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  The queen  (La reina)
  Dirigida por Stephen Frears
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Ganadora del premio al mejor guión y la Copa Volpi a la mejor actriz (Helen Mirren) en La Mostra de Venecía 2006.

Cuando la Princesa Diana murió en un accidente de coche en 1997, pocos podrían haber predicho el impacto que la tragedia tendría en el gobierno británico en la familia real. Ciertamente, siguiendo a su separación del príncipe Carlos, Diana había dado muestras de no estar dispuesta a permanecer en un discreto segundo plano y desaparecer de la vida pública. Aunque fue la mujer más fotografiada y probablemente se pude afirmar que la más famosa del mundo, su muerte a destiempo produjo un cambio brutal en la opinión pública británica, en su actitud hacia las muestras públicas de dolor y en su actitud hacia la monarquía.

Como inspiración para la película, los hechos que rodearon la muerte de la princesa lo tenían todo, una muerte tras una terrorífica persecución por parte de paparazzis, una joven muerta cruelmente en la plenitud de su vida, una relación sentimental controvertida interrumpida antes de que pudiera florecer, un público devastado por la noticia de su muerte y la prensa acusada de causar la muerte, intentando desesperadamente desviar la atención de ésta.

Pero, fue un aspecto diferente de estos terribles hechos lo que inspiró a los productores Christine Langan y Andy Harries para comenzar el proyecto que se convertiría en La Reina. Los dos acababan de producir The deal, un drama para televisión sobre Tony Blair, Gordon Brown y el nacimiento del Nuevo Laborismo, escrito por Peter Morgan y dirigido por Stephen Frears. La experiencia fue tan exitosa que Langan y Harries estaban deseosos de volver a trabajar con Frears en un segundo proyecto que tratara sobre algún aspecto de la sociedad británica contemporánea.

Esta vez, sin embargo, la película tendría las cualidades de un proyecto para la gran pantalla. La Reina se centraría contraponer las anticuadas formalidades de la familia real, tanto en su retiro en el campo escocés de Balmoral, como en los aposentos privados de Buckingham Palace, con la modernidad del recién elegido primer ministro Tony Blair y su séquito de ayudantes y asesores de imagen.

"Andy, Stephen, Pete y yo queríamos trabajar juntos en una película sobre una gran institución británica", dice Logan, "La familia real fue una elección obvia y la muerte de Diana y la forma en que estos afrontaron la situación pronto se convirtió en el enfoque más prometedor para el proyecto. Diana había sido una gran causa de tensión mientras estaba viva, era inevitable que su muerte enfrentara a la monarquía con, quizás, el mayor desafío de los últimos 50 años".

Langan y Harries confiaban en que Morgan tendría la habilidad para escribir un guión auténtico y dramático y ampliar el marco de la historia para hacer una gran película.

Morgan estaba comprensiblemente intrigado por la manera en que se iban a llevar a la gran pantalla los acontecimientos alrededor de la muerte de Diana. Pero no fue hasta que empezó a escribir que el guión comenzó a tomar forma: "Al principio pensé en un compendio de personajes en una acción de 24 horas y que se centrara en los diferentes personajes al mismo tiempo, que se veían afectados por los sucesos de aquel día", dice Morgan. "Pronto estuvo claro que lo realmente importante era la forma en que reaccionó la familia real durante la semana entre la muerte y el funeral. Era una familia en crisis, encerrada en el aislado mundo de Balmoral. La reina decidió que para proteger a los niños, había que retirar las radios y los televisores. Así que vivían en un lugar de negación total de la realidad. La gente estaba en las calles reclamando una reacción de la familia real y no ocurría nada. Durante esa semana, hubo un sentimiento antimonárquico muy fuerte, que fue avivado por la prensa que se dio cuenta de que el foco de la culpa se estaba dirigiendo hacia ella".

Stephen Frears, cuyo carrera incluye muchas películas nominadas por la Academia, incluyendo Las amistades peligrosas, Los timadores y Café irlandés, no necesitó mucha persuasión para unirse al proyecto.

"Es muy difícil encontrar buenos argumentos, historias que no hayan sido machacadas hasta la muerte", dice el director. "Por fortuna he tenido trabajos originales los últimos tres o cuatro años. Este proyecto era muy atractivo para mí, en parte porque significaba que podría trabar con Peter Morgan de nuevo y en parte por la historia misma. La película es sobre el conflicto entre el viejo y el nuevo mundo. Sobre la tradición, que ha sido fuente de fuerza y a la vez de debilidad en este país"

El ojo ágil de Frears para la dirección ha sido clave para el éxito de La Reina. "Cuando tratas con asuntos complejos y de alguna manera controvertidos, tienes que tener un director con una gran inteligencia y seriedad, y Stephen las tiene de sobra", dice Harries, "es el director apropiado, no solo tiene experiencia, además es increíblemente inteligente. Estas son características difíciles de encontrar. Tampoco le asusta arriesgarse, es incansable y se mueve de una película a otra totalmente distinta, tiene una mente inquisitiva".

Fue mientras estaba dándole vueltas a la idea de hacer una película sobre la reina, cuando Harries supervisaba la producción de la serie Prime suspect en la que trabajó Helen Mirren, pensó que ella era la reina del drama en Inglaterra, y que se parecía un poco a la reina. ¡Era una gran idea!, Helen haciendo de la reina.

Para Mirren, quien ha creado algunos de los personajes más memorables del teatro, cine y televisión, era una oferta irresistible. "Pensé que The deal había sido un gran trabajo, así que sabía que estaría en buenas manos", dice la actriz. "Es un material delicado, peligroso de alguna manera, así que tienes que tener la confianza en que la gente con la que trabajas tiene la habilidad y la inteligencia para llevar una historia como esta a la pantalla sin traicionar gratuitamente la historia".

A pesar de sus años de experiencia, Mirren no tuvo miedo a pedir consejo a su compañero Michael Sheen, cuyo trabajo en The deal admiraba. Él le aconsejó que trabajara estrechamente con la especialista en dicción Penny Dyer y tan pronto como pudiera para que se sintiera cómoda con los manierismos y las voces cuando el rodaje comenzara. Mirren también se reunió con los actores que iban a interpretar a miembros de su familia, (James Cromwell que interpreta al príncipe Felipe, Alex Jennings, el príncipe Carlos y Sylvia Syms, la Reina Madre), en su casa para que se familiarizasen con las voces de todos ellos y no sonara forzado.

Mirren fue, como el resto de los protagonistas, era consciente de los obstáculos que plantea interpretar a una persona real, particularmente una tan famosa como la actual monarca. El desafío fue dibujar la fina línea que separa el retrato acertado de la caricatura. "No quieres que el público se quede solamente con tu brillante imitación", explica Mirren. "Quieres que crean quien eres y que te acompañen en el viaje de una manera imaginativa. Sí la imitación es demasiado brillante puede significar que la verdad sea demasiado intrusiva, a veces tienes que alejarte un poco de la verdad, porque en el cine esto puede hacer que el público no haga un esfuerza imaginativo para unirse contigo en lo que estás haciendo".