cómo esta trola increíble une a estos dos amigos," dice. "Su amistad es la base de esta historia".

Los productores de la película respaldaron sin ambajes la aproximación de Wheeler a esta historia tan compleja – después de todo, ¿de qué otra forma es posible acercarse a las verdaderas razones por las que un hombre lo arriesgaría todo en semejante montaje, y por qué todo el mundo a su alrededor le creería? Josh Maurer lo resume así: "Estos dos amigos viven una experiencia increíble, y creo que para el público será también una nueva experiencia".


Lasse Hallström se incorpora al proyecto
Para el director nominado a los Oscar® Lasse Hallström, La gran estafa supone una vuelta a sus raíces, una incursión en los laberintos teñidos de humor negro de la irreverencia, la obsesión y el engaño. Habiendo obtenido la reputacion merecida por su hábil manejo de la narración de historias, y su sensibilidad para trabajar con actores, el trabajo reciente de Lasse Hallström – incluyendo la oscarizada Las normas de la casa de la sidra y Chocolat – se ha orientado más hacia el drama emotivo. Pero Hallström inició su carrera en su Suecia natal con una serie de comedias, hasta obtener el reconocimiento internacional con su visión más descarnada de la infancia en Mi vida como un perro.

Hallström sostiene que, cualquiera que sea el tema, su pasión por hacer cine siempre ha estado impulsada por una cosa: el carácter, independientemente de si éste inspira valores correctos o si está sumido en un marasmo moral. Y eso fue lo que encontró en La gran estafa, carácter a toneladas. "El guión me gustó mucho a la primera, porque los personajes son fascinantes", comenta. "Fue una gran oportunidad para mí, ya que era el tipo de película que llevaba tiempo queriendo hacer, el tipo de comedia que más me gusta – la que observa sin temor el comportamiento humano, en la tradición de Milos Forman y John Cassavetes".

El veterano productor de Hallström recuerda: "Había una conexión rara e instantánea con este material. Sentíamos que había un núcleo, una historia humana que nos gustaba, y queríamos contarla. Lasse y yo siempre estamos interesados en probar cosas nuevas y diferentes, y en esta historia había muchos elementos que eran de gran interés para nosotros".

Los otros productores estaban encantados con el fervor de Hallström para con el proyecto. Josh Maurer comenta: "Ya sabíamos que Lasse es un narrador brillante, con su propia forma de obtener interpretaciones brillantes de los actores – pero esta es una historia que Lasse nunca antes había contado. Fue una gran elección".

Hallström nunca había oído hablar de Clifford Irving antes de leer el guión y, al igual que a William Wheeler, le sorprendió mucho que alguien consiguiera engañar a tanta gente con una serie de mentiras tan descabelladas. Al ver a Irving como un estafador imaginativo y juguetón, Hallström aportó su propia visión a la película, enfatizando el papel del artista, que conjura su propia fantasía a partir de la nada y la intenta vivir como una realidad alternativa.

"Veía a Clifford Irving más como un artista que entendía este montaje como un acto increíble de creación," dice Hallström. "No era tanto que necesitara el dinero. Se trataba más bien de la diversión y la proeza de ponerlo todo en marcha. De la nada hizo un mundo. Pero creo que entonces perdió el control. Fue exagerando cada vez más, hasta estar demasiado enredado en el fraude. Lo que comenzó siendo casi una travesura, acabó siendo un serio fraude ilegal".

Hallström estaba dispuesto a aceptar el riesgo de permitir que el personaje principal de la historia fuera retratado enteramente en sombras de gris, a veces destilando su encanto e ingenio, y otras veces completamente amoral. "Estuve debatiéndome sobre qué pensar de Clifford, porque realmente no es de fiar, y la forma en la que usa y traiciona a sus amigos me produce repulsión," admite Hallström. "Pero no por eso dejaba de fascinarme, porque yo nunca sería capaz de mentir hasta esos extremos, y creo que todos nos hacemos preguntas acerca de la gente que es capaz de mentir y engañar para llegar a lo más alto. Lo mejor de Clifford, sobre todo teniendo en cuenta cómo lo interpreta Richard Gere, es que no es un completo villano. Le puedes entender, aunque no confíes en él".
Para Mark Gordon, la habilidad de Hallström para unir todos los hilos de este gran montaje fue lo que hacía que el director fuera la mejor elección para el proyecto.

