10.000 es una epopeya llena de acción y aventura ambientada en una época en la que la humanidad vivía entre grandes mamuts y tigres de dientes de sable que dominaban la Tierra. La película, basada en la Historia pero impulsada por la imaginación, ha sido llevada a la pantalla por el cineasta Roland Emmerich, responsable de espectáculos épicos como El día de mañana e Independence Day. 10.000, escrita por Emmerich y su amigo y compositor Harald Kloser, cuenta la épica historia del increíble viaje de un joven cazador para salvar a la mujer que ama y, finalmente, también su propio mundo.
"Siempre me ha intrigado la idea clásica de narración, como cuando la gente cuenta historias alrededor de un fuego de campamento", dice Emmerich. "Cuando el tema principal es el hombre primitivo, tienes la oportunidad de contar historias heroicas muy intensas en las que un personaje tiene que lograr cosas imposibles. Quería hacer una película que te permitiera trasladarte a este otro mundo que, por apariencia y feeling, no se puede comparar con nada que hayas visto antes y que consiga transportarte a una época y un lugar donde todas esas cosas que has oído cobran vida".
A Harald Kloser, que compuso la banda sonora de El día de mañana y es co-guionista del proyecto, le atrajeron no sólo las posibilidades musicales de la película, sino también la universalidad de la historia de valentía que concibió Emmerich. "Para nosotros, lo más importante, independientemente de que una historia tenga lugar en el año diez mil antes de Cristo o dentro de dos mil años en el futuro, es que tenga relevancia en el tiempo en el que vivimos", advierte. "Pasamos muchas horas hablando sobre lo que 10.000 tiene que decir en 2008".
Esta dramática historia se desenvuelve a través de los ojos de D'Leh, interpretado por el actor novel Steven Strait, un marginado en una tribu de la montaña llamada los Yagahl, cuya única fuente de supervivencia, desde el alimento que comen hasta las cabañas que construyen, procede de los grandes mamuts que hacen retumbar las montañas en su ruta migratoria anual. Sin embargo, a medida que retrocede el hielo, los mamuts comienzan a escasear y los Yagahl deben encontrar una nueva manera de sobrevivir. "Esta gente cree que está sola en el mundo", explica Emmerich, "hasta que una joven hallada en las montañas es llevada a su poblado. Todo cambia para ellos. Su chamán profetiza que esta chica les conducirá a una nueva vida".
Evolet, interpretada de adulta por Camilla Belle (Cuando llama un extraño), no es sólo la prueba fehaciente de que existen otras tribus, sino que se convierte en un heraldo de los "demonios de cuatro patas" que saquearán el poblado como ya hicieron con el de ella. Sólo que, esta vez, entre los raptados se encuentra la propia Evolet y D'Leh no tiene elección: debe buscarla. En su viaje le acompaña su mentor, el gran cazador Tic'Tic (Cliff Curtis), un joven, Baku (Nat Baring) y su rival, Ka'Ren (Mo Zainal).
Para el joven cazador, esto supone una llamada a la aventura. "D'Leh tiene que ir tras esta chica, a la que ama profundamente", explica Emmerich. "D'Leh percibe que hay algo más ahí fuera y tiene que aprender que no sólo se trata de esta chica o de su tribu, sino que es una idea mayor", añade Kloser. "Esta idea mayor es salvar la vida humana, salvar la idea de libertad. No tienen otra esperanza contra estos invasores, que tecnológicamente están mucho más avanzados que ellos, que unir a esta gente contra el enemigo común".
En el centro del misterio se halla la identidad de la civilización perdida con la que se encuentran en lo que ellos suponen los confines del mundo. "Cuando nuestros héroes ascienden a la cresta de una duna, contemplan esta civilización gigante", dice Kloser. "Las "Montañas de la Luna", estas pirámides de míticas proporciones, son casi inconcebibles para ellos. Y parte de su viaje se basa en entender cómo esta cultura logró esclavizar a tantas otras y cuánto costará desafiar a semejante imperio".
Aunque se trate del extraordinario viaje de un joven, la aventura ahonda en temas universales como el destino y las profecías, la opresión y la emancipación y la naturaleza del heroísmo y del liderazgo. "Cada hombre tiene que decidir cuán grande es el círculo al que pertenece", dice Emmerich. "Dicho círculo, ¿encierra sólo a los seres amados, a su familia, quizás a la tribu o a un grupo mucho mayor de gente? Nuestro héroe emprende un viaje lleno de descubrimientos. Tiene que evolucionar desde el joven egoísta que es para convertirse en líder de los hombres. Y la clave es el tamaño de ese círculo y cuánta gente cabe en él".
