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  Stoned  Dirigida por Stephen Woolley
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Brian Jones era algo más que «uno de los Rolling Stones». Él creó el grupo en 1962. Brian (interpretado por el actor Leo Gregory) era el líder, el visionario del grupo, su músico más dotado. Su ambiguo glamur, su melena rubia y su incuestionable talento despertaron mucha curiosidad entre el público.

Brian fue el rostro de la revolución de los sesenta, un rostro resplandeciente enmarcado por suntuosos tejidos y pieles, pañuelos, sombreros y joyas con los que desafiaba sin miedo los cánones estéticos que separan al hombre de la mujer. Este flautista de Hamelín de la moda marcaba el paso con osadía y auténticas legiones le seguían.

A los 27 años de edad, Brian fue hallado muerto en el fondo de su piscina. Oficialmente, se consideró una muerte accidental bajo los efectos del alcohol y las drogas.

El director y productor Stephen Woolley ha pasado diez años investigando los hechos que rodearon al desgraciado chapuzón de Brian la noche del 2 de julio de 1969.

En Stoned, Woolley retrata el ascenso de aquel adolescente de Cheltenham que destacaba por su inteligencia y su buena mano para la música (y las chicas) mientras plantaba cara a la disciplina de su instituto.

A los 19 años Brian se trasladó a Londres, donde alcanzó la fama y la realización personal al dirigir a los Rolling Stones hacia sus primeros éxitos musicales. Pero la felicidad le duró poco.

La película relata cómo una descontrolada pesadilla se apoderó del frágil pero tempestuoso e impredecible Brian, que acabó acorralado por las autoridades, roto por el consumo de drogas e implicado en diversos escándalos y unas relaciones sexuales indiscriminadas. También muestra su loco, apasionado y a veces violento amor hacia su adorada Anita Pallenberg (interpretada por Monet Mazur), quien acabó abandonándolo por Keith Richards (interpretado por Ben Whishaw), y su expulsión de la banda que había formado y en la que tanto trabajó hasta su mayoría de edad.

Las escenas sobre sus últimos días se rodaron en la granja Cotchford, el refugio que Brian tenía en el campo, al este de Sussex, y que fuera casa del autor de Winny de Puh, A. A. Milne, al que Brian Jones veneraba. Allí vivió un idilio con su último amor, Anna Wohlin (Tuva Novotny). Vigilado de cerca por la organización de los Stones, que lo consideraba un peligro potencial, Brian decidió hacer obras en su casa y, asesorado por su mánager de giras, Tom Keylock (interpretado por David Morrissey), contrató a Frank Thorogood (Paddy Considine) para realizar el trabajo.

Stephen Woolley, que debuta como director con Stoned, considera que la vida de Brian Jones ilustra de alguna manera los tiempos que corren.

Woolley creció en el norte de Londres en los años sesenta. Era un gran fan del Tottenham Hotspur FC y de los Rolling Stones, por oposición al Arsenal y los Beatles, y frecuentaba unas tribus que en aquella época podían meterte en líos. En 1976, entusiasmado con los Sex Pistols y el punk, vio actuar a los Stones en directo y le parecieron divertidos, aunque poco revolucionarios. «Me pregunté: “¿Por qué pensaba yo que los Rolling Stones eran tan rebeldes?”», recuerda Woolley.

La respuesta era Brian Jones.

Woolley explica: «Fue el mundo hedonista de Jones lo que lo llevó a su terrible y trágico fin. Los sesenta eran unos años de ingenuidad, optimismo y juventud que poco a poco fueron reprimidos por el sistema y que acabaron siendo autodestructivos».

Los guionistas y coproductores Robert Wade y Neal Purvis coinciden en que la muerte de Jones (semanas antes de los atroces asesinatos de Manson y cinco meses antes del horror de Altamont) simboliza la muerte del sueño hippy, la pérdida de la inocencia y el idealismo, que y constituye al mismo tiempo una trágica advertencia de los peligros de los excesos. Para ellos, ése fue el verdadero fin de los sesenta.

Frank Thorogood era un veterano de guerra londinense propietario de una pequeña constructora que Brian Jones contrató para trabajar en la granja de Cotchford. Thorogood (que murió en 1993) era también el mejor amigo de Tom Keylock, el mánager de giras de los Stones, que en general se ocupaba de todo el trabajo sucio.

«El constructor, Frank Thorogood, representa al inglés medio (de una sociedad gris y conformista) —explica Robert Wade—. Y Brian es el rebelde, y al final acaba pagando por su rebeldía y por lo bien que se lo había pasado siempre.

»Puede decirse que la película trata sobre los años sesenta, y que Brian sería el hombre más extraordinario de ésa época mientras que Frank sería el tío medio. Más o menos va de eso. Es literalmente un choque entre dos arquetipos.»

Woolley añade: «En la sociedad británica, la mayoría de la gente envidiaba a las estrellas de rock. La época de racionamiento que siguió a la Segunda Guerra Mundial parecía que no iba a acabar nunca. El mercado negro estaba en su apogeo. La gente veía películas y canales de televisión estadounidenses, y veía a una sociedad más rica que la nuestra, mientras que nosotros lo habíamos sacrificado todo por la guerra. En cierto modo, aquellas jóvenes estrellas de pelo largo despertaban psicológicamente el reflejo de una sociedad opulenta».

La película empieza con un Brian Jones adolescente interpretado por Leo Gregory, un joven del sur de Londres que ha participado en el telefilme Out Of Control y en Hooligans. Según Gregory, «La película nos muestra a un chico de 16 años con un amor muy sano por el blues y muy entusiasmado con el mundo de la música, un chico que, evidentemente, aún no ha experimentado muchos de los problemas que más tarde va planteando la vida».

La vida de Brian Jones como hijo de una familia disfuncional marcó su comportamiento rebelde durante sus días de gloria con los Stones. Además, su encanto y generosidad innatos quedaron empañados por un temperamento despiadado, un sentido del humor burlón y a menudo hiriente, así como su incapacidad para mantener una relación estable con ninguna de sus amantes. Con las mujeres, Jones podía ser irresistiblemente tierno y cariñoso, pero al mismo tiempo dañino, celoso, dominante, infiel y propenso a la violencia física.

Gregory atribuye esto a la gran carencia de amor que Jones sufrió durante su infancia: «En un mundo en el que tienes de todo pero no tienes amor, en el que o das o recibes, en el que ni siquiera sabes cómo amar ni lo que significa que te amen, no tienes mucho.

»Sí, es cierto que a veces arremetía contra Anita y contra otros miembros del grupo. Creo que no se fiaban mucho de él. Podía saltar en cualquier momento. Creo que tenía poca correa, y en el mundo del rock and roll, donde vives en la carretera y sin nada sólido a lo que agarrarte (aunque sin querer justificarle), esas cosas podían pasar».

Las escenas de la vida de Brian Jones se entremezclan en la película como en un caleidoscopio, abarcando su destacado papel en los Rolling Stones; su rutilante vida como el flamante príncipe del Londres de los sesenta y su afición por las mujeres bellas; su aislamiento, que permitió a Jagger y a Richards tomar el control de la banda; su destructiva pasión por Anita, que acabó marcando su final en los Stones.

No obstante, Woolley, Wade y Purvis se han preocupado por mostrar el lado «humano» de Jones, quien a pesar de sus excesos narcisistas y temperamentales, tenía ciertas virtudes que le permitían elevarse por encima de sus problemas incluso en épocas de una tensión psicológica extrema.