"Lasse usa un estilo en que el humor y el drama y la intriga se entremezclan sin fisuras. Eso es muy difícil de conseguir, y creo que él lo hace estupendamente," comenta el productor.

Una vez en el set, Hallström adoptó un estilo libre y rápido de improvisaciones con su elenco de actores, con miras a derribar las barreras y dejar salir la naturaleza impredecible de la historia. "Fue una aproximación al guión muy relajada, simplemente ponerse y actuar," explica. Esta mecánica se aplicó sobre todo en las escenas entre Richard Gere y Alfred Molina, en las cuales Hallström quería que los actores emanaran la espontaneidad y creatividad de la amistad de los dos personajes. "Ambos son buenos improvisadores y muy divertidos," dice el director. "Realmente había química entre ellos".

El quid de la producción para Hallström estaba precisamente en estimular esa química. "Toda la producción se diseñó pensando en las interpretaciones," resume. "Y fue muy divertido ver a tanta gente creativa participar en esta narración colectiva".


Richard Gere, Alfred Molina y Marcia Gay Harden como los estafadores
Clifford Irving es un marido encantador, un amigo afectuoso y un escritor muy listo y con talento. Pero Clifford Irving también es un mujeriego, un traidor y un fraude total. Se trata de un personaje rebosante de carisma que acaba atrapado en una red propia de engaños cada vez más espesa. ¿Quién podía dar vida a un personaje como éste?

Los creadores del proyecto no tardaron en pensar en Richard Gere, quien recientemente había obtenido la aclamación de la crítica por su interpretación fulgurante del abogado Billy Flynn en Chicago, papel que le valió también un Globo de Oro. "Siempre he querido trabajar con Gere, y para este personaje él era la elección natural," dice Lasse Hallström. Leslie Holleran continúa: "Clifford Irving es el seductor consumado. El tipo de persona que entra en una habitación y gusta a todo el mundo, así que en cierto sentido, es un actor, y creo que Richard supo entender la figura de Clifford perfectamente. Sabía quién era este personaje, y era como si lo canalizara".

Gere se implicó en la historia desde el principio. "Era uno de estos guiones raros de ver, que despiertan tu admiración por su frescura y su interés. Me intrigaba la idea de que esta historia fuera falsa a tantos niveles – a nivel personal, a nivel psicológico y a nivel político. Creo que además el guión recoge perfectamente la esquizofrenia de la América de la época, y reúne elementos de aquellos días – la industria editorial de Nueva York, el Watergate, Nixon, Vietnam y el Pop Art – de forma excepcional; había que hacerlo", dice.

Una vez que Gere se comprometió a interpretar el papel de Clifford Irving, se metió de lleno, cambiando incluso su aspecto físico. "Richard se entregó por completo al personaje y lo hizo propio," comenta el productor Josh Maurer. "Fue algo extraordinario, ver a un actor de la talla de Richard fundirse con este personaje tan diferente".

Mark Gordon añade: "Richard aportó muchísimo y creo que sorprenderá al público, que nunca le ha visto en un personaje como éste. Clifford es un tipo increíblemente encantador. Es divertido y atrevido".

A la hora de estudiar el papel, Gere tomo la decisión de no conocer al Clifford Irving real – especialmente porque la película no es realmente un biopic sino una narración ficticia del montaje de Clifford. A Gere le preocupaba que Clifford Irving, dado su historial, pudiera estorbar en su búsqueda del personaje. "No quería conocerle", admite. "De hecho, me asustaba. Tenía una idea madura de cómo afrontar esto, y no quería ser influenciado por su punto de vista sobre los hechos. No quería restricciones. Quería dejar fluir mi imaginación y atenerme a eso".

Gere vio que podía identificarse con los apuros de Irving al comienzo de su búsqueda de una gran historia, como un hombre en pro de un gran material. "Como escritor, siempre quería encontrar ese gran contrato, y tenía la misma inseguridad que un actor, que nunca sabe si habrá otro proyecto después," explica Gere.

