Un tribunal de la República China sentencia al súbdito español Luis Ortega a 6 años de cárcel por tráfico ilegal de diamantes en la provincia de Shanghai. Cumplida la condena, Luis es repatriado. Desde Barajas intenta localizar a su compañera sentimental Rita Fernández, pero no lo consigue.
Rita ha rehecho su vida y trabaja en una importante galería de arte donde conoce a Alberto Radford, un interesante marchante inglés del cual se enamora. Este la deslumbra con su conocimiento del mundo de las subastas y su facilidad para hacer dinero. Alberto se gana también a Nina, hija de Rita y Luis, de diez años, y sus relaciones se desarrollan rápidamente al punto que deciden celebrar la pedida de mano en una cena en casa de Rita. Asistirá Alberto y le presentará a su madre, Mrs. Ratchel, muy británica y conservadora.
En tanto, Luis localiza a Rita y se presenta en la galería donde la chantajea. Rita le da dinero con la promesa de que no vea a la niña, que le cree muerto, y que se vaya lo más lejos posible de sus vidas.
Esa noche, en el museo Von Tilsen alguien roba una famosa colección de doce grandes diamantes que pertenecieron a la corona inglesa. La noticia sale en todos los periódicos. La policía, alertada por la Interpol, sigue desde Barajas a una pareja de correos ingleses quienes sospechan pueden venir a recoger los brillantes robados. La pareja tiene efectivamente órdenes de hacerse con las piedras que han sido introducidas en un tambor determinado de detergente en polvo y que será colocado en un supermercado en lugar preciso y a una hora exacta. A esa misma hora y en ese lugar están Rita y Nina haciendo las compras de la famosa cena y por una serie de rocambolescas circunstancias se hacen con el tambor de los brillantes sin sospechar lo que tienen en su poder. El correo británico, al no obtener las piedras, da contraorden a Londres para que no efectúen el pago del dinero pactado y ello desencadena una persecución furibunda del tambor que ya ha llegado a casa de Rita. La policía por su lado también estudia el video del supermercado intentando buscar una pista que les lleve al botín robado.
En tanto, cuando la cena está siendo preparada, se presenta, cómo no, Luis, con el propósito de devolver el dinero que Rita le prestase y también de saludar a su hija Nina. Rita intenta que se vaya pero la niña aparece, reconoce a su padre y se abrazan. En esto llegan Alberto y su madre produciéndose una situación aún más tensa si cabe.
Como Nina insiste abiertamente, los ingleses con la flema que les caracteriza, propician el que Luis se quede a cenar como pretende Nina. Y así, con todo tipo de tiranteces, ironías y sarcasmos, se va desarrollando la pedida de mano hasta que se presentan en la casa malhechores en busca de su botín.
La situación llega a límites de violencia que desencadena un tiroteo donde caen heridos varios de los presentes complicado con la eventual llegada de la policía y toda la parafernalia de megafonía, reflectores, etc... Pero los brillantes no aparecen por ningún lado de la casa. En principio todos son sospechosos.... hasta Yelco, el perro, y por eso comensales y malhechores todos pasan por rayos X ante la posibilidad de que alguno se los hubiera tragado... Pero los brillantes siguen en sitio desconocido. Luis es sospechoso por sus antecedentes, Alberto también lo es por su capacidad y frialdad.... Incluso la misma Rita se los podría haber quedado en medio del rifi-rafe de tiros que se montó en su casa cuando se fueron las luces. Sólo en los últimos 30" de la película sabremos la respuesta que es totalmente inesperada, divertida y cuyo final feliz cierra esta comedia romántica-policíaca que es "Esta noche, no".