No mucho después de completar el guión con Kloser, Emmerich se encontró supervisando una gran producción que se desarrolló entre dos continentes, con rodajes en territorios mayoritariamente vírgenes de Nueva Zelanda y Sudáfrica. El objetivo era encontrar lugares apenas explorados por el hombre para embarcar a los espectadores en un envolvente viaje a lo que podría haber sido el mundo hace miles de años, cuando lejanas tribus sabían muy poco de lo que se escondía tras la montaña más próxima y mucho menos en el mar. "En la película, los personajes caminan hacia el final del mundo, y nosotros, como el resto del equipo de rodaje, también fuimos al fin del mundo", dice Emmerich.
Aunque los realizadores dirigieron inicialmente sus miras a África para buscar localizaciones, descubrieron una extensión montañosa casi virgen en Nueva Zelanda que capturó su atención. Las escenas de montaña de la película se rodaron en Waiorau Snow Farm, situada a unos mil quinientos metros sobre el nivel del mar en la isla sur, cerca de la ciudad de Wanaka. "Esta película está ambientada en una época que jamás hemos visto en el cine", comenta el productor Michael Wimer. "Una de las cosas que queríamos transmitir es lo difícil que era la vida de nuestros personajes, pero también lo magnífico, espiritual y hermoso que es todo. Esta es una de las razones de que tuviéramos que rodar allí: todo era muy irreal y extraordinariamente bello".
Desde Nueva Zelanda, el reparto y el equipo se trasladaron a Ciudad del Cabo, Sudáfrica, donde usaron exteriores y estudios de sonido para algunas de las escenas de efectos especiales más intensas de la película, incluido un ataque de Phorusrhacidae (también llamadas "aves del terror"), animales prehistóricos que acechan a los personajes a través de altos pastos. Los realizadores también consiguieron sitio en las instalaciones aéreas Thunder City, con sus grandes hangares de altos techos, para la secuencia en la que D'Leh cae en una trampa para tigres donde se encuentra cara a cara con un tigre de dientes de sable.
Los efectos visuales que supusieron un mayor desafío para el equipo incluyen la creación del zoológico de poderosas criaturas del Pleistoceno: mamuts, tigres de dientes de sable y aves del terror. Mientras la investigación arqueológica proporcionó parte del puzzle, Emmerich se fijó en sus parientes modernos para dotarles de movimientos creíbles. "Utilizamos referencias de elefantes, tigres y avestruces", dice. "Lo principal era que parecieran reales, pero nadie sabe exactamente cómo era un mamut o cómo se movía. Son unos animales inconfundibles y muy característicos".
En cuanto a su apariencia externa, pelo largo y enmarañado en el caso de los mamuts, plumas en las aves del terror y en contacto con el agua la piel de los tigres, el equipo de efectos especiales tuvo que traspasar los límites de lo posible. "Básicamente, tuvimos que reinventar la forma de usar la piel para hacer que estos animales parecieran reales ante las cámaras", comenta Emmerich. "Fue un desafío hacerlo bien y contratamos a dos empresas en Inglaterra para asegurarnos de que estos animales parecieran tan reales que casi pudieras alcanzarlos y tocarlos".
Para estas escenas, como la de la caza del gran mamut en las montañas, Emmerich contó con la supervisora de efectos visuales Karen Goulekas para que le ayudara a dar vida a este mundo prehistórico. Goulekas se unió al proyecto dos años antes de que la fotografía principal comenzara y tradujo cada elemento en arte conceptual, maquetas (esculturas que se escanearían por ordenador) y modelos. Su atención se centró en las tres principales secuencias de efectos de la película: la caza del mamut, la escena de las aves del terror y el encuentro de D'Leh con el tigre de los dientes de sable.
Uno de los proyectos más estimulantes a los que se enfrentó Goulekas fue la creación de las aves del terror, depredadores no voladores con grandes picos, que están basados en criaturas que existieron en América del Sur. "Eran gigantescos", dice Goulekas. "Sabemos lo rápido que pueden correr las avestruces y el daño que pueden hacer con sus poderosas patas, todo ello unido al hecho de que hay un vínculo directo entre las aves del terror y los dinosaurios. Para lograr su apariencia, nos basamos en un híbrido de diferentes ilustraciones".