Pero lo que a Gere le resultaba más fascinante era lo implicado que Irving estaba con su farsa de conocer a Howard Hughes. "Quizás la idea surgió con algún comentario sobre la fama, como un simple juego, pero cuanto más gente se la fue creyendo, más real le parecía al propio Clifford. Sociológicamente, ahí es cuando cruza la línea," dice Gere. "Howard Hughes era el sujeto perfecto, por otra parte, porque era una figura muy misteriosa. La gente inventaba todo tipo de comentarios sobre él, tildándolo de loco, de místico, de conspirador. Sin duda era una figura muy romántica y Clifford Irving le supo sacar partido".

Gere cree igualmente que Irving estuvo casi a punto de salirse con la suya. "Si el propio Howard Hughes no hubiera dicho nada, probablemente todo habría salido bien. En realidad, todos querían que la cosa saliera, porque era una gran historia y podían ver los dólares," observa Gere. "Si ves algunos de los falsos documentos que Clifford les pasó a McGraw-Hill, verás que no eran más que trabajos de aficionado, pero la gente quería creer, y supongo que Clifford, su mujer y Dick Suskind debían sentirse como si estuvieran bajo un influjo mágico y nada pudiera desmentirles".

Finalmente, ese halo acabó rompiéndose y, a pesar de las situaciones cómicas del personaje de Gere, las cosas se van haciendo más intensas y oscuras. "Hay bastante trabajo muy creativo y profundo en esta película. Muchas de las escenas son improvisadas, Alfred Molina y yo explorando territorios desconocidos". Gere comenta que "lo mejor es que Lasse consigue crear un ambiente propicio para los actores. Te da el espacio para probar cosas nuevas y explorar sin miedo otras direcciones. Pero al mismo tiempo ves que él no pierde el control".

La historia de Clifford Irving no sólo dependía de la elección del papel principal sino también de los actores escogidos para los cómplices en el delito de Irving – su mejor amigo Dick Suskind y su mujer, Edith. El papel del Dick Suskind era particularmente complejo, ya que no solamente se convierte en el leal aliado de Irving, sino que supone además el único lazo de éste con una conciencia moral, a pesar de sus preocupaciones y su tendencia al pánico. Para poder penetrar en el personaje de Dick Suskind, Lasse Hallström recurrió a una consolidada estrella de la pantalla y el teatro con quien había trabajado ya antes en Chocolat: Alfred Molina.

"Adoramos a Alfred, tiene tanto talento y es tan divertido," hace notar Leslie Holleran.

"Consigue crear estos grandes momentos como Dick, consigue interpretar perfectamente al reticente cómplice".

A Molina le entusiasmaba la perspective de trabajar con Hallström de nuevo, especialmente en un proyecto tan distinto. "Siempre es bueno volver a trabajar con un director con quien ya has tenido una buena experiencia," nos dice. "Puedes trabajar con más complicidad y de forma más constructiva, creo. Lasse siempre nos da la libertad necesaria para ser lo más inventivos posible".

Con el personaje de Dick Suskind, Molina sabía que esa libertad sería vital. "Era realmente importante captar ese tipo de amistad que tenían Clifford y Dick – eran amigos muy cercanos que compartían muchos secretos," comenta Molina. "Y la pregunta para Dick es cuán lejos estás dispuesto a llegar cuando tu amigo está en apuros y te necesita. Lo que comienza como una simple broma pesada resulta convertirse en algo que adquiere mucho sentido para ellos".

Como ocurre en muchas amistades entre hombres, Molina podía sentir una mezcla de admiración y envidia en la percepción que Dick tenía de Clifford – y eso es lo que hace que Dick se embarque en una travesía criminal que nunca hubiera emprendido solo, a expensas de quedarse al borde del ataque al corazón. "Creo que Dick ve a Cliff como el tipo de hombre que tal vez él quisiera ser," dice Molina. "Ve elementos de Cliff que son muy atractivos, especialmente su valentía intelectual, su atrevimiento y su talento artístico. En comparación, Dick se siente muy vulgar – es un investigador que escribe libros educacionales y que no disfruta de la misma libertad artística que Cliff. Está atado por los convencionalismos que nos afectan a la mayoría: matrimonio, hijos, el trabajo, así que él considera esta aventura con Cliff como una forma de asomarse a otro mundo mucho más interesante".

