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  El síndrome de Svensson  Dirigida por Kepa Sojo
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Una desvergonzada comedia en clave de road-movie.

Notas del director (Kepa Sojo)
El día que comenzó el rodaje fue uno de los días más felices de mi vida. No me podía creer que ese guión, del que habíamos escrito quince versiones, y que había presentado a unas veinte productoras sin tener respuesta afirmativa, se iba a hacer realidad. Veía a Alejandro Garrido ataviado con la camiseta de Suecia, y a Lluvia Rojo vestida de novia y me frotaba los ojos para ver que había llegado el 6 de junio de 2005, que estábamos en una carretera perdida de la provincia de Cuenca y que hacía mucho calor. Comenzaba, de esa forma, la era Svensson.

El rodaje fue una fiesta continua. El equipo técnico estaba muy compenetrado y todo el mundo peleó lo indecible para que la película saliera adelante. Cada dos o tres días nos juntábamos de fiesta y lo pasábamos genial. Lo asombroso era ver que la sexta semana el entusiasmo del equipo estaba intacto y que seguíamos juntándonos casi todos para cenar o ir de marcha.

Uno de los momentazos del rodaje fue cuando rodamos las secuencias finales de la película en la discoteca Apache de Xàtiva. Debíamos llenar la macrodisco de figurantes enloquecidos para ver actuar al grupo más cañero de la escena pop internacional, los KU-3. Azuzamos tanto a los extras que parecía que allí estaban actuando Placebo o los Rolling Stones. Fue increíble. Cuando acababan las tomas, los figurantes seguían aplaudiendo y los actores que encarnaban a los músicos se hinchaban a firmar autógrafos, como si fuesen megaestrellas. Rodamos con gran variedad de recursos técnicos y eso se nota en pantalla. Al filmar el final de la película parecía que se había acabado el rodaje y aún nos quedaban dos semanas más. Fue increíble.

En la película se hacen varios homenajes a la historia del cine. Soy profesor de esta disciplina en la Universidad del País Vasco desde hace varios años y he visto filmes como Psicosis, La noche del cazador, Ordet o Bienvenido Mister Marshall unas treinta veces y me las se de memoria al analizarlas en mis clases. Al escribir el guión, conscientemente incluimos personajes de algunas de mis pelis favoritas como el cura de La noche del cazador, o el viejillo de Una historia verdadera, de David Lynch, junto a escenarios como el Villar del Río de Bienvenido Mister Marshall o el inquietante motel de Psicosis. Estas y otras referencias muy evidentes a películas como El perro andaluz, Con la muerte en los talones, Ordet o Thelma y Louise, son mi pequeña contribución a homenajear la historia del cine desde la modestia de mi pequeña película.

La música es algo muy importante para mí. Me paso el día cantando: en el coche, en la ducha, en karaokes más siniestros que el que aparece en la película. La banda sonora original de Svensson, firmada por Fernando Velásquez, el próximo genio de la composición musical para cine de España, es una auténtica maravilla y un derroche de imaginación. Fernando es un tipo muy inteligente que sabe captar a la perfección cada momento y realzarlo con su talento. En la película, de claro tono popero, hay todo tipo de música. En casi todos los casos, los temas compuestos por Fernando caracterizan a los personajes. Hay música pop, country, techno, hip hop, death metal, rumba, horteradas y bonitas melodías subyacentes que dotan de emotividad a cada momento. Además, hay un instante de abstracción en la peli en que los personajes cantan, como en Magnolia, pero en tono más alegre. También estoy encantado con los temas que nos han cedido grupos como La casa azul, Juniper Moon, Tender Trap, Mogul, Nosoträsh, La Kabeza Peca y Family, autores de uno de los temas más bellos del pop español de todos los tiempos Dame estrellas o limones, que hacen que me emocione cada vez que escucho este tema o que veo la secuencia de la peli en que sale.

Los actores han sido otro de los grandes soportes de la película. Trabajar con gente de la talla de José Sancho, un actor que no da más que facilidades, Eulalia Ramón, Lluvia Rojo, Adriá Collado, Txema Blasco, Secun de la Rosa o Fele Martínez, es un gran lujo. Volver a estar con amigos como Alejandro Garrido, Gorka Aginagalde, Juan Querol, Lucía Hoyos, Pau Cólera, Martxelo Rubio, Nacho Vigalondo o Eric Francés, me deja ver que aparte de buenos actores son buenas personas. Sorprenderme con el talento interpretativo de Santiago Molero, Rulo Pardo o Maxi Rodríguez, no es nada nuevo. Darme cuenta que intérpretes desconocidos hasta entonces para mí como Antonio Pagudo, María Almudever, Paula Miralles, Ana Conca o Andoni Agirregomezkorta tienen un futuro estupendo, es algo que el tiempo dejara ver. No me olvido del resto de actores del filme, ni de los figurantes, especialmente de los de Montalbo. Sin todos ellos, la película habría sido imposible.

Rodamos la película en siete semanas en varias localizaciones de Cuenca, Valencia y Alicante. Las cuatro primeras semanas transcurrieron en carreteras perdidas de Montalbo (Cuenca). Hacía mucho calor, pero ya tuvimos también algún susto lluvioso y tormentoso. Montalbo es un pueblo blanco de gentes sencillas y amables que nos acogieron de maravilla. Esta localidad, así como las vecinas El Hito y Zafra de Záncara estarán siempre en mi corazón. En Xàtiva (Valencia) estuvimos semana y pico. Esta ciudad es una maravilla con casonas y palacios renacentistas que hacen alucinar a uno. A Xàtiva llegan los personajes de mi película a buscar cosas. Yo encontré calidez y muy buen rollo. Semana y pico permanecimos en Valencia capital donde nos pusimos tibios de arroz a banda y horchata. Rodamos en la Valencia novísima y en la menos nueva, el populoso barrio de El Cabanyal, de espaldas a la ciudad. Por último, acudimos a inaugurar la Ciudad de la luz de Alicante. Por fin he sido el primero en algo. Disfrutar de unos estudios de cine tan alucinantes para una película pequeñita como la nuestra fue un orgullo. Nunca se me olvidará el último día de rodaje. Fue emocionante, muy emocionante.

Los personajes de mis películas son absurdos y patéticos. Están solos y todos buscan algo con lo que salir de su triste situación. Lo que buscan es lo que buscamos todos: felicidad, amor, amistad … Aunque el patetismo de los personajes sea palpable en la superficie, creo que el espectador les coge cariño porque están tratados de manera amable. Hasta los personajes más violentos tienen momentos de flaqueza. El final de la película intenta luchar contra el miedo a la soledad. Casi todos los personajes encuentran lo que buscan aunque parezca mentira. Uno de los actores de la peli me dijo que había hecho una película de amor sin saberlo. Fíjate tú que cosas.

El síndrome de Svensson es una comedia sin pretensiones. Una película para pasar un rato agradable y para olvidarse de los problemas cotidianos. Los referentes más claros de esta peli son, según mi punto de vista: la comedia española de los cincuenta y sesenta, especialmente el maestro Berlanga, cuya obra investigué durante doce años, el kitsch español, algunas road movies desquiciadas, ciertas actitudes del cine independiente americano en su vertiente más cómica y filmes como Amanece que no es poco, que ha sido un referente para mi generación. En el absurdo mundo de Svensson todo es posible. Se puede entrar en otra película, salir de la escena y hablar con el equipo técnico, a veces suceden cosas porque si, las situaciones se repiten en ocasiones. En fin, el absurdo pop, estilo que nos hemos inventado para la ocasión campa a sus anchas.