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  La luna en botella  Dirigida por Grojo
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La luna en botella, una producción de Sogecine e Ikiru Films llega a las pantallas distribuida por Sogepaq a través de Hispano Foxfilm.

Dueño de un universo particular que ya ha plasmado en su producción como cortometrajista (El Topo y el hada seleccionado por la Berlinale en 1999 y La Gotera, nominado a los Premios Goya en 1997), Grojo debuta en el largometraje con una hipnótica historia coral protagonizada por Edu Soto, (El rey de la comedia, Buenafuente), Dominique Pinon (Amelie, Delicatessen), Bárbara Goenaga (Oviedo Express) o Federico Luppi (Martín Hache, El Laberinto del Fauno). Completan el reparto, Pep Jové (Fausto 5.0), Joan Dalmau (Mar Adentro), Paco Algora (Barrio), Leigh Zimmerman (The Producers en Broadway) o Michael Jenn (Danny the dog), entre otros.

Para dotar a La Luna en Botella de la peculiar atmósfera que impregna sus obras, Grojo ha contado con la dirección artística de César Macarrón, responsable, entre otros muchos títulos, de la meticulosa puesta en escena de La Gran Aventura de Mortadelo y Filemón y la dirección de fotografía de Unax Mendia (Torrente 3). La banda sonora ha sido compuesta por René Dupéré, prestigioso autor de la música de El Circo del Sol.


Como meter la luna en la botella
1. Método del reflejo atrapado
En noche de luna llena, disponer un gran espejo convexo que recoja la luz lunar en todo su esplendor y la refleje hacia un juego de espejos sucesivamente pequeños que orienten el fulgor al interior de una botella. Es importante que el número de espejos no sea menor de seis (o el potente reflejo hará añicos el cristal de la botella) ni mayor que nueve (pues la luna se convertiría en fugaz destello).

2. Sistema de cocción y presiones
Se toma la luna mora, se cuece durante seis minutos en agua hirviendo y se le desprende la corteza (si añadimos un punto de sal, la piel saldrá como por arte de magia). Preparamos una botella cuya boca sea algo menor que la sección transversal de la luna y no tenga ninguna raspadura que pudiera permitir el paso de aire al taparla. Después empapamos un algodón con alcohol, le prendemos fuego y lo introducimos en la botella. Antes de que se consuma el fuego, colocamos la luna en la boca del frasco; ella sola se introducirá en la botella. Si el movimiento de entrada no es excesivamente rápido veremos que la elasticidad de la luna cocida permite que ésta se “adelgace” al pasar por el cuello del recipiente para recuperar después su tamaño original. Esto es debido a que la combustión del algodón provoca la emisión de gases calientes; conforme baja su temperatura, desciende su presión. Al hacerse ésta inferior a la atmosférica exterior, la luna se desliza a su interior.

3. Técnica de la perspectiva
Se enjuaga una botella con agua clara y sin jabón, dejándola secar boca abajo y sin usar paño. En una noche de luna llena, alzas la vista y cierras un ojo mientras sitúas la botella entre tu rostro y la luna; para tu asombro (y sólo tuyo) comprobarás que la luna permanece en el interior de la botella.

4. Procedimiento líquido
Practica un orificio en la parte inferior de la luna y coloca una gran botella justo debajo. Después, pincha el extremo superior del satélite y verás que la luna se vacía en forma de luminosa crema que se irá depositando en el fondo de la botella. No desperdicies ni una gota. Cuando la luna se haya vaciado por completo, sumerge el frasco en un riachuelo de montaña y a las pocas horas la luna se formará de nuevo en el interior de la botella. Puedes amenizar la espera confeccionándote un sombrero con el pellejo de la primera luna.

5. Receta del big bang
Una de las formas más complejas de embotellar la luna y, a la vez, la más espectacular. Para ello se precisa una botella de vidrio aleación con resistencia superior a mil toneladas por milímetro que además cuente en su interior con un juego de pinzas mecánicas y un doble compartimento de despresurización. Por medio de un diminuto acelerador de partículas, se induce un big bang en el interior del envase; en pocas semanas asistiremos a una versión en miniatura del proceso de creación del universo en el que también figurará la Tierra con su Luna. Por medio de las pinzas mecánicas despreciaremos los cuerpos ajenos a nuestra intención para eliminarlos por medio del doble fondo despresurizado con el objeto de aislar una minúscula pero completa luna dentro de la botella.

6. Plan desprevenido
Llamado así porque se trata de pillar a la luna por sorpresa. Para ello, esperaremos a la última semana de su órbita mensual cuando, un par de días antes de la «luna nueva», se encuentre en el mínimo estadio de su cuarto menguante. En ese momento, la luna adquiere la forma de un alargado cuerno, por lo que nos será muy fácil introducirla en una botella de cuello grueso. Una vez dentro, y convenientemente tapada, sólo habrá que aguardar unos días para que se convierta en luna llena.

7. Operativo espacial
Para llevar a cabo esta espectacular maniobra construiremos por separado las dos mitades de una botella que, una vez unidas, sumen un diámetro de 3.500 kilómetros y una altura de 4.000 hasta el inicio del cuello. Por medio de varios transportadores interestelares, gentilmente cedidos por las agencias espaciales de Occidente, transportaremos ambas mitades hasta el blanco satélite y las uniremos haciendo que la luna permanezca en su interior. Una vez fundidas en una sola pieza obtendremos la más verdadera luna embotellada que nadie haya soñado.

8. Truco Tamariz
Llamado así en honor del gran mago de fama mundial aunque, curiosamente, él nunca haya realizado este juego. Se muestra al público una botella vacía y se cubre con un paño negro; seguidamente se hace lo propio con la luna y se pronuncia el conjuro: «al levantarme, yo no soy persona si no me tomo un café bien cargado». El mago retira entonces el paño que cubre la botella y, para asombro de los presentes, la luna se hallará dentro del recipiente. El truco se culmina con la retirada el paño que cubre la luna; en su lugar, brillará en el cielo un enorme conejo blanco.

9. Táctica del mantel
En una noche de luna llena se procura agarrar el negro manto de estrellas, esto es, el cielo, por sus cuatro esquinas más alejadas. Se tira con fuerza y se unen dentro del cuello de una botella de cristal; todo el contenido, incluida la luna, caerá dentro del frasco. Sólo resta armarse de paciencia e ir extrayendo con unas pinzas todos los astros que no nos interesan hasta dejar nuestra solitaria luna en el interior de la botella.

10. Transplante lunar
En plena noche se llena una botella con el agua de un charco en el que se haya reflejado la luna. Se tapa la botella con una gasa, se cubre con un paño negro y se deja 28 días en lugar fresco y ventilado. Al cabo de ese tiempo, el agua se habrá evaporado; y en el fondo de la botella tendremos una sólida y blanca luna.