Afortunadamente, Molina y Gere demostraron tener una sincronía mutua natural y llena de humor, amén de un compromiso idéntico para recrear esa amistad masculina en la pantalla. "Alfred y Richard impregnaron sus interpretaciones con el afecto y el cuidado de las amistades reales. Fue emocionante ver eso", dice Josh Maurer. Marks Gordon añade: "En la película, la relación entre Cliff y Dick es muy cómica. Dick es el pobre tipo que sigue a Cliff y se va enredando sin querer en esta montaña de mentiras. Uno es el rey, como si dijéramos, y el otro el esbirro, pero siempre es interesante y divertido verles juntos".

Sobre su colaboración con Gere, Molina comenta: "Nos lo pasamos muy bien trabajando juntos. Descubrimos un disfrute mutuo al improvisar sobre el guión y a la hora de intentar mantener siempre un enfoque fresco. Evidentemente había una dosis de payasadas entre nosotros – y eso era bueno para la película".

Otra relación esencial para Clifford Irving es la que mantiene con su idealista esposa, una artista, que, a pesar de las infidelidades constantes de Irving, arriesga su propio futuro para ayudarle con su estratagema. La esposa real de Irving, Edith, era una ciudadana sueca de origen alemán, así que Lasse Hallström era consciente de que necesitaba una actriz que pudiera representar no sólo el complejo dilema de Edith, sino también su acento mitad sueco mitad alemán, lo que pudo encontrar en una de las actrices más demandadas hoy día, Marcia Gay Harden, ganadora de un Oscar® por su interpretación de Lee Krassner, la mujer de Jackson Pollock en Pollock, y además obtuvo una nominación por su papel en Mystic River de Clint Eastwood.

A Harden el guión le pareció provocador y su personaje muy diferente a todo lo que había hecho antes. "Es increíble lo que la gente llega a arriesgar y sacrificar por un momento de gloria. Es fascinante," asegura. "Y el personaje de Edith es muy colorido; pensaba que sería un reto adaptarme y entrar en ese personaje. Eso siempre es algo interesante para un actor".

La actriz encontraba igualmente conmovedor el sufrimiento de Edith. "Creo que realmente es un personaje muy triste, porque realmente lo que quiere es que su marido la quiera, que admire sus pinturas, que se comprometa con ella, pero no puede conseguirlo. Él es un timador en todos los aspectos, pero ella le quiere incondicionalmente," observa Harden. "Tanto ella como Dick hacen por él cosas que nunca harían realmente. Edith cree que si le ayuda, él pensará que es una mujer con agallas, valiente y dura, y que la amará por eso. Pero al final, ella pasará más tiempo en la cárcel que él". De todas formas, la actriz también veía el lado cómico de la historia. "El guión tiene humor, y nos lo pasamos muy bien en el rodaje", comenta. "La visión de Lasse siempre encuentra humor en las cosas más insospechadas".

En lo tocante al acento del personaje de Edith, Harden tenía ventaja. "Ya había vivido en Alemania, así que ya estaba familiarizada con el acento", nos comenta la actriz. "Pero Edith es mitad alemana, mitad suiza, y ha vivido tambien en España y en Londres, así que tiene una mezcla de acentos. Tenía una cinta de vídeo de ella y su acento era realmente fuerte. Estuve trabajando con un instructor de diálogos en Nueva York, llamado Sam Scwhatt, para encontrar formas de expresas esa mezcla de acentos".

A Harden le interesaba especialmente trabajar junto a Gere y Molina en la creación de este estrafalario trío criminal. "Ver a Alfred Molina hacer de Dick te rompe el corazón", dice. "Te ríes de él, pero a la vez se hace querer. Richard Gere es el cerebro del trío. Los dos tienen muy buen humor y les encanta su trabajo, y tienen un gran respeto por la energía creativa que requieren personajes como éstos. Fue un trabajo duro pero nos lo pasamos muy bien".