Una vez finalizados los diseños de las criaturas, su equipo, formado por dieciocho profesionales que incluyen a los animadores de los personajes y a los constructores de criaturas, comenzó con la previsualización, un storyboard animado en 3-D de todas las escenas de efectos especiales. "Por ejemplo, para una escena en la que D'Leh camina por el desfiladero de los tigres, construimos un ambiente del desfiladero en 3-D, el artista creó la animación del tigre saltando y luego hicimos una toma a vista de pájaro de la escena, como hubiera sucedido en una película", describe. "Después, rodamos algunos ángulos de cámara alternativos y, junto con nuestro montador de previsualización, Steve Pang, y los supervisores, revisamos todas las tomas y discutimos sobre lo que íbamos a hacer con los artistas uno por uno".
Cuando llegó la hora de rodar las escenas con los elementos reales, Goulekas y su equipo usaron objetos gigantes pintados de azul para sustituir a las criaturas. "Roland mostró la previsualización a los actores para que pudieran hacerse una idea de lo que ocurría en esas escenas", comenta Goulekas. "Cuando tratas de visualizar a un mamut de casi tres metros de ancho corriendo o a un tigre amenazándote, esto afecta a la manera en que se mueven los actores".
La idea era utilizar fondos de imagen y pinturas reales en las escenas con efectos especiales en lugar de grabar a los actores contra un fondo verde. El mayor desafío se llevaría a cabo en la localización final de la película, los extensos desiertos del suroeste de Namibia, con sus exteriores de Dune 7, Moon Landscape y Spitzkoppe, que parecen de otro mundo.
Spitzkoppe tenía una significación especial para el realizador. "Llevo a Spitzkoppe en el corazón porque es el lugar en el que Stanley Kubrick rodó las láminas fotográficas de fondo para la escena del mono en 2001: Una odisea en el espacio", explica Emmerich. "Es un lugar mágico".
En Dune 7, los constructores montaron las pirámides de la civilización perdida, formada por una cantera, una larga rampa de construcción y la fachada del "Palacio de Dios". "Una de las cosas más divertidas de la película es que hace mucho tiempo que nadie no se construyen pirámides para una película", comenta el productor Wimer. "Era un decorado gigante y será una parte muy divertida de la película".
Cerca del desierto se instaló una unidad especial para miniaturas. El propio plató era una miniatura gigante que cubría aproximadamente cien metros cuadrados, con réplicas de las pirámides, el palacio, los barrios de los esclavos y el Río Nilo en una escala de 1:24. Estas piezas se construyeron en Munich y fueron transportadas a Namibia en quince buques contenedores.
Para poder moverse con libertad por este plató en miniatura, Emmerich usó una Spydercam especialmente creada para la película, una cámara manejada por control remoto atada a unos cables que proporcionó unas espectaculares tomas aéreas de 360º en perfecta sintonía con las escenas aéreas de la película. "La Spydercam tiene el mismo movimiento que un helicóptero", comenta Emmerich. "Es programable y funciona en tiempo real. La situación de iluminación es perfecta para los escenarios y hay dunas de arena real en el fondo. Hay cierta magia en las maquetas porque, cuando el sol las ilumina, parecen muy reales. Estoy realmente orgulloso de esta escena porque combina maquetas a la vieja usanza con una tecnología muy avanzada de una forma magistral".
Durante el rodaje en el desierto, sin ningún hotel a la vista, el reparto y el equipo se establecieron en una ciudad de tiendas de campaña construida a tal efecto y con agua caliente, televisión y acceso a internet. "Fue de una intensa belleza estar ahí fuera día y noche", comenta el miembro del reparto Steven Strait. "Para mí, fue una experiencia única y formó parte de la aventura de hacer esta película".
Warner Bros. Pictures presenta, en asociación con Legendary Pictures, una producción de Centropolis de una película de Roland Emmerich, 10.000, protagonizada por Steven Strait, Camilla Belle y Cliff Curtis.
Dirigida por Roland Emmerich a partir de un guión escrito por Roland Emmerich y Harald Kloser, la película ha sido producida por Michael Wimer, Roland Emmerich y Mark Gordon. Harald Kloser, Sarah Bradshaw, Tom Karnowski, Thomas Tull y William Fay son los productores ejecutivos. El equipo creativo está compuesto por el director de fotografía Ueli Steiger, el diseñador de producción Jean-Vincent Puzos, el montador Alexander Berner y las diseñadoras de producción Odile Dicks-Mireaux y Renee April. La música es de Harald Kloser y Thomas Wander.