El pícaro comerciante francés Baldabiou (Molina) sostiene entre sus dedos un velo tejido con hilo de seda japonés. Es como sostener... la nada.
- "¿Sabe usted qué es esto?" Pregunta Baldabiou al alcalde de la ciudad de Lavilledieu.
- "Es cosa de mujeres", respondió el alcalde.
"Se equivoca", responde el comerciante. "Esto, Señor, es dinero. Cosa de hombres".
Huevos de gusano de seda. En una palma podrías conseguir millares de ellos. Cuando la epidemia de la enfermedad de Pébrine, la enfermedad del gusano de seda que atacó a los huevos en los criaderos europeos a mediados de 1860, se extendió a ultramar, incluso los huevos de países tan lejanos como África y la India se vieron infectados y todo el comercio europeo de seda parecía condenado a desaparecer.
Para continuar con su lucrativo comercio, Baldabiou decide enviar al joven oficial militar Herve Joncour (Pitt) a una peligrosa misión en Japón, separándolo durante meses de Helene (Knightley), su encantadora y devota esposa y maestra de escuela. La isla que producía la más fina seda del mundo miles de años antes de la apertura del canal de Suez, Japón, prohibe el acceso a los extranjeros.
- "Ese lugar, Japón, donde está exactamente?" pregunta Herve.
"Por allí, y más adelante aún", le responde Baldabiou, al tiempo que levanta la extremidad de su bastón y señala los techos de San Augusto. "Siempre derecho hasta el extremo del mundo".
Para alcanzar esa tierra misteriosa, Herve viajará a través de Europa, primero en tren desde Viena, a través de Moravia, hasta Kiev. Allí contratará una caravana para cruzar las estepas rusas: 3.000 millas de hielo y de tormentas, para luego surcar el mar en el barco de un contrabandista. Será llevado secretamente desde un puerto de Yamagata al interior de la isla y conducido, con los ojos vendados, hasta una aldea cubierta de nieve llena de bosques y de bambú, anclada en las nevadas montañas Fukushima.
Es allí donde Herve encuentra al poderoso y temido barón local, Hara Jubei (Yakusho), con quien negociará para obtener los preciados huevos del gusano de seda. Y es allí, en un mundo distinto a cualquier otro que Herve haya experimentado antes, donde él se ve cautivado por la concubina del barón, una chica profundamente misteriosa de una belleza intoxicante. Sin hablar el idioma del otro, junto comparten un amor condenado, obsesivo...
Romance épico histórico que muestra las relaciones de oriente y occidente.