Película dirigida por Karen Moncrieff y protagonizada por Toni Collette, Brittany Murphy, Josh Brolin, y James Franco, entre otros.
Declaración de la guionista y directora Karen Moncrieff
He luchado durante mucho tiempo para tomar plena consciencia de la constante violencia contra las mujeres y las adolescentes de nuestra sociedad, así como sus terribles y traumáticas consecuencias. Los periódicos están llenos de artículos sobre torturas, violaciones, secuestros, mutilaciones y asesinatos y, en la mayoría de casos las víctimas de sexo femenino quedan relegadas a una simple mención. A menudo me siento impotente, al no poder hacer nada más que intentar no pensar en ello.
Hace un tiempo formé parte del jurado en un juicio por asesinato. La víctima era una prostituta, por lo que rápidamente me di cuenta de que sobre ella caerían todos los prejuicios del mundo comenzando por el menosprecio a causa de su trabajo. Por otro lado, poco a poco fui viendo que prevalecía otro obstáculo en su contra: el de la víctima inocente, poco menos que santificada. Ambos clichés parecían responder a cierta necesidad de evitar ver a aquella mujer como una persona real. Pero las declaraciones de los distintos testigos personas que acudieron para corroborar la historia del asesinato, la madre de la víctima, la mujer que se ocupó de los niños, sus clientes, otras prostitutas y una mujer que había sido su amante me obligaron a afrontar las complejidades y las dificultades emocionales de su vida. Toda ella era una serie de contradicciones: una madre apasionada de sus hijas y enferma de trastorno bipolar sin medicar, toxicómana y mentirosa compulsiva. Era un ser humano con problemas, cuya compleja vida terminó de repente e inmerecidamente, aparentemente sin que nadie en el mundo le prestara la más mínima atención.
Después del juicio, que duró un mes, me quedé con los pequeños detalles. Un inventario de lo que quedaba de la vida de la víctima cuando la policía confiscó sus pertenencias: una raída bolsa de lona, un cepillo del pelo, lencería y un pequeño peluche. Una tarjeta manuscrita para una de sus hijas que todavía no sabía leer le decía cuánto la quería y echaba de menos. Le dejaba su número de busca. El drama de su vida me atrapó.
En The Dead Girl, encuentran en un campo un cuerpo de mujer mutilado. Cinco mujeres distintas, desconocidas entre ellas, llegan a tomar contacto con el cadáver, y todas quedan transformadas por el impacto que les provoca tal contacto. La víctima resultó ser una prostituta. Una mujer con problemas y una vida más que complicada. Su propio intento de transformación conforma el eje emocional de la historia.
Mientras estaba terminando la película se conoció la historia de Natascha Kampusch una muchacha austríaca que había permanecido encerrada en una celda durante 10 años, antes de que pudiera escapar milagrosamente. Recientemente, un hombre de Pensilvania entró en un colegio, hizo salir a todos los niños y comenzó a matar a las niñas. A veces, cuando echo un vistazo al estado del mundo se eriza el vello del miedo.
Alguien más inteligente que yo dijo un día que todo buen drama es el intento del autor de responder a una pregunta para el mismo. Mi pregunta es la siguiente: ¿cómo podemos seguir adelante en un mundo en que se secuestra regularmente a niños de sus casas, se les mata en la escuela, violan a las mujeres que salen a correr, se las acosa en el trabajo, las encierran en celdas cavadas a mano, las asesinan, las torturan, las mutilan, las envuelven en plástico, las descuartizan y las desechan como basura?
La gente me pregunta por qué hago unas películas tan oscuras. Vivimos en un mundo oscuro y todos vamos cabizbajos por la vida. Vamos a lo nuestro como si todo fuera bien, incluso cuando casi cada uno de nosotros podría señalar a un amigo, conocido o familiar que ha sufrido una paliza, un acoso, una violación o algún trauma fruto de la violencia. Una de mis mejores amigas fue violada por un asesino en serie. Se las arregló para escapar con vida, pero la vida que salvó nunca volverá a ser igual.
Vivir con violencia, con las secuelas que ésta deja y con la constante amenaza de violencia nos asusta y nos paraliza a todos. La sensación de pasotismo y aislamiento en la que muchos de nosotros vivimos el día a día empeora cada vez que leemos sobre personas relegadas a descripciones como la chica muerta o la mujer de un asesino en serie o la hermana de la desaparecida.
No estoy segura de haber encontrado una respuesta definitiva a mi pregunta, pero al menos ya no me siento tan impotente. Mi esperanza es que la gente vea The Dead Girl e incremente su concienciación sobre lo que puede significar la vida de otra persona detrás de la etiqueta de Extraña, Hermana, Esposa, Madre o Chica Muerta y quizá sienta el tirón de una humanidad compartida. O, quizá alguien que no conozco, alguien que comparta mi lucha por entender el mundo violento en que vivimos, saldrá del cine sintiendo que, a partir de ahora, no debe intentar dejar de pensar en todo esto y mirar hacia otro lado.