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  Pequeña Miss Sunshine  (Little Miss Sunshine)
  Dirigida por Jonathan Dayton, Valerie Faris
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Debut como directores de los famosos directores de videos musicales (y marido y mujer en la vida real) Jonathan Dayton y Valerie Faris, sobre la base de un guión de Michael Arndt.

Cinco años para hacerse y con un perdedor que, como los Hoover, fue casi ignorado, al final Pequeña Miss Sunshine vio la luz por la pasión de sus productores, sus directores y actores. El proyecto empezó cuando el guión del prometedor escritor Michael Arndt cayó en manos de los socios productores Albert Berger y Ron Yerxa. Berger comenta: "Pequeña Miss Sunshine es una revisión de la típica película de vacaciones familiares – pero de una forma más fresca y oscura y con una gran honestidad sobre cómo interactúan y se quieren realmente los miembros de una familia". Yerxa añade: "Todos los personajes en esta historia sufren una importante transformación, – incluso la furgoneta Volkswagen de la familia".

Berger y Yerxa mostraron el guión a sus socios productores Marc Turtletaub y David T. Friendly de Deep River Productions -- y éstos de inmediato se sintieron desarmados por la familia excéntrica pero inconfundiblemente americana que está en el corazón de esta comedia.

"Terminé de leer el guión a la una de la mañana, lo cerré y dije que teníamos que hacerlo" dice Turtletaub.

Buscando un director con un punto de vista tan distintivo como el lado cómico del guión, los productores llevaron al final la película al raro equipo marido-mujer formado por Jonathan Dayton y Valerie Faris. Ya tan conocidos como premiados directores de vídeos musicales y anuncios publicitarios, Dayton y Faris habían estado buscado durante años un proyecto cinematográfico que les enamorara… con escaso éxito. Pero tan pronto como leyeron el guión de Pequeña Miss Sunshine, supieron que era éste.

Desde el comienzo, la clave de Pequeña Miss Sunshine descansaba claramente en encontrar un reparto que pudiera hacer a los Hoover y su disfuncionalidad divertidos pero al mismo tiempo devastadoramente reales.

El reparto empezó con el patriarca de la familia Hoover: Richard, que se encuentra en la irónica posición de ser un fracasado conferenciante motivacional que ni siquiera parece capaz de motivar a nadie para que le contrate. Sin embargo, Richard siempre halla un entusiasmante aforismo de psicología popular para cada situación, los cuales provocan una constante contrariedad en su familia. Para ofrecer esa inusual mezcla de optimismo externo y subyacente angustia vital de Richard no había una persona mejor que el actor nominado al Oscar® Greg Kinnear, que comenzó su carrera como cómico, pero que también se ha convertido en uno de los intérpretes más versátiles. "Greg es excepcionalmente capaz de dar una simpatía real incluso al más antipático de los personajes", explica Saraf, "así que resultaba perfecto para Richard".

A Kinnear le encantó el guión. "Creo que a todo el mundo en esta película le gustó el guión", dice. "Tienes a una familia que aparentemente emprende un viaje muy normal y de repente descubres toda esa compleja dinámica familiar que les lleva a cambiar. Es una película oscuramente divertida, pero al mismo tiempo tiene también un mensaje positivo y edificante. Contiene inesperados guiños que son bastante estimulantes".

Para enfocar a Richard y a su filosofía de "rechazo a perder", Kinnear pensó en él como una especie de Tony Robbins a lo cutre – un tipo que quiere creer en las mayores y más brillantes manifestaciones del sueño americano de que el ganador se lleva todo, pero que a menudo se encuentra en el lado de los perdedores en la vida. "Richard está lleno de ideas equivocadas", se ríe Kinnear. "Cree de verdad en la idea que tienes que intentar ganarlo todo, pero cuando llega el concurso de belleza de ‘Pequeña Miss Sunshine’ encuentra de repente que todo en lo que cree entra en conflicto con la felicidad de su hija".

Uno de los elementos más excitantes de Pequeña Miss Sunshine para Kinnear era tener la oportunidad de trabajar con Alan Arkin como su completamente opuesto padre. "Alan es muy divertido y un actor verdaderamente fantástico", comenta. "La nuestra era una interesante relación a explorar, porque mientras el padre de Richard es este abuelo tan excéntrico y espontáneo que le da a la heroína, Richard es este gurú tan estirado, autosuficiente y responsable que quizás haya encontrado en todo eso su forma de rebelarse. La clave era equilibrar las excentricidades de los personajes, pero manteniendo su accesibilidad".

Seguramente, el personaje menos extravagante sea la más estable de los Hoover: Sheryl – una mujer divorciada que intenta desesperadamente cuidar a su segunda familia lo mejor que puede, pese a las abrumadoras rarezas que presenta. El papel fue para la actriz australiana Toni Collette, quien obtuvo una nominación a los Oscars por su trabajo en El sexto sentido y que ha tenido papeles muy diversos. Faris y Dayton acudieron a Collette porque sabían que cuenta con un amplio registro de aptitudes cómicas, además de la habilidad necesaria como para dar hondura y honestidad a la típica madre americana de clase media acuciada por los problemas como Sheryl. "Ella es una actriz de talla mundial que tiene esta destacada capacidad para poner algo especial en todo lo que hace", afirma David Friendly.

Al igual que a Kinnear, a Collette le sedujo la familia Hoover con todos sus vergonzosos intentos de éxito. "Me encantó el guión y también me gustó de verdad esta disfuncional familia que está aprendiendo a llevarse bien por primera vez en su vida", dice.

Collette también pudo identificarse con el dilema al que se enfrenta Sheryl, pues constantemente intenta ser diplomática, poner paz y ser un ama de casa jovial mientras su familia se rompe en pedazos. "La familia lo significa todo para Sheryl", señala. "Así que creo que haría absolutamente cualquier cosa que estuviera en su mano para suavizar las cosas y hacer que todo el mundo esté feliz – soportando lo que tenga que soportar".

Eso va a ser mucho cuando se presenta el hermano de Sheryl, quien recientemente intentó suicidarse tras un descenso a los infiernos que empezó con una mezcla de amor no correspondido, su fracaso a la hora de ganar un Premio MacArthur "Genius" Grant, y la pérdida de su autoproclamada posición como preeminente estudioso americano de Proust. La felicidad no es algo con lo que Frank esté familiarizado, pero el popular cómico Steve Carell da un toque de irreverencia a su retrato del desaliento.

Aunque Carell se ha convertido desde entonces en uno de los actores de comedia más en boga de Hollywood, en la época en la que fue elegido para el papel era prácticamente un completo desconocido. "La inteligencia de Steve como actor es lo que nos convenció", dice el codirector Dayton de Carell. "Es divertido pero también puede hacer absolutamente cualquier cosa, por ese lado es increíble". Añade el productor Albert Berger: "Lo que es increíble es que nadie supiera realmente quién era Steve cuando lo escogimos para el papel, pues no sólo resultó ser una gran actor, sino también resultó ser una genial elección".

Carell cree que los Hoover – por todos sus cómicos defectos y puntos vulnerables – no son muy diferentes del resto de las familias. "Hay una corriente subyacente de amor entre los personajes", señala, "que al final les lleva a mantenerse unidos y a estrechar los lazos entre ellos. En cualquier familia, creo que hay momentos en los que detestas a otra persona, pero no puedes prescindir del hecho de que siempre vais a estar conectados por los lazos de sangre y tendrás que colaborar con ella cuando haya una crisis de verdad, igual que les pasa a los Hoover en su camino hacia California".